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Una tumba vacía

¿Os imagináis levantaros una mañana y descubrir que gran parte de vuestra vida ha sido una falsa? Que lo que creía cierto, no lo es, y a partir de este gran descubrimiento la vida de nuestra protagonista irá sufriendo un tras pié detrás de otro... ¿conseguirá levantarse o se rendirá a la mala suerte?

Parte 1
Sin rumbo fijo

Capítulo 1:    
     No puedo, y Dios sabe que lo he intentado una y otra vez, que he intentado borrar cada palmo de mi pasado, dejar atrás todos esos recuerdos que se clavan en mi piel como clavos de acero oxidados… duele mirar hacia atrás y ver que en realidad, no has avanzado nada, duele mirar hacia delante y ver que aún queda mucho que recorrer, y que todo el esfuerzo que he realizado durante estos cinco años, apenas han servido para sacarme una sonrisa de vez en cuando.
     Tan efímera la felicidad como ardua, llena de momentos que apenas recuerdo, pisados por muchos otros que realmente quisiera que ocuparan su lugar…
     Miro hacía el espejo con rabia e intento definir mi gesto, mis manos apoyadas en el lavabo agarrando con fuerza los extremos como si quisiera romperlos de un apretón, lleno de rabia, de dolor, de ahogo… veo tristeza reflejada en cada lágrima que resbala por mi mejilla, en cada lágrima que se avienta desde el filo de mi cara para fundirse con el agua estancada de aquel sucio  lavamanos.
     Nadie me entiende, nadie me comprende, nadie me quiere.
     Solo soy un mueble más en una casa que parece abandonada… donde nadie me conoce, nadie sabe nada de mí, y todos tienden a juzgarme por lo que debería ser, por lo que aparentemente aparento, pero por lo que en realidad no soy.
     Pelo sucio, mirada asustada, ojos rojos como la sangre que se pierden en un reflejo de alguien que desconozco ¿Soy yo? No consigo ver nada de mí en la imagen que me muestra el espejo. Soy como un perro indefenso, vagabundo por las calles, sin saber, cual es verdaderamente mi sitio.
     Tengo calor, mucha calor, me arden las manos como si las tuviera metida en las brasas, me quito la camisa de cuadros roja y la tiro al suelo, y me vuelvo a mirar al espejo.
     Mi torso desnudo se muestra ante mí, lleno de cicatrices de una vida que no he vivido, de castigos injustos… no es tanto el dolor del cuerpo, como la aflicción que sufro en silencio. Las heridas que no se ven, son las que verdaderamente más duelen.
     Miro hacia abajo y repaso mi muñeca izquierda con mis dedos. Aún no estoy segura de querer hacer esto, tengo miedo…
     Escucho la puerta de entrada cerrarse con un portazo y subir las escaleras…
_ ¿Nana? ¿Eres tú?
     Otro portazo fue la única respuesta que recibieron mis palabras, de ahí, de nuevo la guerra.
     Gritos e insultos, palabras vacías que creían decir tanto, y que realmente hacían más daño del que pensaba… otro portazo, esta vez más cerca. Él había llegado.
     Quise evadirme como años atrás, como cuando mamá me metía en la cama, me ponía los auriculares, música, y dándome un suave beso en la frente salía de mi cuarto… cada noche me dormía pensando que iba a ser la última en que la vería con vida… Maldito cobarde, asesino.
_lala..lalalala…lalalalala…
     Intentaba tararear una nana que mi mamá me cantaba de pequeña, de la cual la letra se había desvanecido total mente con el paso del tiempo…  como casi el recuerdo de su faz, de su olor, de su voz, esa voz con la que tantas noches pasé en vela, escuchándola gritar, suplicar, ante un déspota que no atendía a sus llantos. Cuantas noches he pasado rogándole a Dios que todo terminara, un Dios que nunca pareció escucharme. Hace tanto que dejé de creer en él que hasta pena me dan los pobres incrédulos que van cada día a la iglesia en busca de su perdón, de su apoyo, y se consuelan pensando que todo irá bien, porque él está con ellos.
     Los gritos de mi abuelita me trajeron de nuevo a la realidad, y casi de forma instintiva mis manos cogieron el cuchillo, miraron al espejo de nuevo sin dejar de tatarear la canción y acaricié mis muñecas una vez más con el afilado borde…
_ Por favor, acaba ya con esto.
     Mi mirada se perdía en los escollos de una imagen sin nombre, deleitándome con cada gota de mi sangre sumergida en un rio de arduas palizas e insultos.
     El dolor intenso que conquistaba mis sentidos crecía cada vez más, como el flujo rojo que emanaban mis brazos, me daba rabia, sentía rencor sobre él, sobre ella por permitirle hacerlo y hacía mí, por no hacer nada al respecto, por no huir, por no hablar, por no salir corriendo y enfrentarme a él, decirle basta o simplemente por no cruzar con una bala su sien.
     Volvía a sentir dolor, e intentando tomar el control de  ese mal auto infringido, mis sentidos se debilitaban a la par que se formaba una mezcla homogénea de sangre, agua y lágrimas… me sentía aliviada y confusa… las voluptuosas curvas de mi sangre al caer al agua me envolvían cual hipnotismo… Mi mirada se fijaba en ellas hasta que desaparecían hundidas en el líquido.
     Unos golpes con fuerza sobre la puerta me trajeron de golpe a mi tan absurda realidad.
_ ¡¿Qué haces tanto ahí?! ¡Abre! ¡El baño no es solo tuyo!
_ ¡¿Nada de esta casa lo es verdad?! ¡Todo es tuyo! ¡Hasta yo y la nana! ¡Por eso te sientes en la libertad de hacer lo que quieras con nosotras! ¿No es cierto?_ dije mientras me ponía la camisa torpemente con prisa.
     No sé por qué dije todo aquello en realidad, puede que la falta de sangre ya estuviera afectando a mi cerebro, me sentía un poco mareada… y me senté en el suelo, el miedo a las consecuencias de tan repentino comportamiento me traería factura en unas horas, cuando tuviera la fuerza suficiente para salir de aquel baño o cuando él tirara la puerta, lo que sucediera antes.
_ ¡Deja de decir estupideces y abre la puerta!
_ ¡No quiero! ¡Ya estoy harta! ¡No dejaré que me vuelvas a poner una mano encima! ¡Ni a mí, ni a ella!
     Los gritos eran fuertes, me sentía con ganas de desahogarme ahora verbalmente. Tenía la esperanza de que algún vecino escuchara los gritos, y acudiera a mi auxilio desesperado.
_ ¡Sal de ahí, y dime eso a la cara si te atreves!
_ ¡No me atrevo! ¿Y sabes por qué? Porque te tengo miedo ¿estás contento? Me duele cada golpe que me das, cada insulto que me lanzas, me duele cuando le tiras el plato al suelo y le gritas que no te comerás esa bazofia, ¿pero sabes qué? Ya estoy cansada de todo,… ¿qué puede ser peor que esto? ¿Qué me mates? Hace mucho tiempo que estoy muerta gracias a ti “papá”, pero si lo haces, que sepas que te estaré esperando en el infierno.
     Tenía miedo a salir, lo admito, pero parece que estaba funcionando, los aporreos a la puerta cesaron de un momento a otro, y los gritos… Seguro me estaría esperando fuera para volverme la cara de una bofetada como otras tantas veces lo había hecho.
     Oí unos pasos alejarse con prisa hacia la habitación y volver al cabo de unos 5 min acompañado de ella, que no dejaba de llorar.
_ ¿Nana?_ Era ella, el muy cabrón había ido a por mi abuelita y la tenía junto a la puerta del baño llorando_ ¿nana eres tú?
_ Sí cariño_ decía entre sollozos_ No salgas por favor.
_ No pienso dejar que te haga daño nana, ya estoy harta_ mis lágrimas apenas me dejaban hablar, tenía un nudo en el estómago, no sé si era miedo, tristeza o las palabras que tantas veces he deseado decirle que se estaban atorando en mi garganta esperando el turno para salir.
      Ya no estaba sentada, estaba de pié, abrazando a la puerta, pegando el oído intentando atravesarla sin abrirla, intentando estar más cerca de ella sin abrir aquella maldita puerta.
_ Si no sales, tú abuela lo va a pasar muy mal.
_ ¿Qué te echo yo hijo mío? ¿Por  qué me haces esto?
     Las súplicas de mi abuela me estaban rompiendo el corazón, ella que era tan buena, no sé cómo ha podido salir un monstruo así de tanta dulzura.
_ Cállate puta, y dile que salga si valoras tu vida…
_ No salgas cariño, por favor, no salgas… es hora de que todo esto termine, ya ha ido demasiado lej…
     Una bofetada se oyó al otro lado de la puerta interrumpiendo a mi abuelita. El llanto se incrementó por su parte y por la mía.
     Me sentía impotente detrás de la puerta, la golpeaba desde atrás con rabia y miedo, quería salir y matarlo, ¡realmente quería matarlo! Pero era mucho más grande y más fuerte que yo…
     Mis muñecas ensangrentadas manchaban la puerta con cada sacudida de mis puños. Ya no me sentía débil ni mareada, me sentía fuerte, tan fuerte, que podría salir y matarlo. O al menos eso sentía.
_ ¿No quieres tanto a tu nana? ¿Qué estás haciendo ahora por ella? Solo eres una maldita perra como lo era tu madre, una cobarde que no sabe enfrentarse a la vida, seguramente terminarás como ella, con una bala en la cabeza.
     Ese hijo puta ya estaba acabando con mi paciencia.
_ A mi madre no la nombres cabrón.
     Cogí el cuchillo con el que me había cortado minutos antes y me dispuse a abrir la puerta.
_ Suéltala  hijo puta.
     Lanzó a mi abuela contra la pared como si de una pluma se tratara y me miró fijamente a los ojos sonriendo.
_ ¿Qué piensas hacer? ¿Matarme?
     Mi abuela solo lloraba desde el suelo, mirando la escena. Supongo que ninguna madre espera encontrarse en una situación parecida,… pero esto ya se estaba yendo de las manos, y era algo que ni si quiera ella podía negar.
_ No eres capaz de hacerlo, eres una maldita cobarde, aquí, clávalo aquí_ decía mostrándome su pecho_ justo en el corazón, pero no falles, porque como me levante algún día, vas a arrepentirte de haberlo hecho.
_ Tú no tienes corazón…
_ ¡Y tú no tienes cojones!_ dijo gritándome.
     De un momento a otro pareció calmarse, respiró profundo y me miró, mientras yo tan solo empuñaba el cuchillo en dirección a él con manos temblorosas.
_ No me entendéis, ¡nunca lo habéis hecho!_ me gritó.
      ¿Estaba llorando?
_ Ni tú, ni tu abuela, ¡ni la puta de tu madre!
_ ¡Que no le hables así!_ cada vez que ensuciaba su nombre pronunciándola, me daban más ganas de  hundir la hoja una y otra vez en su pecho…
     No dijo más, y se sentó a llorar como un niño pequeño, como si fuera él, el que durante años había estado recibiendo palizas, como si fuera su cuerpo el que estuviera lleno de heridas y su memoria de malos recuerdos e insultos. Estuvimos así unos minutos hasta que al fin levantó la cabeza y me volvió a mirar.
     Yo no había dejado de apuntarlo con el cuchillo, mis manos estaban temblorosas y firmes, estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario para que todo parase, para que aquel infierno cerrara sus puertas y en ese momento no me importaba en absoluto quedar dentro o fuera.
_ ¿Qué quieres de mí?
_ ¿Cómo dices?
_ ¡Qué qué quieres de mí joder!_ dijo volviendo a alzar la voz y golpeando el suelo con los dos puños_ Yo siempre os he dado todo, ¡todo!, me he pasado horas trabajando como un puto negro, y tan solo esperaba un poco de paz cuando llegaba a casa… ¿y qué me encontraba? Un escuincle que no dejaba de llorar, una mujer que ni siquiera sabía cocinar un buen plato de comida, ¿y todo el esfuerzo para qué? Para enterarme que la puta de tu madre se había estado acostando con el del quinto, y que tú, ni siquiera eres mi hija… ¿y sabes qué? ¡Todos lo sabían menos yo!
     Miraba a mi abuela, atónita, no podía creer todo lo que estaba escuchando, el hombre que había creído que era mi padre durante 15 años, no lo era…
_ Por eso la maté_ continuó_ por eso la maté ¡Por eso la maté joder!_ golpeó el suelo de nuevo_ Esa puta… me la jugó_ sonrió_ pensaba fugarse con él, dejarme, a mí… y llevarte a ti con ellos… pero a mí no me deja nadie.
     La mató… él la mató… ese cabrón había acabado la vida de mi madre, con sus manos.
_ Creía que podía escapar, ¡ja!_ dijo soltando una sonora carcajada sarcástica_ de mí no escapa nadie, por eso_ dijo levantándose_ aquí, clávalo aquí_ me mostró el pecho de nuevo_ pero no falles.
     Mis manos cogían con fuerza el cabo del cuchillo, deseaba clavárselo, después de todo lo que me había dicho, después de todos estos años creyendo que mi madre había muerto siendo una cobarde… después de todas las veces que la odié en silencio por dejarme sola, descubrir que había sido él, quien la había matado…
_ No voy a hacerlo.
      Sus manos aflojaron de la camisa. Y mi mano temblorosa bajó por primera vez desde que salí del baño.
_ ¿Cómo dices?
_ No voy a matarte, no quiero hacerlo, ¡no quiero convertirme en una puta asesina como tú!_ dije lanzando el cuchillo contra la pared.
     Me acerqué a mi abuela y la intenté levantar, dándole la espalda a él.
     Fui imbécil al pensar que todo quedaría así, que nos dejaría marchar así sin más, pero antes de que llegáramos a las escaleras del final del pasillo sus manos se posaron en mis hombros y me arrojó a la pared.
_ ¿Por qué eres así? _ dije con más lástima que miedo_ ¡¿por qué?! Tú ya la golpeabas antes de que supieras todo eso, ¿acaso esperabas que ella te amara? ¿Crees que valoraba más tus golpes que sus caricias? ¿Tus insultos que sus palabras bonitas? ¿Acaso crees que es así como se conquista a una mujer?
_ Ella ya era mía.
_ ¡No era una posesión joder! Y por eso la perdiste…
_ ¡Basta!_ Dijo dándome la espalda y golpeando la pared con la parte baja del puño, tenía entre sus manos el cuchillo._ No quiero oírte.
_ ¡Porque sabes que es la verdad!_ Miré a mi abuela que estaba en los escalones, y le indiqué con la mirada que se fuera.
     Al principio se negó, pero terminé convenciéndola, una de las dos tenía que pedir ayuda.
_ Deberías haberme matado, cuando tuviste ocasión_ dijo volviéndose ante mí.
_ Ya te lo he dicho, no soy una asesina.
     Estaba realmente confundida. Una parte de mí deseaba matarlo, pero otra aún mayor tenía miedo. No de lo que me depararía el futuro, sino en lo que significaría que soy. Me habría convertido en él. En alguien con tanto odio por dentro que sería capaz de dañar a las personas que quiere.
     ¿Significaba eso que lo quería? No estaba segura de eso, pero sí de lo que no quería ser en la vida.
_ Eres tan hermosa como tu madre_ dijo acariciando mi mejilla con el filo del cuchillo_ y seguramente tan puta_ lo bajó hasta el escote de mi camisa, rozando con la punta el camino hasta llegar a él.
_ No la llames así_ dije empujándole.
_ Y tienes su genio_ se sonrió_ seguro que si no te mato ahora, en unos años acabarás abandonándome por otro tío.
_ No esperaría tanto para hacerlo.
     Él se dio la vuelta, y me dio la espalda, y le escuché reír, su risa me provocó un miedo terrible, mis rodillas me temblaban aunque yo me mantenía en pie, apoyada a la pared haciendo un vano esfuerzo por ocultarlo.
_ ¿De qué te ríes?
_ ¿Tú te has visto? ¿Acaso te has visto?_ Volvió su vista a mis ojos de nuevo con una mirada penetrante de loco que hizo que se me erizara la piel_ Tienes sangre en tus brazos, en tus manos, ¿cuánto tiempo llevas haciéndote daño por no enfrentarte a mí?
_ No te importa eso.
_No, la verdad es que no me importa, tan solo quería reafirmar mi teoría de que eres una cobarde.
     Su tono había cambiado. Ya no me hablaba a gritos, ni con rabía, me hablaba con la seguridad con la que un agente comercial llama a tu puerta para venderte un producto.
_ No soy una cobarde.
_ ¿Y por qué no me matas?_ Preguntó sin titubeos.
_ Ya te lo he dicho_ intentaba imitar su tranquilidad_ No soy una asesina.
     De nuevo rió y dio una vuelta en sí mismo pensativo. Volvió a mí tan rápido y con un movimiento tan brusco que cuando me di cuenta tenía su nariz de nuevo rozando la mía.
_ Si no lo fueras me matarías, ¡Vamos mátame!_ dijo poniendo el cuchillo entre mis manos y la punta en su pecho_ Tan solo tienes que empujar y ya está, todos tus problemas se habrán evaporado… ¿o no soy yo tu único problema? ¿Por qué no lo admites?
     Tan solo podía mirarlo sin decir nada, tenía ganas de hacerlo, de clavarle el cuchillo, de sentir como emanaba el último suspiro de su boca y ser la última en ver su alma antes de que entrara al infierno para siempre.
_ Eres una puta cobarde, yo soy el que da sentido a tu vida, mis golpes te hacen ser lo que eres. Yo te he hecho así, vamos mátame, ¡Mátame joder! ¡Y admite de una vez que eres como yo!
     Mis manos temblaban en el torso del cuchillo, sentía su aliento en mi rostro y su saliva chocar contra mi cara cada vez que alzaba la voz. Su corazón acelerado a la altura de mi cabeza, de mis manos, de la afilada hoja, era lo único que se escuchaba los pocos instantes que permanecía en silencio… quería que todo esto acabara ya, necesitaba que todo esto acabara ya, pero él tenía razón, era una cobarde sin fuerzas suficientes para alcanzar mi ansiado desenlace.
     Ambos nos quedamos en silencio en esa posición, mi espalda contra la pared, y él aprisionándome contra ella, con el cuchillo en su pecho y en mis manos.
_ Suelta a la niña_ dijo nana desde la puerta de la escalera rompiendo el silencio, me había olvidado completamente de ella.
_ Nana…
_ ¿Qué coño haces mama?
     Mi abuela empuñaba una pistola y apuntaba a mi “padre”, su voz sonaba firme, mucho más firme que cuando bajó las escaleras a hurtadillas.
_ Sabes que yo sí soy capaz de hacerlo.
_ Naa, basta ya, ni siquiera es tu nieta_ dijo alejándose de mí y haciendo un gesto de incredibilidad con las manos.
_ Ella es mucho mejor nieta, que lo que tú has sido nunca de hijo.
     Sentía que podía hacerlo, la veía capaz de disparar el gatillo contra su propio  hijo.
_ Ven cariño, ven conmigo.
     Yo aún tenía el cuchillo entre mis manos, y me dirigí hacía donde estaba ella, dejándolo a él a mitad de pasillo.
_ ¿Qué crees que estás haciendo mama?
_ No te acerques, no te acerques, porque sabes que lo voy a hacer.
     Él volvió a reír y de un momento a otro, como si de un loco se tratase se puso serio e hizo ademán de correr hacía nosotras, momento en el que mi abuela disparó.
     Su cuerpo se quedó en pié por unos segundos que parecieron eternos. Sus ojos nos miraban sin mirarnos, con la mirada perdida al frente, como si la oscuridad hubiese cubierto sus ojos y opacado nuestros cuerpos.
     Me miró directo a los ojos a la par que dirigía una mano a su pecho, intentando palpar que era aquel dolor que había comenzado a sentir. Retiró su mano cubierta de sangre, la miró y volvió a mis ojos segundos antes de caer de espaldas al suelo.
_ Dios mío…
     Era la única palabra que salió de los labios de mi abuela… lo hizo.
     Después del disparo, no tardó ni diez minutos en llegar la policía y la ambulancia. Yo me senté junto a mi abuela, que había quedado derrotada en el suelo, llorando entre mis brazos. Le quité el arma que aún tenía encasquillada entre sus manos. No se podía creer aun lo que había hecho.
     Aquella mujer, chiquitita, de avanzada edad y manos temblorosas, había sido fuerte, muy fuerte, y ahora estaba desahogando toda esa pena y miedo que había estado reprimiendo con el arma entre las manos en mi pecho.
_ ¿Qué ha pasado aquí?_ preguntó uno de los policías.
     Yo tan solo podía abrazar a mi abuela, sin dejar de mirar ni un segundo el cadáver.
     Dos policías se acercaron a él, le tocaron el cuello y uno de ellos gritó a viva voz.
_ ¡Está vivo!
Capítulo 2
_ No puedo creerme que ese cabrón siga vivo.
_ ¿Cómo dices jovencita? ¿Isabel es tu nombre no es cierto?
     La detective me miraba asombrada ante mis palabras. Esa mujer tenía pinta de haber nacido en una casa bien. Tenía un reloj de marca, un traje negro con corbata, camisa blanca, y un gran roete sobre su cabeza que recogía gran parte de su melena oscura, aunque medio flequillo había perdido consistencia y había escapado dejándose caer sobre sus ojos. Tenía la nariz grande, y los ojos pequeños, evidentemente desproporcionados. Su barbilla fina y sus labios carnosos serían lo único que se salvaban dentro de su casi grotesca faz. Aunque a pesar de todo, tenía un cuerpo bonito y estilizado, marcado seguramente por horas de duro entrenamiento en el gimnasio. Nunca entendería el porqué de mis palabras.
_ Nada_ me crucé de brazos y mantuve mi mirada firme en el suelo_ ¿me van a mandar a la cárcel?
_ No fuiste tú quién disparó el arma.
_ Por supuesto que fui yo quien disparó, ¿quién cree que lo hizo si no?
_ Tu abuela dice que fue ella.
_ ¡ja!_ dije soltando una sonora y sarcástica carcajada_ ¿en serio la ve capaz de hacer eso?
     La detective se apoyó en el respaldo de la silla y echo su cuerpo hacía atrás sin dejar de mirarme.
_ Sinceramente_ hizo una breve pausa_ no creo que ninguna de las dos sea capaz de hacer algo así sin motivo alguno_ se volvió a sentar bien_ En tus ojos veo miedo, y una paz reprimida, creo que muy mal lo tienes que haber pasado para que la muerte de ese hombre te de tanta tranquilidad.
_ ¿Ahora eres psicóloga?_ Intentaba que mi voz se mostrara lo más serena posible, pero por dentro estaba llena de rabia, había dado en el clavo_ Te recuerdo que está vivo… Bicho malo nunca muere ¿no? Va a ser verdad la frase_ dije apartando mi vista hacía el lado.
     La detective se levantó y me dio la espalda, mirando hacía el espejo que nos separaba del otro habitáculo.
     Estaba en una sala de interrogatorio supongo, si es como en las películas, detrás de los tres espejos que recorrían la pared de mi derecha habría otra habitación, llena de policías amantes del morbo, que un criminal pudiera contarles..
_ Yo solo quiero ayudarte, y no puedo hacerlo si no sé la verdad_ dijo sin moverse.
     Respiré profundo y miré hacía el viejo techo de la habitación, lleno de telarañas. Se veía a leguas que hacía mucho tiempo que nadie había pasado un trapo por aquella zona.
_ Mira, voy a serte sincera_ dijo inclinándose hacia mí y apoyando sus manos en la mesa_ Tienes 15 años, eres menor de edad, no vas a ir a la cárcel, y lo sabes. Como mucho unos años de reformatorio y luego a la calle, y eso si se demuestra que fuiste tú quien disparó el arma, cosa que dudo. Pero con tu abuela es diferente, tiene ya una avanzada edad, y eso en este país, no te absuelve de ir a la cárcel ¿eso quieres? ¿Qué tu abuela pase los últimos años que le queda de vida entre rejas?..._Hizo una breve pausa de resignación esperando una respuesta mía y enseguida continuó_ Encontramos sus huellas en el arma. Fue ella quien disparó. Lo sabemos.
     Levanté la mirada y me encontré directamente con aquellos ojos pequeños que me miraban sin emoción alguna.
_Mis huellas también estaban en el arma.
_ Sí, pero había resto de pólvora en sus manos
_ ¿Qué puedo hacer yo?
_ Decirnos la verdad_ dijo sentándose de nuevo frente a mí.
     Volví a respirar profundo, los nervios habían aparecido en el momento que me imaginé a mi abuelita acusada y entre rejas, con su mono naranja sentada en una cama sucia, dentro de un habitáculo aún más sucio... no, ella no se merecía eso.
_ Tú historial no es muy bueno que digamos_ dijo levantando una carpeta marrón de la mesa, con mi nombre escrito en el cabezal de la hoja_ ¿quieres verlo?
_ No gracias, conozco mi vida.
_ Faltas de asistencia a clase, expulsiones asociadas a venta de estupefacientes_ dijo asintiendo con la cabeza_ ¿tenemos que poner ahora encubrimiento de un intento de homicidio?
_ Un extenso currículo, me va a costar encontrar trabajo_ dije retirando mi mirada hacía el suelo de nuevo.
_ ¿Por qué lo encubres? ¿Acaso él se merece que lo protejas?
_ ¡No lo hago por eso!_ dije levantándome de la silla con brusquedad_ ¡Ese cabrón se merece la muerte! Y voy a ser yo quien se la dé con mis propias manos.
_ ¿Entonces por qué no quieres contarme?
     En cierto modo ella tenía razón, los nervios habían conseguido que me saliera del camino, que me confundiera en mi papel, me había perdido en mi tarea de a quién debía proteger, estaba varada en medio de una contienda entre el bien y el mal, y no sabía hacía que lado estaba luchando. Todos estos años yendo por el mal camino, luchando contra lo que todos llamaban justicia y ahora,… la justicia era la única que podía ayudarme y no podía luchar contra ella. Me rendí ante la desesperación que me abordaba y comencé a llorar sin más razón que la de todo lo que había pasado. La detective tan solo me miraba, sus ojos inexpresivos ahora mostraban pena e intentaba apartar la vista y no mirarme directo a los ojos.
_ Me golpeaba_ dije finalmente_ Nos golpeaba. Usted no lo entiende, ese cabrón ha hecho la vida imposible a todos aquellos que hemos estado a su lado. Primero a mi mamá_ me costaba hablar entre las lágrimas y los suspiros que me ahogaban_ Cada noche, no sabes lo que era cada noche, dormirme con miedo de que al despertar ella no estuviera… De arrodillarme en suelo cada vez que ella salía de mi habitación y se encontraba con sus gritos, para pedirle a Dios de que esa noche fuera la última para él… no sabes lo que es ver llorar a tu madre a escondidas cada día y sonreír ante el resto del mundo pidiendo auxilio con la mirada… pero nadie la veía.
_ ¿Por qué no dijiste nada?
_ Porque soy una maldita cobarde ¿vale?_ llevé mis manos a mi rostro, y quedé en silencio durante unos segundos en los que tomaba aire.
_ ¿Quieres agua?
_ Quiero acabar con esto cuanto antes.
_ Continua cuando puedas.
_ Tenía unos 5 o 6 años cuando comenzaron las palizas, no sé bien por qué lo hacía_ suspiré pausada_ ni sé bien como empezó. Yo era muy pequeña y apenas recuerdo nada de aquel entonces. A la par que fui creciendo, y fui teniendo uso de razón, ella hacía todo lo posible por ocultar todo.     Maquillaba los golpes visibles, me ponía música para que no oyera nada… ella se creía que yo no sabía nada, pero en realidad lo sabía todo, era consciente de todo lo que estaba pasando.
     Me costaba explicarle todo aquello a una desconocida, era mi vida, y recordar algunos momentos pasados era realmente duro. Sentía como mi piel se estremecía cada vez que la recordaba llorar.
_ ¿Te amenazó?
_ No hacía falta que lo hiciera directamente_ continué_ Yo oía cuando le decía que iba a matarla si le contaba a alguien.
_ ¿Te golpeaba?
_ Por aquella época no, tan solo a mi madre, no recuerdo que me pusiera una mano encima, ella siempre estaba ahí para protegerme.
_ ¿Qué pasó después de que ella… se fuera?
_ Ese cabrón  y yo nos vinimos a vivir con mi nana. Los primeros años estuvo tranquilo, no bien, pero más tranquilo. Nunca me sentí a salvo cuando él estaba presente.
_ ¿También maltrató a tu abuelita?
_ Hace 3 años que empezó a hacerlo.
_ ¿Cambió así? ¿Bruscamente?
_ Sí, no sé la razón del por qué lo hizo.
     La detective apuntó algo en su libreta y me miró.
_ Continua por favor.
_ Te puedo resumir si lo deseas, ese cabrón ha hecho que mi vida, nunca haya sido una vida, mató a mi madre, y casi me mata a mí, si no hubiese sido por mi abuela, yo no estaría hablando con usted ahora mismo.
_ Cuando hablas de matar, hablas en sentido figurado ¿verdad?_ Los ojos de la detective anunciaban desconcierto.
_ Esta tarde nos confesó a mi nana  y a mí todo.
_ ¿Qué os dijo?
_ Mi madre no se suicidó… la mató, porque le había estado siendo infiel con un vecino e iba a abandonarlo.
_ ¿Se fue?
_ No, la mató antes.
_ No es posible_ dijo buscando entre los archivos_ No nos consta que hayan asesinado a tu madre.
      Mis ojos se clavaron de nuevo en sus ojos.
_ Obviamente él no iba a venir a confesar su crimen_ obvié_ Dijo que se había suicidado.
     La detective se quedó por unos segundos en silencio, mirando su libreta extrañada, se levantó y se fue dirección al espejo de nuevo, tras hacer unas señas se dirigió hacia la puerta y se fue de la sala.
     Yo me quedé en silencio mirando hacia la puerta, ese cabrón era capaz de haber enterrado el cadáver y no haberle dicho nada a nadie… por supuesto que era capaz, de eso y de mucho más…
     La detective entró de nuevo y se sentó justo en frente de mí con unos papeles en las manos.
_ ¿Es esta tu madre?_ dijo soltando las fotografías justo delante de mí
     Era ella… pero estaba cambiada, de cuando…
_ ¿De cuándo son?
_ De hace 3 años.
_ ¿Pero… cómo es posible?
     La detective cogió mis manos y me miró a los ojos.
_ Tu madre, está viva.
     La detective recibió una llamada ante mi total desconcierto... ¿viva?
_ Tenemos que irnos, pasó algo con tu abuela_ dijo agarrando las cosas de encima de la mesa sin darme tiempo a decir nada más.
  
Capítulo 3
_ No por favor, nana, no puedes abandonarme ahora_ mis lágrimas empapaban las sábanas blancas que la cubrían.
     Las manos cálidas de la detective se posaban en mis hombros, intentando servirme de un falso consuelo, que no servía realmente de nada.
     Una sombra  gris maquillaba la piel blanca de mi abuela bajo sus ojos adornado de profundas arrugas que no llegaban a mostrar del toda la vida tan dura que había soportado cada centímetro de su débil cuerpo. Mis manos acogían a las suyas frías, dándoles calor, dándoles la fuerza suficiente para que no se fuera, intentando darle vida. No quería soltarla, tenía miedo que se fuera en el instante que nuestras pieles dejaran de tener contacto.
     Una enfermera entró y apenas le hice el menor caso.
_ ¿Sois familia?
_ Ella es la nieta, yo soy la detective Kowalczuk_ dijo enseñándole la placa, y sacándola de la habitación.
     Su conversación la oía en una profundidad tan lejana que apenas llegaba a mis sentidos un leve murmullo.
_ No puedes dejarme… te necesito, lo sabes, siempre te necesité. Eres lo único que tengo…
     Me atragantaba con mis propios gemidos. Sentía un dolor agudo en mi corazón, como si se rompiera en mil pedazos, y se clavaran en mí cada uno de ellos con su filo más afilado.
     Nunca podría haber imaginado que podía llegar a sentir tanto dolor. Me dolía la garganta del llanto, me sentía mareada, cansada, no podía evitar que mis lágrimas fluyeran, pero en realidad, llorar no aliviaba nada.
    Apoyé mi cabeza en su pecho, intentando distinguir el sonido de su corazón, que latía despacio, y casi imperceptible.
     La detective entró, rompiendo con la tranquilidad de la sala.
_ Tienes que saber que han dicho los médicos.
_ Se muere, ¿verdad?
     La detective bajó la cabeza y sin mirarme a los ojos dijo “lo siento”.
     Ya lo sabía, a pesar de que el amor que sentía por ella cegaba a la razón, mi corazón sabía que se marchaba e inconscientemente con mis lágrimas me despedía de ella.
     Enterré mi cabeza entre su pecho, quería sentirlo, quería estar ahí cuando dejara de latir, cuando su alma se marchara, cuando me quedara al fin sola.
     Respiré profundo e intenté tragarme mis lágrimas como tantos años atrás lo había hecho. Debía ser fuerte y no solo aparentarlo.
_ ¿Puedo quedarme sola con ella un momento? Por favor.
     La detective se mostró reacia a aceptar mi petición por unos segundos, pero la miré, y al parecer mi mirada triste la convenció finalmente.
_ Estaré ahí en la puerta por si necesitas algo.
_ Gracias_ dije cubriendo a mi abuela mejor con la manta del hospital.
     Nada más salir de la habitación me levanté, retiré la silla en la que había estado sentada y me arrodillé en el suelo a sabiendas que no evitarían mis suplicas su muerte, a sabiendas que por mucho que rezara y pidiera por ella se iría igual, pero necesitaba sentir que lo había intentado, que había hecho todo lo que estaba en mis manos porque ella viviera, necesitaba sentir que si había un ser superior ahí arriba, alguien que jugaba con nuestras vidas como si fichas de ajedrez fuéramos, diera otra oportunidad a mi reina.
_ Ya sé que no hablamos desde hace mucho,… supongo que entenderás que después de todo lo que pasó en  mi vida y que no me hicieras ni puto caso dejara de pedirte cosas, y que incluso dudara de tu existencia_ sonreí por unos instantes_ de hecho no sé ni qué coño hago hablando sola, pero es mi abuelita_ rompí a llorar de nuevo_ es lo único que tengo, no te la lleves,… por favor.
    Un pitido agudo rompió el silencio, seguido por un alboroto de médicos y enfermeras que me sacaron de la habitación ante mi estupefacción… sinceramente no sé cómo acabé en los brazos de la detective pero cuando salió el doctor yo estaba entre ellos.
     No hacía falta que éste dijera nada, detrás de él pude distinguir su cuerpo bajo las sábanas. Me giré y abracé a la detective buscando el consuelo que necesitaba en aquellos momentos.
_ Lo siento mucho_ dijo ella
_ No se merecía morir, ahora no, ahora que él no está no se merecía morir.
     Ella me abrazó con fuerza, y nos quedamos así, sin decir nada, en el centro de un pasillo transitado, a las puertas de la habitación donde mi abuela se había ido, donde su cuerpo aún yacía bajo las sabanas que seguramente aún tenían su olor.


Capítulo 4
      Es increíble como la vida juega con nosotros, un día nos acercamos al pozo de los deseos para intentar mejorarla y cuando nos damos cuenta nos hemos caído dentro. Hay que tener cuidado con nuestros deseos, porque puede que si te enfrentas a la vida, esta termine devolviéndote el golpe. Y así me encuentro, como en un agujero negro y profundo, donde a pesar de los gritos que dé, estoy sola y no hay nadie que me ayude a salir.
     Apenas hay gente, con lo buena que es y es que apenas tenía vida, apenas nadie la conocía, y ahora es cuando me pregunto ¿esto es lo que me pasará a mí? ¿Nadie vendrá a mi entierro cuando me muera? Incluso ahí estaré sola...
_ ¿Alguien quiere decir alguna palabra?_ dijo mirándome.
    Yo miré a mi alrededor, y las cinco señoras vestidas de negro que habían asistido al entierro me miraban, esperando a que dijera algunas palabras.
_ No se merecía esto_ dije al fin_ Nada de lo que le ha pasado se lo merecía... joder...supongo que todas las personas que estamos aquí conocemos su historia y nos negamos a juzgarla injustamente, espero que si alguien la espera allá arriba, tenga la certeza de que no existió en la tierra un corazón más grande que el que ella tenía_ tras decir eso no pude soportar el llanto_ Abuela, si estás en el cielo, que estoy segura de que si_ dije mirando hacia arriba_ quería darte las gracias, las gracias por todas esas palizas que has soportado por mí, por todos esos secretos que solo sabíamos tú y yo, gracias por aceptarme siempre como soy y no juzgarme por lo que decían de mi. Creo que nunca te dije esto_ sonreí bajando la mirada al suelo_ pero te quiero.
     La voz no me dejaba decir nada más.
_ ¿Ya?_ dijo un padre sentido por mis palabras y yo tan solo asentí.
_ Estoy totalmente seguro que nuestro señor acogerá en su regazo a a nuestra hermana Carmina, y que ahora y por siempre, permanecerá en su gloria.
     Tras decir estas últimas palabras, y con un solo gesto, la arena empezó a caer en el féretro...
     Creo, sinceramente, que fue en ese momento, en el momento en que el primer grano de arena calló sobre ella cuando me di cuenta que no volvería a verla, que no despertaría ya nunca más, me sentí vacía, como si una oscuridad desoladora se adueñara de mí...
     La detective me puso una mano en el hombro y juntas vimos como  cubrían totalmente la superficie de la tierra, como si no albergara debajo nada, como si nada hubiese pasado.
_ Es hora de irnos_ dijo la detective.
_ ¿Puedes dejarme un minuto a solas por favor?
     Supongo que era peligroso que me dejara sola, podría huir, y el hecho es que lo pensé, pero ¿a dónde iría? No merecía la pena, ninguna cárcel de menores podría ser peor que de donde venía.
_ Tranquila, no me iré a ninguna parte, solo quiero estar un momento a solas con ella.
     Finalmente aceptó y sentí como se alejaba despacio mientras yo me quedaba allí, de pie, frente la tumba de la única persona en este mundo que sé con certeza que me ha amado.
     Había estado aguantando durante todo el entierro las ganas de derrumbarme, lloré, pero me mantuve en pie, me mantuve con las fuerzas suficientes para no demostrar a nadie más mi debilidad. Ella siempre me lo decía, “No muestres nunca a nadie tus lágrimas  porque éstas dejan una puerta abierta hacía tu corazón”.
     Cuando mi madre “murió” lloré, deseaba con todas mis fuerzas que mi padre me llevara hasta su tumba, me dijera dónde estaba enterrada para ir a contarle mis penas a aquel trozo de piedra que llevara su nombre, mas nunca me lo dijo. Después de aquel día, mi padre quemó todas sus fotos en una enorme hoguera en el jardín, dijo que todo lo que nos recordara a ella solo nos haría más daño, a mi me hacía más daño ver como pasaban los días y  sentir como se iba desvaneciendo su recuerdo.
_ Tú me la devolviste abuela_ dije sacando de mi bolsillo una foto vieja y gastada_ Tú me trajiste su recuerdo_ caí de rodillas a la tierra seca.
     Aquella foto lo había sido todo para mí durante años, la única imagen que había sobrevivido de mi madre. En ella aparecía mi abuelita, mi madre y yo en medio, en brazos de ellas, ambas estaban sonriendo y se veían felices. No sé cuando fue tomada exactamente, pero apenas tenía ya color y había varias zonas borrosas por el desgaste y el paso del tiempo.
_ Quiero que sepas_ A estas alturas ya me hubiera rendido en mi intento de controlar mis lágrimas_ que no importa que estés lejos, que no te pueda ver, tocar o sentir, sé que estás conmigo, que siempre estarás conmigo.
     Subí una mano a mi pecho y sentía como latía acelerado mi corazón, cerré los ojos y suspiré intentando que mis lágrimas cesaran.
     No la sentí llegar, solo su mano posarse en mis hombros.
_ Ahora sí debemos irnos.
     Yo solo asentí y la seguí hasta el coche sin apartar la mirada del suelo.
_ ¿No quieres saber dónde te llevo?
_ Realmente me da igual.
_ Debes seguir con tu vida.
_ Es lo que hago.
_ Sé que es duro.
_ No entiendes nada, solo soy otro caso más que debes solucionar, un nombre en una hoja de papel que tienes que clasificar.
_ ¿Eso crees?
_ Contésteme con sinceridad, ¿alguna vez ha pasado hambre? ¿Ha pasado frío? ¿La han golpeado tanto que ha deseado estar muerta? ¿Alguna vez ha llorado bajo la ducha sintiéndose una cobarde?
_ No.
_ Entonces no sabes nada.
     No dijo nada, se mantuvo en silencio gran parte del camino, hasta que llegamos a nuestro destino.
_ Ya hemos llegado.
     Fui a quitarme el cinturón y ella me detuvo agarrando mi mano.
_ ¿Qué hace?_ dije levantando mi vista y encontrándome directo con sus penetrantes ojos negros.
_ Mi padre y mi madre murieron cuando yo tenía 10 años, casi tu edad, en un accidente de tráfico. A partir de aquel día mis tíos se encargaron de mí. Me hundí por un tiempo, no podía salir de mi habitación porque todo me recordaba a ellos, y me culpé durante mucho tiempo y me odié por no ir en aquel coche y morir con ellos.
_ ¿Por qué me cuenta esto?
_ Tal vez no sé que es pasar hambre, frío o que me golpeen, pero sí sé que es perder a un ser querido y la soledad que eso conlleva. Quiero decirte que aunque ahora todo lo veas negro, no todo está perdido.
     Tras decir esto me soltó, abrió su puerta y se dirigió hacía la casa que estaba al fondo.
      La seguí finalmente después de digerir todo aquello que me había contado.
_ ¿Qué es?_ dije mientras esperábamos a que nos abrieran.
_ Una residencia.
_ ¿Es un orfanato?
_ No, es una residencia.
_ ¿Y qué diferencia hay?
_ Puedes salir de aquí cuando te plazca, es como un hotel en el que se te da alojamiento y comida.
_ ¿Gratis?
_ El estado carga con los gastos mientras cumplas las normas.
_ Ya sabía yo que era demasiado bonito para ser real.
_ Son unas normas sencilla y fáciles de cumplir. Solo estudia o trabaja pero no te metas en líos, nada de drogas, ni alcohol, ni sexo_ dijo mirándome directamente.
_ No hago nada de eso, solo las vendía pero no consumo.
_ Pues nada de vender tampoco.
_ ¿Y es para siempre?
_ Por supuesto que no. Nada es gratis en esta vida. El estado te brindará comida y alojamiento mientras estudies, cuando acabes tus estudios se te darán un plazo para que busques trabajo y seas independiente.
     Terminando la frase nos abrió la puerta una mujer de unos 50 de edad. Tenía la piel arrugada, sobre todo la parte de los ojos y la sien. Tenía los ojos claros, y el cabello corto como el de un chico. Bajita, regordeta y de mirada tierna y a la vez curiosa.
     Amablemente nos invitó a pasar a la casa y posteriormente a su despacho.
_ Así que tú eres Isabel ¿no?
_ Sí señora.
_ ¿Por qué te han traído aquí?
_ Es una larga historia.
_ Me gustaría conocerla.
     Yo miré a la detective y la detective asintió con la cabeza.
     Le hice un breve resumen de toda mi vida y del cómo y el porqué había llegado hasta allí.
_ ¿Cómo te describes?
_ ¿Perdona?
_ ¿Te consideras una chica conflictiva? ¿Agresiva?
_ ¿Se lo parezco?_ dije sonriendo con un punto de chulería.
_ Solo quiero conocerte mejor, no pretendo ofenderte.
_ Mira señora_ dije inclinándome hacía delante_ puede que no haya asistido a clase, que mi educación no haya sido la mejor, ni mi currículo tampoco lo sea_ miré a la detective unos segundos y volví a la señora_ Pero yo no me meto con nadie, si nadie se mete conmigo, es así de simple.
_ Bueno_ dijo la señora reclinándose hacia atrás_ Aquí nadie se meterá contigo, y si alguien lo hace, rogaría a que me lo dijeras antes de llegar a mayores.
     Tras decir esto señaló con la mano hacía la puerta.
_ La cena es a las 10, el desayuno a las 8 y el almuerzo a las 2. Si no estás a esa hora en el comedor no comerás, así que procura ser puntual.
     Yo agarré la pequeña maleta que llevaba y me dirigí hacía la puerta.
_ Tu habitación está en la primera planta a la derecha.
_ Gracias, dije saliendo por la puerta sin mirar atrás.
     Miré hacía un lado y hacía otro para intentar hacerme una ligera idea de donde me acababan de meter y la verdad es que era un sitio aparentemente placentero. Era como una especie de hogar de acogida y la verdad es que me daba esa sensación de calidez que suelen dar los hogares.
     Las paredes tenían un tono amarillento, pero no de vejez, era el color que habían elegido ponerle, supongo que para que hiciera algo de juego con los muebles rústicos que tenían.
_ ¿Crees que estarás cómoda en este lugar?_ dijo la detective sacándome de mis pensamientos.
_ ¿Qué pasará si no estoy cómoda? ¿Me cambiarán de lugar?
_ Desgraciadamente no puedo hacer eso, me ha costado trabajo que te ofrecieran esta oportunidad, no se la dan a cualquiera, espero no la malgastes.
_ ¿Por qué hace todo esto por mí? ¿Le doy lástima?
_ No es lástima… es más bien… rabia.
_ ¿Rabia?
_ Sí.
_ Pues no entiendo por qué.
_ Porque sé que eres una chica inteligente y sé que puedes llegar a conseguir lo que te propongas, solo necesitas que te den la oportunidad. Espero no me decepciones he apostado mucho por ti_ dijo acariciando mi cabeza con dulzura.
    ¿Dónde se fue esa detective fría que me encontré ese primer día en la sala de interrogatorio? Supongo que hemos pasado demasiadas cosas juntas para que pase desapercibido mi dolor, incluso para un témpano de hielo como al principio me parecía.
     Supongo que las primeras apariencias engañan,… espero que no me decepcione detective, yo también estoy apostando mucho por usted.

Capítulo 5
     Es mucho lo que ha cambiado mi vida en dos días… el que creía que era mi padre, no lo es, y está al borde de la muerte, mi madre ha pasado de estar suicidada, asesinada a viva, y mi abuelita… ya no está conmigo. Y yo, sola de nuevo, encerrada en este especie de correccional para menores. No estoy encerrada, puedo salir cuando quiera pero ¿a dónde ir? Al menos aquí tengo donde dormir y qué comer.
_ ¿Y qué debo de hacer ahora? ¿Qué debo de hacer ahora joder?_ Digo abrazando a la almohada con fuerza y con rabia.
_ ¿Buscar a tu madre?_ dijo una voz que provenía de la puerta.
     Asomaba la cabeza por detrás de ella.
_ ¿Quién eres? ¿Y cómo sabes lo de mi madre?
     Una chica de más o menos mi edad se dejó ver al fin. Tenía el cabello castaño y lacio por la altura de los hombros y unos ojos grandes verdes hermosos. Su nariz era fina y pequeña y con la punta un poco alzada, y se alzaba un poco más cuando sonreía.
     Se acercó hacía donde yo estaba, tomando, sin preguntar, asiento a mi lado.
_ Es una casa pequeña y las paredes son muy finas.
_ No entiendo nada_ dije soltando la almohada que aún estaba entre mis brazos.
_ Oí por la pared que está en el despacho de la señora como le contabas tu historia_ continuó_ perdón por invadir tu intimidad.
_ Yo no tengo de eso.
     Me subí por completo a la cama y apoyé mi espalda en la pared, abrazándome a mis rodillas como una niña pequeña desamparada.
_ Soy Emma_ dijo ofreciéndome su mano.
_ Yo Isa_ le correspondí con la mía_ ¿Qué haces aquí?
_ Aquí ¿Dónde? ¿En tu habitación o con la señora?
_ En ambos lados, supongo.
     Sinceramente no me interesaba nada lo que me tenía que decir, no estaba para escuchar historias de niñas lindas con un pasado triste.
_ Pues mi madre era adicta a las drogas y a los hombres, y al parecer también a que la golpearan. La detuvieron y aquí estoy yo.
     Me quedé en silencio, no quería hablar, esta desconocida ya sabía mucho más de mí de lo que le contaría a cualquiera… Necesitaba estar sola, pero en el fondo no quería que se fuera… no quería estar sola, tenía la necesidad de escuchar a alguien hablar, como cuando tienes la televisión de fondo pero no la estás viendo, solo por el simple placer de sentir la compañía o el calor de alguien más, que no estás solo, aunque sea todo mentira.
_ Tengo que pensar que hacer.
_ Busca a tu madre, ¿esa detective no te dio su dirección?
_ ¿Y si ella no quiere que la encuentre?
_ ¿Cómo así?
_ Pues se fue, y me dejó sola… no, no sola_ la voz se me entrecortaba al intentar hablar.
_ Tranquila_ dijo acariciándome la rodilla con sus manos, yo respiré profundo y continué.
_ Me dejó con un tío que la golpeaba, a mí, a una niña… ¿qué se suponía que tenía que hacer para defenderme?
_ ¿Te golpeaba?
_ No, a mi por aquel entonces no, solo a ella.
_ Tal vez pensó que no te haría daño a ti, y ella tan solo huyó, no significa que no te quiera.
     Ella se quedó en silencio, no dijo nada más. Tan solo se subió a la cama e hizo un amago para abrazarme, pero tan solo se quedó en intento. Finalmente abrazó sus rodillas tal y cómo estaba yo.
_ Es difícil tu caso.
_ Es una mierda mi caso_ dije lanzando la almohada contra la pared de enfrente.
_ ¿Y qué quieres tú?
_ No sé lo que quiero, verla, supongo, abrazarla… lleva muchos años muerta para mí, y ahora aparece, bueno, ni siquiera apareció aún.
_ Y ve ¿cuál es el problema entonces?
_ Que yo para ella siempre he estado viva… ¿Sabes las veces que he llorado por ella? Y ahora creo que no merecía mis lágrimas, ella estaba bien, estaba ahí y la que soportaba los gritos y los golpes era yo, ¿y quién lloraba por mí?
_ Igual tenía miedo a tu padre.
_ Ese cabrón ni siquiera era mi padre… ¿Y sabes? Ahora que mi vida debería ir a mejor, que he descubierto que mi madre está viva, y que ese hijo puta está muriéndose en la cama de un hospital, mi abuelita me deja y no tengo ni puta idea de hacía donde dirigir mi vida. Y aquí estoy, llorándole mis penas a una desconocida en la habitación de un… ¿cómo se llama esto? ¿Protectora para niños maltratados? Valla mierda de vida.
_ Al menos tú puedes elegir que camino escoger, vamos que tienes opciones.
_ Pues valla mierda de opciones.
_ Pero tienes. Mi madre, estaría drogada o muerta en algún puticlub de carretera si no estuviera en la cárcel, y mi padre… bueno ni siquiera lo conocí, tal vez estará casado, con hijos y esposa en algún lugar, disfrutando de mucho dinero, pero entre los cientos de hombres que se follaron a mi madre no puedo investigar… una lista demasiado larga, si tuviera lista, que ni siquiera eso tengo.
_ ¿Y qué se supone que debo hacer? ¿Buscar a la mujer que me abandonó?
_ También puedes esperar a que mi padre rico aparezca.
_ ¿Y eso qué tiene que ver conmigo?_ dije sonriendo.
_ Pues si te portas bien conmigo te mantengo_ respondió devolviéndome la sonrisa.
     Yo tenía clara mi condición sexual desde hacía años, y la verdad es que con todas las dificultades de mi vida, eso en concreto, nunca había resultado un problema. Tampoco había tenido nunca pareja en serio, ni había querido, mi vida era demasiado complicada como para añadir otro factor en ella, rollos de una noche y fin, cero complicaciones.
_ ¿A qué llamas portar bien?_ era mi lado seductor el que hablaba por mí, por un momento había salido de la oscuridad en la que me hallaba sin darme cuenta.
     Ella tan solo sonrió y me acarició la mejilla.
_ Tengo que irme.
_ ¿Cómo?
_ ¿Tú estás mejor?
_ Creo… que sí.
_ Pues misión cumplida. Tengo examen mañana_ dijo levantándose de la cama_ alegra esa cara cariño, que estás más guapa cuando sonríes_ Y tras guiñarme un ojo cerró la puerta tras de sí.
_ ¿Qué acaba de suceder?
     Podía hacer tantas cosas ahora, ni siquiera tenía claro nada. Destapé la cama, me quité los pantalones y me acosté. Mañana sería otro día.

 Capítulo 6
     Estaba ensimismada en la cama, sola, de nuevo, pero gracias a aquella inesperada visita sorpresa de ayer, me sentía un poco más feliz, un poco más entusiasmada, con un poco más de energía positiva. Tal vez ella tenía razón, estaba en un pozo sí, pero podía intentar salir en lugar de quedarme agazapada llorando esperando una cuerda que me saque.
     Miré mis bolsillos y encontré un par de monedas, espero que fueran suficientes para pagar un billete de autobús, debía de ir a la comisaría y encontrar como fuera a la detective Kowalczuk.
     No me detuve a desayunar, tampoco había cenado nada, pero estaba llena de energía, llena de adrenalina, mi nuevo sueño por encontrar a mi madre estaba alimentando mi cuerpo.
     Iba prácticamente corriendo cuando escuché una voz detrás de mí.
_ ¿A dónde vas?
     Era Emma.
_ Tenías razón_ dije deteniéndome en seco al verla.
_ Por supuesto_ me miró divertida_ Recuérdame en qué tengo razón esta vez.
     Sonreí ante su comentario, miré el reloj sobre la pared y vi que era demasiado tarde, no podía entretenerme, así que me di la vuelta y me dispuse a salir.
_ ¡Se me hace tarde!_ le dije.
_ Pero… ¿a dónde vas?_ me gritó.
_ A reunir piedras para salir del pozo_ dije sonriéndole justo antes de salir por la puerta_ ¡Suerte en tu examen!
  
Capítulo 7
     No dejo de temblar, tengo miedo, nervios en el estómago, ganas de vomitar… voy a volver a verla, después de… ¿Cuánto? ¿5 años? Creo… Se me hace un mundo todo, parece que por primera vez soy feliz, ojalá mi abuelita estuviera viva para verla también…
     El bus se detiene, y me bajo a prisa, poco es lo que me ha quedado, así que tendré que volver andando, pero la verdad no me importa si vuelvo con su dirección en mi bolsillo.  De hecho es todo más positivo desde que tomé las riendas de mi vida de nuevo, desde que decidí arañar los muros del pozo para conseguir una montaña de piedras a la que poder trepar… desde que me di cuenta, que si no lucho yo por mi vida, sino intento superar yo mis problemas, nadie lo hará por mí.
     No recuerdo haber sentido tanta alegría, puede que la haya percibido, hace mucho, hace demasiado… y es que no tuve una infancia feliz, de hecho la mayor parte de mi infancia se las llevó mi madre cuando se marchó, o mi mente lo borró todo, quién sabe.
     Me dirijo al mostrador y pregunto por la detective bajo la escrutadora mirada del que detrás de éste se hallaba.
_ ¿Puedo saber el por qué?
_ No_ le respondo… ¿por qué tienes que saber el por qué?_ Es algo privado.
_ ¿No tienes cita verdad?
_ ¿Hay que pedir cita para hablar con una persona?
_ Si es la detective sí, puede que no esté o se encuentre ocupada en algún caso.
_ ¿Y es el caso?
_ No_ dijo con tono seco y desafiante después de mirar una lista de turnos en la pared.
_ Pues dígale que estoy aquí.
_ Ya le he dicho que necesita cita previa.
_ Joder…_ digo entre regañadientes dándome la vuelta…
     Piensa, piensa, piensa… no te puedes ir así como así.
_ Una última cosa_ dije volviéndome de nuevo hacía él.
_ Dime
     Por un momento pensé en insultarle a falta de ideas para entrar, pero la escasa aparición de la detective durante segundos por la pequeña ventana de cristal que daba paso a las oficinas me detuvo y me colocó de vuelta al plan inicial.
_ ¿Tiene un vaso de agua?_ dije finalmente
_ ¿Disculpa?
_ Vengo caminando desde lejos para ver a la detective, y ya que no me vas a dejar verla me preguntaba si podrías al menos darme un vaso de agua.
     Yo creo que resultaba bastante evidente que mi plan era colarme, o al menos eso me lo parecía a mí. Tenía la sensación en todo momento que se iba a dar cuenta y que me iba a mandar a la mierda, en cambio, su respuesta fue otra muy diferente.
_ Espera un momento_ dijo mientras se alejaba hacía la máquina de agua que estaba situada en la esquina opuesta a la puerta de entrada al pasillo de las oficinas.
     Sentí como una extraña satisfacción inundaba mis sentidos, mi cara se tornó de un color rojizo y sin pensarlo dos veces, con cada paso con el que aquel cancerbero se alejaba de mí, mi dirección iba tomando otro rumbo… sentía como crecía la adrenalina dentro de mí.
     A pesar de que mis planes se iban cumpliendo, el miedo de que me pillaran se iba acrecentando. Mi cuerpo se relajó en el preciso instante en que las dos puertas que se balanceaban tras de mí se pararon y aquel policía no apareció tras ellas.
     Lo difícil estaba hecho, ahora tan solo quedaba encontrar su despacho. Ya había estado allí antes, así que creía que sería capaz de encontrarlo, o al menos eso pensaba, sería fácil. Y más a mi favor cuando apareció por detrás de una puerta con unas carpetas en las manos.
_ ¿Qué haces tú aquí? ¿Cómo te han dejado pasar?
_ El policía tan amable de la puerta me dejó pasar, le expliqué mi situación y lo que quería y me dijo que estaba usted aquí.
     Por unos segundos se quedó en silencio, dudaba de mis palabras, quien no… a pesar de que yo intentaba ser lo más persuasiva posible esta mujer estaba entrenada para identificar a los  mentirosos, y a mí se me notaba a lo lejos. Al final parece que quedó convencida con mis palabras o eso me hizo creer, total, no tenía nada de malo o prohibido atender a una chica sin cita ¿o sí? El caso es que me hizo pasar al despacho del que acababa de salir indicándome con una mano.
_ ¿Y bien? _ dijo antes de que me sentara.
_ Tengo que pedirle un favor_ dije intentando poner la voz dulce y delicada acompañada de unos ojos rogadores de gatito.
     De nuevo ese silencio de su parte… ¿a qué espera? ¿Continuo?
_ Necesito la dirección de mi madre.
_ ¿La dirección de qué?
_ Pues donde vive ahora.
     De nuevo ese silencio, sus ojos me miraron con curiosidad, incluso ladeó un poco su cabeza hacía la derecha, sin pronunciar palabra alguna, retiró su silla y se sentó frente de mí, y yo me senté también quedando a su altura.
_ Creo que no tengo lo que buscas.
_ Pero ¿lo puedes conseguir verdad?
     Ella se echó hacia atrás, dejando la silla a dos patas.
     Su mirada acompañada de la ausencia de palabras me desesperaba, intentaba mantenerme en calma, porque la vida si algo me ha enseñado es que la desesperación no lleva a ningún lado… aunque de hecho, eso en el baño fue lo que me ha llevado a esta situación.
     Al fin se decidió a contestarme.
_ No tenemos la dirección de tu madre.
_ ¿Por qué? ¿Cómo es posible que tengas fotos de ella y no tengas su dirección?
_ Tu madre participó en un programa de protección de mujeres maltratadas, le dieron una nueva identidad y una nueva dirección.
_ ¿Y la puedes conseguir?
_ Me temo que no. Este tipo de programas hacen desaparecer a las víctimas sin dejar la más mínima huella de su nuevo paradero. Es por la seguridad de ellas.
_ ¿Y mi seguridad?_ Es lo único que se me ocurría decir ante tal declaración.
_ Lo siento mucho… No manejo ese programa, no sé la razón por la cual te dejaron a ti, generalmente, si hay menores al cargo de la víctima, se protegen a todos.
_ ¿Me está diciendo que soy la puta excepción?_ intentaba mantenerme en calma.
_ Como te he dicho no sé las razones...
_ Gracias por nada_ dije levantándome de la silla.
    Me sentía por una parte molesta, muy molesta en realidad, me sentía más abandonada que nunca, más invisible, veía más absurda mi existencia... ¿acaso alguien de verdad se ha preocupado por mi?
     Salí del despacho justo cuando estaba llamando a la puerta el policía que estaba en el mostrador de la entrada, aunque no le presté la más mínima atención a sus regaños, y finalmente se quedó hablando y pidiéndole perdón a la detective.
     Sentí como la puerta de la comisaria cerró tras de mí, y de repente me encontré en medio de un bullicio de gente que caminaba de un lado a otro, que hablaban, que se reían, que daba igual lo mal que les fuera en el trabajo, o en la escuela tenían suerte porque tenían a donde ir, tenían una madre, un padre, unos hermanos, una esposa o unos hijos que siempre estarían ahí cuando lo necesitara... y yo ¿qué tenía? Nada... Me gustaría saber si toda esta gente que me rodea se sienten afortunados, si cuando sus mamás les ponen el plato de comida en la mesa les dan las gracias, si cuando su padre los arropa antes de dormir se sienten protegidos, si cuando su abuelita sonríe se dan cuenta de la suerte que tienen por cada día que ella está con ellos. Me encantaría vivir cualquiera de las vidas que ellos están viviendo ahora.
     Me puse a caminar hacía ningún lado, buscando llegar a ningún sitio, solamente por el placer de caminar, por el placer de sentir que podía hacerlo.
     ¿Qué sucederá ahora? ¿Ella sabrá que mi abuelita ha muerto? ¿Qué él está prácticamente muerto? ¿Sabrá que sigo viva? ¿Le importará a caso?
     Sin saber cómo, estuve horas caminando, tantas horas, que el sol ya se había marchado. Las luces tenues de las farolas del parque alumbraban los mosquitos que revoloteaban hacía la luz y el frío de la noche empezaba a calar entre mis vestiduras y a empapar la fría madera de los bancos.
     Me preguntaba si alguien se había dado cuenta de mi ausencia.
     A veces, cuando era más pequeña y me escapaba de la escuela, me gustaba venirme acá, a este parque, y sentada bajo algún árbol miraba a las mamás que jugaban con sus pequeños y fantaseaba con la idea de que mi madre me estaría esperando en el cielo y cuando llegara mi turno de partir, me empujaría en los columpios, da igual la edad que tuviera, quería aprovechar cada segundo de mi infancia con ella... La echaba tanto de menos...
_ ¿Qué sería de mi si no te hubieses ido?
_ ¿Quién sabe? Tal vez lo hizo por ti
     Esa voz... ¿la detective?
_ ¿Qué hace usted aquí? ¿Ahora me sigue?
_ No_ Sonrió_ Me quedé preocupada cuando te marchaste  y llamé a la residencia, y me dijeron que no habías llegado aún.
_ ¿Y cómo supo que estoy aquí?
_ Pues por tu currículum.
_ ¿Cómo así?
_ Decía que te habían encontrado aquí varias veces, cuando de pequeña te escapas de la escuela, parece increíble como sin darnos cuenta nuestra mente nos delata devolviéndonos a lugares del pasado ¿verdad?
_ De verdad recoge toda mi vida esos papeles.
_ No toda tu vida_ dijo apoyando su espalda en el banco_ solo lo más banal de ella.
_ No entendí.
     Ella sonrió.
_ Seguro que hay más profundidad en tu vida de lo que recogen esos papeles.
     Yo cerré los ojos dirigiendo mi cabeza al cielo, y respiré profundo por unos segundos.
_ La profundidad del un pozo.
     El silencio se abrió camino entre nosotras mientras que veíamos al fondo, hacía donde estaban las atracciones viejas de aquel parque. No había nadie ya a aquella hora. Hacía frío y estaba húmedo el aire. El viento removía las hojas de los árboles y levantaba la arena donde jugaban los niños a la luz del día. Aun había pequeñas dunas, supongo como resultado de fabulosos castillos que habían construido horas antes.
_ Vamos, te llevo a casa_ dijo al fin rompiendo el silencio.
_ A la residencia querrás decir.
_ A la residencia, había una muchachita preocupada por ti, hiciste amistades rápida por lo que veo_ dijo sonriendo de nuevo mientras me abría la puerta de su coche.
_ Oye_ La frené antes de que entrara_ ¿Qué quisiste decir que tal vez se marcho por mi? ¿Qué fue mi culpa que me abandonara?
_ Por supuesto que no_ dijo apoyando los brazos sobre el techo del coche_ No sé que circunstancias rodeaban la marcha de tu madre, pero ninguna madre abandona a un hijo, no después de todo lo que habéis luchado juntas.
     Y montándonos juntas en el coche, puso rumbo a mi nuevo “hogar”.

 Capítulo 8
_ Aunque preguntaste por mi ¿no?_ dije apoyándome con los brazos cruzados en el marco de su puerta.
_ No sé de lo que me hablas_ sentenció con una sonrisa.
_ La detective es una chivata ¿sabes?_ me acerqué a su cama sentándome en el filo.
     Ella estaba acostada leyendo un libro y no apartó la vista en ningún momento para verme.
_ No sé nada, lo que te haya dicho es mentira.
_ Ah... claro_ dije levantándome_ Me ha quedado claro.
    Me acerqué a la puerta e hice un amago de marcharme, me frené bajo el marcos, esperando que ella respondiera a mi partida y justo cuando estaba a punto de darme por vencida y salir definitivamente su voz me detuvo.
_ Eres una sentida de mierda.
_ Y tú una mentirosa de mierda_ sonreí.
_ ¿Piensas marcharte de verdad?
_ ¿Piensas seguir negándote que te preocupas por mí?
     Estaba roja como un tomate, esta chica me ponía muy nerviosa, y no quería darme la vuelta para no mostrarme débil ante ella.
_ ¿Te siento nerviosa?
     Es muy sensitiva.
_ No, ¿por qué lo preguntas?
_ Se te pusieron las orejas rojas.
     Instantáneamente mis manos cubrieron mis orejas y unas carcajadas a mis espaldas resonaron por toda la habitación.
_ Es broma_ continuó diciendo_ sabía que estabas nerviosa, y que lo sepas, no eres tan importante para mí, sentía curiosidad de por qué no estabas, eso es todo.
     Me sentí humillada... mis ojos se llenaron de lágrimas provocadas en parte por la presión, los nervios, y el calor provocado por el rubor, así que salí corriendo, no quería que me viera así. Pude oír a lo lejos mi nombre procedente de sus labios y un leve desconcierto en su voz.
     Me encerré en el cuarto que me habían adjudicado y me senté tras la puerta para que no pudiera entrar en el caso de querer intentarlo.
     Tal vez, el pozo sea el único lugar donde esté a salvo. Tal vez no sea feliz en él, pero me hacen daño cada vez que intento salir...
    Con mis manos cubrí mis ojos para limpiarlos y vi las llagas recorrer mis antebrazos.
     Sentí la necesidad de volver a hacerlo, de volver a evadirme, de volver a tocar el final de mi vida con mis dedos y regresar sintiendo que ya había pasado... podría decirse que mi pequeño vicio era la debilidad que me hacia fuerte.
     Limpié mis ojos de nuevo, y miré a ver que podía encontrar por la habitación con lo que ayudar a cumplir mis deseos.
     Nada, ningún cuchillo, cúter, o tijeras a la vista. Era una casa donde acogían a niñas con problemas… naturalmente no habría nada allí con lo que poder hacerme daño, no sería tan sencillo.
     Me levanté del suelo para escrutar un poco más los cajones de aquella vieja mesita de noche. Pero seguí sin encontrar nada... ya estaba a punto de rendirme cuando observé un marco de fotos que estaba colgado en la pared con el dibujo de un pájaro.
     Me saqué la camisa, me la lié en el brazo, y de un golpe seco rompí los cristales... hizo mucho más ruido del que esperaba.
     Curioso que al dar libertad a aquel ave enclaustrada en aquella jaula de cristal, me diera lo necesario para volar yo también, y me hiciera sentir a mi también libre.
     Sin más tardanza, agarré el trozo con más punta y me encerré en el baño. Llené el lavabo con agua, y sin pensarlo dos veces acaricié mis muñecas con aquel puñal improvisado abriendo las llagas que ya estaban prácticamente cerradas.
     Los mareos llegaron con mayor rapidez que de costumbre, supongo que ayudaba no haber comido nada en todo el día... necesitaba sentarme en el suelo. Sentía como si todo se quedara en silencio. No un silencio tranquilizador, sino un silencio abrumador, como aquel que se siente antes de un terremoto, cuando las aves, los grillos incluso el silencio del viento enmudecen, y de repente todo comenzó a difuminarse todo ante mis ojos.
     A la par que los segundos pasaban me sentía más y más débil, mi cabeza me pesaba, apenas veía otra cosa que la oscuridad que me brindaban mis párpados, ya cansados. Intenté levantarme y hacer algo para cortar aquello pero no podía... Estaba a punto de desfallecer cuando alguien entro al cuarto, a pesar de que gritaba yo apenas oía un susurro... era ella sin duda la que acariciaba mi oído con su dulce voz de nuevo.
_ ¿Por qué has tardado tanto?_ dije con el último aliento que me quedaba.
_ No es tu hora aún.
_ No me digas que hasta mi muerte la van a decidir por mí... nana.
_ Mi niña fuerte...
     Sabía que era ella, esa voz dulce y cálida que me llamaba no podía ser de nadie más. Me sentía tremendamente feliz de volver a oírla.
_ ¿Por qué me dejaste nana?
_ Me necesitaban en otro sitio cariño.
_ Nadie te necesita más que yo_ sentí como mis ojos llorosos se rendían ante la gran verdad_ Quiero irme contigo.
     Puede que no volviera a verla, puede que todo esto que estaba pasando fuera una ilusión porque la extraño, porque la necesito, porque es la única persona que ha estado ahí cuando nadie más ha estado, porque nunca más estará, no sé las razones, pero ahí estaba yo, entre la vida y muerte aferrándome a lo más cercano y a la vez más lejano que tenía en mi vida.
_ No puedes venir aún, te queda mucho por hacer aquí_ Sentí como sus labios se posaron en mi frente_ Lucha cariño.
_ ¿Qué luche por qué?
_ Lucha por sentirte viva, lucha por vivir_ dijo mientras su voz se hacía más débil.
     Sentí que se alejaba, el calor que vino con su presencia se estaba marchando, y su voz, su aliento... y finalmente su regreso se desvaneció sin dejar rastro alguno.
     Un silencio sepulcral por unos segundos dieron paso al sonido agudo de las sirenas de una ambulancia, unas manos que acariciaban mis mejillas y un fuerte dolor en las muñecas.
_ ¿Qué ha pasado? ¿Dónde estoy?
_ Vamos camino hacía el hospital.
_ ¿Por qué?
_ ¿No recuerdas nada?
_ No..._ dije volviendo a la cara y mirando hacia otro lado con vergüenza.
     Era obvio que sí recordaba, recordaba todo, incluso más de lo que quisiera recordar.
_ No tenía que haber vuelto_ dije volviendo atrás y reviviendo lo que acababa de pasar con mi abuelita.
_ ¿Cómo dices?
_ Nada
_ ¿Por qué lo has hecho muchacha?
_ No quería suicidarme ¿vale?, solo se me fue de las manos, así que relájate.
_ ¿Cómo se te va de las manos unos cortes en las muñecas?
_ ¿Ahora eres una puta psicóloga?_ Aquel interrogatorio me estaba sacando de mis casillas.
_ Veo que la educación no es tu fuerte.
_ ¿Y quién se supone que tenía que darme la educación que tanto pides? ¿La madre que me abandonó siendo pequeña? ¿El padre maltratador? ¿O la escuela de la que me expulsaron cuando necesitaba ayuda?... mira, psicóloga de pacotilla, déjalo estar, no tengo ganas de hablar.
     Quería estar tranquila, me sentía cansada, no quería que me recriminaran nada, aunque a decir verdad, sentía bien que alguien mostrara un atisbo de preocupación por mí... aunque fuera una desconocida.
_ Lo siento_ sentenció_ no sabía.
_ Si no sabes nada de mí deja de juzgarme.
     La gente tiendo a eso precisamente. A juzgar. Ven a alguien sucio y polvoriento en la calle y se alejan de él instintivamente, como si fuera maldad pura y dura, lo culpan a él, en lugar de culpar al mundo que seguramente lo llevó hasta ahí. Yo he sentido durante muchos años que es sentirse excluida por no ser como las demás chicas. Y no solo durante las clases, o el recreo, incluso cuando salía y caminaba por la calle, sentía como las miradas de la gente se clavaban en mi espalda, y todo por no vestir bien, por llevar ropa sucia, mallas agujereadas y camisas con coderas... A veces la gente se cambiaba de acera solo para no pasar al lado mío. No soy una apestada... solo era una niña sin los recursos suficientes para comprarme ropa... aunque simplemente yo, no me preocupaba en exceso de vestir bien, ir peinada, maquillada o demás problemas de los adolescentes de hoy en día, me angustiaba más el hecho de que no me estuvieran esperando para golpearme al llegar a casa. Nunca fui materialista ni presumida, porque dentro de mí sabía que llegaría el día en el que todo lo que tenía no me serviría de nada al lugar donde iba, lo que no tenía tan seguro y me quedaba por determinar, era donde, hacía el cielo, o hacía el infierno.
_ Solo pretendía ayudarte.
_ No necesito ayuda.
     El resto del camino lo pasamos en silencio, un silencio incómodo. Tal vez aquella chica no merecía mis contestaciones, pero no estaba para reprimendas aquel día y la pagué con ella...
_ Ya hemos llegado
     Solo dijo eso, cogiendo de un extremo de la camilla me dispuso en otra.
_ Oye_ dije agarrándola del brazo y evitando que se fuera_ lo siento_ y la solté.
     Sus ojos me miraban desconcertados mientras me alejaba en aquella camilla hacía el interior del hospital.
     Si tenía que morir hoy, quería ir en paz conmigo misma.
_ ¿Qué harán conmigo?
_ Has perdido mucha sangre, tienes suerte de que te encontraran, seguramente solo te pondrán unos goteros para que recuperes fuerzas.
_ Tengo sueño
_ Es normal
     Sentía como me ponían agujas en los brazos, no era nada extraño para mí sentir como se abrían camino entre mi piel. Pero aún me encontraba débil, tanto que finalmente acabé rindiéndome al sueño...

 Capitulo 9
_Antes de juzgarme escucha, no lo hice para huir, no era mi intención suicidarme ni mucho menos, solo quería evadirme.
_ No te juzgo_ dijo sentándose en la silla a mi lado y sentenciando con un tono más seco que el de costumbre_ Ni siquiera incluso si hubieses querido suicidarte te juzgaría.
     En su mirada veía un atisbo de lástima y decepción. Había confiado en mí y de alguna manera sentía que la había decepcionado con esto.
_ Tampoco quiero que sientas pena de mi_ dije resignada
_ ¿Y qué quieres? ¿Por qué lo haces? ¿Es tu modo de llamar la atención?
     ¿Me estaba regañando o reclamando?
_ Usted no lo entiende
_ Según tú, yo nunca entiendo nada.
     La detective hizo un amago de levantarse y la agarré para que no se fuera.
_ No se valla por favor_ mis ojos se llenaron de lágrimas._ ¿Sabe? La vi_ dije rompiendo a llorar.
     No sé porque lo hice, tenía miedo de quedar como una loca, pero sentía la necesidad de contárselo a alguien, que no quedara como un secreto más que tarde o temprano estallaría en mi interior.
_ ¿A quién? _ dijo abriendo los ojos.
_ A mi abuela
_ ¿A tu abuela?
_ Sí, estaba allí, a mi lado cuando me desmallé.
_ Tu abuela está...
_ Muerta, lo sé_ dije limpiándome las lágrimas_ me dijo que no me fuera, que aún tenía mucho que hacer aquí.
_ ¿La extrañas, verdad?
_ Era mi abuelita... la única persona en el mundo que ha estado conmigo después de que ella se fuera_ tragué saliva para dar espacio a las lágrimas_ me arrepiento de no haberle dado el lugar que ella se merecía, tal vez si hubiese reaccionado antes, todo  esto sería muy diferente, y ella seguiría viva.    
_ No te culpes, nunca pienses que fue tu culpa, porque no es así. Sabes, una vez leí que lo único que nuestros abuelos no nos enseñan es a no echarles de menos cuando se van.
     La detective limpió mis lágrimas con el torso de su mano, se le notaba que estaba intentando ocultar la aflicción que mis palabras estaban causándole.
_ No paro de darle vueltas a sus palabras, me dijo que tenía que hacer más cosas acá, y creo que ya sé a lo que se refiere.
_ ¿A qué?
_ Quiere que la busque.
_ ¿A tu madre?
_ Aja, no quiero estar sola. No sé como lo haré, pero lo conseguiré. Aunque no me quiera, aunque solo sea por verla, necesito encontrarla.
_ La encontrarás, estoy segura de ello_ dijo besándome en la frente.
_ ¿Interrumpo?_ Se oyó una voz desde la puerta.
_ No, pasa_ dijo la detective_ yo ya tengo que marcharme, seguiremos en contacto ¿vale? Si necesitas algo avísame.
_ Descuida_ dije sonriéndole y limpiándome las lágrimas.
     Emma entró y se sentó a mi lado cabizbaja, con la mirada en el suelo, y las manos agarrando los extremos laterales de la silla. Parecía una niña pequeña a punto de ser regañada.
_ Perdona..._ Dijo al final_ me importas, de verdad me importas, no sé porque dije aquello.
     Una lágrima bajó por su mejilla y rompió en sus labios. Su mentón temblaba, y respiraba fuerte, intentando contener el llanto todo el tiempo que le fuera posible.
_ No fue tu culpa.
_ Claro que lo fue, tu venías contenta a verme, y yo... no era verdad, solo quería... no sé, bromear un poco, burlarme... no debí hacerlo.
     Sonreí, no por la idea de verla allí, hundida, llorando, sino porque su aflicción demostraba que le importaba. Verla de aquella forma, me estaba partiendo el corazón.
_ Ven_ dije reincorporándome y ofreciéndole mis agujereados brazos en la medida que los goteros me lo permitían_ ¿me dejas darte un abrazo?
     Ella se abalanzó hacía mí y sus brazos rodearon mi cuello.
_ No fuiste tú la causante de que me cortara, tal vez tus palabras fueran las precursoras, pero no fuiste el motivo, tenlo muy claro.
_ No entendí nada_ descifré entre sus sollozos.
_ Mi vida es una mierda, es algo que hace mucho que tengo claro, pero no iba a suicidarme.
     Ella me soltó de su abrazo y se sentó en la silla mirándome fijamente a los ojos.
_ ¿Qué pretendías hacer entonces con esas cuchillas? ¿Depilarte las muñecas?
_ No mujer, me cortaba desde hacía mucho.  Era mi forma de escapar, de evadirme de mis problemas. ¿Sabes? Cuando las cuchillas rozaban mi piel sentía la adrenalina llegar a mi cuerpo, me daba fuerzas, me sentía con el poder de poder controlar mi vida. Poder pasearme entre las lindes de la muerte y saber que volvería a encontrarme con la realidad, una realidad de mierda, pero es la que me había tocado.
_ ¿Te cortabas por placer?
_ Más que por placer, por huir de la tristeza.
_ ¿Y funcionaba?
_ No... ahora me doy cuenta que no, lo mejor para superar los problemas es enfrentarlos, no encerrarte en un cuarto de baño con unas cuchillas en las muñecas...
_ ¿No te da miedo cortarte?
_ Mucho, siempre me da miedo. Cuando estoy rasgando mi piel con la cuchilla se me pasa por la mente que me puedo pasar y por unos  milímetros morir.
_ ¿Y por qué lo haces?
_ Porque también pienso que no tengo nada que perder si pasara.
_ Pero si perderías…
_ Sí, supongo que siempre se pierde algo, pero no es algo en lo que piensas en aquel momento.
_ ¿No me guardas rencor entonces?
_ Claro que no, sé que eres una buena chica, y bueno, ahora me has demostrado lo que claramente ya sabía.
_ No entiendo.
_ ¡Te importo!_ dije lanzándole una almohada_ Ahora no puedes negarlo.
_ Que va, era mi conciencia_ dijo cruzándose de brazos y dándome la espalda.
_ Ya sé de donde sacaste lo de las orejas rojas..._ dije poniéndome seria e intentando clavar mis miradas hacía las suyas.
     Ella se tapó las orejas y volviéndose bruscamente me lanzó de vuelta la almohada.
_ Eres tonta ¿lo sabías?
_ ¿Una tonta adorable? Y dolorida... _ dije mientras mostraba mi brazo.
     Su almohadazo me había sacado una de las agujas del gotero.
_ Lo siento, yo..._ dijo levantándose rápido.
_ ¡Oye!, ¡ven!_ dije agarrando su mano antes de que se fuera_ No sé qué me pasa contigo, pero siento que puedo confiar en ti_ dije sonriendo.
     Ella se acercó a mí despacio y agarrando con sus suaves manos mis mejillas me beso en la frente.
_ Déjame que vaya a avisar a alguien para que te arreglen esto o voy a pensar que al final va a ser peligroso que estés a mi lado.
     Emma salió del cuarto con una actitud muy diferente con la que había entrado... espero que mi sinceridad no me hiciera parecer débil. Intenté mostrarme fuerte a la par que le contaba de una forma sutil mis penas. No lloré, la verdad no me quedaban ya lágrimas que soltar, no titubeé e intenté mostrarme lo más madura posible.
     ¿Puede ser que esta experiencia me haya hecho más responsable? No lo sé, lo que sí aprendí es que al menos hay alguien que se preocupa por mí, aunque sea un poco. No estoy sola.
     Emma entró a los pocos minutos con una enfermera que me volvió a colocar los goteros y nos regañó, dijo que ya éramos muy grande para estar jugando a las guerras de almohadas. Emma y yo, solo sonreímos y asentimos con la cabeza cuando nos dijo que no volviera a pasar.
_ ¿Cuánto tiempo debo estar con ellos puesto?
_ Pues un par de horas más
_ ¿Y podré irme?
_ Pues depende de los análisis, pero creo que sí, al fin y al cabo eres una chica con suerte.
_ No sabes cuanta_ dije sarcástica y sutilmente.
     La enfermera se fue tan pronto como me compuso aquellas agujas.
_ ¿Y bien?_ dijo Emma_ ¿Qué harás cuando salgas?
_ No sé, quiero encontrar a mi madre.
_ Sigues con esa idea, ¿te ayudó la detective?
_ Que va, no conseguí nada de aquel viaje... mentira, conseguí más hueco en mi cartera.
     Ella sonrió y yo me embobé con su sonrisa.
_ ¿Y cómo piensas hacerlo entonces?
_ Pues no sé, la detective me dijo que mi madre no se fue con el vecino, sino que participaba en no sé que de protección a las mujeres maltratadas o algo así.
_ ¿Y cómo es que no te llevaron?
_ Pues esa es una de tantas preguntas que me gustaría hacerle.
_ Yo te ayudaré si me dejas.
_ Te doy las gracias, pero en medida de lo posible, me gustaría no meter a nadie en esto, aunque sería un alivio saber que hay alguien en la casa apoyándome_ dije agarrando su mano.
_  ¿Me estás pidiendo matrimonio?
_ Obvio que no_ dije soltando rápidamente su mano_ solo necesito una amiga.
     Ella me miró divertida y me abrazó.
_ Quiero saber más de ti, cuéntame_ dijo poniendo sus manos en la barbilla y mirándome fijamente.
_ Pues no hay mucho más de lo que ya sabes, mi madre me....
_ No, tonta_ dijo cortándome sonriendo_ No es eso lo que quiero saber de ti.
_ Me pediste que te contara...
_ Que me contaras de ti, no tu vida_ me interrumpió._ Empieza.
_ No sé que contarte.
_ Mira, por ejemplo, soy del tipo de persona que cuando está enamorada deshoja flores.
     La miré divertida.
_ ¿Enserio?
_ Sí, ¿qué pasa?
_ No sé, te veía más... adulta.
_ Mira, he pasado por muchas cosas en mi vida, tal vez no tantas como tú, pero tengo mi carrera ya dada, pero nunca en la vida quiero abandonar ese trocito de mí que me hace ser niña. Tal vez sea porque no he llegado a disfrutar nunca de mi niñez.
_ Sonó muy profundo eso.
_ Soy profunda… también me gusta ver dos veces las películas que me gustaron.
_ ¿Repites las películas que ya has visto?
_ No, solo las que me han gustado, me gusta verlas con detalle y fijarme en todo aquello que la primera vez no lo hice.
_ Eres una chica muy especial Emma y observadora_ dije mirándola fijamente a los ojos.
_ ¿Por qué veo películas dos veces?_ dijo aguantándome la mirada.
_ No... Porque eres capaz de fijarte en los pequeños detalles con la mirada inocente de un niño, y no todo el mundo puede hacerlo.
_ Soy feliz con los pequeños detalles y con mi madurez tardía_ dijo guiñándome un ojo.
     Sentía como nuestros rostros se iban acercando, y por primera vez sentí miedo a las consecuencias que podría acarrear un beso aquel momento. Y sin pensármelo dos veces retiré mi cara justo cuando nuestros labios estaban a punto de rozarse.
_ ¿Y qué tal el examen de ayer?_ dije rompiendo la tensión del momento.
_ Bien, creo_ sonrió forzosamente_ creo que debo irme_ Sentenció tres segundos después del fallido intento.
_ Sí, creo que sí_ dije confortándome en la cama_ Se te está haciendo tarde y no vas a llegar al almuerzo de la señora.
     Emma se acercó a mí por última vez y se despidió dándome un suave beso en la comisura de mis labios y se marchó cerrando detrás de sí la  puerta.
_ ¿Cómo has podido ser tan estúpida?_ dije en soliloquio lanzando una pregunta retórica al aire.
     La tenía ahí, a punto de besarme y voy y le aparto el rostro... como he podido a estar tan cerca y a la vez tan lejos. No puedo permitir que se vuelva a producir una circunstancia parecida. No con ella, no con Emma.
     Es tan inocente, tan hermosa, se ve tan indefensa y a la vez tiene ese carácter y esa madurez a la hora de hablar es... tan perfecta...
     Sin duda debo alejar de mí esas ganas de besarla... no es para mí, se merece a alguien que tenga las ideas claras y que no la haga sufrir, y sin duda alguna, no soy yo.
_ ¿Por qué eres estúpida?_ dijo alguien entrando por la puerta.
_ ¿Quién eres?_ dije mientras la escrutaba con la mirada de arriba abajo.
     Era una muchacha de unos 25 años, no muy alta, delgada y con el pelo rizado y alborotado, como el que se tiene al despertar de una siesta o después de un duro día de trabajo… venía con el uniforme del hospital así que seguramente sería por la segunda opción.
_ ¿No te acuerdas de mí?
_ Disculpa… yo… _ ¿Debía sentirme culpable por no acordarme de ella?
_ No te preocupes, estabas mareada y confusa, creo que he venido para nada, disculpa haberte molestado.
_ ¡Eres la de la ambulancia!_ Exclamé cuando enlacé todos los eslabones de la cadena.
_ Sí_ sonrió_ ¿Te importa que me siente?
_ En absoluto_ dije ofreciéndole la silla.
_ Veo que eres alguien muy querido, no has parado de recibir visitas, intenté entrar varias veces y siempre había alguien.
_ Pues no te creas… una de ellas es la oficial que está al cargo de mi caso o… algo así… y la otra es…_ no sabía cómo describirla ¿una amiga? ¿Mi compañera de casa de acogida? ¿Mi puede que amor platónico? _ una chica que acabo de conocer_ dije al final_ Parece que causo atracción a las desconocidas.
_ ¿Por qué lo dices?
_ En menos de tres días se han preocupado por mi estado más personas que las que se han preocupado por mí en toda mi vida.
_ Exageras…
_ En absoluto, créeme.
_ Ya te encuentras mucho mejor por lo que veo, y de mejor humor.
_ Perdona por lo de anoche… no fue mi intención insultarla ni faltarla el respeto.
_ No debí juzgarte, no me pagan para ello, el error fue mío.
     No puedo negar que sentía bien que alguien viniera a visitarme, que preguntara por mi estado y de más pero no podía quitarme de la cabeza que hacer con Emma. Intentaba prestarle toda mi atención a esta chica, pero… mi cabeza se iba a los recuerdos vividos hacía apenas unos minutos.
_ ¿Puedo hacerte una pregunta?_ Dije al final_ No tiene nada que ver con el tema, pero a veces viene bien saber la opinión de alguien ajena a tus problemas, un punto de vista neutro, no sé si me explico.
_ Tú solo dispara.
_ ¿Qué harías si alguien a quien aprecias como persona intentara besarte pero no quieres hacerle daño?
_ ¿Por qué deberías hacerle daño? ¿No sientes lo mismo por esa persona?
_ Creo que sí, o sea yo también quería besarla pero no sé, todo lo que me rodea acaba mal.
_ Pero… no tiene nada que ver, tal vez has tenido mala suerte, no significa que toda tu vida deba ser así.
     Su respuesta no era para nada precisa, aunque teniendo en cuenta de que no sabía nada de mi pasado o mi presente supongo que me estaría aconsejando todo lo bien que puedes aconsejar a una completa desconocida.
_ ¿Te ayudé en algo?
_ No… sigo igual.
_ Valla… lo siento, ¿no crees que ese chico te merezca o crees que no mereces a ese chico?
     Dudé por un momento en concretar el género del supuesto, pero en realidad prefería no difundir mucho mi vida personal a personas que apenas conozco y que seguramente a partir de que salga de este hospital no volveré a ver.
_ No creo que lo merezca… no tengo nada que ofrecerle.
_ Sabes, cuando te das cuenta que quieres estar con una persona lo único que debe importarte es ser feliz, y más a tu edad.
_ ¿Y cómo le demuestro que me hace feliz estar con… él?
_ Es muy fácil, la mejor manera de demostrarle que te hace feliz es  hacerle feliz.
     Me parecieron muy sabias palabras, realmente no sabía nada de la felicidad dentro de una pareja o de una relación. Nunca vi a mi madre feliz con mi padre, ni vi que él hiciera nada para hacerla feliz. Entonces… si ninguno de los dos estaban felices ¿por qué ese afán de él por obligarla a quedarse a su lado? ¿Tendría miedo? Miedo de quedarse solo, miedo de que si ella se fuera, si la dejaba ir, nadie vendría a ocupar su lugar. No podría ejercer autoridad con nadie… con ella se sentía fuerte, o aparentaba sentirse fuerte, pero en realidad creo que aquella fuerza que demostraba no era más que el reflejo del miedo que intentaba ocultar.
  
Capitulo 10
_ ¿Podremos confiar en ti esta vez?
_ Supongo que sí señora, después de esto, creo que me pasaré a los marcos digitales.
     La señora me miró refunfuñando y no me rió el chiste. Alzando su mano en dirección a la puerta me dio la señal de que ya podía salir.
     No me sentía fuerte del todo, pero ya estaba prácticamente recuperada. Había pasado veinticuatro horas en la cama del hospital y me sentía con ganas de andar, de pasear, de respirar un aire puro... o al menos no tan cargado de desinfectante. Estaba harta de tanto blanco y quería poner una chispa de color en mi vida.
     Subí al cuarto y me duché, daba gusto sentir el agua tibia rozar mi cuerpo. Las gotas resbalaban por mis brazos y al llegar a las vendas perdían la armonía con la que bajaban.
     Me sentía como un libro en blanco, pero no un libro en blanco nuevo, no, sentía como si hubiesen borrado todas mis páginas, toda mi vida, todos mis recuerdos, estaban allí, lo sé, dentro de mi cabeza, marcados en mi cuerpo y en mi memoria, pero sentía que ya no me controlaban. Era como si algo dentro de mí me dijera que dejara de lado al pasado y me centrara en mi presente.
     Terminé de ducharme, me lié con una toalla y me miré al espejo.
_ Se te fue de las manos_ me dije.
     Veía como la chica del reflejo me miraba, era yo, obviamente no me estaba volviendo loca, pero sentía algo en mi mirada que no había visto nunca en esos ojos, y eso que los había mirado en profundidad muchas veces.
_ ¿Que ves?_ Sentí que dijo una voz tras de mí.
_ ¿No te enseñaron a llamar a la puerta?_ dije agarrando mi toalla para que no se fuera a caer.
_ Mis educadores no es que fueran un ejemplo a seguir_ dijo acompañada de una hermosa sonrisa._ ¿Qué veías? ¿Tus heridas?
_ No, mis ojos.
_ ¿Tus ojos?_ Dijo sentándose en mi cama.
     Desde el espejo podía verla allí sentada tras de mí.
_ Tú no lo entenderías.
_ Prueba a explicarme.
_ Veo algo diferente en ellos.
_ Capaz te hicieron algo en la retina, ya lo decía mi madre, “no te fíes de los médicos, que vas con un dolor de espalda y sales con un riñón menos”_ dijo cambiando la voz.
_ Sabía que no lo entenderías.
_ Solo bromeaba mujer, que susceptible estás_ dijo levantándose y acercándose a mí.
     Desde lo sucedido esta tarde yo me encontraba un poco reacia a dar muestras de cariño, un beso fallido, le rechacé sus intenciones de besarme… pero ahí estaba ella, como si nada hubiese pasado… ¿y si me estaba equivocando totalmente? ¿Y si sus intenciones no eran las de besarme? Solo amigas… eso es lo que somos… y eso es lo que ella cree. Dejaré de montarme historias de una vez por todas. No me puedo enamorar de ella, será mi fruto prohibido.
     Ella apoyó su cabeza en mi hombro y me miró a los ojos a través del reflejo, rodeando mi cintura cubierta solo por la toalla con sus manos.
     Esa acción hizo que me ruborizara y se me erizara los vellos, espero que no se diera cuenta de ello, aunque, realmente, ella aún seguía mirando directamente a mis ojos a través del espejo.
_ Tienes razón.
_ ¿A qué te refieres?_ dije confusa.
_ Tienes un brillo diferente en tus ojos...
_ No te burles_ dije intentando zafarme de su abrazo para al final quedar abrazada de frente a ella.
_ No me burlo_ sonrió ahora mirando fijamente a mis ojos_ y creo que sé lo que es.
_ ¿Qué?_ dije sin apartar la mirada.
     Se tomó unos segundos de silencio en los que yo cambiaba mí mirada constantemente de sus labios a sus ojos con unas inmensas ganas de besarla, hasta que al fin habló.
_ Esperanza_ dijo sin dejar de sonreír.
_ ¿Esperanza?_ pregunté divertida, tal vez esperaba oír de su boca una palabra más “romántica”, que dijera amor o algo así y que posteriormente me besara... supongo que mi imaginación voló demasiado lejos.
     Solo amigas, intentaba repetir en mi cabeza una y otra vez.
     Ella me liberó de su abrazo y se sentó en mi cama, y yo, me quedé con unas ganas tremendas de probar sus labios, otra vez.
_ Sí, esperanza.
_ ¿Por qué tendría esperanza?
_ Porque todo está cambiando.
_ Sí, para mal.
_ ¿Segura?
_ No sé..._ me hizo dudar.
_ Tu madre está viva, tu padre maltratador, no es tu padre y está prácticamente muerto.
_ Pero mi abuelita no está.
_ ¿Y crees que estaría mejor viva? ha matado a una persona
_ En defensa propia
_ Sí, pero a su hijo.
_ Era un hijo de...
_ Sí, pero era su hijo_ reiteró_ la conciencia es un monstruo fuerte para las personas de buen corazón.
     Puede que ella tuviera razón, mi vida estaba cambiando sí, pero ¿para mal? Posiblemente no.
_ Te has quedado muy callada.
_ Me has hecho pensar. Serías buena psicóloga.
_ ¿Tú crees?_ dijo poniéndose sobre la cama de rodillas emocionada.
_ Sí_ le sonreí_ eres buena solucionando problemas.
     Ella soltó una carcajada.
_ No soy buena solucionando problemas, pero sé ver las cosas buenas, la vida me enseño a ser positiva.
_ Eres una buena chica, ¿lo sabías? Tanto que no sé qué haces aquí.
_ Pues buscar mi camino lejos de los que me frenan.
_ ¿En una casa de acogida para niñas problemáticas?
_ ¡Te equivocas! No es para niñas problemáticas, esta casa nos da una segunda oportunidad cuando la primera nos fue robada.
_ Me gustaría ver todo desde tu punto de vista.
_ Ven_ dijo agarrando mis hombros y poniéndome frente a ella.
_ Qué... ¿qué pasa?_ titubeé al verla tan cerca mío.
_ Mira mis ojos, ¿qué ves?
_ Nada... tus ojos.
_ ¡No!, esfuérzate y fíjate bien, ¿qué ves?
     No sabía a qué se refería pero intenté concentrarme y centrar más mi mirada en ellos.
_ Me... me veo a mí.
_ ¡Respuesta correcta!
_ No te entiendo.
_ Dijiste que te gustaría ver lo que yo veo desde mi punto de vista y viste tu reflejo, te viste a ti.
_ Sigo sin entender nada...
     Ella volvió a soltar otra carcajada.
_ ¿Te burlas de mí?
_ ¡No!_ dijo riéndose_ no es eso mujer, a ver, yo cuando te miro veo a una chica inteligente, atractiva_ me sonrojé_ valiente y con un futuro brillante por delante, a la misma vez, tú te veías a ti misma.
_ Llámame tonta...
_ La persona que yo veo, y que ves tú en mis ojos, ¡son la misma persona!_ Dijo ya con un tono desesperado.
     Me quedé pensativa... ya entendía lo que quería decir.
_ ¿Entiendes ya?
_ Sí_ sonreí_ es que filosofeas mucho y mi inteligencia no da para tanto.
_ Tu inteligencia da para eso y para más_ dijo lanzándose a mi cuello abrazándolo y yo correspondí al abrazo_ Empieza a creértelo.
_ ¿Qué es esto?_ Pregunté esperando la respuesta del porqué del abrazo.
_ Un abrazo_ me susurró en el oído haciendo que los bellos de mi nuca se pusieran de punta.
_ Ya sé, me refiero al ¿por qué?
_ No sé, me apetece abrazarte, te ves... abrazable.
_ ¿Abrazable? ¿Y lo soy?
_ Eres mucho más de lo que imaginas.
     Me soltó del abrazo, por desgracia, y se quedó mirándome.
_ ¿Qué harás ahora?
_ Ya me has preguntado eso muchas veces_ Opiné.
_ Sí, pero también cambias mucho de pensamientos.
_ Sigo opinando igual.
_ Irás en busca de tu madre.
_ Sí, seré la “Marcas Española”_ Sonaba mejor en mi cabeza.
_ ¡Yo seré tu mona!
_ Mona eres, desde luego_ dije coqueteando involuntariamente un poco.
     Ella sonrió y me miró a los ojos sin decir nada.
_ ¿Qué miras?
_ A ti.
_ ¿A mí? ¿Por qué?
_ No sé, me pareces curiosa.
_ ¿En el buen sentido?
     Ella sonrió de nuevo.
_ No sé en qué sentido.
     Me moría de ganas de saber si le gustaban las chicas, los chicos, o era de esas heteros cariñosas con todo el mundo y yo la estaba mal interpretando. Pero no es algo que se pueda preguntar, claro está. Hasta que me diera alguna señal clara debía mantener en mi cabeza lo decidido anteriormente y no verla con otros ojos más cariñosos de lo debido.
     Su mirada profunda me ponía nerviosa, y mucho. Me sentía débil. Me miraba como si ella fuera la cazadora y yo su presa. Pero a la vez, con una ternura increíble. Sus ojos sonreían a la par de sus labios. No sé si quería disparar pero lo estaba haciendo. Voluntaria o involuntariamente estaba llenando de balas mi corazoncito.
_ Me estás poniendo nerviosa_ dije, y su sonrisa aumentó notablemente.
     Con un dedo en mis labios me calló.
_ ¿Oyes eso?
_ ¿El qué?_ dije intentando afinar mis sentidos pero su respiración levemente agitada me distraía.
_ Es el ruido de los platos.
_ ¿Y eso significa...?
_  Que es hora de comer_ dijo mirándose el reloj.
_ Muero de hambre_ dije levantándome tan aprisa que casi se me cae la toalla.
     Mis manos se abalanzaron rápidamente a la toalla que estaba a punto de abrirse y dejar mis vergüenzas al aire y a lo que es peor, a la vista de Emma.
     Ella se sonrojó y me miró divertida.
_ Casi me muestras tus virtudes eh.
_ Que sepas_ dije terminando de acomodarme la toalla_ soy mucho más que una cara bonita._ Y justo antes de cerrar la puerta del baño le saqué la lengua.
     Con las prisas y los nervios de la bendita toalla se me olvidó coger ropa...
_ Mierda_ dije inconscientemente.
_ ¿Qué paso?
_ ¿Me haces un favor?
_ Uy así desnudita y en toalla el que quieras_ dijo con un tono entre gracioso y picante que me desarmó._ ¿Qué hago?_ volvió a preguntar ante la ausencia de respuesta.
_ Me acabo de dar cuenta que no cogí ropa, pero no te preocupes, salgo de nuevo, total...
_ No te preocupes yo te la doy_ dijo poniéndose en pie y dirigiéndose al armario.
     Al salir del baño, Emma estaba con las puertas del armario de par en par.
_ ¿Qué haces ahí?
_ Pues es donde la gente normal guarda su ropa
_ Pues no eres tú la que dices que soy especial_ dije mientras abría una maleta de ropa que tenía guardada junto la cama.
_ No imaginé que tanto... ¿qué temes a que alguien te robe tu ropa interior?_ dijo cogiendo una de mis bragas y poniéndoselas en la cabeza.
_ Esa son las sucias_ mentí  divertida.
     Su reacción fue instantánea, se las quitó y las lanzó hacía la ventana del dormitorio con tan mala suerte que salió a la calle.
_ Era broma mujer_ dije asomándome rápidamente a la ventana.
     Un hombre las tenía en sus manos, agarradas con dos dedos como si estuvieran apestadas y miraba hacía la ventana, rápidamente me agaché y tiré de ella que no paraba de reírse.
_ No es divertido, casi le estampas mi ropa interior a un hombre en la cara.
     Cuanto más le recriminaba, más divertida parecía la situación y más se reía Emma. Su risa se volvió tan contagiosa que acabamos las dos sentadas en el suelo sin parar de reírnos.
     Ella me miró y yo la miré, y ambas dejamos de reírnos de apoco.
_ Me debes unas bragas nuevas, que lo sepas.
     Ella solo sonreía y me miraba.
_ Me lo paso muy bien contigo_ dijo al fin.
_ Y yo contigo_ sonreí.
     El ambiente daba pie a que en cualquier momento nos besáramos. Era lo que quería, aunque no fuera lo que debía. Esa chica en dos días había conseguido mucho más que nadie. Tenía plena confianza en ella, sentía que no me iba a fallar nunca, era divertida, cariñosa, tenía esa chispa y me hacía sentir bien, tan bien, que cuando estaba con ella, se me olvidaba todo, de donde venía y hacía donde iría. Era como si en sus ojos se detuviera el tiempo... ¿a esto llamarán amor?
     La puerta sonó de repente rompiendo el momento.
_ Adelante.
_ Es hora de cenar_ dijo la señora asomándose por la puerta.
_ Ya vamos_ dijo Emma levantándose de un salto.
_ Por cierto_ dijo mostrando unas bragas_ Un hombre las ha traído, dice que salieron de esta ventana y acabaron como peluca... no quiero saber ni el cómo, ni el por qué_ dijo divertida_ solo dime donde las compraste para no ir a esa tienda, es lo más anti-sexys que he visto en mi vida...
     Al contrarío de sentirme ofendida, ese comentario me fue divertido, e hizo que las tres nos riéramos por unos segundos.
     Emma salió con la señora y yo me quedé vistiéndome. Al fin comería algo más que la insípida comida del hospital. Estaba muerta de hambre.

  Capítulo 11
_ Estoy llena, no no, super llena, tremendamente llena, llama a una grúa para que me dé la vuelta por favor..._ dije tumbada en mi cama mirando al techo de la habitación.
_ ¿Perdón? No te he oído, creo que tengo arroz tapándome los oídos.
     Por un momento nos miramos y reímos a la vez de tanta exageración junta.
_ Tengo ganas de dar un paseo._ dije al fin cuando acabaron las risas.
_ ¿A dónde quieres ir?
_ No sé, a ningún sitio en concreto, solo quiero salir y caminar.
_ Y eso que solo has estado un día en el hospital.
_ Soy un alma libre como el viento.
     Cuando miré hacía al lado, al no obtener respuesta, me la encontré mirándome sonriendo.
_ ¿De qué te ríes?
_ No me rio_ dijo fijando sus hermosos ojos en los míos_ sonrío.
_ Y... ¿por qué sonríes?
_ No sé.
_ ¿No sabes? ¿Qué respuesta es esa para alguien que siempre tiene respuesta para todo?
_ Me descuadras.
_ ¿Yo? ¿Qué hago?
_ Me miras...
     Me estaba volviendo loca por rosar esos labios, por perderme en su boca, por sentir el sabor de sus besos... Pero me sentía petrificada, y no hacía nada, solo mirarla... Me sentía como un niño pequeño al que le han dado un regalo, el cual no sabe si abrir para descubrir que hay dentro o dejarlo ahí, así, lleno de sorpresas, y teme abrirlo... en mi caso no por descubrir que sus besos no me gustaran, mi miedo era muy distinto.
     Tenía miedo de ser rechazada, de acabar con todo lo que teníamos, todo eso era más grande que el deseo de besarla.
     Ella permanecía inmóvil, mirándome, con mirada fija en mis ojos. Su sonrisa se borraba a la par que el tiempo pasaba y no veía reacción en mí... ¿a qué está esperando? ¿La beso?
     Llevé inconscientemente mi mano izquierda hacía su mejilla, cerré los ojos y la acaricié, esperando a que esa caricia diera comienzo a todo.
     El suave tacto de su piel bajo mis dedos hizo que me estremeciera y que a las ganas de besarla y el deseo contenido, se le sumaran unas ansias locas por saber que estaba pensando en aquel momento. La frase que tantas veces durante el día había repetido en mi cabeza se estaba desvaneciendo a la par que este deseo crecía.
_ ¿No lo piensas hacer nunca?_ dijo al fin.
_ ¿El qué?_ pregunté, aunque realmente, ya sabía la respuesta.
     Quería que ella diera el paso para saber que no me estaba equivocando, que no la perdería después por una tonta confusión...
_ Besarme.
     Abrí los ojos y los suyos me estaban mirando. Ya había parado de acariciar su mejilla y la dirigí inconscientemente hacía su cuello, quería palpar aquella realidad que parecía incierta, que parecía un sueño. Acerqué mis labios a los suyos y la besé.

 Capítulo 12
     ¿Cómo pasó? Aún estoy asumiéndolo... la besé sí, y aun siento en mi estómago el aleteo de las mariposas aunque ya hace rato que ella se marchó. Tenía que irse a la escuela, pero no se fue sin mi beso, no dejaría que se hubiese ido sin él.
     Aún estoy ensimismada en aquella sonrisa después del beso, en como acariciaba mis manos, en como jugaba con mis dedos cuando la abracé después, en ese abrazo fugaz que duró toda la noche… Era la primera vez que dormía con otra chica, y era Emma… Solo nos besamos, nos abrazamos, hablamos y dormimos, pero fue perfecto.
      Esto debe ser a lo que llaman amor sin ninguna duda, haber estado con ella todo el día y querer más, a extrañarla aunque haga segundos que se haya marchado... yo la echo de menos desde que salió por la puerta de mi habitación y aún siento ese nudo en la garganta... y todo en tres días… en tres efímeros días que pasaron sin que me diera apenas cuenta.
      Esa niña me ha hecho sentir tanto en tan poco tiempo, lo que nunca nadie me había hecho sentir. No podría decir que la amo... ¿o sí?... no, definitivamente no puedo amarla aún, pero si quiero que esté conmigo, que no se valla... y sobre todo, por nada del mundo lastimarla.
      Un repique en la puerta hace que salga de mis cavilaciones.
_ Adelante.
_ ¿Puedo pasar?
_ Por supuesto señora, es su casa_ dije sonriendo.
_ Gracias_ dijo devolviéndome una sonrisa apagada_ Tengo algo para ti.
_ ¿Para mí?_ dijo ofreciéndome un sobre.
      ¿Quién me va a mandar un sobre? Nadie sabe que estoy aquí, bueno, nadie que conozca o a la que le importe tanto como para enviarme una carta...
_ ¿De quién es?_ dije agarrándolo y viendo que no tenía remitente.
     Fuera de quien fuera debió haberlo entregado en mano.
_ De la detective  Kowalczuk.
     Yo miré a la señora extrañada... un sobre de la detective. ¿Tendría información de mi madre aquel sobre?
_ Usted sabe... ¿qué contiene?
     La señora me miró con mirada triste, por supuesto que sabía que decía el sobre...
_ Tú solo léelo, no hay mucho tiempo.
     ¿Mucho tiempo para qué?
      Bajé la mirada hacía carta y la abrí desconfiada... ¿qué podía ser?
     “Ha sido seleccionada por el programa de protección oficial de menores. Por su seguridad y la que les rodea se le prohíbe hablar de esta información con nadie. Debe estar listo antes de las 20:00 de este mismo día, donde se procederá a su recogida en su domicilio o lugar de residencia actual.”
_ No necesito huir, ya no_ dije mirando a la señora_ No hay nadie que me persiga, ni que me maltrate, este es mi nuevo hogar, con Emma y con usted...
     Tenía un nudo en la garganta que apenas me dejaba hablar... me iban a apartar de ella ahora que todo iba bien... ahora...
_ No hay de otra_ dijo abriendo el armario y comprobando que no había ropa en él_ ¿Y tu ropa?_ dijo justo antes de ver la mochila.
     Se acercó a ella dispuesta a cogerla.
_ No puedo marcharme, ¿es que no lo entiende?_ dije poniéndome entre la señora y mi maleta.
_ Es por tu seguridad.
_ ¿Por mi seguridad?, me portaré bien, no volveré a cortarme, lo prometo, empezaré la escuela en unos días y estudiaré mucho, pero por favor no me eche.
     Mis lágrimas estaban deseando salir, al contrario de mi voz, que cada vez me era más y más complicado  articular palabra.
_ Ha despertado.
_ ¿Y qué? Enciérrenlo... tienen pruebas de que me maltrataba.
_ No es tan fácil.
_ ¿Por qué? Ya me vio un doctor y vio los golpes en mi cuerpo.
     No dejaba de seguir por toda la habitación a la señora haciéndole preguntas que dieran una respuesta conclusa al por qué debía de dejar el paraíso cuando recién estaba disfrutando de él.
     Acongojada, dolida, y con un dolor en el corazón que apenas me mantenía en pie.
     Cansada de mi persecución la señora se sentó en la cama, con las manos en la cara y con gesto de una afligida resignación... estaba a punto de contarme algo que no quería decirme.
_ Porque te haces cortes.
_ ¿Cómo? ¿Qué tiene que ver eso?
_ Te haces daño a ti misma... mira_ dijo mirándome por primera vez desde que entró en la habitación directo a los ojos_ cabe la posibilidad de que el juez le devuelva la custodia a tu padre, ya que puede alegar que tienes problemas y que esos golpes son auto infringidos o que fueron frutos de intentar controlarte en un arranque de locura o algo así.
_ ¡No estoy loca joder! ¡Que me lleven a un psicólogo si hace falta!
_ Sí, pero cabe la posibilidad que mientras tanto sea él el que tenga la custoria, ¿estás segura de que quieres arriesgarte a volver?
_ ¿Y una mierda auto infringidos!..._ dije intentando respirar profundo tragándome mis lágrimas.
_ Lo sé, pero es tu la palabra contra la de él, la detective no ha podido encontrar a nadie que testifique contra él, y tu sin embargo...
_ ¿Mi currículo no?
     Ella asintió sin decir nada más...
     Para estas alturas yo ya no podía dejar de llorar, me iba, de nuevo sola, y ahora para colmo, también lejos de ella.
_ Prométame que le dirá a Emma el por qué me fui.
_ No puedo hacer eso.
_ Prométamelo, por favor_ dije agarrando sus manos y buscando que sus ojos se enfocaran en los míos_ necesito que sepa que no  la he abandonado, y que volveré a por ella en cuanto esto se calme, en cuanto pueda volver.
 _ Te lo prometo.
     
 Capítulo 13
_ ¿No vas a decir nada?
     Ni siquiera podía mirarla a la cara sin volver a llorar, así que me resigné a ir todo el camino tragándome mis llantos y volcando mi mirada hacía el paisaje que se prestaba por mi ventana.
_ Llevas todo el camino muy callada_ insistía la detective_ Sé que no es lo que querías... pero no hubo de otra.
_ Huir siempre es la única opción...
_ No pienses eso.
_ ¿Y qué debo pensar?
     Hablaba sin ganas ya de nada, sin fuerzas. Todo lo llorado anteriormente me había dejado así...
_ Que se hará justicia.
_ ¿Cuándo se hará justicia?_ No respondió_ Nunca hay justicia para mí.
_ Piensa que así podrás empezar una nueva vida, lejos de todos.
_ ¿Y qué pasa con lo que yo quiero? ¿Qué pasa si yo ya había iniciado una nueva vida? ¿Cuántas nuevas vidas voy a tener que iniciar para que se me conceda el gusto de quedarme en una?
_ Tu seguridad es más importante que lo que tú quieres.
_ Siempre todo es más importante que lo que yo quiero... a nadie le importa, de hecho, lo que yo quiero.
_ A mí me importa...
     Sin decir nada más, alargó su mano bajo su asiento y sacó un sobre grande de debajo de él.
_ ¿Qué es esto? ¿Mi nueva identidad?
_ Ábrelo_ fue lo único que dijo.
     Al abrirlo se calló al suelo una foto, me apresuré en cogerla cuando vi quien estaba reflejada en ella...
_ Esta... esta... es mi madre.
     No podía creérmelo, era ella. Mucho más cambiada que la última vez que la vi. Llevaba el pelo corto y despeinado. Estaba más delgada y aunque no se viera con claridad se distinguía una sonrisa.
_ Cómo... cuando... ¿De dónde la has sacado?_ Conseguí decir al final.
     Tenía tantas preguntas ahora mismo en mi cabeza que se apelotonaban y no me dejaban hablar con claridad.
_ Sabía que te gustarían.
_ ¿Son actuales? ¿Allí es a dónde voy? ¿Con ella?
_ No... Realmente no.
_ ¿A dónde me llevas entonces?
_ No sabemos exactamente dónde está tu madre. El FBI tiene un acuerdo con algunas redes sociales y nos permite comparar fotos con los perfiles de los usuarios.
_ ¿Estás diciendo que esta foto es de la red social de mi madre?
_ No exactamente. Esta foto está sacada del perfil de otra persona aparentemente ajena a tu madre. En esta foto, ella aparecía en el fondo de la escena, obviamente ha sido recortada para proteger al usuario.
_ ¿Entonces? ¿Qué hago con esto?_ Dije levantando el sobre_ Si ustedes no la habéis podido encontrar.
_ No la hemos buscado.
_ ¿Y esto?
_ Mira óyeme bien lo que te voy a decir_ dijo deteniendo el coche en el arcén para mirarme directamente a los ojos_ Yo hice esto totalmente fuera de las bases legales. Tengo totalmente prohibido buscar a personas que hayan estado bajo protección y hayan sido trasladadas a un lugar más seguro. No puedes decirle a nadie que yo te he dado eso ¿entendido?_ Yo asentí_ Solo puedo decirte que tu madre está o ha estado en la ciudad a donde te voy a llevar, es donde ha sido sacada esa foto.
_ ¿Y si estaba de vacaciones? ¿Y si no vive allí?
_ Es lo único que he podido hacer para ayudarte_ volvió a dirigirse hacia la carretera saliendo del arcén._ Ahora solo depende de ti encontrarla.
     Tenía un montón de papeles en la mano, con direcciones, fechas, fotos y nombres... No sabía por donde debería empezar.
_ ¿Dónde viviré?
_ Vivirás en un pequeño apartamento para ti sola. Como podrás comprobar en el fondo del sobre encontrarás dinero.
     Metí la mano en el fondo del sobre y saqué unos 1000 euros en billetes de 50.
_ ¿Qué se supone que debo hacer con esto?
_ Sobrevivir hasta que encierren a tu padre.
_ ¿Vendrás a buscarme luego?
_ Si no has encontrado a tu madre sí, siempre que quieras claro.
     Sonreí ante ese último comentario.
_ Gracias_ dije abrazándola.
     Mi gesto nos causó un volantuzo.
_ No me des las gracias y encuéntrala ¿vale?
_ ¿Y qué pasará si no quiere verme? ¿Si ha rehecho su vida y quiere dejar todo atrás?
_ No se puede dejar en el pasado algo que forma parte de ti_ sonrió_ Abre la guantera del coche y coge un plano que hay, no me dio tiempo de metértelo en el sobre.
_ ¿Por qué haces todo esto?
_ Porque te mereces ser feliz.

  Parte 2
Nueva identidad

 Capítulo 1
_ Y bien... ya sé fue la detective... ¿Y ahora qué hago?
     Miro todo a mí alrededor, todo desconocido, todo prácticamente vacío, sin alma, sin vida... y de nuevo sola.
     Me dejo caer sobre el sofá de la pequeña sala y observo con más detenimiento el pequeño apartamento. No tiene dormitorio, son solo dos estancias. El baño, que a pesar de ser pequeño está bastante cuidado y limpio, y la cocina-salón-comedor.
_ Supongo que eres un sofá cama_ digo palpándolo por abajo por si encuentro alguna forma de abrirlo
Parece que solo es un sofá grande y mullido.
_No se puede convertir en cama, pero al menos quepo estirada_ digo estirando los brazos midiéndolo.
     Me recuesto en el sofá y miro al techo...
_ Así que a esto es a lo que llaman vida nueva...
     Miró hacia el lado y vuelvo a ver el sobre que me dio la detective. Le eche un vistazo en el coche y vi fotos, fechas y direcciones, era ya el momento de ver todo con claridad.
     Me reincorporo, agarro el sobre y lo vacío en la mesa. Lo primero que llama mi atención es otro sobre más pequeño. Lo abro y encuentro dentro del un carnet de identidad nuevo, con mi foto y otros datos que no son los míos.
_ No me jodas… ¿ahora me llamó Celeste?_ dije sonriendo sarcásticamente.
    Dentro del sobre había también una carta de la detective kowalzuck.
“ Si estás leyendo esto es porque conseguí que salieras a tiempo, y me alegro. Supongo que ahora mismo no sabes muy bien el por qué de todo esto, algo sabrás seguro aunque le dije a la señora que no te dijera nada, la conozco, y a tu insistencia también. El motivo de esta carta no es más que el de explicarte. Tu padre ya salió del coma y reclama tu custodia. A pesar de que tenemos pruebas más que suficiente de que te golpeaba, el juez puede que las desestime, ya que el último informe médico que se tiene de ti es posterior al disparo y desgraciadamente, tu padre puede alegar que no te golpeaba y que los golpes te los hacías tu misma.
     Esta es la razón oficial por la que te sacamos, la extraoficial esta en el sobre grande que contenía este. Supongo ya abras echado un vistazo a todo. Hay fotos de tu madre, direcciones y fechas, son las únicas que he podido encontrar en el poco tiempo que he tenido. Y si te lo preguntas no, no he encontrado a tu madre. Estas fotos son sacadas de perfiles de usuarios. Tenemos un acuerdo con las redes sociales y nos permiten comparar rostros a partir de un programa de puntos. Tu madre no tiene ninguna red social, por lo que sólo he podido encontrar fotos en los que ella estuviera en un segundo plano. A pesar de que esto no nos asegura de que viva en los sitios donde se hicieron las fotos, es la prueba que más nos acerca a su paradero.
     Espero haberte ayudado, he echó todo lo que estaba en mi mano, se que la encontrarás, confió en ti.
     Estaremos en contacto, te deje un teléfono móvil, no llames a nadie más que no sea a mí y no des este número a nadie, el mío está guardado en el aparato.
     Por último, por tu seguridad tendrás una nueva identidad, y deberás asistir al instituto cada día, has amigos y no te metas en líos.
     Suerte con tu búsqueda, nos mantendremos en contacto.”
     Respire profundo después de leer la extensa carta, muchas de las cosas que ponía ya las conocía, pero supongo que cuando la escribió no sabía qué era lo que le daría tiempo a explicarme.
     Solté la carta y mire el batiburrillo de papeles que tenía sobre la mesa. La volví a coger y la extendí sobre el mueble, y sobre ella puse el fajo de billetes que me había dejado, el teléfono móvil y el dni. Detrás de la mayoría de las fotos estaba escrita la fecha y la dirección. Había como veinte fotos de las cuales siete estaban con el reverso blanco.
     Le dedique un tiempo considerable a verla en cada una de las fotos… había pasado mucho tiempo y había detalles de ella que había olvidado completamente. Como el sonido de su risa, el olor de su pelo, el timbre de su voz, en si sólo había tenido una vieja foto para ponerle rostro y unos vagos recuerdos se dedicaban a darle alma.
     Solté todo lo que tenía en las manos, respire profundo intentando que la aflicción que sentía por verla de nuevo no liberara mis lágrimas y dude por un momento en que hacer con todo esos datos desordenados que tenía ahora.
     Agarre el plano, lo extendí en el suelo y empecé a buscar la primera dirección que hallé en una de las fotos, y así hice hasta que todas las fotos con dirección estaban sobre él. No me dejaban ver nada, se pisaban entre ellas y ocultaban demasiado. Debía señalarlas con algo. Mire a mi alrededor y no encontré nada. Rebusque entre los cajones de la cocina y ni atisbo de cómo marcarlas… debía salir a comprar lápices, gomas, y demás. Ahora tendría que ir a la escuela y fingir que era una niña normal y corriente.
     Dirigí mi mirada hacia la mochila.
_ Una persona normal y corriente_ los ojos se me llenaron de lágrimas de repente.
     Había olvidado por un momento todo lo que acababa de dejar atrás, incluida la persona que en dos días había revolucionado mi vida y me había echó sentir especial…
     No dejaba de llorar a la par que sacaba la poca ropa que tenía de mi maleta.
_ Si me vieras ahora_ dije limpiando mis lágrimas_ llenando los cajones de ropa… como una persona normal.
    Intentaba redirigir mi vida, pero a qué precio… cuantas personas debía de perder en el camino para llegar a ser feliz alguna vez…
     Cerré el cajón y mire hacia la mesa, y mentalmente hice una lista con las cosas que debería comprar, desde lápices, maletas y comida, hasta champú, gel y otras cosas para limpiar la casa.
     Mi estómago estaba rugiendo ya. Era hora de cenar y en los armarios y la nevera no había absolutamente nada que poder llevar a la boca. Faltaba poco para que las tiendas cerraran, así que debía darme prisa en salir. Sobre todo, porque no sabía que tan lejos podría estar la tienda más cercana.
     Cogí unos pares de billetes del fajo y me dispuse a salir, pero antes de que diera un paso fuera de la casa el teléfono móvil que estaba sobre la mesa sonó.
_ Buenas noches Celeste.
_ Se equivocó usted de número, lo siento.
_Soy la detective_ oí justo cuando iba a colgar.
    Había olvidado mi nuevo nombre. Su voz se oía tan distorsionada por aquel teléfono que al principio no había sido capaz de reconocerla.
_ Casi le cuelgo.
_ Debes acostumbrarte a responder a ese nombre.
_ No va para nada conmigo…
_ Mi madre se llamaba Celeste, era fuerte y luchadora, ¿Qué es  lo que no te concuerda?
     No supe que contestar… y opte por no hacerlo.
_ ¿Ya te has instalado?
_No es que tuviera mucho que desempaquetar.
_ ¿Viste lo del sobre?
_ Si, ya vi todo y tengo una ligera idea de por dónde voy a comenzar.
_ Sabía que encontrarías el modo.
     Mi estómago rugió de nuevo.
_ Detective, debo dejarla, tengo que encontrar un lugar para comprar algo de comer.
_ Hay una pequeña tienda de alimentación en la esquina de la manzana. Espero que pronto te adecues a esa ciudad.
_ Yo espero, en cambio, encontrar a mi madre y volver.
_ Sé que lo harás, te dejó para que salgas. No te olvides de como volver a casa.
_ Sabré arreglármelas. Gracias por todo.
_ Agradécemelo cuando encuentres a tu madre.
     La detective colgó el teléfono y sonreí ante la idea de encontrarla. Puede que sea la primera vez desde que entre en el coche de la detective que tengo las ideas claras, que se que hacer y que soy capaz de creer que puedo llegar a hacerlo.
     Mire el reloj del móvil, lo guarde y salí en busca de la compra.

 Capítulo 2
     Son casi las doce de la noche, y a pesar de que estoy cansada no logró conciliar el sueño… y es que fue tan largo el día de hoy que parecía que nunca iba a llegar a su fin. El viaje, las sorpresas, las emociones,… todo lo que parecía ir bien, siempre acaba por terminar mal para mí.
     Me siento a veces como si estuviera en la orilla de una playa, descalza, con los pies en el agua por la altura de las rodillas, sintiendo las olas que chocan con mi cuerpo, sintiendo los granos de arena moverse bajo mis pies con cada estampida, enterrándome y alejándome a la vez de la orilla, atrayéndome  hacía el fondo, hacía la inmensidad del océano. En ocasiones me siento bien, me siento segura, cierro los ojos y me siento anclada, mecida por el arrullo de la corriente, pero cuando los abro, me veo con el agua al cuello… Y solo me queda escapar, soltar mis pies del suelo y volver a la playa.
     Tal vez sea porque no consigo quitarme de la cabeza la idea de que no le hayan dado mi mensaje a Emma, de que esté pensando lo peor de mí, que la haya abandonado o no sé, mil cosas que se le podrían estar pasando por la mente en esa fantasiosa cabecita. Desgraciadamente  no tengo ninguna forma de comunicarme con ella. Ni teléfono, ni redes sociales, ni siquiera puedo escribirle una carta porque no sé a qué dirección mandársela. Eres mi sirena, Emma, dentro de este océano en el que estoy atrapada.
_ Dame oxígeno de nuevo, que siento que me ahogo._ dije cerrando los ojos por un momento e intentando recrear su imagen para volver a verla de nuevo.
      Fueron cinco días muy intensos, demasiado intensos, creo que no tengo mala suerte, es ella la que me tiene a mí.
_ Decías que todo empezaría a ir bien para mí_ sonreí_ y te creí, quise creerte.
     Mi vida es de película, de esas que no crees que pueda irle tan mal a nadie, de esas que esperas un final feliz para la protagonista, un final feliz que se hace esperar y desear, de esos que cuando va viento en popa, aparece un iceberg y el barco se hunde. Tal vez debería plantearme la idea de convertirla en libro algún día y que al menos este maldito gafe que me persigue me sirva para algo.
     Miro mi reloj y solo son las tres de la madrugada, aún queda mucha noche… ¿Qué hago? ¿Me levanto y me pongo a ordenar mis ideas en papel? ¿O intento dormir? Creo que la respuesta era obvia después de horas acurrucada a una manta con los ojos como platos.
     Me levanté, encendí la luz y miré los papeles que había sobre la mesa. No había movido nada desde la llamada de la detective justo antes de ir a hacer la compra.
     Agarro el mapa que me dio, lo sujeto con cuatro chinchetas a la pared y comienzo a rodear cada dirección de cada foto mientras que éstas, las pongo también en la pared, esta vez pegadas con cinta aislante. Son las únicas fotos que tengo de ella por ahora, no quiero agujerearlas.
     Me quedan siete fotos, en siete lugares desconocidos, la pregunta es ¿estarían estos lugares en esta ciudad? Si no era así, podría significar que mi madre no estaba allí. Debía recorrer la ciudad, cada avenida, plaza, calle o incluso el más recóndito callejón, porque allí podría haber estado ella, y era la única pista que tenía para encontrarla.
     Miré de nuevo el reloj y en dos horas tenía que estar alistándome para ir a la escuela. No tenía sueño, pero mi cuerpo estaba cansado, me dolían músculos que no sabía que tenía, sentía una presión en la cabeza que parecía que en cualquier momento estallaría y mi cerebro, en cachitos, sería la próxima decoración abstracta que contuvieran las paredes de la habitación.
     Me dirigí al baño, abrí el grifo y agarré agua para lanzarla directamente en mi sien.
     El reflejo del espejo se quedó por un momento anclado en mi retina, pelo despeinado, torso descubierto y ojos cansado. Misma imagen en distintos escenarios.
     Ya no veo la fe, veo ojeras, ya no hay luz tras mis ojos, solo cansancio, dolor y ganas de mandarlo todo a tomar por culo.
     Me recreo con la mirada en las vendas que recorren mis brazos, que cubren gran parte de mis extremidades…
     La soledad es un monstruo muy fuerte, incluso para aquellos que estamos acostumbrados a estar solo. Nos susurra al oído, nos persigue y nos miente. Nos dice que siempre será así, lo repite una y otra vez, hasta que al final nos lo creemos. No somos raros, somos incomprendidos, no odiamos la vida, la amamos de forma diferente a los demás, y aunque pretendamos aparentar ser fuertes ante los insultos, el monstruo invisible los guarda y nos lo recuerda cuando más daño nos hace recordarlos…
     No voy a caer en la tentación de nuevo, aunque extraño la adrenalina que me hacía sentir, aunque me duele este silencio que desde hace horas volvió, prefiero esto a los gritos, a los llantos, sé que no estoy sola, que alguien que me quiere siempre está conmigo.


     Hay tantas lágrimas escondidas tras aquellos que callamos, que sonreímos, que nos evadimos de la vida tras el silencio… ¿Tanta diferencia hay entre el que llora a solas y sonríe en compañía?
     La gente piensa que son fuertes, que las lágrimas les muestra débiles, indefensos, y la tortuosa verdad es que lo que verdaderamente te da fuerzas es saber que puedes contar tus problemas, superarlos y no sufrir a solas aquello que también a solas pretenden superar. Las palabras nos dan la libertad que el silencio calla.
     No nos hace fuertes el superar los problemas solos, porque lo que nos da fuerzas para superarlos es saber que siempre puedes contar con alguien.
    Cada herida que veo en el reflejo, cada herida que dibuja mi cuerpo, cuenta una historia, un problema que logró superarme a tal extremo que dejó su marca. Son como tinta imborrable que recorren mi cuerpo… No me definen, no dicen quien soy, pero sí como llegué a serlo.
     Me vuelvo al sofá, miro la hora y son casi las cinco. A dos horas de levantarme para mi primer día de clase mi cuerpo al fin se siente con la suficiente escasez de fuerza como para quedarme dormida. Cierro los ojos, me aferro a las mantas, y rezo por que estas horas duren más de lo estimado.

 Capitulo 3
     Aún no sé qué hago aquí, me siento desubicada totalmente. Todo está lleno de gente feliz que habla, ríen, y corretean de un lado para el otro. Cuanto hubiese dado por tener la infancia de cualquiera de ellos, por poder reír sin más preocupaciones que la de las tareas extraescolares. Pero no busco compasión ni mucho menos, y menos la compasión de unos desconocidos.
     Es hora de volver a sacar del baúl de los recuerdos aquellas sonrisas que solo pudo encontrar Emma, y volcarlas entre la multitud. No puedo fallar, debo pero no debo ser yo a la vez. Va a ser difícil, pero no puede ser imposible ser alguien normal e intentar encajar sin ocultar quien soy.
      No es que mi experiencia en la escuela haya sido mala… de echo creo que aprendí mucho de mi antigua profesora. Tal vez no cultura, matemáticas o ciencias, pero me hizo ser mejor persona. Supongo que aunque no se dediquen a eso, los profesores de verdad lo llevan en la sangre. Son aquellos de vocación de los que más aprendemos.
     No sabría cómo explicarlo, pero recuerdo una vez que no fue sólo lo que dijo sino la pasión con la que lo dijo, se me retorcieron las entrañas cuando contó que de aquel que se burlaban cada halloween porque se disfrazaba de princesa era en honor de su hija, que murió de cáncer cuando tenía nueve años, que aquel de la entrada del colegio que se tumbaba en el suelo cada vez que decían cuerpo a tierra lo hacía porque fueron las últimas palabras de su madre antes de que una bomba estallara en su casa y acabará con ella y con dos de sus hermanas. Que a diferencia de los que muchos creían, los que luchan en las guerras por su país no son héroes, que más héroes eran todos aquellos inocentes cuyas vidas habían sido avasalladas por las balas, todos aquellos que habían perdido sus casas y hogares por huir con sus familias y todos aquellos que habían caído sin merecerlo eran más héroes que los que habían ido a luchar, empuñando un arma, o lanzando bombas, que si no existieran estos, habría muchos más héroes en pie de los que hay bajo tierra. Nos dijo que crecer no conlleva cumplir años, tener responsabilidades, hijos o un trabajo, que creceríamos en el momento que fuéramos capaces de empatizar, de saber reconocer a las personas no por su apariencia, su físico o su dinero, sino en lo que nos aportan como persona y aportarle siempre más de lo que ellos nos ofrecen. La clase se enmudeció y creó que todos crecimos un poco aquella mañana. Nadie volvió a burlarse en halloween y hubo quien le daba flores junto a las golosinas, y aquel que se tumbaba en el suelo fue llamado héroe y nadie más volvió a decir aquella frase en su presencia.
_ ¿Eres nueva?_ Oigo a mis espaldas devolviéndome a la realidad de donde me encontraba.
_ Si_ dije volviéndome.
_ Ya decía yo que no te había visto por aquí.
     Un chaval de más o menos mi edad se acercaba a mí con una sonrisa enorme y blanca. Tenía el cabello rubio como un campo de trigo y los ojos más azules que jamás había visto. Pero a pesar de que tenía todas las papeletas de ser extranjero, su perfecto acento español me despistaba un poco.
_ ¿De dónde eres?
_ Ahora soy de aquí_ dije devolviéndole la sonrisa.
_ Me llamo Lucas_ dijo estampándome dos besos en las mejillas que sinceramente me cogió de improvisto.
_ Yo me llamo Celi.
_ ¿De Celia?
_ No… de Celeste.
_ Es mucho más bonito_ dijo coqueteando.
     Ay chaval, si supieras que no tienes nada que hacer conmigo… Me pregunto si se acercaría tan amablemente si supiera que tenemos más en común de lo que imagina.
_ Ya…_ Sonreí intentando ser lo menos cortante posible_ ¿Sabes dónde está la clase de tercero?
_ Pues a esa misma voy yo_ su sonrisa se incrementó visiblemente._ Ven te indico el camino antes de que se nos haga más tarde.
     Yo le seguí por los pasillos del colegio, intentaba visualizar todo para no llevarme ninguna sorpresa de lo que podría llegar a encontrarme allí. Sobre todo tendría que tener especial cuidado con las personas… los niños son muy crueles cuando quieren, y los que más lo sufrimos son los que somos diferentes… Llámalo miedo, desconocimiento, o falta de empatía, pero son incapaces de darse cuenta por sí mismos en el daño que son capaces de hacer.
      Los pasillos eran largos y anchos, a pesar de que había mucha gente aún había espacio para que algunos de los primeros años pasaran corriendo sin atropellar a nadie.
_ Ya hemos llegado, esta es nuestra clase.
     Un cartel en la puerta con el título de 3º, disipaba todas las dudas latentes de que aquel chaval me estuviese gastando una novatada. Soy desconfiada por naturaleza.
_ ¡Lucas!_ Una voz femenina lo llamaba desde el fondo de la clase.
_ Es mi novia, ven, que te presento.
     ¿Novia? No sé si estaba ligando conmigo o se comportaba así con todas, pero de seguro tendría más de una discusión con su novia si era tan cariñoso con todas las desconocidas que se cruzaban en su camino.
_ Ella es Celi_ le dijo refiriéndose a mí_ Es nueva, la acompañé hasta acá.
_ Hola Celi_ dijo una cara curiosa que se asomaba por la derecha de Lucas, aún de espalda.
     Lucas se apartó y apareció una joven risueña. Tenía el pelo castaño, rizado y recogido en una coleta alta. Estaba a mi gusto excesivamente maquillada para venir al colegio. Pero así son las adolescentes de hoy en día supongo, gracias a dios no soy la típica adolescente.
_ Hola_ respondí a secas, pues aún no sabía su nombre_ ¿Tu nombre es?
_ ¡Ay! Perdón_ respondió efusivamente dándome dos fuertes besos en la mejilla_ mi nombre es Camila.
_ Encantada de conocerte Camila_ dije sonriendo.
_ ¿De dónde eres?
_ Pues ahora de aquí_ Contestó él divertido, y ella lo miró con cara de “obvio”.
_ Pues no tengo un sitio verdaderamente, soy de acá y de allá, mis padres siempre están viajando.
_ ¿Por alguna razón concreta?
_ Trabajo_ fue lo primero que se me ocurrió.
     No estaba preparada para tantas preguntas.
_ ¿En qué trabajan tus padres?
_ Mi padre es…
     Justo antes de que me quedara sin palabras dos chicas llegaron y me interrumpieron.
_ ¿A qué no sabes a quién he visto en la puerta?_ dijo una de ellas.
     Al verme se quedaron calladas y me escrutaron con la mirada de arriba abajo.
_ Es Celi_ Contestó Camila finalmente_ es nueva.
     Una de las chicas era alta y morena, con rasgos africanos. Tenía el pelo rizado y peinada a lo afro. Y la otra era todo lo contrario, bajita, pelo rubio y ojos celestes, y se parecía ciertamente a Lucas.
_ Ella es Tania_ dijo señalando a la morena_ Y ella es Mara, la hermana de Lucas, hermana gemela_ Me susurró esto último al oído.
     Después de intercambiar besos con ambas, me ofrecieron un asiento junto a ellas y Lucas se fue a sentarse con unos cuantos chicos a un extremo de la clase.
     Hablaron de trivialidades a las que yo me mantenía al margen, la verdad no me interesaba los amores veraniegos de ellas y menos de gente a la que no conocía, aunque intentaban explicármelo, nunca he sido niña de cotilleos. Yo no me meto en la vida de nadie y no me gusta que nadie se meta en la mía. A pesar de esto, intentaba prestar interés, si quería encajar tenía que hacerlo.
_ ¿Y tú tienes novio?_ Dijo Tania devolviéndome a la Tierra.
_ ¿Yo?_ En ese momento sentí como toda la sangre se acumuló en mis mejillas.
_ No la molestes con tus preguntas_ Respondió Camila.
_ No le molesta ¿o sí?_ dijo refiriéndose a mí.
_ No_ contesté casi sin voz.
_ ¿Entonces?
     Sentía la mirada escrutadora de las tres. Nunca he ocultado mi sexualidad a nadie, tampoco nunca me había resultado un problema para nada, ¿entonces? ¿Por qué tenía esta necesidad ahora de callarla?
_ No tengo novio_ dije al fin.
_ ¿Pero si has estado alguna vez con un chico no?
_ Tampoco_ respondí al fin.
     Las tres se sonrieron.
_ Tenemos una virgen en el grupo chicas_ dijo Camila sonriente.
     En cierto modo no era virgen. Han pasado muchas chicas por mis brazos, para bien o para mal… Desde los trece años, cuando perdí mi virginidad en el garaje de Aurora, habrían pasado unas cinco chicas por mi cama, y otras tantas con las que no había pasado de besos. A pesar de todo, solo una había conseguido pasearse por las lindes de mis sentimientos… Emma.
_ No soy virgen_ respondí.
_ Masturbaciones no valen_ dijo Tania.
_ Me gustan las chicas_ dije al fin.
     Las tres se quedaron en silencio mirándose las unas a las otras y Mara sonrió.
_ Bienvenida al club_ dijo estrechándome su mano.
_ ¿A ti también?_ Pregunté.
     Ella solo señaló con la cabeza hacía la puerta del aula, desde donde la profesora, que acababa de entrar, nos miraba a todos mandándonos a callar con su sola presencia.
     Yo miré a Mara por un momento, ella me miró, sonrió y comenzó a escribir en su libreta.
     Fue la última vez que me miró durante toda la clase.

Capitulo 4
     Hoy fue un día muy raro, después de aquella primera conversación de bienvenida, no volví a hablar prácticamente con las chicas, ni con Lucas. Una vez que la profesora dio por finalizada la clase, se despidieron amablemente de mí y se fueron.
     Supongo que así son los primeros días de clases, llenos de sorpresas, de buenas intenciones y de primeros momentos. Creo que nos llevaremos bien, aunque claro, tan solo es el primer día.
     No estoy segura de lo que pasó exactamente en esa conversación. Si alguien, a parte de mí, salió del armario o si tan solo malinterprete una muestra de apoyo por su parte… creo que estoy empezando a darme cuenta, que nunca me doy cuenta de nada. Puede que sea un poco asperger, y que por eso no sepa identificar lo que la gente quiere decirme verdaderamente, o que las mujeres son muy complicadas, sería otra opción… creo que es la segunda la más acertada, siempre es la más acertada.
     De todos modos no estaba allí para ligar, ni para hacer amigas a expensas de lo que la detective opine, mi misión en esta ciudad es encontrar a mi madre.
     Me dirigí a la casa, el camino no era muy largo, estaba como a 30 min andando prácticamente en línea recta todo.
_ ¡Celi!_ Escuché que alguien me llamó por detrás.
     Cuando me volteé vi a Camila que se acercaba a mí a paso ligero.
_ Hola Camila_ Dije sonriendo_ ¿Vives por aquí?
     La verdad es que no quería entretenerme mucho, la profesora había mandado actividades de clase, y si quería hacer  en mi tarde una busca productiva debía hacerlas rápido y no perder el tiempo.
_ No_ dijo devolviéndome la sonrisa_ me desvié un poco para hablar contigo.
     Creo que mi cara reflejo lo curioso que me parecían sus palabras y sus actos para conmigo, porque rió fuertemente.
_ No te asustes_ dijo al fin_ Necesito hablar contigo sobre Mara.
_ ¿Sobre Mara?
     La verdad es que por unos momentos mi ego me llevó a pensar de que había conquistado a Mara con mi sola presencia… habría sido un amor a primera vista seguro, porque apenas habíamos intercambiado dos palabras y le habría pedido a su amiga que me pidiera una cita por ella.
_ Sí, le estamos preparando una fiesta de cumpleaños sorpresa.
_ ¿A ella y a Lucas?
_ No, solo a ella.
_ Pero son gemelos ¿verdad?
_ Sí, pero no viven juntos.
_ No entiendo nada.
_ Los papás de ellos se separaron hace como siete años más o menos, Lucas se fue con la mamá y Mara se fue con el papá.
_ ¿Y no celebran sus cumpleaños juntos?
_ Este año no, la mamá de Lucas le preparó un viaje a Londres de una semana.
_ ¿Sólo se lo regaló a Lucas?
_ Mara tiene claustrofobia, no me la imagino subida a un avión_ dijo sonriendo.
_ Pero hay pastillas que te duermen todo el camino.
_ No sé cuál es el plan de la madre_ dijo sonriendo_ pero te aseguro que a Mara no le hará ilusión ir a Londres.
_ ¿Y por qué no adelantáis la fiesta para celebrárselo a ambos?
_ Esa era la idea en un principio… pero Lucas se va esta tarde y nos dio la noticia al salir de clase, así que nos va a tocar hacérsela solo a Mara.
_ ¿Y qué puedo hacer yo?
_ Nada_ sonrió de nuevo_ Solo ven y pásatelo bien.
_ No sé si pueda asistir_ No puedo perder en tiempo en cumpleaños.
_ Anda ven, te lo pasarás bien, solo estaremos unos cuantos amigos en un bar escuchando música y bebiendo tranquilamente.
_ Mi mente había relacionado las palabras “fiesta sorpresa” con desfase total.
     Ella rió de nuevo.
_ ¿Vendrás entonces?
_ No creo, pero prometo pensarlo.
_ Yo ya he cumplido invitándote, sé que a Mara le encantará verte en la fiesta_ dijo mientras se alejaba hacía atrás lentamente_ Chao Celi.
_ Chao Camila.
    Me quedé mirándola hasta que desapareció por la esquina de la calle.
     ¿Qué habría querido decir con  “le encantará verte en la fiesta”? Era una chica muy linda, indudablemente esa Mara, y con esa sonrisa y esos ojos azules podría tener a la persona que quisiera a su lado…
_Tal vez valla a esa fiesta y me distraigo un poco.
    
Capitulo 5
     No me acostumbro a vivir sola. En  momentos así hasta este pequeño apartamento me parece enorme. No tengo con quien hablar pero sí a mucha gente a la que extrañar.
     No me gusta estar incomunicada, no saber cómo va todo con mi padre, cómo estará Emma.
_ ¿Qué estarás haciendo ahora?... Tengo muchas ganas de volver a verte.
     Me levanto del sofá, miro los cuadernos desordenados sobre la mesa, con la tarea ya acabada y dirijo finalmente mi mirada hacía la pared, hacía el mapa de mi tesoro. Intento hacer memoria para tachar el camino de la ciudad que ya hice. Aún no fui a ninguna de las calles por las que pasó mi madre, aún me quedan unas cuantas por encontrar.
_ ¿Dónde estarás mamá?
     Agarro el móvil, las llaves y me dispongo a salir, es hora de empezar la búsqueda. Agarro las fotos de los lugares que aún no encontrado y un bolígrafo y justo cuando estoy a punto de salir de nuevo mi teléfono suena. Tan inoportuna como siempre.
_ ¿Es usted detective?
_ Sí Celeste, buenos días, ¿cómo te encuentras hoy?
_ Pues podría estar mejor.
_ ¿Qué tal tu primer día de clase? ¿Duro? ¿Hiciste amigos?
_ Conocí a unos chicos muy amables, la verdad es que se me hizo ameno saber que no estaba totalmente sola_ Se hizo un breve silencio entre las dos y continué_ ¿Y qué tal van las cosas por allá?
_ Pues por el momento tu padre no ha conseguido nada, tengo miedo de que le puedan dar la custodia.
_ ¿No puedes alegar que no es mi padre?
_ Me temo que si no estás aquí no puedo utilizarlo en su contra. Necesitaríamos unas muestras de sangre de ambos.
_ ¿Y si voy? ¿O me viene a recoger? Solo por unas horas, y de camino me lleva a ver a Emma_ tras decir esto me senté en el sofá de nuevo esperando una afirmación por su parte con los dedos cruzados.
_ No puedo hacer eso, nadie puede saber que sé donde estas, para el resto del mundo y de la comisaría, estás fugada.
_ ¿Y con un pelo bastaría? ¿Y si recoge un pelo y dice que es mío?
_ Esto no es una película Celeste, esto es mucho más serio de lo que imaginas. No puedo hacer nada para traerte, solo busca a tu madre, y encuéntrala.
_ ¿Y si ella no quiere que me quede con ella?_ Mi voz se apagó de tan solo pronunciar en esa idea.
_ No hagamos conclusiones precipitadas. Eres su hija.
_ Lo seguía siendo cuando me abandonó a mi suerte.
     La detective no dijo nada respecto a mi última frase, supongo que no hay gran cosa que decir a eso…
_ Debo irme Celeste, tengo que trabajar ahora.
_ No se preocupe detective, estaré bien, sé cuidarme sola, llevo toda la vida haciéndolo.
_ No estás sola.
_ Eso quiero creer_ dije sonriendo con resignación.
_ Mucho ánimo y suerte.
_ Gracia detective.
     Sin decir nada más colgó.
     Me quedé apagada sentada en aquel sofá… tenía miedo. No podía ni quería negarlo, pero la pequeña esperanza me empujaba a salir a la calle a buscar a mi madre y averiguar la verdad.
     Me levanté de nuevo y dirigiéndome al plano di un último vistazo a la ciudad antes de salir a perderme por sus calles.

Capítulo 6
          Ya he pasado por varias calles que me resultan familiares, por varias calles por las que ha pasado mi madre, aunque seguramente ha pasado por otras muchas, no la veo cada vez que cierro los ojos en todas, como en ésta.
     A veces siento que soy capaz de sentirla, capaz de ver su rostro entre el bullicio, que sería capaz de distinguir su risa de entre toda las personas, pero no está, en ninguna de ellas. Supongo que sería mucha casualidad que la encontrara el primer día de mi búsqueda. De todos modos este pueblo no es muy grande, si está aquí no estará muy lejos.
     He caminado por seis de las siete calles que no conocía y todo sigue igual, no ha cambiado nada desde que ella pasó. No sé si es bueno o es malo, de todos modos no la encontré entre la muchedumbre que paseaba, ni sentada en ninguna terraza de ningún bar tomando una copa.
     Estoy agotada, no solo por la caminata, sino por la tensión a la que someto mi cuerpo constantemente. Cada vez que cruzo una calle o tuerzo una esquina, cada vez que entro a un bar o choco con alguien, mi corazón palpita como si la fuese a encontrar en cualquier momento.
     Me siento a los pies de una fuente vieja y vacía. No hay agua, no sé el por qué. En la foto que tengo de ella, brota un caño claro donde se refleja el sol formando un pequeño arcoíris.
_ ¿Qué haces aquí tan sola?_ Oigo la voz de Mara que se sienta a mi lado.
_ Podría preguntarte lo mismo_ Digo sonriendo.
_ No estoy sola_ dijo señalando a su familia sentada en la terraza de un bar torciendo el gesto.
_ ¿Y qué haces aquí si estás en tan buena compañía?
_ No sé… vi a una chica linda con semblante triste sentada a los pies de una fuente apagada.
_ Parece hasta poético.
_ ¿Sí verdad? Eso pensaba mientras lo decía_ Amplió aún más su hermosa sonrisa_ ¿Por qué no te vienes?
_ ¿A sentarme en la mesa con tus padres y Lucas?_ No gracias.
_ No son mis padres_ su gesto se entristeció de repente.
_ Disculpa… yo pensé…
_ No te preocupes_ Sonrió forzado_ Son las parejas de mis padres, ellos están dentro discutiendo el por qué Lucas se va mañana a Londres a comienzos del semestre.
_ ¿A Londres?_ Intentaba disimular cuanto podía, pues supuestamente no sabía nada.
_ Ajá, se lo regala mi madre y su pareja por nuestro cumpleaños.
_ ¿Y tú no vas? ¿Sois gemelos verdad?
     Ella me miró divertida.
_ Nunca, en la vida, ni atada, conseguirían que yo me subiera a un bicho de semejante envergadura.
_ ¿Bicho?
_ Tú ya me entiendes.
_ ¿Tienes miedo a volar?_ Seguimos con el teatro.
_ A los lugares cerrados.
_ ¿Enserio? ¿Al punto de perderte un viaje a Londres?
_ Al punto de perderme un viaje a la Luna de ida y vuelta con todos los gastos pagados.
     Me pareció muy original su respuesta, no graciosa, pero la verdad es que me hizo reír. Puede que sea los nervios, su sonrisa, o no sé… pero me costaba no acompañar su sonrisa cuando ella estaba presente.
     De buenas a primeras me descubrí mirando a sus labios sin darme cuenta y dirigí mi mirada a sus ojos lo más rápido que pude. Ella no dejó de sonreír en ningún momento. Tal vez no se dio cuenta.
_ Debo marcharme ya_ dijo mirando a la terraza.
     Lucas se había levantado y estaba hablando por el teléfono móvil, y las respectivas parejas estaban ya con, ahora sí, los padres de Mara y Lucas.
     Me dio un poco de miedo que su repentina marcha se debiera a que me había descubierto mirando a sus labios. Si no era lesbiana o si lo era pero yo no le atraía debió sentirse atacada o incómoda, no era para nada mi intención y no sabía si aclarar o no.
_ Me encantó encontrarme contigo Celi_ dijo sacándome de mis pensamientos.
_ Igualmente_ dije recibiendo dos besos en las mejillas.
_ ¿Tienes algo que hacer mañana?_ dijo volviéndose cuando ya se marchaba.
     ¿Ir a tu cumpleaños?
_ No, nada. ¿Por qué?
_ Tengo la sensación de que cierto grupo de amigos me están preparando una fiesta sorpresa, no les digas_ me guiñó_ me gustaría que vinieras.
_ ¿Y cómo se supone que iré?
_ Pues conociéndolos será en el bar que está frente a la escuela y la hora será sobre las cinco de la tarde.
_ ¿Cómo conoces tantos datos detallados de tu supuesta fiesta sorpresa?
_ Mañana por la tarde Camila y Tania están muy, pero que muy ocupadas para quedar conmigo _ sonrió_ ¿Curioso verdad? Las dos y a principios del semestre.
_ ¿Pero tu cumpleaños es mañana?
_ No… es que…
     Lucas gritó interrumpiendo a Mara, tenían que irse.
_ Es una larga historia_ contestó Mara_ ven mañana y te la cuento.
     Yo no dije nada, y solo sonreí. Es el vivo ejemplo de que eso de que las rubias son tontas tan solo es un mito. Esta niña era despierta e inteligente, muy inteligente.
_ ¿Nos vemos mañana entonces?_ Me gritó desde la terraza.
_ No me lo perdería por nada_ Contesté con el mismo volumen.
     Fue en el momento en el que se marcho, cuando me di cuenta que esa niña me ponía muy nerviosa. Tal vez tenga algún tipo de trastorno que me haga enamorarme o sentir algo de la primera persona que demuestra algún tipo de cariño hacía mi... el caso es que no puede ser… está Emma, y para mí es la única en este momento, aunque esté lejos de mí… aunque no sepa si volveré a verla algún día.
     Tengo muchas cosas en que pensar, muchos problemas que resolver y alguien muy importante a quien encontrar. Parece la trama de algún libro o la sinopsis de alguna película, pero es así. No debía entretenerme y aquí me encuentro, aceptando la invitación a una fiesta de cumpleaños que me hará perder toda la tarde de mañana… Pero ya visité prácticamente todos los lugares que aparecen en mis fotos. ¿Qué haré ahora? ¿Pasear cada tarde por la ciudad con los dedos cruzados y orando por que la vea doblar alguna esquina?
     No sé por qué pero me sentía abatida. Derrotada por no haberla encontrado y eso que mi esperanza me decía que recién era el primer día.
     Me levanté, me palpé los bolsillos calculando el dinero que me quedaba y decidí hacer uso de ellos y comprar un regalo para Mara… ¿pero qué?
     Pasé por delante de tiendas de ropa y nada llamaba mi atención. De tiendas de música pero… ¿qué música le gusta? ¿Acaso lee? ¿O escribe? ¿O usa demasiado su móvil? Me di cuenta que mis conocimientos sobre ella no iban más lejos de que le daba miedo los lugares cerrados… y ahí no podía hacer nada, como no le comprara una ventana o una taladradora para agujerear las paredes o techos…
     Entré a un gran bazar e intenté mirar todo, a ver si había algo que llamara mi atención y pudiera gustarle. No llevaba mucho dinero encima, pero supongo que el detalle es lo que cuenta, y mucho más cuando ni siquiera sabes si el detalle que le darás le gustará.
      Supongo que debería irme a lo típico que se regala en estos casos. Un ramo de flores, una caja de bombones, un oso de peluche o algo así que no me traiga muchos dolores de cabeza.
     Salí de la tienda tal y como entré, con los bolsillos llenos de monedas y el cajón de las ideas vacío.
     Me senté en un escalón de la puerta de un edificio que estaba casi en ruinas, aún así, parecía que aguantaría muchos más años de los que aparentaba.
     Dirigí mis manos a mis ojos intentando relajar mis pensamientos. No podría ser tan difícil, solo debía abrir mi mente y dejar entrar a las ideas. Tampoco tendría por qué importarme tanto, solo era un regalo de cumpleaños para una chica que acababa de conocer. Nadie me pediría nada original.
     Una nariz fría en mi brazo derecho me trajo de golpe de mis pensamientos. Tan de golpe que casi me da un paro cardíaco.
      Cuando retiré mis manos de mis ojos lo vi, un animalito peludo, con los pelos de la cabeza alborotados y unos ojitos tiernos que me miraban con tristeza. Apenas levantaba dos palmos del suelo y parecía que no llevaba mucho vagando por ahí.
_ A ver amiguito… ¿dónde está tu dueño?
     Apenas levanté mi mano para buscar un collar entre la extensa mata de pelo marrón, dirigió la cola bajo el rabo y agachó las orejas como si fuera a golpearlo. A la par que acariciaba su cabeza despacio, cerraba sus ojitos y sus tembleques iban disminuyendo.
_ Ves… no voy a hacerte daño… aunque ya veo que hay alguien que sí.
      No podía tener un perro ahora, pero me lo hubiese quedado sin pensarlo dos veces. Estaba lleno de pulgas, y tenía partes del cuerpo en el que el pelo se había caído de rascarse.
_ ¿Tienes hambre pequeño?
     Me levanté y me dirigí a un puestecito de comida rápida que había al final de la calle. No sé el por qué, el perro me siguió. Supongo que ya se imaginaba mis intenciones. Compré un par de perritos calientes y me senté a su lado en la cera.
_ Este es para ti, y este para mí_ dije acercándole el suyo y mostrándole el mío._ Creo que no es muy higiénico comerme esto después de haberte tocado_ le decía a la par que comía_ espero que las bacterias no traspasen la servilleta, pero también estoy muerta de hambre.
     Lo miraba y estaba devorando la salchicha como si fuera el último gran festín que se daría, supongo que sus razones tendría. Acabó con la suya mucho antes de que yo fuera, incluso, por la mitad del mío. Partí el trozo que me quedaba por la mitad y se lo di. A él le hacía más falta que a mí.
_ Parece que no soy la única que está falta de cariño ¿verdad amigo? Pero ya tengo que irme. Me encantaría poder quedarme contigo pero sé que no podría cuidar bien de ti… ni siquiera sé hasta dónde me alcanzará el dinero que tengo, porque no sé cuánto tiempo voy a estar aquí.
     Odiaría darle la promesa de una vida nueva mucho mejor a la anterior y abandonarlo de repente. Sé que es eso, y no se lo recomiendo a nadie.
     Cada vez que intentaba alejarme de mi nuevo e inesperado amigo, se acercaba a mí, me seguía por donde quiera que fuere.
_ Hagamos un trato_ dije deteniéndome en seco_ Te ducho, te compro algo para las pulgas y te marchas. ¿Sí? Es lo único que puedo hacer por ti.

Capítulo 7
     Parece otro distinto ahora que esta limpito y sin pulgas. Recorté su cabello para disimular la falta de pelo de algunas zonas y la verdad  es que me quedó bastante bien, si no se me dan bien los estudios me lo pensaré a la hora de montar una peluquería canina. Descubrí una mancha blanca en una de sus patas y debajo del cuello que antes no se distinguía. Parece como si el perro que me encontré ayer, o tal vez él me encontró él a mí, y el que tengo en mis manos ahora fueran dos muy distintos.
_ Oye amigo, estás mucho más guapo. Pero un trato es un trato, verás como así habrá alguien que se quede contigo_ dije mientras le acariciaba entre las orejitas.
     Su mirada decía mucho más que cualquier palabra. Estaba asustado por el baño, temblando de frio y no entendía nada por qué le faltaba ese mechón de pelo que antes tapaba parcialmente sus ojos. Aún así no dejaba de fijar su mirada en la mía.
_ Eres muy especial, seguro que alguien sabrá verlo.
     Me daba muchísima rabia no poder quedarme con él, pero apenas estaba aprendiendo a cuidar de mí misma, no me veía con la fuerza suficiente como para que alguien dependiera de mí.
     Agarré una toalla del toallero y lo saqué de aquella agua tibia y llena de pelos.
      Sentía que ya había llegado la hora de despedirme. Me sentía culpable. Sentía que le había dado algo de lo que carecía, algo que seguramente antes no echaba de menos, porque no se puede echar de menos algo que nunca se ha tenido, supongo y ahora lo dejo ir… Espero, de verdad espero, que alguien se enamore de ti, así como yo lo he hecho.
     Abrí la puerta de mi casa y esperé a que saliera corriendo. Pero no lo hizo. Se sentó sobre la alfombra de la puerta y me miró directamente a los ojos. Así como solo mira aquel que no tiene nada que ocultar, con una nobleza infinita apenas igualable con la ternura que aquel gesto desprendía.
_ Vamos amigo_ insistí_ No me hagas esto más difícil.
     Pero aquel perro no solo no se marchó, sino que se tumbó delante de mi puerta, rogando por que le dejara quedarse, le diera un hogar, y le prestara todo el cariño del mundo, todo el cariño que sin duda alguna merecía.
     No pude decirle que no a aquellos ojos brillosos que me miraban desde la distancia. Cerré la puerta, arrimé la alfombra al sofá y me quedé dormida acariciando su ahora suave pelaje.

Capítulo 8
_ ¿Qué hora es?_ digo abriendo como puedo los ojos.
     De apoco siento algo pringoso y húmedo en mis manos, acompañado de pequeñas mordiditas.
_ Me había olvidado de ti_ dije mirando a mi pequeño amigo que agitaba la cola.
     Cojo el móvil que estaba sobre la mesa y me levanto del sofá de un salto cuando descubro que es tarde. Muy tarde. Por mucha prisa que me diera la primera hora de clase ya podía darla por perdida.
     Me visto a toda prisa, agarro una manzana de la  nevera y me salgo a la calle con la velocidad de quien llega tarde su segundo día de clase.
     Ya había cruzado la esquina cuando me doy cuenta de que no le había dejado agua… cinco horas… con este calor…
_ ¡Oh mierda!_ dijo volviéndome a casa.
     Ya había perdido la primera hora, mi buen amigo y su pringoso y húmedo hocico bien se merecía que me perdiera la segunda.
     Cuando abrí la puerta, estaba sentado frente ella, agitando la colita.
_ Sabías que no te iba a dejar sin agua ¿verdad?_ dije acariciándole entre las dos orejas mientras batía vigorosamente su rabito.
     Agarré una botella vacía de refresco de la cocina, la corté por la mitad y la llené con la suficiente agua para que aguantara dos días sin mí. Obviamente volveré a las tres, pero quería que no pasara sed.
_ Volveré a la hora de comer_ dije despidiéndome de él_ No me extrañes amigo.
      Corrí a toda velocidad hacía la escuela, para no perder una tercera hora de clase… espero que me dejen entrar sin problema. En mi antiguo colegio no me dejaban entrar tarde sin la autorización de mis padres, cabe señalar, que falté más de una vez por llegar tarde. Algo que a esas alturas de la vida no me preocupaba en absoluto… ir a la escuela se había convertido en algo monótono y aburrido y sin sentido. Puede que no pensara en el mañana porque no entraba en mis pensamientos que hubiese ningún futuro que mereciera la pena para mí.
_ Buenos días_ dije sin aliento al llamar al telefonillo de la escuela.
_ Buenos días_ dijo el profesor de guardia al abrirme la puerta_ ¿me muestra su justificante por favor?
     Bueno… ya había pensado que esto podría pasar, por suerte tenía la excusa perfecta.
_ Lo siento profesor, es que me quedé dormida… no tengo autorización porque mis padres se fueron a trabajar antes de que yo me despertara.
     El profesor se quedó en silencio y me miraba con aspecto interrogante. Supongo que en mi otra escuela, conociéndome como me conocían no hubiese colado esta historia, pero mi nuevo yo, mínimo se merecía una duda razonable.
_ Anda entra, y procura que no vuelva a pasar.
_ Gracias profesor_ dije adentrándome en el instituto por segundo día consecutivo.
      Me acerqué a la puerta de la clase y miré por la ventanilla, estaba la profesora explicando unos ejercicios en la pizarra, miré para el lado contrario y vi a Mara concentrándose en la explicación. Era una chica aplicada, lista y muy linda… ni siquiera se me pasa por la cabeza que se haya podido fijar en mí,… no es porque yo me crea menos, ni mucho menos tengo problemas de autoestima, es porque somos muy diferentes…
     La sirena que daba por finalizada la clase me sacó de una forma casi mortal de mis pensamientos, y en un abrir y cerrar de ojos la tranquilidad y silencio del pasillo se transformó en un bullicio de gente que entraba y salía de las diferentes aulas.
     La profesora al salir se me quedó mirando casi interrogándome con la mirada.
_ Disculpe que no asistiera a su clase profesora, no sonó mi alarma y me quedé dormida, prometo que no volverá a pasar_ dije de forma instintiva agachando la cabeza.
     La profesora sonrió, asintió con la cabeza y siguió hacía delante hacía su próximo destino, mientras que yo entré a la clase y me senté en mi silla, respirando con la tranquilidad que no había tenido desde que me desperté esa mañana.
_ ¡Hola! Pensé que no vendrías hoy_ dijo Mara apareciendo por detrás como si nada sobresaltándome.
     Cerré los ojos y respiré profundo, oyendo la risa de ella por detrás.
_ ¿Te asusté?
_ Ando un poco alterada hoy, llevo un día ajetreado.
_ ¿Por eso faltaste esta mañana? Por favor, dime que no es nada que no te deje venir esta tarde a_ se detuvo miró hacia los lados y se aproximó más a mí_ mi fiesta de cumpleaños_ dijo casi susurrándome.
_ No_ sonreí_ tan solo me quedé dormida y ya todo se me torció un poquito.
_ Gracias a dios_ dijo sonriendo_ sería muy aburrida sin ti.
_ ¿Y qué hiciste todos estos años anteriores a mi llegada si seré yo el alma de tu fiesta?
_ Te esperaba_ dijo sonriendo_ tú solo ven, sé que tu sola presencia hará que me lo pase bien.
_ Confías mucho en mí, y a penas me conoces, tal vez soy una asesina y vengo huyendo después de haber asesinado a alguien.
     Casi era la verdad…
_ Tus palabras dirán lo que quieran, pero tus ojos no me mienten y tú eres buena persona.
_ ¿Cómo puedes estar tan segura de ello?
     Me sorprendía a veces lo fácil que las demás personas confían en otras personas. Sin apenas conocerse son capaces de darse el número de teléfono, la dirección, contarse cosas privadas y de más, y es algo que yo nunca he podido… ¿Cómo pueden ser tan abiertos y no temer en que esa persona pueda hacerles daño? Tal vez me cueste confiar por el hecho de que durante toda mi vida, la persona en las que debería haberme apoyado son las que más daño me han hecho. Puedo entender que una persona te dé tranquilidad, Emma me daba tranquilidad y sentía que con ella podía hablarlo todo, pero ¿con todo el mundo? No… sin duda era algo que yo no podía hacer.
     El profesor llegó y Mara se sentó en su silla dedicándome una última sonrisa antes de que la clase empezara.
     Ojalá yo pudiera ser así, una adolescente normal, que atendiera en clase y tuviera tiempo para estudiar en casa sin necesidad de hacerme de comer, de limpiar o de buscar a mi madre en cada rato libre.

Capitulo 9
     Por fin en casa, ya son casi las tres y a las cinco tengo el cumpleaños de Mara, no tengo su regalo y no hay nada abierto…
_ ¿Qué podría regalarle?_ dije mirando a mi alrededor y escrutando todo con la mirada.
     Tres golpes secos en la puerta me hacen evadirme de mis pensamientos… ¿quién puede ser? Nadie sabe que vivo aquí… y no creo que… no, no puede ser que me hayan descubierto.
_ Sé que estás ahí, he visto como entrabas
     Era el tono de una mujer, y al parecer por cómo le temblaba la voz seguramente sería una señora mayor. Estaba algo enfadada.
_ Disculpe, estaba en el baño_ mentí abriendo la puerta.
     La señora miró todo lo que había detrás de mí sin disimulo ninguno, yo creo que a ciertas edades ya te importa poco lo que la gente pueda pensar de ti, y si es una niña y además desconocida con más razón.
_ ¿No están tus padres en casa jovencita?
_ Lo siento… vivo sola.
     La señora bajó la mirada directamente hacía mis ojos como si mi contestación la hubiese sorprendido.
_ ¿Tú? ¿Qué edad tienes?
_ ¿Qué es lo que usted quería?_ dije intentando escapar de un interrogatorio que se anunciaba inminente.
      Mi nuevo y peludo amigo salió corriendo y empezó a saltar a la mujer encima, yo intenté detenerlo para que no se molestara, pero al contrario de lo que yo pensaba la mujer no se enfadó, en cambio, y en contra de todo pronóstico, su gesto malumorado cambió a una sonrisa, y su mirada dura y castigadora desapareció, rasgando sus ojos al compás de sus labios. Por un momento me recordó demasiado a mi abuelita y sentí como por un instante mi corazón se encogía como si una mano invisible atravesara mi cuerpo y lo oprimiese.
     La señora me miró ahora sonriendo y prestándole más atención al perrito que a mí.
_ Solo quería hablar con los nuevos vecinos para comentarle las cuotas de mantenimiento de la comunidad.
_ Yo las pagaré todas, ¿cuánto es?
_ Supongo que tratándose de una jovencita como tú podremos pasar por alto las cuotas retrasadas de la comunidad_ dijo sonriendo_ pero a partir de ahora tendrás que pagar los 30€ mensuales, ¿entendido?
_ No se preocupe_ dije sonriendo
_ Adiós pequeño_ dijo refiriéndose a mi amigo peludo_ Hasta luego jovencita y si alguna vez necesitas algo vivo en la casa de enfrente, llama fuerte y varias veces si ves que no contesto, vivo sola y a veces me quito el aparato del oído.
_ Está bien_ dije sonriendo.
     Puede que no fuera una buena idea, puede incluso que pudiera rechazarla, pero creo que era lo mejor que podía hacer, o al menos intentarlo.
_ Señora_ dije llamándola de nuevo
_ Llamame Margaret.
_ Margaret_ sonreí_ ¿Lo quiere?_ señalé a mi amigo perruno.
_ ¿Ya te cansaste de él?_ endureció el gesto de repente.
_ No es eso, lo encontré ayer en la calle, lo lavé y lo alimenté, pero no puedo quedármelo, yo estoy sola, como ya le dije, y apenas puedo cuidar de mí, no quiero que este pobre tenga que depender de mi y menos que vuelva a la calle.
     La señora me miraba en silencio sin decir nada.
_ Por favor_ insistí_ a usted le gusta, y usted le cae bien, estoy segura de que será más feliz que conmigo. Ya que estará solo mucho tiempo porque yo estoy en clase por la mañana y por la tarde…_ pensé rápido, no podía decirle lo de mi madre_ quiero encontrar un trabajo para poder mantenerme.
     Creo que esa última frase hizo mella en ella porque al fin se decidió a hablar.
_ Sé lo que es estar sola_ dijo asintiendo con la cabeza.
_ ¿Entonces? ¿Se lo queda?
     La señora me dio paso para que entrara en su casa, yo no sabía qué hacer… pero después de esa frase y el compararla con mi abuelita, no quería rechazar su invitación.
_ ¿Cómo te llamas jovencita?_ dijo cerrando la puerta tras de mí.
_ Celi.
_ ¿Qué nombre es ese?
_ En realidad es Celeste, pero todos me llaman Celi.
     Mientras hablaba conmigo no paraba de dar vueltas por el salón. Puso un cojín en el suelo, al lado del viejo sofá de cuero.
     Era un salón demasiado cargado de muebles y flores, había mucha luz y estaba todo bastante limpio para la poca movilidad que Margaret parecía tener.
     Entró en la cocina con un cacharro lleno de agua que colocó en el suelo al lado de la puerta de entrada. Después de esto se sentó en el sofá y me indicó con la mano que me sentara. Yo retiré una silla de la mesa del comedor y me senté.
_ Bonita casa_ dije rompiendo el silencio.
_ Gracias_ sonrió_ ¿Cómo se llama?_ preguntó mientras le acariciaba las orejas.
     El perro se había acostado en el cojín junto a ella, supongo que tenía razón e iba a estar mucho mejor en su compañía.
_ No tiene, aún.
_ ¿No tiene?
_ No, no quería encariñarme, porque no sabía por cuánto tiempo podría tenerlo.
_ ¿Y lo conseguiste?
_ ¿El qué?
_ No encariñarte_ sonrió
_ No_ dije resignada_ es tan bonito y tierno que es imposible no caer rendida a sus encantos.
_ Suele pasar_ sonrió como si ya supiera la respuesta._ La gente piensa que es necesario ponerle nombre a un rostro para recordarlo, y no es así, al igual que ellos no necesitan ponernos nombres a nosotros. En el momento que haces algo por ellos, ellos te brindan su amor incondicional.
_ Siento que lo estoy abandonando.
_ No es así jovencita, porque no te dejaré hacerlo.
_ Pero no puedo quedármelo, no puedo cuidar de él.
_ Tal vez no sola, pero yo te ayudaré, hagamos una cosa, yo lo cuido pero tú de vez en cuando vienes a visitarlo y a sacarlo de paseo, obviamente con estas piernas que los años me han dado no puedo apenas bajar las escaleras.
_ Por mí no hay problema señora, me encantará venir a visitaros a los dos.
   Yo no dejaba de mirar la hora, no había comido y casi eran y media, tenía apenas una hora para alistarme y comer, y aún no tenía nada para Mara.
_ ¿Acabas de llegar del colegio? ¿Por qué vas al colegio verdad? Una jovencita a tu edad debe ir a la escuela.
_ Sí señora, acabo de salir.
_ ¿Y has almorzado ya?
_ No_ sonreí tímidamente_ ahora iré a hacerlo.
_ ¿Tienes algo preparado? Tengo sopa de pescado que hice para mí, y la verdad es que hice demasiado. Ya sé que a los niños de hoy en día no os gusta la comida casera y preferís pizzas, pasta y esas porquerías que os lleváis a la boca, pero esto te  va a gustar.
     Tras decir eso se levantó con dificultad del sofá y se dirigió de nuevo a la cocina sin esperar a que yo contestara a su pregunta. Por un momento me quedé sola en la habitación, pero a los pocos segundos su cabeza apareció tras la puerta y me mandó a lavarme las manos.
     Se veía una señora con carácter, pero a la vez era tierna. Miraba con mucha dulzura al perrito, se notaba a leguas que estaba cansada de estar sola y necesitaba alguien con quien hablar. Y a veces es más fácil desahogarse con un desconocido.
     Mi abuelita estaba mucho tiempo a solas, supongo que no por la misma razón que Margaret. Ella tenía miedo al qué dirán… sentía como la miraban en la calle y eso la incomodaba. Lo sé porque yo sentía lo mismo. Todos sabían lo que pasaba dentro de la casa y nadie dijo nunca nada a la policía, eso sí, el cotilleo volaba por el barrio como los aviones de papel de los niños a las tres de la tarde.
      Desgraciadamente yo también sé que es estar sola, tener ganas de hablar, y encontrarte en más de una ocasión escribiendo en un diario para no desahogarte frente el espejo…
_ Vamos jovencita_ dijo llamando a la puerta del baño_ se te va a enfriar la sopa y está mucho más rica caliente.
     La seguí y me senté en la misma silla que estaba antes, ahora con un plato de sopa de pescado delante. Sinceramente olía delicioso. A pesar de que en cierto modo ella tenía razón, prefería la pasta, hamburguesas y demás comida rápida, extrañaba comer caliente. Una buena sopa, un caldo o unas croquetas caseras de pollo o atún…
_ ¿Está rica?_ me preguntó después de que introdujera la primera cucharada en la boca.
_ Demasiado rica señora, me va a tener aquí todos los días_ dije a la par que soplaba la cuchara.
_ Eso me gusta_ dijo acomodándose en su silla para verme comer_ antes cocinaba esto para mis hijas.
_ ¿Tiene usted hijas?
_ Sí, dos hermosas mujercitas ya.
_ ¿Y no vienen a verla?
_ Por supuesto que sí, cada vez que pueden. La pequeña viene casi todos los días, la mayor se fue a vivir a Los Ángeles, cuestión de trabajo. Quiere que me vaya a vivir allí con ella pero_ sonrió_ esta es mi casa, y hay demasiada gente de la que me cuesta desprenderme_ añadió nostálgicamente.
     Por un momento admito que pensé que sería una pobre anciana solitaria abandonada por sus hijas, como tantos otros, pero se la veía feliz viviendo allí.
_ ¿Y tú pequeña? ¿Qué haces viviendo sola?
     No sabía que decirle. Es cierto que apenas la conocía, pero me daba confianza, sentía que podría contarle todo y ella no diría nada. Aún así no podía arriesgarme y decidí ocultar la verdad.
_ Mis padres viajan mucho por trabajo. Yo antes iba con ellos de acá para allá pero me cansé de no tener infancia. Así que me emancipé.
_ ¿Y ellos están de acuerdo?
_ Sí_ Sonreí metiéndome la última cucharada en la boca_ me entienden.
     La señora se quedó pensativa por unos segundos, supongo que estaba dudando, eso de la emancipación por excesos de viajes es algo raro, pero es la excusa que mejor se me ocurrió dado que el tiempo que tenía para contestar es lo que durara la sopa en bajar por mi garganta.
     Por un momento se me había olvidado la hora, y que tenía que marcharme al cumpleaños. Dirigí mi mirada al reloj de nuevo y esta vez Margaret se dio cuenta.
_ ¿Tienes prisa?_ dijo la señora al ver que me había quedado fijamente viendo el reloj.
_ Un poco, me invitaron a un cumpleaños y aun no tengo regalo.
_ ¿Alguna compañera de clase?
_ Sí señora.
     Margaret se levantó y abrió un cajón.
_ ¿Crees que le guste esto?
     Al darse la vuelta tenía una hermosa pulsera en sus manos.
_ Seguro que sí, pero no puedo aceptarlo.
_ ¿Por qué no? Está nueva, es demasiado pequeña para mi muñeca y no cierra_ dijo poniéndomela entre mis manos.
_ No creo que tenga suficiente dinero para pagársela.
_ ¿Y quién dijo que te la voy a vender? Te la estoy ofreciendo como regalo.
_ No puedo señora, lo siento_ dije soltándola en la mesa_ ¿Y por qué la compró?_ Continué_ si no le está bien, ¿no se la probó?
_ Iba a ser para mi nieta.
_ ¿Y por qué no se la dio?
_ Porque comprendí que una pulsera de plata no es regalo para una niña de tres años. Vi una muñeca después y decidí que le gustaría más.
_ Seguro que esto le hubiese encantado_ dije sosteniéndola entre mis manos.
_ Ya me contarás si le gusta a tu amiga.
_ No puedo señora, de verdad, y mucho menos gratis, si pudiera darle algo.
_ Nada muchachita, considéralo un préstamo.
_ ¿Un préstamo?
_ Ya necesitaré un favor en el futuro y me deberás una_ dijo abriéndome las puertas de su casa.
_ Debo fregar el plato antes de irme_ dije señalando a la mesa.
_ Déjalo y vete, tengo lavaplatos, no soy tan antigua para algunas cosas.
     Yo solo sonreí y salí de su casa, no sin antes despedirme de mi amigo.
_ ¿Qué nombre le pondrá al final?
_ ¿Qué te parece Fofo?
_ ¿Cómo el payaso?
_ Sí_ sonrió_ mi nieta no sabe pronunciar la “f” y será divertido oirla, además así practica para que le salga.
     Yo solo reí y me despedí, era hora de bañarme, vestirme y salir para el cumpleaños de Mara, ya tenía regalo, y seguro que le iba a encantar.

Capítulo 10
     Había mucha gente, demasiada para mi gusto. Pensé que simplemente sería una reunión de amigos y  por lo que veo Mara tiene muchos amigos, cosa que no dudo. Pensé por unos segundos en irme, en decir en que no pude asistir y volver a casa, mañana le daría su regalo y listo.
     Me senté en la acera justo en frente del bar, quería hacerlo, pero necesitaba reunir las fuerzas suficientes. No es que sea tímida, no es que me asuste la gente, de hecho sé por experiencia que si alguien te quiere hacer daño da igual si está sola o acompañada te lo va a hacer… pero no sé…  sentía miedo igual.
_ ¡Ey! ¿Qué haces ahí sentada?_ me gritó Mara desde la puerta del bar.
     Ella se acercó sin que me diera tiempo a decir nada. Podía decir adiós a mi idea de escapar.
_ Hola_ sonrió sentándose al lado_ ¿Qué haces aquí tan solita?
_ No me gustan mucho las grandes concentraciones, pensé que habría mucha menos gente.
_ Yo también pensé que habría menos para que voy a engañarte… pero por lo visto la fiesta sería para mí y para Lucas, y también habían invitado a sus amigos.
_ ¿Qué tal te lo estás pasando?
_ Ahora que has llegado mucho mejor.
     Me sonrojé seguro al oír sus palabras e intenté captar su atención en otra parte que no fueran mis mofletes rojos.
_ No te he podido envolver tu regalo_ dije sacando una bolsita con la pulsera del bolsillo.
     Ella cogió la bolsa, la abrió, y dibujó al instante una enorme sonrisa que desmereció al completo la bonita pulsera de plata.
_ ¿Te gusta?
_ Por supuesto_ dijo ofreciéndomela_ ¿Me la pones? Es hermosa.
_ Ahora se ve más bonita en tu muñeca_ dije abrochándosela.
     Era una situación tensa, pero a la vez cómoda. Sentía que el corazón me latía a mil por horas, y a la vez estaba tranquila… era una sensación muy rara.
_ ¿Te puedo hacer una pregunta?
_ Claro_ dije sonriendo.
_ ¿Tienes novia?
     Esa pregunta me devolvió a una realidad que había olvidado. A la realidad del por qué estaba aquí, a la realidad de todo lo que había dejado. Y la nostalgia invadió mi cuerpo.
_ Supongo que sí_ dije mirando al horizonte, aunque en realidad no miraba especialmente nada.
_ ¿Supones?
 _ No sé si somos novias, de hecho.
_ ¿Cómo se llega a la situación de estar con alguien y no saber si estás con ese alguien? ¿Habéis discutido?_ Se notaba que estaba incómoda preguntado, aún así no dejaba de hacerlo.
_ No… pero me fui, y no pude despedirme de ella.
_ ¿Llevabais mucho juntas?
_ No_ sonreí_ apenas unos días.
     Ahora era ella la que había clavado su mirada al fondo.
_ ¿Cómo es posible que alguien pueda llegar a girar tu mundo sin que te des apenas cuenta?_ era más una pregunta retórica.
_ Parece que te refieras a ti, en lugar de a mí_ ¿Se estaría refiriendo a mi? ¿Habré provocado tanto en ella?
_ A ambas supongo.
_ ¿Lo dices por alguien en especial?_ dije agarrando su mano.
_ Es una larga historia_ dijo sonriendo.
_ Yo tengo mucho tiempo libre. Sabes que puedes contarme lo que sea, no nos conocemos desde hace mucho… pero… supongo que ya lo sabes._ Estaba nerviosa y expectante ante su respuesta.
_ Se llamaba Sara.
_ ¿Sara?_ supongo que no se fue por el camino que yo esperaba.
_  Se fue.
_ Lo siento.
_ Tranquila_ sonrió tristemente_ ya hace dos años de aquello, casi lo tengo superado.
_ ¿Cómo era? Si puedo preguntar_ Ahora era yo la que preguntaba.
_ Sí_ volvió a sonreir con el mismo semblante que hacía unos segundos_ Ella era tan… tan especial. Lo que más me gustaba de ella era eso, que era especial.
_ ¿En qué sentido?
_ Ella era… libre. Era como una hoja que se deja llevar por el viento. Me encantaba verla correr por el pasto, con el viento de cara y los ojos cerrados, como si quisiera sentir todo, como si los momentos se le estuviesen escapando de las manos y quisiera atraparlos entre sus dedos.
_ Se nota que la querías mucho.
_  Demasiado. Me rompió el corazón y pensé que nunca podría llegar a recuperarme.
_  ¿Tu primer beso?
_ No sé si podría llamarse así.
_  ¿Por qué? ¿Qué paso? ¿No la llegaste a besar?
_ Sí, y se quedó tan asombrada como yo de que me decidiera a hacerlo. Pero supongo que no sentía lo que yo.
_ Con trece años es difícil saber lo que quieres.
_ Yo tenía claro lo quería hacía mucho. Es solo que no sentía lo mismo, ahora puedo entenderlo mejor que antes.
_  Hemos madurado.
_ Eso parece.
_ ¿Qué paso después de aquel beso?
_ Ya nada fue lo mismo, ella se alejó de mí y yo tuve que aprender a vivir sin su compañía.
_ ¿Cómo conseguiste hacerlo?_ pregunté pensativa.
_ Tuve que ordenar mis pensamientos, y darle importancia a aquello que la merecía.
_ No te entendiendo.
_ Ese año pasaron muchas cosas… no tanto con Sara, sino con mi familia. Mi padre le fue infiel a mi madre y ella lo pasó fatal, ahí empezaron los temas de divorcio, custodias y de más, así que todo lo que estaba fuera de mi familia pasó a un segundo plano. Fueron días duros.
     No sabía que contestar a ello, por lo que opté en mantenerme en silencio. Una lágrima se resbaló por aquellos ojos azules y ahora vidriosos.
     Ella dejó de mirar al frente para mirar ahora justo a mis ojos, yo limpié sus lágrimas con mis dedos.
_ Son hermosos_ no quería decir eso, pero mis pensamientos le dieron voz.
_ ¿El qué?
_ Tus ojos.
      Sonrió tímidamente, apartando su mirada y volviéndola al frente.
_ Perdona… sé que no fue el momento, pero se me escap…
_ ¿Crees que volverás a verla?_ dijo apartando su mano e interrumpiéndome.
     Un profundo suspiro escapó de mis labios.
 _ La vida da muchas vueltas… pero mi intención es volver_ miré al frente y me arrepentí de dar rienda suelta a mis impulsos.
     Me sentí tonta por piropearla, y culpable al mismo tiempo. Sentía que estaba engañando a Emma, a mi Emma, además no creo que ella soportara que tuviese que marcharme de nuevo. No quería erirla.
     Por un momento temí que me sucediera lo mismo. De que no pudiese regresar y de que Emma se quedara en mi mente como un recuerdo y que ella me olvidara… Tal vez debo hacer como Mara y dar prioridad a la búsqueda de mi madre.
_ ¿Crees que ella te estará esperando?
_ No sé…
     Mi mente se quedó en blanco… tal vez no, pero tan solo es un tal vez.
_ No dejes escapar la oportunidad de volver si de verdad la quieres.
     Y volvió el silencio.
_ ¡Ey chica del cumpleaños! ¿Qué hacéis ahí? Parecéis unas marginadas sentadas en la acera_ Gritó Camila desde la puerta del bar_ ¡Vamos! ¡Entrad! ¡Que recién empieza la fiesta!
     Tras decir esto se metió para dentro y Mara se levantó.
_ ¿Vendrás a dentro conmigo?_ dijo ofreciéndome su mano para ayudarme a levantar.
_ No estoy segura si debo hacerlo.
_ Solo es una fiesta ¿no? Y nosotras solo amigas ¿verdad? Espero que esto que te conté no te haga mirarme de otra forma.
_ Verdad_ dije sonrojándome_ Tranquila no lo hará.
_ Entonces no tienes nada que temer_ dijo sonriendo lastimosamente_ me gustaría de verdad que vinieras, aunque sea un ratito.
_ Está bien_ dije agarrando su mano y acompañándola adentro.
    
Capítulo 11
     Hace una semana exacta que estoy aquí, en este pueblo y aún no tengo noticias de mi madre…
     La detective me llama cada noche, me pregunta cómo me fue el día y me informa de la situación con mi padre. El juicio será dentro de cinco días y mi prioridad se ha vuelto encontrar a mi madre. Si mi padre gana el juicio y yo aún no la he encontrado corro el riesgo de estar en busca y captura y que me devuelvan a su lado…
     Ya no quedé con Mara después del día del cumpleaños. Ella me habla, yo le hablo, me sonríe, me hace sentir cosas y la culpabilidad vuelve… Tengo un lío tremendo en mi cabeza, es una batalla que no para y que me está confundiendo…. ¿Se puede llegar a sentir un mismo amor por dos mujeres diferentes? Nunca pensé que llegaría a preguntarme esto… Pero es que si miro al pasado, si pienso en Emma, una sonrisa tonta y sin sentido se dibuja en  mi rostro. Si pienso en las cosas que nos han pasado, solo son buenos recuerdos, a pesar de todo. Pero si pienso en Mara… Estoy realmente confundida. Por suerte o por desgracia, nuestra amistad no cambió… y sé que puedo contar con ella aunque a veces me descubre mirándola y sonríe, hay una gran distancia entre nosotras, más que la que me separa de Emma.
     Unos golpes a la puerta me trae de mis cavilaciones. ¿Quién será a estas horas?
_ ¿Sí?
_ ¿Celi? ¿Estás?
_ ¿Mara? ¿Qué haces aquí?_ digo abriéndole la puerta_ Ya iba saliendo para clase.
_ Mi hermano llega hoy e iré a recogerlo ¿puedes entregar el trabajo de historia por mí?_ dijo dándome los folios.
_ Claro.
_ Debo irme, me están esperando en el coche_ dijo sonriendo_ Gracias.
     Tras decir esto me dio un par de besos en la comisura de mis labios y se fue.
     Fue tan rápido que yo ni tan siquiera pude decir nada, me quedé plantada en la puerta, con los folios en las manos  y una sonrisa tonta en la cara.
_ ¿Qué estás haciendo Isabel? Piensa en Emma.
      Tras decir esto cogí mi mochila,  y salí de mi casa a toda velocidad, tanta que casi vuelco a Margaret. A causa de este despiste sus papeles y los míos volaron, mezclándose entre ellos.
_ Buenos días, perdone que casi la atropello_ Dije cogiendo mis papeles rápido y dándole los suyos.
_ No te preocupes hija_ dijo sonriendo_ ¡Aprisa! Qué se te hace tarde.

 Capítulo 12
     Un gran barullo de gente se concentraba en una esquina del patio, se oían risas y mi curiosidad me hizo acercarme.
_ ¿Qué está pasando?
     Pregunté a una chica que de puntillas intentaba mirar por encima.
_ Parece que se están burlando de Emanuel.
_ ¿Cómo así?
     Escarbé entre la multitud hasta situarme casi a primera línea. Es entonces cuando pude ver de lo que todo el mundo se reía.
     En el centro de la pared, como de un metro de largo, había escrito en letras grandes algunos insultos que al parecer le parecían ingeniosos tanto a aquel que lo había escrito como a todas las personas que se reían del pobre chaval que los estaba limpiando.
_ ¿Qué hace?
_ Lo han descrito en la pared y está borrándolo como puede.
_ ¿Quién lo ha escrito?
_” Descrito”_ enfatizó.
_ ¿Quién es ese chico?
_ ¿De verdad no lo conoces?
_ No, soy nueva.
_ Ha sido matrícula de honor los 4 años. No tiene vida, los libros lo consumen. Es un cerebrito de mierda que se cree superior a todo el mundo.
_ ¿Y esa es razón por la que reírse de él? Sois gilipollas todos.
     El chico paró de reírse de inmediato y me miró como si yo fuera el bicho raro.
_ ¿Pero a ti que te pasa tía? Si no te hace gracia no te rías, pero no te metas.
_ No dije nada_ dije traspasando la linde de la multitud.
     Cogí uno de los trapos que había junto al cubo de agua y me puse al lado del chico a borrar lo escrito.
_ ¿Qué haces?
_ Te ayudo.
_ ¿Por qué?
_ Porque nadie debería reírse de nadie.
_ Es el precio que hay que pagar por ser diferente, ya estoy acostumbrado.
_ Prefiero mil veces ser diferente que formar parte de la panda de borregos que se ríen de nosotros.
_ ¿Celi? ¿Qué haces ahí?_ Oí una voz justo detrás de mí.
     Camila y Tania me miraban desde el gentío apenadas. Miraban hacia todos lados como si les preocupase lo que la gente pudiera decir de ellas por conocer a la chica que limpiaba la pared de insultos.
_ No me parecía correcto que todos se rieran de él por querer labrarse un futuro, de hecho, no creo que nadie se tenga que burlar de nadie por nada_ dije mirando a la multitud.
     Tras decir esto me volví antes de que me juzgaran y seguí borrando. A los pocos segundos Camila y Tania me acompañaban en el trabajo de limpieza. Y poco después éramos más de 10 personas frotando la pared.
_ Nunca pensé que alguien más se pondría a borrar la pintura de la pared_ dijo Tania mirando a su alrededor.
_ A veces solo hace falta que alguien del paso, para que los demás lo sigan.

 Capítulo 13
     Mi buena obra del día, al parecer dio de que hablar, y durante el recreo oía a gente que cuchicheaba a mi alrededor y que de lejos me señalaban. Supongo que esto no es pasar desapercibido, pero ya he vivido demasiados años entre insultos, sé lo que duelen, y a pesar de que todos hemos sido insultado, menospreciado o incluso golpeado alguna que otra vez por alguien que se cree superior, es fácil recurrir a la burla sin atender a cuánto daño nos hace.
 _ ¿Eres un ángel?_ dijo Mara sentándose a mi lado.
     Tania, Lucas y Camila se sentaron a mí alrededor debajo de aquel árbol en el recreo.
_ ¿Por qué lo dices?
_ Las chicas me han contado lo que hiciste hoy por Emanuel.
     Yo no contesté, solo me quedé mirando al frente a la gente que seguía hablando de mí… mientras yo pretendía hacer parecer que no me importaba ser el centro de sus conversaciones, pero la verdad, es que no me gustaba que hablaran de mí.
_ Yo sé que le pasa_ dijo Lucas_ Seguro que has tenido un pasado turbio ¿verdad?
     Seguí sin contestar, esperando a que cambiaran de tema… ¿un pasado turbio? Que va… para turbia la sangre que cada tarde emanaban de mis brazos directas al lavabo. Soy demasiado oscura en mis pensamientos a veces.
_ Ese silencio me dice que es algo doloroso y que tal vez no deberíamos hablar de ello ¿verdad?
     Yo miré a Camila tras decir eso, y asentí. Mi mirada transmitía en ese momento todo el dolor que había estado intentando ocultar… si mirabas profundo, podía leerse parte de mi secreto en mis pupilas dilatadas.
     Mara agarró mi mano y la apreté fuerte.
_ No sé qué te pasó, pero nadie volverá a burlarse de ti mientras estemos nosotros. ¿Verdad chicos?
     Todos asintieron de a una y se tiraron en avalancha a mis brazos al grito de “abrazo grupal”.
     Les agradecía a todos que estuvieran allí, que me dieran su apoyo a pesar de que no sabían nada. Me sentía una burda mentirosa ocultándoles mi pasado, mis historias… Todo lo que las mangas largas de mi camisa ocultaban.
_ Gracias por lo de esta mañana_ nos interrumpió Emanuel_ y perdón por interrumpir este momento.
_ No te preocupes_ dijo Lucas_ Soy Lucas_ le estrechó la mano.
     Seguido de eso nos presentó a todos formalmente. Parece que le gustaba ser el hombre del grupo… en cierto modo lo era.
_ ¿Por qué se meten conmigo?_ Repitió Emanuel a la pregunta de Camila._La pregunta sería ¿Por qué no?
_ No te entiendo_ dijo Tania.
     Lucas le ofreció sentarse con la mano.
_ No necesitan nada para burlarse de nadie… Si eres demasiado listo, demasiado tonto, demasiado alto, demasiado bajo, gordo, flaco,…. Siempre hay un motivo para burlarse de alguien, si otro alguien se lo propone y hay gente que les sigue.
_ ¿Y por qué tú? ¿Les hiciste algo?_ curioseó Tania.
_ No les hace falta que haga nada, supongo que aparecí en sus vidas cuando no tenían nada mejor que hacer.
_ No les hagas caso a nada de lo que te digan_ dijo Lucas dándole un par de palmadas en la espalda_ a mi me parece muy bueno que estudies y que saques las mejores calificaciones.
_ No es nada de lo que sentirse avergonzado_ continuó Camila.
_ Ya… yo no me siento avergonzado de lo que me dicen… ¿no me afecta en gran medida que una panda de tarados escriba gilipolleces con faltas de ortografía en las paredes… pero que el resto de la escuela se rían de ti… eso si duele_ tras decir eso bajó la mirada y se le escaparon un par de lagrimillas.
_ Se fuerte hombre, pronto acabarás tus estudios y dejarás atrás a toda esta gente que ahora se ríen de ti.
_ Tal vez sí…
_ Solo son unas burlas tontas, que no te afecten_ dijo Mara.
_ No son solo eso_ dije yo_ hay que hacer algo… el bullying no es algo a tomar a la ligera… Seguro que habrá en más clases más niños objetos de burlas, y puede que algún día alguno se canse y busque la salida que no debe.
_ No creo que sea para tanto_ dijo Tania_ Conozco a alguno de esos chicos, y no son malos chicos, ellos solo piensan que se divierten.
_ Tal vez se divierten ellos, pero no veas como duele a los que estamos en la línea de tiro_ dijo Emanuel_ Yo he pasado noches enteras llorando, sintiéndome una mierda.
_ ¿Por qué se metían contigo por estudioso?
_ Porque me sentía solo_ continuó_ tú tienes a tus amigos, pero cuando nadie se quiere acercar a ti… la cosa es muy diferente.
_ ¿Nadie se acerca a ti porque sacas buenas notas?
_ Nadie se acerca a mí porque no quieren arriesgarse a ser el blanco de las burlas o simplemente yo no les dejo. Tengo miedo, estas burlas me llenan de desconfianza… y pienso que todos pueden hacerme daño.
_ Sé fuerte_ dijo Mara levantándose y agarrando sus manos.
_ Yo soy fuerte_ continuó_ pienso que solo son dos años más, que dejaré esta escuela, encontraré trabajo y dejaré de ser el empollón…_ dijo respirando profundo_ no dejaré de luchar por lo que quiero porque esos chicos se “divierten” conmigo.
_ Así se habla, eres muy valiente_ dijo Mara sonriéndole, mirándome y sonriéndome a mí también._ Ahora no estás solo, que sepas que nos tienes para lo que necesites y si hay que limpiar más paredes, avísanos y ahí estaremos.
_ Si son las de tu cuarto no cuenta_ dijo Lucas y tras decir esto todos se echaron a reír.
     No quería volver al tema… pero en parte tenía razón, en unos años por suerte, se acabarían todas las burlas para él… pero ¿y los que no tenían tanta suerte como él? ¿Y si, como yo, hay gente que tendrá que estar cargando con sus burlas para siempre?
_ ¿En qué piensas?_ me bajó de las nubes Mara.
     Los demás hablaban tranquilamente del futuro de Emanuel y sus respectivos sin prestarnos la más mínima atención.
_ No sé… hay muchas cosas que no están bien.
_ Bienvenida a la vida real, ¿apenas te das cuenta?
_ No, desgraciadamente no me doy apenas cuenta. Mara_ dije agarrando sus manos y mirándola a los ojos casi sin pestañear_ Hay mucho de mí que no sabes… tal vez lo mejor es que me aleje de ti.
     Este tema había hecho en mí más mella de lo que pensaba… ¿y si mi historia como la de Emanuel no acababa en dos años? ¿Y si no encontraba a mi madre y tenía que volver?
     Se me encogía el alma cada vez que pensaba en que cabía la posibilidad de tener que volver a verlo… sonriente… delante de mí, con su cara de “yo tenía razón, sabía que volverías”… No sé si aguantaría más noches en velas, más golpes, más insultos… No sé si esta vez tendría la oportunidad y la fuerza de voluntad para clavar de una vez por todas, el filo del cuchillo en su diminuto corazón…
_ No te entiendo_ dijo Mara con la cara desencajada_ Y soltando una vez más sus manos de las mías.
     Me levanté, cogí mi mochila y me alejé del instituto saliendo por la puerta y sin mirar atrás.

 Capítulo 14
     Tres golpes secos… una vez más… Parecía que esos golpes los estuviera dando directamente en mi pecho, pues me dolían.
_ Celi por favor, abre la puerta, sé que estás ahí_ Repetía esto una y otra vez._ No me voy a ir sin que me expliques_ dijo sentándose en la puerta_ ¿me has oído?
     Yo también estaba sentada al otro extremo de la puerta. Con mi espalda sobre ella, casi podía oírla respirar a través de la vieja madera.
_ ¿Qué pasa aquí?_ Oí que salió Margaret.
_ Disculpa señora, necesito hablar con Celi ¿Sabes si está en casa?
     Su espalda se separó de golpe y casi sentí como la puerta se balanceaba hacía su lado.
_ La he oído llegar, pero no la he oído salir… así que supongo que si estará, aunque si no te ha abierto ya, es sin duda porque no quiere hablar contigo.
_ Pues no me iré_ dijo sentándose de nuevo en la puerta.
_ ¿Habéis discutido?
_ No… o no sé… sinceramente no sé muy bien que ha pasado. Estábamos hablando tan normal y luego me dijo que tal vez era mejor alejarse de mí.
_ ¿Así fue? ¿No dirías nada que la hiciese sentir mal?
_ Tal y como se lo cuento_ Su voz se sentía angustiada… ¿Tanto le dolía que me alejase?
     Puede que una parte de mí no entendiera muy bien lo que estaba haciendo, pero la otra sentía que era lo mejor que podía hacer. No quería hacerle más daño, no quería desaparecer un día y que todo quedara ahí… ¿Qué tal si no podía despedirme?
_ Se ve que la quieres mucho… esa niñita se hace querer_ dijo Margaret cerrando su puerta y entrando en casa_ No te rindas, acabará abriendo_ le susurró antes de cerrar por completo.
_ Supongo que tienes razón… la quiero_ esto lo dijo a modo de soliloquio, pensaba que no la oía… pero la oí.
     Mi corazón empezó a latir muy fuerte… Me quería…
     Un dolor punzante en mi cabeza estaba haciendo que me volviera loca. No sabía qué hacer, estaba estresada, angustiada, con unas ganas tremendas de salir corriendo y dejar todo atrás. Soy una cobarde en cuanto sentimientos se trata. Nunca he sabido enfrentarme a ellos.
     Al fin, decidí agarrar al toro por los cuernos y abrir la puerta.
     Mara se levantó de golpe y se quedó mirándome a los ojos sin decir nada… pero rogándome a la vez que le diera la explicación que tanto pedía. La invité a pasar, era hora de contarle todo.

Capítulo 15
_ No puedo creer todo lo que me estás contando_ Sus ojos abiertos como platos me miraban sin dar explicación a todo lo que acababa de oír.
_ Esta es la prueba de que todo lo que te estoy contando es cierto_ dije sacando de un cajón el plano de la ciudad y las fotos de mi madre.
_ ¿Entonces? Tus brazos…
     Con cuidado remangué mis mangas y le enseñé las cicatrices.
_ Seguro pensarás que estoy loca…
_ En parte, no voy a mentirte, pero creo que has sido muy valiente enfrentándote a todo lo que te has enfrentado… Sé que encontrarás a tu madre y no tendrás que volver con tu padre.
_Tengo cinco días… cinco días para hacer lo que no he podido en semanas.
_ Sola.
_ ¿Cómo dices?
_ Que antes estabas sola, ahora me tienes a mí, llevo toda mi vida en esta ciudad. Tal vez la he visto alguna vez, o puedo ayudarte con las calles o no sé… seguro que en algo puedo ayudarte_ dijo cogiendo algunas fotos de lo alto de la mesa.
_ No sé… ¿Te suena?
_ La verdad es que creo que no la he visto nunca, lo siento, pero seguro podemos encontrar más formas de encontrarla.
_ No sé como… ya lo he intentado todo_ dije soltando las fotos sobre la mesa.
_ ¿Has probado con pegar carteles?
_ Debo mantener mi búsqueda en secreto, si mi padre se llega a enterar que estoy aquí… no quiero imaginar lo que me pasaría.
_ Me imagino… Pero sería difícil que se enterara ¿no?
_ Díficil, pero no imposible. No sé ni tan siquiera si me está buscando. Prefiero no arriesgarme.
     Mara se acercó a la mesa y agarró las fotos de nuevo.
_ Puede que algo se te haya pasado… ¿has analizado bien las fotos?
_ He recorrido cada palmo de esta ciudad y visitado todas y cada una de las calles que aparecen en las fotos una y otra vez, y nunca está ella. Tal vez haya cambiado de ciudad o estuviera de visita y nunca haya vivido aquí… es una posibilidad entre tantas. Ya hace casi un año desde la última foto que tengo de ella.
_ ¿Y a ella? ¿Has mirado a ella?
_ No entiendo.
_ ¿A qué se dedica tu madre?
_ Pues… que yo recuerde solo era ama de casa ¿Por qué lo dices?
_ ¿Has visto esta foto? Parece que tiene una bata blanca en el brazo.
     Agarré la foto y la miré con detenimiento. Tenía razón, tan evidente y no me había dado cuenta. Supongo que el recuerdo y la imagen de mi madre me había envuelto de tal manera que todo lo que estuviera a su alrededor en aquel instante fotografiado había pasado desapercibido ante mis ojos. Todo era invisible menos ella.
_ ¿Esto amplía nuestras posibilidades no?
_ Mucho_ dije abrazándola efusivamente_ Me había quedado estancada y no sabía cómo continuar.
_ Tranquila_ dijo acariciando mi espalda dulcemente_ a ver, pensemos en trabajos que utilicen bata blanca.
_ Enfermera, peluquera, carnicera, …
_ Hay muchísimas… cualquier centro puede tener bata blanca.
_ Pero al menos hemos reducido posibilidades. ¿Sabes si hay algún centro médico, hospital, carnicería… etc cerca de los lugares donde se la ha visto?
_ Pues sé que hay un hospital cerca de la plaza de la fuente, justo por detrás del restaurante.
_ ¿Crees que pueda trabajar allí?
_ Solo hay un modo de descubrirlo_ dijo levantándose y ofreciéndome su mano para levantar.
     Me sentía positiva y nerviosa, sentía que podía encontrarla…

 Capítulo 16
     Mi gozo en un pozo. Sabía que existía la posibilidad de no encontrarla, pero mi esperanza me había dicho que allí estaría… que ilusa soy a veces.
_ La encontraremos, ten paciencia_ dijo sentándose a mi lado en la fuente.
_ Ya tuve mucha paciencia.
_ No quiero ser agorera pero… ¿has pensado que harás si no la encuentras?_ dijo agarrando mi mano con fuerza.
     Ojalá pudiera decirle que no, pero en estos últimos días escaseaban los pensamientos positivos, y solo podía pensar en que pasaría después.
_ No sé. Tal vez me escape. No sé donde me iré pero lo que estoy segura es que no volveré con mi padre.
     La plaza se estaba llenando de gente de un momento a otro y la tranquilidad con la que hablaba con Mara se estaba alejando a poquita poco, cada vez tenía que hablar más fuerte y el bullicio me distraía de mis pensamientos.
_ Es hora punta… se acabó la tranquilidad ¿Volvemos a casa?_ Propuse
_ Claro, como gustes.
     Mara me ayudó a levantarme y nos fuimos hacía la casa cabizbajas y sin ganas de nada. Ella quería animarme a toda costa, y lo intentaba, pero nada podía sacarme de la cabeza el hecho de que otro día más había pasado y solo me quedaban cuatro días para encontrar a mi madre, o tendría que desaparecer de nuevo.

Capítulo 17
_Vamos, anímate_ dijo cerrando la puerta.
_ ¿Cómo puedo animarme? ¿Es que no lo entiendes? ¡Si no encuentro a mi madre tendré que volver con mi padre o marcharme de nuevo!_ alcé la voz y tiré mi mochila al suelo sin querer derramando todo lo que había en ella.
     Tal vez no tendría que haberlo hecho, ella solo intentaba consolarme… pero tenía mucha presión encima y no podía evitarlo, necesitaba soltarlo… No quería pagarlo con ella, así que recurrí al que había sido mi asilo durante tantos años.
_ Lo siento mucho_ dije acariciando su hombro sin levantar la mirada… por vergüenza_ tengo que ir al baño un momento, ahora vuelvo.
     Siempre había sido mi lugar de escape, un lugar donde evadirme, olvidar todo y centrar mi vida, arrinconarla entre cuatro paredes y un espejo. Sentía que podía concentrar todo lo vivido ahí, todo lo que tenía, todo lo que era, y cerrando el pestillo quedaba atrapado dentro, conmigo, tanto lo bueno como lo malo, pocas cosas buenas… de echo.
     Odiaba esa parte de mí, esa parte en la que no podía controlar mis nervios y mi rabia, sentía que era como él, que en cualquier momento podía descontrolarme y herir a alguien. Y sé que por mucho que se intente no se olvida algo así. Y no es fácil controlar la situación en un momento en que no eres capaz de controlarte ni siquiera a ti misma. Y es muy cómodo soltar cuatro insultos y pensar que no ha ocurrido nada, pero ocurre, porque cuando se está así no sabes lo que dices, lo sueltas sin pensar, y esas cosas duelen… No es que crea que hay que ser unos mentirosos o unos falsos, y sonreírle a todo el mundo ocultando tu rabia dentro, hay que decir las verdades a la cara pero siempre manteniendo el respeto por todo lo alto.
      Por eso, cada vez que me pasaba algo, me iba al baño, me sentaba frente al espejo y me miraba, comparando cada gesto con los de él, esos que repudio y me repetía una y otra vez “No seas como él, tranquilízate, tú puedes”. Las veces que no funcionaba, agarraba una cuchilla y rasgaba mi piel… han sido tantas las veces que no funcionaba que casi se me había olvidado esta primera opción.
_ ¿Estás bien?_ Oí que dijeron tras la puerta.
     Supongo que con mi ya conocido historial no estaba cien por cien segura en aquel baño, al menos según los pensamientos de Mara.
_Si… supongo_ dije abriendo la puerta.
_ Mira que encontré en tu mochila_ dijo enseñándome una carta_ ¿Es de Emma?
_ ¿De Emma?_ dije abriendo los ojos con cara de asombro.
_ No sé… en el reverso pone para el amor de mi vida.
     Observé la carta por fuera, sin abrirla, pero no hallé ni nombres ni dirección ni nada, solo era un sobre blanco.
_ No es de Emma, ella no sabe que me iba a ir, ¿Por qué razón iba a escribirme una carta? Además “el amor de mi vida”… ni siquiera sé si fui la mitad de importante para ella de lo que ella lo ha sido para mí.
_ Estás hablando en pasado, ¿ya no es importante?
     Supongo que estaba hablando demasiado, suele ocurrirme cuando estoy nerviosa.
_ No sé ya ni lo que digo…
_  ¿Estás segura de que no es de Emma?
_ Ayer vacié la mochila y esta carta no estaba, no puede ser de Emma.
_ Ábrela entonces.
He decidido dejar atrás todo lo que creo saber, todo lo que mi mente castigada me dice que crea, y olvidar todos los celos que solo me hacen daño. Quiero confiar en ti, en lo que sentimos, en lo que creemos, en esto por lo que luchamos, porque es lo único que me hace feliz.
Y si algún día encuentras a otro que te de todo aquello que no has encontrado en mí, espero que me ames lo suficiente para contármelo sin necesidad de que yo te lo pida.
Perdóname por todos esos ataques, perdóname por todas las veces que te hice sentir mal y ojalá que así como yo prometo dejar atrás el pasado, tú hagas lo mismo y me des otra oportunidad.
Te espero debajo del puente que tantas veces nos cubrió en tantas noches de pasión.
Tu Josep que te ama.”
     Mara me miró y yo la miré.
_ ¿Tu Josep que te ama?
_ Ahora estoy segura de que esta carta no es para mí.
_ ¿Para quién será? No pone nombres_ dijo releyéndola y mirándola por detrás a contra luz.
_ ¿Crees que encontrarás un mensaje secreto mirándola a contra luz?
_ No sé_ me miró divertida.
     Solté el sobre en la mesa y me senté en el sofá.
_ ¿Cómo ha podido llegar esta carta a tu mochila?
_ La verdad no tengo ni idea.
_ ¿Segura que no tienes alguien por ahí con el que hayas pasado hartas noches de pasión bajo un puente?
     Me hice la pensativa unos segundos y respondí.
_ Creo que no se llamaba Josep… aunque no recuerdo su nombre en realidad.
     Mara me miró con cara de incredulidad y una media sonrisa en el rostro.
_ La verdad no sé de quien pueda ser.
     Ésta ante mi negativa se sentó a mi lado en el sofá, dejándose caer como si no tuviera fuerzas para más.
_ Es una lástima_ soltó resoplando.
_ ¿El qué?
_ Hay alguien por ahí que espera encontrar a su amada esta noche… y ella no va a aparecer porque no tiene la carta.
_ La vida es tan injusta a veces…
_ Esto no es injusto_ sonrió_ injusto es no poder haberte despedido de quien quieres, o tenerla al lado y no poder besarla, el ser correspondido no es injusto.
_ ¿Y qué tal si buscamos a la dueña de la carta para que no tengas estos aires tristes de cuento de Disney?
_ ¿Aires tristes? ¿Yo?_ dijo exagerando y poniéndose enfrente de mí, enfrentándome en forma de broma.
_ Sí, tú_ dije poniéndome frente a frente de ella, muy cerquita de su cara, continuando con su provocación de juego.
     Cuando nos dimos cuenta de lo cerca que estábamos la una de la otra, nos miramos durante unos segundos que se hicieron eternos, justo a los ojos… hasta que Mara sonrió forzada y se alejó de mí.
_ ¿Qué tienes pensado?_ me preguntó terminando con la incómoda situación.
_ Analizar la carta y volver atrás en mis pasos.
_ No te entiendo.
_ A ver_ dije cogiendo de nuevo la carta entre mis manos_ Al parecer por como escribe no es ningún inculto. Tiene la letra bonita y redondeada, sin faltas de ortografía, incluso pone todos los acentos… además, pone tantas noches de pasión bajo un puente… no creo que ningún adolescente haya escrito esta carta para ser sinceras.
_ ¿Estás diciendo que fue un profesor quien te metió esa carta ahí? ¿Por qué haría eso?
_ ¿Un profesor? ¿Por qué me iba a meter esta carta de amor en mi mochila?
_ ¡Tal vez se confundió e iba para otra alumna! ¡Eso es! Hemos descubierto un amor secreto y apasionado entre un profesor y una alumna.
     Yo sonreí divertida…
_ Estás un poco loca.
_ Me ofendes… Estoy muy loca… además he leído muchas historias de amor.
_ No lo dudo…
_ A ver señorita “realista”_ enfatizó esta última palabra_ Entonces, según tú, ¿Quiénes son nuestros romeo y Julieta?
_ No se…_ dije soltando la carta en la mesa, si te soy sincera, no tengo cabeza para nada…
_ Tienes que abrirte a descubrir nuevos horizontes, tal vez resolviendo este caso encontramos a tu madre.
     Yo solo la miraba, sin decir nada, y creo que apenas la oía. Un ruido se centraba en taladrar mi cerebro y parecía que sólo lo oía yo. Me estaba doliendo demasiado la cabeza. Mucho estrés supongo.
_ ¿Estás de acuerdo entonces?
    Asentí, así sin más, no tenía la menor idea de lo que había dicho.
_ ¿Que te acabo de decir?_ me preguntó cómo si me leyera el pensamiento.
_ Lo siento… yo…
_ No has oído nada de lo que te dije ¿verdad?
     Ella agacho la cabeza durante unos segundos y me miro luego directamente a los ojos, como asegurándose que está vez si le prestaba atención.
_ ¿Crees en el karma?
_ ¿Como has dicho? ¿En el karma?
_ Si, en el karma.
_ ¿A que viene eso ahora?
_ Viene a que tal vez realizando una buena obra, el universo te devuelve esa energía positiva y te ayuda a encontrar a tu madre.
     Supongo que esa inocencia que desprende es en parte, parte de su encanto.
_ Me da miedo ¿sabes?_ Me temblaba la voz
_ ¿Qué te da miedo?_ dijo agarrando mis manos
_ A que todo lo que está pasando sea por mi culpa
_ ¿Cómo puedes pensar eso?
_ No se… tal vez esto se podía haber solucionado de otra forma… y ahora todo sería muy diferente.
     Sentía un nudo en la garganta que no me dejaba hablar, y desahogarse.
_ No te culpes, tu hiciste todo lo que pudiste, no sabias que todo esto llegaría tan lejos.
_ Pero… y si ahora el karma me está castigando por todo lo que hice mal… tal vez nunca debería haber salido de ese baño.
_ ¡No digas eso! ¡Nunca! El mundo se te echó encima y lo agarraste como pudiste, no eres culpable de nada, ¿me entendiste?
     Yo asentí, sin más, y ella me abrazo con fuerza.
_ Todo va a cambiar ya lo verás _ me susurró al oído_ Sólo necesitas un poco de positivismo, buenas vibraciones.
     Mara me limpió las lágrimas y se quedó mirándome durante unos segundos.
_ No dejes que todo esté caos acabe contigo, explota la situación y crea tu propio mundo.
_ ¿Qué hago?
_ Por lo pronto vamos a averiguar de quién es la carta y para quien es, se nos acaba el tiempo_ dijo tirando de mi y levantándome del sofá.
_ Esta bien_ dije, era mejor que no hacer nada.
_ A ver, dijiste que ayer no tenías la carta, por lo tanto llegó a ti hoy_ dijo acariciándose la barbilla con aires de investigadora privada.
_ Aja.
_ De ahí llegué yo, te di mis apuntes y te fuiste a la escuela.
_ Aja.
_ Y de la escuela te viniste para acá del tirón, lo sé porque me hiciste correr detrás de ti todo el camino.
_ Lo siento por eso.
_ Lo que quiere decir que sea quien sea el dueño de la carta es de la escuela.
_ Eso parece.
_ Deberías aportar alguna información… A ver, ¿pudo meterla alguien en la mochila mientras limpiabas las pintadas?
_ La llevaba puesta en todo momento.
_ Descartado, sólo queda que la dejaran mientras estábamos en el recreo, por lo que debe ser alguien de clase o algún profesor, pero… en clase no hay ningún Josep y tampoco hay ningún profesor con ese nombre, que yo sepa.
_ Pero de la clase será la chica a la que va dirigida la carta, no Josep, el será de otra clase.
_ Tienes razón, pero de cual…
_ No quiero ser agorera, pero no creo que encontremos a la chica antes de la hora, no tenemos nada.
     Mara me miro con aires de resignación, seguro ya se estaba cansando de mi negatividad, pero era parte de mi. Cuando de la vida solo das tragos amargos es difícil creer que puedan caer caramelos del cielo.
_Lo siento_ dijo al fin_ supongo que tienes razón y tienes cosas más importantes en las que pensar. Tu debatiendo tu futuro y yo con chiquilladas de historias de amor.
_ No te disculpes por intentar salvar mi día_ dije agarrando sus manos_ es algo que me encanta de ti_ le sonreí_ complementas mi negatividad innata.
     En ese momento llamaron a la puerta y ambas miramos hacia ella.
_ ¿Esperas visita?
_No… realmente no
_ ¿Quien podrá ser?
     Por mi mente recorrieron en unos pocos segundos varios nombres, pero no podía estar segura de quien sería realmente.
     Me acerqué a ella, mire por la mirilla y ahí estaba él, el peor de mis temores se había cumplido… mi padre, ¿Cómo me había encontrado?
     Mi cara se tornó blanca como el sobre que traía la carta y Mara me pregunto en voz baja al ver la expresión en mi rostro.
_ ¿Quien es? _ me susurró
     Di unos pasos hacia atrás y me senté en el sofá, aún ida por quien esperaba tras la puerta.
_ Mi padre_ susurré
     Mara se acercó a mí rápidamente y se arrodilló delante de mí.
Él volvió a llamar a la puerta insistentemente.
_ No voy a dejar que te haga daño_ me susurró.
_ No… no… no puede ser él _ mi mente negaba toda posibilidad de que fuera él.
     Sabía que estaba vivo y que reclamaba mi custodia pero nunca me hubiese imaginado que llegaría a encontrarme… ¿que voy a hacer ahora?
_ Llama a la detective_ me susurró de nuevo Mara, la primera vez que lo dijo no la oí.
_ ¿Y si me oye? Sabrá que estamos aquí.
_ En el baño, corre, yo me quedare vigilando.
     Corrí hacia el baño lo más silenciosamente que pude y marque a la detective hasta tres veces hasta que al fin respondió al teléfono.
_ Mi padre está aquí _ le dije en cuanto el teléfono dio la señal de que habían contestado.
_ ¿Cómo? Sí aún no  dieron favorable la sentencia, ¿como pudo encontrarte?
_ No sé, pero esta en la puerta llamando.
     Mis lágrimas apenas me dejaban hablar, me estaba ahogando.
_ ¿Puedes salir de ahí? ¿Estas en casa?
 _Estoy en la casa y no encuentro el modo de salir está en mi puerta.
     La detective guardo silencio unos desesperantes segundos.
_  ¿Qué hago? Ayúdeme por favor.
     En ese momento Mara abrió la puerta y entró.
_ Se ha marchado, dijo que fue al colegio a recogerte y que no estabas.
_No se ha marchado, seguro está abajo esperando a que yo salga.
_ ¿Estas acompañada?_ dijo la detective
_ Si, es Mara, sabe toda la historia, podemos confiar en ella.
_ Tu padre es peligroso, debo ir inmediatamente.
_ No llegarás a tiempo.
_ ¿Y si manda a alguien? ¿Es policía no? ¿Puede llamar a los de aquí y que manden una patrulla?
_ Nadie sabe que ella me ayudó a escapar y podría perder su trabajo o mucho  Dios sabe que le haría mi padre.
_ ¿Tanto poder tiene tu padre?
_ Mi padre fue durante muchos años General, cuando yo nací mi madre casi muere y el lo dejo todo por estar a nuestro lado.
_ No parecía tan malo en aquel entonces
_No se en que momento se transformó en el monstruo que es ahora, yo era muy pequeña. Solo sé que tiene muchos contactos. Cuando volvió estuvo ayudando a la policía a resolver unos asuntos de drogas.
_ ¿Sigues ahí?
_ Si, aquí sigo.
_ No os mováis de ahí, voy para allá.
     Tras decir eso colgó. Tres repentinos golpes en la puerta avivaron de nuevo nuestros temores.
_ No llegará a tiempo.

Capitulo 18
_ Celi, ¿estás bien? Soy Margaret_ oí que dijeron tras la puerta
     Observé por la mirilla y solo estaba ella, corría peligro ahí afuera, sabía por experiencia que mi padre no se amedrentaba por una diferencia de edad… ni por nada en realidad.
_ Debes irte Margaret, métete en tu casa y no salgas.
_ No voy a marcharme hasta que me digas que esta pasando. Ese hombre esta en un coche fuera.
_ ¿Cómo lo sabes?
_ Lo puedo ver desde la ventana de mi salón.
_ Voy a contarte todo, pero necesito que sea en tu casa, aquí corremos peligro.
     Mire una vez más por la mirilla cerciorándome que solo estaba Margaret.
_ ¿Estás segura?
_ No, pero sabe que estoy aquí, la detective no llegará a tiempo y es nuestra única salida.
     Estaba nerviosa, temerosa y desesperada… y ahora no estaba en riesgo solo yo, sino Margaret y Mara. No sabía que hacer, me moriría si les pasará algo por mi culpa, pero ahora ellas tampoco estaban a salvo.
     Abrí rápidamente la puerta, cerrándola lo más sigilosa posible, y entramos en la casa de Margaret.
     Me dirigí a la ventana de su salón y mire con cuidado. Seguía ahí. Cuando volví la vista hacia ellas vi el miedo en los ojos de Mara y el desconcierto en los de Margaret.
_ ¿En qué líos te has metido muchacha?
     Era una larga historia, pero se merecía respuestas. Le envié un sms a la detective contándole donde estaba, no recibí respuestas. Solo estaba yo en ese momento, yo y mí pasado oscuro a punto de salir a la luz.

Capitulo 19
_ ¿Todo eso es cierto?
     Supongo que es una historia difícil para quien la oye por primera vez, pero mis ojos vidriosos dieron respuesta y disiparon sus dudas.
_ Dios mío, eso es horrible… ¿Cómo has podido cargar con todo eso? Yo me volvería loca.
No dije nada.
_ Debemos ayudarla_ dijo Mara _ La detective estaba a más de 5h, no llegará a tiempo.
_ No sabe que estás aquí, conmigo estás a salvo, no dejaré que te haga daño.
_ No quiero que os metáis más en esto, es cosa mía, no puedo poneros más en peligro.
_ Ay muchacha, ya estamos metidas hasta el fondo_ Dijo agarrando mis manos temblorosas entre las suyas_ ¿Sabes por que en las películas los malos nunca ganan?
_ ¿Por qué es ficción?
_ No jovencita, la razón es porque hay muchos buenos en el mundo, y cuando nos unimos somos imparables_ dijo levantándose y agarrando su teléfono.
_ Habla usted como una heroína señora Margaret _ dijo Mara
_ La que habla es la voz de la experiencia jovencita.
_ ¿Que pretende hacer? _ dije viendo como marcaba el teléfono.
_ Voy a llamar a un amigo, él te sacará de aquí, no podrá hacerte nada si somos muchos.
_ No es que me lo haga él _ dije poniéndome en pie_ Estoy fugada, debería estar en manos del estado, pero me ayudaron a escapar para que encontrará a mi madre.
_ Tranquila, Josep encontrará la solución.
     Mara y yo nos miramos de repente.
_ ¿Josep? _ dijimos las dos al unísono.
     Yo me dirigí a Mara que seguía teniendo entre sus pertenencias la carta, mientras la señora hablaba por teléfono.
_ ¿Sera el mismo Josep? ¿Cómo llegó la carta a tu mochila?
     Yo me quedé pensando unos segundos.
_ ¡Nos tropezamos! Esta mañana al salir, seguramente se traspapeló la carta.
_ ¿La habrá visto?
     Margaret nos interrumpió de golpe.
_ Viene para acá, vamos, llegará en unos segundos_ dijo empujándolos hacia su dormitorio.
_ ¿A dónde nos lleva?_ Pregunto Mara
_ Esta ventana da a la parte de atrás, podéis bajar por el balcón de doña Petra, hace años que me quejo para que lo quite porque da un acceso fácil a maleantes y ladrones, pero ahora mismo me alegro que no me hiciera caso. Abajo os estará esperando Josep con su coche. Agachaos para que no os vean cuando paséis por al lado.
_ ¿Cree que funcionara?
_ No os queda de otra_ dijo empujándolos hacia la ventana_ Salid rápido ya está abajo y agarraos bien a las rejas.
     Ya estábamos a punto de salir cuando Mara se detuvo.
_ Margaret, esto creo que es suyo_ dijo dándole la carta_ la teníamos por error… y no lo sabíamos hasta ahora, lo siento. No deje escapar al amor, nunca es tarde para disfrutarlo.
     Tras decir esto bajamos y nos introdujimos en el coche. Lo último que pude ver de Margaret fue la ilusión reflejada en sus ojos al leer la carta.
_ Agachaos_ dijo Josep_ os pueden ver.
     Era un hombre mayor, parecía incluso de más edad que Margaret, era muy raro tenerlo delante y asociarlo con la carta que le acabamos de dar a ella.
     Fue un momento tenso. Las manos sudorosas y frías de Mara se afianzaban a las mías con fuerza.
_ No tengas miedo_ le  dije_ no dejaré que te pase nada.
     Josep se detuvo unas calles más adelante.
_ ¿Estáis bien chicas?
_ Si, gracias
_ Yo creo que ya os podéis reincorporar, no hace falta que me contéis nada, solo decidme donde os dejo.
     Donde nos deja, buena pregunta. Mara tomó la iniciativa y le dijo una dirección.
_ ¿A dónde vamos?
_ A mi casa.

Capítulo 20
     No me sorprendía nada que viviera en una casa así, se veía que era de una familia adinerada. Pero su comportamiento en cambio no era para nada derrochador ni prepotente, era muy normal.
_ ¿Entramos?
     No pude más que asentir con la cabeza. Porque aunque una parte de mi me decía que no lo hiciera, había otra que me recordaba que no tenía ningún otro sitio a donde ir.
_ ¿Qué le dirás a tu madre? Ya sabes que no podemos contarle nada de esto.
_ Tranquila, le diré que eres una compañera de clase, que tus padres se fueron de viaje y que te quedaras unos días.
_ ¿Y no tendrás problema por ello?
_ No creo, apenas nos vemos nunca, ella siempre está trabajando.
_ Debe ser duro para ti, verla poco.
_ No sé, a veces si, a veces siento que necesito un poco de ella, algún consejo o tan solo pasar un poco de tiempo con ella, pero supongo que me acostumbré a estar siempre en un segundo plano.
_ Yo intentaría estar el máximo de tiempo con ella.
_ A veces son los padres los que nos alejan, por motivos distintos.
_ Lo hacen por nosotras.
_ Eso dicen…
_ ¿Has pensado que harás ahora?
_ No se, sinceramente. Me da miedo que mi padre acabe encontrándola antes que yo.
_ ¿El sabe que viniste a buscarla?
_ Supongo que no, pero las casualidades existen.
_ Sería mucha casualidad que se la encontrará cruzando la calle, y más teniendo en cuenta que llevas semanas buscándola.
_ Yo creo en mi mala suerte, mi vida ha sido un cúmulo de ella.
     Mientras hablábamos me senté en el diván junto a la ventana de s cuarto y miraba hacia fuera, hacia el jardín. Se veía tan grande, tan verde y tan hermoso.
_ No creo que pueda volver a la escuela. Él sabe que estudio allí, me encontraría.
_ ¿Qué harás? Si te quedas aquí estos cinco días sin salir tampoco creo que se den cuenta, así que por esa parte tranquila.
_ No sé. Por lo pronto avisaré a la detective, por si llega y no estoy. No sé si mi padre seguirá en la puerta._ Mientras decía esto le escribía a la detective_ Y a solo nos queda esperar.
     Mara agarró mis manos y me miro a los ojos.
_ No te rindas.
     Yo sonreí.
       Tenía un algo muy especial esa niña. Posiblemente, mi yo de hace poco más de un mes la hubiese prejuzgado mal, y no me hubiese acercado a ella, solo por tener ropa de marca, tener un móvil de última generación, o subirse a un coche de alta gama. Pero en este tiempo he aprendido a no hacerlo. He conocido a mucha gente, y me han enseñado que las primeras impresiones no siempre son las que valen. Y es verdad eso de que el dinero no te da la felicidad, solo te hace la vida mas cómoda… eso hasta hace pocos segundos no lo entendía.
_ ¿En que piensas?_ Irrumpió Mara en mis pensamientos.
_  En lo mucho que ha cambiado mi forma de pensar en tan poco tiempo.
_ Has tenido una vida dura.
_ Si, sin embargo no la he comprendido hasta ahora.
_ ¿Ya has comprendido el significado de la vida?
_ No_ sonreí _ la vida tiene muchos significados
_ Tan profunda
_ La situación lo merece ¿no lo crees?
_ Creo que tienes 15 años, y no hablas como una niña de 15 años_ dijo agarrando mis manos y tirando de mí para levantarme del diván.
_ ¿Qué haces?_ dije mirándola divertida.
_ Lo que hacen las niñas de nuestra edad.
_ Sentarnos a pintarnos las uñas mientras hablamos de chicos?
_ De chicas en nuestro caso_ me guiñó _ y no, vamos a…
     Soltó mis manos sin terminar la frase, se dirigió casi corriendo a la esquina donde estaba su equipo de música y la encendió. Segundos después corrió hacia mi y agarró mis manos mirándome de nuevo a los ojos.
_ No suena nada_ la mire divertida.
_ Dale tiempo_ dijo mirando sus pies y colocándose de cierta forma con las piernas un poco abierta y mirando hacia mi_ ¿Conoces a Pink?
_ Creo que si…
     Segundos después comenzó la canción a un volumen bastante alto y comenzamos a bailar como locas.
_ ¡Es lo mejor para olvidarte de todo!_ gritó _ ¡Tan solo siente las vibraciones y disfruta!

Capitulo 21
     Estábamos agotadas, no sé durante cuánto tiempo habíamos estado saltando de un lugar a otro de la habitación, pero ya no podíamos más, y la cama nos recibió extasiadas.
_ Sabes moverte bien
_ ¿Qué esperabas?
_ Que necesitarás bastón o taca-taca _ me dijo con una sonrisa de oreja a oreja.
_ Gracias
_ De nada
  Ambas callamos y nos quedamos mirando al techo, disfrutando del silencio, hasta que el sonido de mi móvil llamó nuestra atención.
_ Es la detective _ dije cogiéndolo con rapidez _dígame._ El momento de diversión había acabado, era hora de volver a la realidad.
_ ¿Dónde te encuentras?
_ ¿estás en la casa? ¿Alguien te ha visto? ¿Sigue en la puerta?
_ Sí, estoy en la casa, pero no estoy en la puerta. Me detuve a una distancia prudente para ver que sigue ahí, no puede verme aquí donde estoy. Ahora dime dónde estás.
     Era un tono más autoritario que de costumbre. Estaba nerviosa y se le notaba, tenía que estarlo, ella también se estaba jugando mucho al ayudarme.
     Le dije la dirección y quedamos en vernos en la puerta pasado unos quince minutos aproximadamente. Me colgó el teléfono poco después de saber la dirección.
_ ¿Qué ha pasado? ¿Qué te ha dicho?
_ Viene para acá, nos espera abajo en la puerta en quince minutos.
_ ¿No la seguirán verdad?
_ Espero que no.
     Mara me abrazó por detrás y dejó caer su cabeza sobre mi hombro.
_ No quiero que te vayas.
_ No quiero irme_ dije poniendo mis manos sobre las suyas.

Capítulo 22
      Llevábamos como 10 min esperando cuando llegó la detective.
_ ¿Estás bien?_ dijo mirándome de arriba abajo, a mí y a mi acompañante.
_ Sí, estamos bien_ su mirada estaba fija en Mara_ Ella es Mara, una amiga.
_ Encantada de conocerte Mara_ dijo ofreciéndole la mano_ debemos irnos.
_ ¿Irnos? ¿A dónde?
_ Aún no lo tengo pensado, pero no puedes volver a esa casa y necesitas algún sitio para quedarte estos 5 días que te quedan, y desgraciadamente tampoco podrás ir al colegio.
_ Que se quede aquí_ dijo Mara.
_ Es muy peligroso.
_ Es más peligroso que ande por ahí sola, él la está buscando, sabe que está aquí en la ciudad. ¿Qué pretende hacer? ¿Alejarla del lugar donde posiblemente esté su madre?
_ No podrá salir a buscarla de todos modos, al menos la mantendré a salvo.
_ ¿Por cinco días?
     Todo se mantuvo en silencio y Mara continuó.
_ Porque usted sabe bien que sí él gana, no tendrá más remedio que devolvérsela.
_ Tiene razón detective_ en ese momento Mara agarró mi mano.
_ No puede llevársela y quitarle la oportunidad de encontrar a su madre.
     La detective se acercó, se reclinó hacía mí y me miró fijamente a los ojos.
_ Me has demostrado ser una chica muy madura, sabes el riesgo que corres, sabes que no vas a poder salir a buscar a tu madre, que vas a tener que buscar otra alternativa, ¿verdad?
_ Si detective.
     Ella puso su mano en mi hombro y miró a Mara unos segundos.
_Sé que podrás hacerlo y no te robaré la oportunidad.
     La detective se fue hacía su coche y abrió la ventanilla para decirme algo antes de marcharse.
_ Tienes cinco días. No los desperdicies.
_ No lo hará_ contestó Mara apretando mi mano antes de que yo pudiera hacerlo.
     La detective desapareció al doblar la esquina del final de la calle.
_ ¿Qué haremos ahora?_ dije mirando a Mara.
_ Buscar a tu madre.
     Entramos y me senté de nuevo en el diván de su habitación.
_ No puedo salir, ¿cómo se supone que voy a encontrarla?
_ Con ayuda.
_ ¿Con ayuda?
_ ¿Confías en mi?_ dijo agarrando su móvil.
_ Por supuesto.
_ Pues yo confío en ellos.
_ ¿qué haces?_ dije intentando frenarla_ No puedes contárselo a nadie_ le quité el móvil de las manos.
_ Tienes cinco días, ¡Cinco días! ¿Sabes lo que es eso? Es nada, y más si no puedes salir, necesitamos más ojos.
_ Pero los pondremos en peligro.
_ ¿Cómo? No saben dónde estás, no vas a salir de aquí, no hay ningún modo en que puedan relacionarlos contigo.
     No sé si era la desesperación la que estaba acabando con mi cordura pero en cierto modo me parecía lógico todo aquello.
_ ¿De verdad confías en ellos?
_ Sé que nos van a ayudar_ dijo extendiendo su mano para que le devolviera su móvil.
_ ¿Tendré que contarles todo?
_ Cuéntales lo que creas que debes contarles.
     Esto había dejado hacía mucho de ser un juego, ahora sabía que era algo importante, que era algo real, que era algo que no podía hacer yo sola.
_ Está bien, llama.

Capítulo 23
     Los tres me miraban en silencio. Su expresión era una mezcla intensa de incredibilidad y nerviosismo.
_ ¿Es una broma?_ dijo al fin Lucas.
_ No Lucas, no es una broma_ dijo Mara agarrando mi mano_ Yo estaba ahí, cuando llegó su padre, cuando apareció la detective…
_ Me cuesta creerlo_ dijo levantándose.
     Camila y Tania no decían nada, solo miraban, alternando su mirada entre Lucas, que no paraba de caminar por la habitación, Mara y yo.
_ Suponiendo que sea verdad_ dijo al fin Camila_ ¿Qué pretendéis que hagamos? ¿Por qué nos lo contáis ahora?
_ Se me acaba el tiempo, debo encontrar a mi madre en 5 días, o tendré que volver a aquel infierno.
_ ¿Pero no es seguro que tu padre gane no?
_ No.
_ ¿Y si pierde el juicio?
_ El estado se encargará de mí.
_ No sé muy bien si esto es cierto o no_ dijo Camila_ pero puedes contar conmigo para lo que necesites.
_ Muchas gracias Camila.
_ Supongo que conmigo también_ dijo Tania.
_ ¿Lucas?_ preguntó Mara.
     Se detuvo en seco y me miró directamente a los ojos.
_ ¿Puedes asegurarme que mi vida y la de mi hermana no correrán peligro?
_ No puedo asegurar ni que yo salga viva de esta.
_ Conmigo no contéis_ dijo saliendo de la habitación.
_ ¡Lucas!_ dijo Mara saliendo tras él.
_ No es un juego Mara, no es un puto juego.
     Nunca había visto a Lucas comportarse así, parecía un niño muy dócil cuando lo conocí.
_ Para nadie lo es Lucas, por eso te estamos pidiendo ayuda.
_ ¿Y qué pasa si te pasa algo? ¿O a Camila o a Tania? No pondré mi vida, ni la vuestra en juego por una chica que hasta hace un mes no sabía ni que existía_ dijo intentando zafarse del agarrón de Mara.
_ ¡Lucas!_ dijo Mara.
_ Déjalo, lo entiendo, ya sabes que tampoco quería esto. Me iré.
_ ¡No puedes irte!
_ Tu hermano tiene razón Mara, no puedo poneros en peligro… no puedo ser tan egoísta de arriesgar vuestras vidas por mí.
_ No estás arriesgando nada, somos nosotras las que decidimos ayudarte, ¿Verdad chicas?
     Camila y Tania se miraron y agacharon la mirada. Muy dentro de mí quería que saltaran y dijeran “¡Por supuesto! Cuenta con nosotras” pero no era un cuento, no era una película de ficción donde los protagonistas nunca mueren, era la vida real, y en la vida real hay riesgos que es mejor no correr.
     Yo agarré las manos de Mara y la puse a la altura de nuestros pechos.
_ Escúchame, agradezco todo lo que has hecho por mí y todo lo que estás dispuesta a hacer, pero no te dejaré hacerlo. Tu hermano tiene razón, esto es muy peligroso, y es algo que debo hacer yo.
_ Pero… es tu última oportunidad.
     Sonreí.
_ Oportunidades hay muchas, solo no hay que darse por vencidos.
     Solo me miraba con los ojos vidriosos sin decir nada.
_ Soy el vivo ejemplo de ello.
_ ¿Qué harás entonces?
_ Me iré.
_ No tienes donde ir.
_ Pero sí tengo por lo que no quedarme.
     Mara me abrazó fuerte.
_ Siento no haber podido ayudarte.
_ Has hecho mucho, créeme.
     Lucas apareció de nuevo con mi mochila en la mano.
_ Deberías irte.
_ Lo sé_ Sonreí._ Gracias por abrirme los ojos.
     No dijo nada, solo me miró.
_ No desaparezcas de mi vida, por favor_ Rogó Mara antes de marcharme.
_ Nunca, tengo tú teléfono_ sonreí.


Capítulo 24
     No sabía hacía donde ir, no estaba preparada para alejarme del todo, así que aquí estoy sentada de nuevo en el banco de un parque.  Creo que estoy intentando despedirme, pero me cuesta encontrar el modo.
     Nunca podría haber llegado a imaginar que me iba a encontrar en esta situación. Supongo que podría considerar este parque su tumba. Aquí mueren del todo mis esperanzas por encontrarla. Debería arrancar de mi pecho sus recuerdos y alejarme para siempre.
     Lo siento detective porque la he fallado, espero no meterla en problemas si no aparezco…
      Miro mis muñecas y veo asomar bajo las mangas de mis manos las vendas… ¿Será que el destino quiere que me despida del todo? En cierto modo tiene razón. ¿Qué vida me espera después de esto? No puedo pretender creer que no me buscarán, que no me encontrarán finalmente o que podré sobrevivir con unos míseros euros. ¿Qué es lo que me queda entonces? ¿Rendirme? ¿Volver?
_ ¿Está ocupado?_ Oí una voz junto a mí.
    Es curioso como el destino a veces nos juega malas pasadas, y otras nos guía a ciegas hacía donde debemos ir. Nos roba y nos regala momentos únicos llenos de emoción y de lágrimas, lleno de instantes mágicos y fugaces, y cuando nos damos cuenta hemos llegado a nuestro propio destino sin darnos cuenta.
_ ¿Mamá?
     Ella me miró con desconcierto, hacía años que no me veía, hacía años que no la veía, ambas habíamos cambiado, pero estaba segura de que era ella.
     Metí mi mano instintivamente en mi bolsillo, saquí mi cartera y le enseñé la única foto que tenía de  nosotras dos juntas, y mi abuelita.
     Ella la miró unos instantes, abrió los ojos como platos y me abrazó.


Parte 3
Desde cero

Capítulo 1
     Han sido los diez años más felices de mi vida. Mi madre logró superar el cáncer a los pocos meses de que yo llegara. Los médicos le dijeron que las ganas de vivir y la explosión de felicidad fueron puntos muy fuertes a tener en cuenta para la recuperación.
     Desgraciadamente volvió hace un año con más intensidad que nunca y a pesar de que hicimos todo cuanto estuvo en nuestras manos, la metástasis era rápida, mucho más que nosotras y finalmente ganó la carrera. El cáncer sopló y sopló y por mucho que pusimos piedras tras las paredes terminó por apagar su llama… es un lobo muy fuerte.
     Y volví a perderla… y esta vez para siempre. Aún así había algo diferente esta vez, en el buen sentido. En todo el tiempo que habíamos pasado juntas y felices habíamos coleccionado un montón de maravillosos recuerdos. Creo que ella en el fondo lo sabía y se esforzó por recuperar todos estos años pasados en que estuvimos separadas.
     Recuerdo una tarde de otoño que sin más se levantó del sofá, se puso su abrigo y me llevó a un parque, “yo ya soy muy grande para columpios” le dije, y ella me contestó que nunca se es demasiado grande para disfrutar de las cosas sencillas de la vida. Lo pasamos genial aquel día y me encantó sentir el aire fresco en mi cara. A pesar de que sentía miedo al saber que volaba alto me sentía segura sabiendo que ella estaba ahí, a mi lado, por muy alto que volara. Supongo que era una forma de devolverme a esa infancia que creía perdida y me sorprendió lo fácil que es volver a sentirse una niña.
     En el fondo siempre sentiré que ella está ahí conmigo. Aunque no pueda verla, ella estará viva mientras mantenga vivo sus recuerdos, en cada palabra, con cada enseñanza. Porque ella me enseñó que lo más importante de la vida es vivirla, me enseñó que hay que luchar, que hay que saber que caeremos, porque siempre caemos, pero que el logro está en saber levantarse, que la felicidad es efímera y que hay que disfrutar de cada segundo que nos brindan, porque un día puede que ya no esté esa persona a tu lado. Es fácil leerlo, y un tópico supongo, pero ella me lo enseñó con hechos, y así es como hay que aprender las lecciones.
     Cuando el médico nos dio la noticia de que el cáncer había vuelto ella sonrió y me miró, pero sus ojos no acompañaban a sus labios. “Hay que ser fuertes” me dijo “Y nunca dejar de luchar por vivir”.
      Ahora ella no está, y mi mente recupera una y otra vez todos los momentos en los que ella estuvo a mi lado.
     El día en que al fin le crecieron las alas sonreía, nunca borró su sonrisa, “quiero que me recuerdes así, ¿sabes por qué sonrió?” Obviamente no lo sabía y mientras que yo lloraba desconsolada, ella, con toda la calma del mundo, recogió mis lágrimas y me dijo algo que nunca en la vida olvidaré, “Puede que no decidamos cuándo, cómo, o el por qué morimos, pero sí como vivimos nuestras vidas, y todos los momentos que he vivido a tu lado, son los que ahora me hacen sonreír”.
     Ella tenía razón, una vez más, pero el dolor de su partida no desapareció y nunca desaparecerá. Por mucho tiempo que pase, por muchos años que lluevan, siempre sentiré que algo dentro de mí se volvió invisible aquel día, pero no se fue, de eso estoy segura.
     Por eso vuelvo a mis raíces, a la ciudad que me vio crecer y caer y me enseñó a madurar, de la que huí por ir a buscarla y es por ella por la que hoy estoy aquí, paradójicamente.
     Su último deseo está en mis manos ahora, y mi misión es cumplirla.
     Debo enterrar una foto al lado de la tumba de mi abuela. Una foto vieja  y ya casi borrada por el paso del tiempo con una dedicatoria en el reverso. No la leí aún, ni siquiera vi la foto todavía, pero debo hacerlo, debo abrirlo cuando ya esté frente a su tumba.
     Ya parece que he llegado al cementerio. Está muy cambiado. La tumba de mi abuela está vieja y devastada por la lluvia, abandonada.
     Me arrodillo frente a ella y arranco con mis manos la maleza que estaba cubriendo ya gran parte del nombre.
_ Siento no haber venido todos estos años abuela, pero sabes que siempre te he llevado conmigo_ digo aún de rodillas_ desde aquella noche que te vi, supe que da igual donde estuviera tu cuerpo, porque tu alma me protegería y siempre serías mi apoyo.
    Me sacudo las manos de tierra y saco el sobre del bolsillo trasero de mi pantalón.
_ Tengo algo para ti. Me lo dio mama, supongo que ya está contigo. Yo sé que me la vas a cuidar bien, tan bien como lo hiciste conmigo.
     Abro el sobre con cuidado y saco la foto. La miro por última vez y sonrío. Éramos las tres, mucho más jóvenes, y mucho más cambiada… ahora solo sigo yo en pie, la única que en la foto está en brazos. Esos brazos aún me abrazan y me protegen, aunque estén lejos. Era la misma foto que me dio mi abuelita cuando mi madre no estaba, esa misma foto que le di a mi madre después de cinco años sin vernos, la había guardado todo este tiempo.
     Era ya hora de despedirme al completo. De ambas. Doy la vuelta a la fotografía y empiezo a leer. Por suerte no es muy larga, porque siento que la situación se me está yendo de las manos y solo tengo ganas de arrancar a llorar.
_ “Gracias por cuidarme, gracias por cuidarla. Siento no haber estado, haberme ido, haberos abandonado. Pero quiero que sepáis, que sois lo mejor que me ha pasado en mi vida. Aunque no haya estado con ustedes, siempre os he llevado muy cerca de mi corazón. En esta vieja fotografía de las tres. Os amo”_ dije acabando la frase casi sin aire de los sollozos que escapaban de mis labios.
     Junto a la tumba de mi abuela abrí un agujero con las manos de unos veinte centímetros de profundidad. Cogí un mechero y quemé la foto. Así como mi madre me lo pidió, yo solo era su fiel cumplidora.
     Necesitaba unos minutos a solas con mis pensamientos en aquel lugar. Mi vida estaba en otra ciudad ahora y aunque me prometí a mi misma y a ellas volver cada año el mismo día, necesitaba despedirme.

Capítulo 2
     Iba pasando con mi coche cuando lo vi, y no pude resistirme a detenerme y balancearme un poco en sus columpios.
     Era el mismo parque que visitaba cuando era pequeña, cada vez que me sentía sola y abatida, cada vez que sentía que no podía más o no tenía razones para seguir. Hoy vuelvo a él sintiéndome otra persona. Una mujer fuerte capaz de conseguir todo lo que se propone en la vida. Una mujer que ha conseguido superar un maltrato, que ha aprendido de los golpes y a convivir con los obstáculos hasta que llega el día en que los salta, porque siempre se pueden saltar si no dejas de correr.  Y aunque pueda parecer a veces que detener la carrera es un camino mucho más fácil y rápido nada se compara a llegar a la meta.
     Y hoy por hoy soy psicóloga, no predico con las enseñanzas que reflejan los libros,  sino con los consejos que me ha brindado la vida. Trabajo ayudando a niños maltratados, niños diferentes, niños como yo lo fui, especiales, y les enseño a ser fuertes, a sacar esa fuerza interior que todos tenemos.
     Supongo que esa niña que llevo dentro me trajo a este parque de nuevo. Han cambiado prácticamente todos los juguetes y han cambiado el suelo de arena por un pavimento de caucho de un color rojo intenso. Le dieron vida a ese vetusto y desastroso parque que dejé a mis espaldas.
     La paz y el silencio que antes reinaban en el parque se estaban disolviendo, y un murmullo agudo y chillón, lleno de risas estaba conquistando el ambiente. Era hora de marcharme.
_ Vamos todos en fila y que nadie se salga.
     Esa voz…
_ ¿Emma?
     Una muchacha delgada y linda apareció doblando la esquina del parque rodeada de niños de cinco y seis años.
     Había cambiado mucho, ahora era incluso más hermosa que antes, pero su esencia seguía ahí, en su mirada, y lo noté en el momento que nuestras miradas se cruzaron y su cuerpo se quedó petrificado a pocos pasos de mí.
_ Soy yo_ fue lo único que atiné a decir.
     Sin decir nada se abalanzó a mis brazos, corriendo la poca distancia que nos separaba y rodeando mi cuerpo me abrazó con fuerza.
_ Yo también me alegro de volver a verte_ le dije.
     La verdad es que nunca la llegué a olvidar del todo, y cómo podría… aunque su imagen se difuminó y su voz desapareciera completamente de mis sueños con el paso del tiempo, ella ocupaba un importante y breve capítulo en mi vida. Siempre había estado ahí, en un rincón de mi corazoncito, oculta y esperando el momento indicado para volver a salir. Supongo había llegado ese momento.
_ Te trató bien la vida_ continué, a la espera de que ella dijera algo.
_ No tanto como a ti_ contestó al final_ Mírate, estás… hermosa_ su mirada recorría mi cuerpo una y otra vez de arriba abajo y viceversa_ ¿Conseguiste encontrarla?
_ Lo hice_ Sonreí.
_ ¿Y cómo está? ¿Contestó a todas tus dudas?
_ Pues ahora mejor que nunca, supongo, y sí, todo tenía sentido en aquel momento, ahora las cosas se hubiesen hecho de forma muy diferente.
_ Ahora te tiene a ti para cuidarla.
_ Podría decirse que yo la tengo ahora a ella para cuidarme_ hice una pequeña pausa para respirar y que la tristeza no dominara la situación_ murió hace un par de días.
_ Lo siento_ dijo entristeciendo el gesto.
     Tan solo sonreí y asentí.
_ ¿Ahora eres maestra?_ pregunté intentando romper el tenso momento.
     Miré hacia los lados y todo estaba lleno de niños. Un hombre se acercó y la abrazó por detrás.
_  Y una de las mejores_ sonrió dirigiéndose a mí.
     Ella tan solo sonrió. La situación se había vuelto más incomoda aún con la llegada del muchacho.
_ ¿No nos presentas?_ Insistió él al notar nuestro silencio.
_ Claro_ dijo Emma_ Él es Jorge, mi esposo y ella es Isa, una…_ hubo una pequeña pausa_ amiga de la infancia.
     Y supongo que ahí se quedó todo lo que fuimos, todo lo que pasó en esos breves días… en una amistad de la infancia. Admito que era mucho más fácil eso que decir que yo había sido su novia por un día… eso llevaría a muchas preguntas. Tal vez yo había sido incluso, la única persona de sexo femenino que besara sus labios o tal vez nunca llegué a ser lo suficiente importante en su vida como para considerarme ni tan siquiera dueña de un trocito de su gran corazón. Pisé tan rápido que no sé si mi huella se quedó gravada.
_ ¿Puedes dejarnos un momento a solas por favor? Vigila a los niños, no tardo.
     No tenía que darme explicaciones, ella lo sabía, yo lo sabía, pero por alguna extraña razón supongo que sentía la necesidad de hacerlo, de cerrar nuestra historia.
     Nos retiramos justo al banco donde me encontró la detective años atrás… hace más de una década ya. Qué curioso y pequeño es el mundo. Él sin embargo se quedó clavado en el suelo, mirándonos hasta que unos niños pequeños llamaron su atención para que fuera a jugar con ellos.
_ Te esperé_ dijo después de un breve silencio_ Y nunca volviste.
_ Ahora estoy aquí.
_ Ya es demasiado tarde
     Tenía un gesto de resignación mezclado con una subida parcial de hombros… no vi tristeza en ninguna parte.
_ ¿Qué sientes por él? ¿Lo quieres?
_ Lo amo.
     Ya no necesitaba saber nada más después de aquella tajante respuesta.
     Supongo que una parte de mí esperaba a escuchar un “no” de su parte, un “aún sigo perdidamente enamorada de ti” o alguna respuesta similar… aunque para ser realistas, en aquel momento yo tampoco me sentía enamorada de ella. Un inmenso cariño, un enorme agradecimiento, y puede que un poco de celos infundados por mi ego… tuvimos algo grande un muy pocos días, pero de jóvenes, todos los sentimientos se magnifican, y aún más cuando necesitas afecto y ese alguien te lo da.
_ Ya sé que no merezco explicación alguna_ a pesar de que era consciente de que no la merecía, quería saber_ pero contéstame a algo, ¿alguna vez sentiste por mí lo que sientes por él? _ Una parte de mí quería saber si en algún momento había sido importante para ella… supongo que un “te esperé” no era suficiente respuesta.
     Emma me miró por unos segundos directo a los ojos, y vi reflejado en ellos a la niña apenada que me vino a visitar al hospital.
_ Nunca sentiré por nadie lo mismo que sentí por ti. Fueron pocos días los que pasamos juntas, unos días muy intensos en los que pasaron muchas cosas, tal vez demasiadas_ dijo acariciando las marcas de mis brazos que a pesar del tiempo aún se vislumbraban tenuemente_ pero se hicieron muy largos los años posteriores esperando tu regreso. Te fuiste, y nunca más supe de ti… ¿qué esperabas? ¿Qué te estaría esperando?_ cada palabra que decía se acercaba más al reproche de lo que ella pretendía_ Tuve que seguir mi camino sin ti.
     Yo agarré sus manos y la miré directo a sus ojos.
_ ¿Te hace feliz?
     Ella dirigió su mirada hacía él y sonrió al verlo jugar con los niños. No hacía falta que me respondiera, esos ojos expresivos decían todo lo que callaba su boca.
_ Lo siento_ dije al final_ Siento haber tardado tanto, siento haber seguido con mi vida, y haberte hecho daño, pero no me arrepiento de nada.
     Sus manos se aferraron fuertes a las mías y proseguí.
_ Quiero que sepas, que nunca te olvidé del todo, que siempre has sido y serás alguien muy importante en mi vida. Me alegró que seas feliz_ sonreí_ se nota que estás enamorada.
_ ¿Y tú?_ prosiguió ella_ ¿eres feliz?
_ ¿Ahora?_ dije mirando al horizonte_ sencillamente no lo sé… ¿he sido feliz en mi vida? Mucho_ dije mirándola a los ojos de nuevo.
     Ella sonrió y se levantó, dándome por un momento la espalda.
_ Debo marcharme ya, el recreo termina y debo volver_ Se agachó y me dio un suave beso en la mejilla_ me alegro que hayas vuelto, ¿será larga tu estancia?
_ No creo, sonreí, mi libro en esta ciudad está a punto de ser cerrado ya, y mi vida continúa en otro sitio.
_ ¿Volverás a marcharte así sin más? ¿O esta vez me dejarás una dirección o un número para saber dónde encontrarte?
     Saqué de mi cartera una tarjeta que ponía mi dirección, correo electrónico y mi número de teléfono. Siempre llevaba un par encima, por mi trabajo. Nunca nadie sabe en qué momento se puede necesitar un psicólogo.
_  ¿Ahora te llamas Celeste? ¿Y eres Psicóloga? Creo que me he perdido mucho…_ dijo mirándome con cara de incredulidad_ ¿Seguro que era tu cartera?
_ Supongo que tenemos que quedar algún día a ponernos al día, tenemos mucho de lo que hablar.
     Jorge llamó a lo lejos a Emma, interrumpiendo nuestra charla. Tenían que marcharse ya. Emma afirmó con la cabeza, se levantó y volvió su penetrante mirada hacía mí.
_ Tienes algo diferente en tus ojos.
_ ¿Y qué es esta vez?
_ No lo sé_ sonrió_ creo que tendré que volver a verte para estar más segura… ¡Sé feliz!_ gritó mientras se alejaba y la rodeaban de nuevo los niños.
     No podía recriminarle nada, al fin y al cabo fui yo quien se marchó.
     Me reconcomía las entrañas saber que ahora era otra persona quien compartía su cama y su vida. Me sentía como una ex celosa que siente que ha perdido a la persona a la que ama, cuando en realidad nunca fuimos nada… y tal vez nunca llegara a amarla del todo y las mariposas que sentí en el estómago en el momento en que la vi no eran más que un reflejo de la ilusión que me hacía volver a estar con ella.
     De todos modos me alegraba que fuera feliz, aunque no fuera yo el origen de su felicidad, supongo que siendo parte de su pasado, algún granito de arena habré puesto en la mujer que se ha convertido ahora.
     Era hora de marcharme yo también, y dar el paso para pasar la última página del libro.

 Capítulo 3
     Solo me quedaba un último paso por dar y tal vez fuera uno de los más difíciles… nunca pensé, de hecho, que sería capaz de hacer algo así. Pero la adrenalina inundaba mis sentidos y sentía que era ahora o nunca… Si quería cerrar totalmente el libro que me vincula con este lugar debía acabar todos los capítulos. Y para ello debo llamar a la única persona que me puede ayudar a hacerlo.
_ ¿Sí? ¿Quién es?
_ ¿Detective Kowalzuck?
_ ¿Nunca me llamarás por mi nombre de pila?
_ Me gusta más tu peculiar apellido.
_ ¿Ya estás aquí?
_ Si, llevo un par de horas dando vueltas por la ciudad.
_ En dos horas acabo mi turno, si quieres vamos a cenar
_ No puedo, tengo algo muy importante que hacer, además estarás muy ocupada con tu boda. ¿Cómo lo llevas?
_ De los nervios_ dijo soltando una estruendosa carcajada_ ¿vendrás?
_ La verdad con esto que ha pasado no me apetece mucho asistir pero las penas con buenos amigos son menos penas.
_ Di que sí, tu madre era una mujer extraordinaria y tú heredaste su carácter.
_ Hablando de familia, necesito un favor.
_ Dime, ¿en qué puedo ayudarte?
_ Necesito la dirección de mi padre
_ No
_ Por favor, necesito hablar con él
_ No creo que sea una buena idea que vuelvas a ver a ese hombre
_ Ya soy una mujer adulta, y puedo tomar mis propias decisiones. No se ofenda detective, pero no le estoy pidiendo opinión.
     Tras decir esto, un silencio nos avasalló durante unos segundos y finalmente accedió.
_ Me recordaste a la niña que me encontré hace años en una sala de interrogatorios, prepotente, decidida, valiente, pero con mucho miedo…
_ Supongo que sigue habiendo una parte de esa niña en mí.
_ No… sigues siendo aquella niña, mucho más madura, mucho más valiente, pero sentí  el mismo miedo en tus palabras. ¿Por qué quieres hablar con él?
_Tengo muchas cosas que explicarle, cosas privadas, cosas de familia supongo.
_ Ok ok, prométeme que te cuidarás, y que llevarás el móvil en la mano en todo momento.
_ Tranquila, sabré manejar la situación.
     En cuestión de minutos, la detective buscó entre sus archivos su dirección. Había cambiado de casa y ahora vivía solo. Desde que nos fuimos. Casi me daba pena… casi.
_ ¿Segura que quieres ir sola? Recuerda que te hizo mucho daño… no es un buen hombre, ni tiene integridad. Es cruel.
_ Una de las cosas que me enseñó mi madre es que el rencor no sirve de nada.
_ Te maltrataba.
_Créame, conozco mi pasado mejor que nadie. Necesito hablar con él y explicarle.
_ ¿Crees que se pueda dialogar con él?
_ Para dar un paso hacia delante, lo primero que hace nuestro cuerpo es convencerse que podemos hacerlo, que puede dar el paso. A veces sufrimos algún que otro traspié, es algo normal, y no por ello el cerebro deja de creer que puede andar. Seguimos caminando.
_ ¿En conclusión?
_ Voy a intentarlo, y si no, será tan solo un traspié y seguiré mi camino.
_ ¿Y si te deja sin piernas?
_ Sabré cuidarme, y de nuevo gracias detective.
       
Capítulo 4
   Llevo aparcada en el coche desde hace más de treinta minutos. Estaba tan convencida de hablar con él, que ahora me avergüenza admitir que tengo miedo… Tenía razón la detective, para que engañarme, mi prepotencia me hizo creer  ser mujer y ahora la realidad me devolvió a ser niña.
     Un hombre desaliñado con pintas de vagabundo sale a la calle y cierra la puerta tras de sí… sin duda alguna es él, aunque ha cambiado mucho. Ya no queda nada de aquel hombre corpulento que partió en dos mi infancia.
     Salgo del coche, me apoyo en la puerta y dejo que me vea. Que sea él el que dé el primer paso. Pero tan solo me mira. A lo lejos. Tal vez no me reconozca, o tal vez no quiera reconocerme. Agacha la cabeza y da un paso tras otro pasando por mi lado sin decir nada.
_ ¿No piensas saludarme?
_ No tengo nada que decirte.
_ Hace unos años tenías muchas cosas para decirme. ¿Qué ha cambiado?
     Se detiene en seco, dándome la espalda y respira profundo. Observo como su espalda sube y baja por un momento, llenando de aire sus pulmones, para finalmente soltarlo despacito.
_ No vengas ahora a buscarme, porque me vas a encontrar.
_ Yo no vengo buscando nada… ¿Qué te pasa? ¿Ahora me tienes miedo? ¿Por qué? ¿Por qué no soy una niña a la que puedes golpear y que se calle?
     Se voltea hacía mi, y me mira. No veo rencor, no veo odio, no veo tristeza… solo es una mirada vacía en un cuerpo viejo y sucio… Como si no tuviera alma. Tal vez ella también lo abandonó.
_ ¿Qué pretendes viniéndome a ver? ¿Acabar lo que empezaste? ¿Vienes a matarme? O a rematarme mejor dicho_ dijo abriéndose la camisa y enseñándome la marca del disparo.
     Ahora era yo la que respiraba profundo para no exaltarme. El hablaba tranquilo y pausado, como si no tuviera ganas de pelear por una batalla que hace años que perdió. Estaba intentando provocarme. Como cuando el torero agita el capote desde la barrera, esperando a que el toro corra y se estampe.
_ Yo no disparé, y lo sabes.
_ Nada de esto hubiese pasado si te hubieses quedado callada, si hubieses salido del baño cuando te lo pedí.
     Supongo que tenía razón. Nunca lo había visto de ese modo. Toda mi vida sería completamente diferente si la sangre ese día hubiese circulado sin derramarse por las venas que recorren mi cuerpo. Si no me hubiese ganado el rencor, la valentía… mi abuela no hubiese disparado, no hubiese conocido a Emma que me animó a buscar a mi madre, no la hubiese encontrado y tal vez, ni siquiera estaría viva.
_ Tienes razón… todo sería muy diferente, pero los golpes cansan más que matan.
_ Tendrías que haberme clavado ese cuchillo cuando te dije que lo hicieras_ dijo acercándose a mí.
_ No era una asesina, ni lo soy. Solo quería ser feliz en la vida.
_  Espero que lo hayas logrado, la mía_ dijo señalando todo a su alrededor con las manos en cruz_ la destrozaste.
_ No_ dije rotunda_ Tú la destrozaste, no me culpes a mí ahora por los errores que tú cometiste.
_ El error lo cometí al casarme con esa puta… ¿Y qué? ¿La encontraste? Me dijeron que la estabas buscando.
_ Sí, la encontré.
_ ¿Y por qué no está aquí? ¿Es que me tiene miedo?
_ ¿Tendría razones para tenerlo?
     Él tan solo sonrió con malicia, como si estuviese orgulloso de todos y cada uno de los golpes y las palizas que nos propició.
_ ¿Sabes qué? Nunca llegué a conocerla. Era una falsa, y una manipuladora y una perra… sí_ dijo recorriendo los pocos pasos que nos separaban ya  y apuntándome con el dedo_ eso es lo que era.
_ Te equivocas, te equivocas demasiado. Ella era una mujer de los pies a la cabeza.
_ ¿Era? ¿Qué pasa que ya no lo es?_ dijo sonriendo.
_ Murió. De cáncer.
_ Murió_ seguido de esto empezó a reírse como un loco_ murió_ repitió sin parar de reírse_ ¿se dice que siempre se van los mejores no? Ya era hora.
_ Mira_ le interrumpí_ no tengo por qué estar aquí, hablando con usted.
     Estaba intentando mantener la calma, no ponerme a su nivel. Sé que era algo que le gustaba, necesitaba alguna excusa para gritarme, para exaltarse y no sería yo quien se la diera.
_ Lo sé_ me interrumpió ahora él_ ni siquiera soy tu padre… por eso no sé qué haces aquí, ¿acaso quieres información de él? Porque no sé nada de ese hijo de puta.
_ Ojalá no lo fueras, ¿pero sabes qué? Desgraciadamente lo eres.
_ ¿Qué estás diciendo?_  dijo mirándome profundamente a los ojos esperando una aclaración.
_ No sabes la de veces que recé porque no lo fueras, pero ya ves, la vida no nos lo da todo como lo queremos.
_ Pero yo los vi, yo la vi, bajar en varias ocasiones del piso de arriba. Además me lo confirmó antes de marcharse.
_ Era el agente que la estaba ayudando a tramitar los papeles para irse. Pero tú los descubriste… y lo fastidiaste todo con tus locas locuras de infidelidades… Si te dijo que yo era hija de él era para que no lucharas por quedarte conmigo, porque pensaba llevarme con ella.
_ ¿Y por qué no volvió a por ti? ¿Eh? Una madre modelo no deja abandonada a su hija.
_ Le diagnosticaron cáncer a las pocas semanas  antes de que se la llevasen… y le dijeron que no podían llevarme con ella, porque si todo iba mal, yo me quedaría sola. Y la justicia de aquel entonces pensó que era mejor dejarme con un padre maltratador.
     Él se quedó en silencio unos segundos.
_ ¿Entonces? ¿No me era infiel?
     Yo me alejé de él, y me monté en el coche.
_ Te estoy hablando_ Me gritó.
_ No era excusa_ Le devolví el grito_ No hay excusas.
     Tras decir esto, arranqué el coche, respiré profundo y me fui.
     Había limpiado el nombre de mi madre. Ella nunca le había sido infiel, ella no me había abandonado… solo fui el resultado de una serie descubrimientos indebidos, de esos que nadie quiere descubrir nunca y que estropean todo.
     Verlo triste, y abatido, no me satisfizo… ya no sentía rencor por él, sentía lástima. La vida le había devuelto lo que se merecía. Ahora estaba solo y arruinado. Y su único consuelo, la única excusa de sus actos había caído a sus pies. El karma le había devuelto todos los palos que nos había dado la vida…
     De pronto se oye un estampido… otro… me está… ¿disparando? Siento un dolor agudo en el hombro derecho y pierdo el control de mi auto…

Capítulo 5
     De apoco abro los ojos con un dolor intenso en el hombro…
_ ¿Qué me ha pasado?
     Veo borroso en un principio y de apoco empieza a aclararse y cobrar sentido los diferentes rostros que veo a mi alrededor.
_ Detective… ¿Cómo he llegado hasta aquí?
_ Tenía un arma y disparó varias veces a tu coche, en uno de ellos, la bala atravesó la luna y se te incrustó en el hombro derecho. Han conseguido sacarla y estás estable.
     Miro a mí alrededor y está Emma, Jorge, y Lucas.
_ ¿Qué haces aquí? ¿Cómo te has enterado de esto?
_ La avisé yo_ dijo la detective.
_ ¿Y cómo? ¿Seguíais en contacto?
_ No, llamé al número de tu tarjeta y contestó ella, me dijo que estabas aquí. No sabes cómo llamar mi atención eh, siempre en los hospitales.
_ Mientras esta vez no me saques los goteros de un almohadazo.
     Ambas nos reímos de aquella situación, a pesar de que hacía mucho tiempo y nadie más rió nuestro chiste, nosotras sabíamos el por qué.
     La puerta se abrió de repente.
_ ¿Y tú qué haces aquí?_ dije mirándola y sonriendo como boba con su mirada dulce.
_ Pues Lucas me llamó y me dijo que te habían disparado, ¿estás bien?_ dijo acercándose a mí y agarrando mi mano.
     Después de encontrar a mi madre y de asentarme con ella en aquel lugar, todo fue diferente. Volví a la escuela y pude entablar una amistad con Lucas y con Mara. Nunca encontré el valor suficiente para declararme a ella. Al terminar el instituto ella consiguió una beca para Inglaterra, y allí se quedó.
     Yo siempre mantuve el contacto con ella, y con todas las personas que me ayudaron. Incluso con la buena de Margaret, que se volvió a casar de nuevo, es la viva imagen de que el amor no tiene edad…
_ Llegas tarde para el boca a boca.
     Mara se acercó y pegó su nariz a la mía. Y me puso nerviosa. De pronto me dio igual todo, que hubiese gente mirando en la habitación, que estuviera postrada en la cama de un hospital y decidí romper el pacto que hice con mi misma años atrás y la besé. Era hora de romper las normas, de volver a ser valiente. Hay que arriesgar a veces ¿no?
     Cuando abrí los ojos, ella aún los tenía cerrados.
 _ Creo que estamos sobrando un poco aquí ¿no?_ dijo la detective al resto de visitantes que afirmaron, sonrieron y salieron de la habitación dejándonos a Mara y a mí solas.
_ ¿A qué vino esto?
_ ¿Recuerdas que te dije que tu amistad era muy importante?
_ Ajá
_ ¿Y que no quería romper todo lo que teníamos por si algo fallaba?
_ Ajá
_ Pues he estado a punto a morir, he visto la vida pasar ante mis ojos, no lo recuerdo, pero seguro que pasó, todo el mundo la ve pasar, y no quiero ser la excepción_ hablaba tan deprisa que algunas palabras se pisaban con otras_ Así que dime por favor que sigues sintiendo lo mismo por mí y que no estás con otra persona porque romperías en mil pedazos a este pobre superviviente_ dije señalando mi corazón.
     Ella tan solo sonrió divertida por la situación y me miró a los ojos, directo, como ella siempre hacía, con ese gesto y esa seguridad que me ponía tan nerviosa.
_ ¿Dónde está la Celeste que conozco?
_ Desesperada por tu respuesta, ¿vas a seguir haciendo sufrir a esta pobre enferma?
     Sabía de buena tinta que ella seguía sintiendo cosas por mí, y que estaba soltera. A pesar de que ella se fue lejos, nunca perdimos el contacto del todo y su hermano me iba informando de sus movimientos.
_ Hazme la pregunta bien, y te daré una buena respuesta.
     Me reincorporé como pude, para estar a la altura de aquellos lindos ojos y miré directo a ellos.
_ Hace mucho que tenía que haber hecho esto pero supongo que necesitaba un empujoncito.
_ O una bala en este caso.
_ Sí_ sonreí_ Mara_ dije agarrando sus manos_ ¿quieres ser mi novia?
     Ella se acercó despacio y atrapando uno de mis labios con los suyos me besó dulce y apasionadamente a la vez, despertando todos y a cada uno de los bellos de mi piel que andaban dormidos y dándole vida a un corazón que se aceleró en el momento que sus manos acariciaron mis mejillas.

Capítulo 6
     Mentiría si dijera que la vida no es extraña, porque lo es, y diferente… hay algunos que viven demasiado poco, y otros que viven demasiado. No sé quien maneja los hilos de la vida, no sé si el destino existe, si el karma es bueno o malo, o si hay alguien, un ser superior, que va cambiando nuestros rumbos según le convenga, lo que sí sé es que la mía al fin tiene un buen curso.
     Cerré un libro para comenzar otro muy diferente. Con la misma protagonista, cambiada, si, pero con las mismas ganas de vivir con las que llegó a este mundo.
     Puede que me haya perdido muchas cosas en la vida, y seguro se me pasó escribir otras tantas, no todo está cerrado, no todo siempre acaba como debería o como queremos que acaben, pero siempre tendremos una posición importante a la hora de vivirlo…  échenle imaginación para cerrar algunos cabos sueltos, a veces es mucho  más divertido imaginar, promover y creer que por muy mal que nos valla la vida, por muy oscuro que sea el camino del bosque, o muchos lobos feroces que intenten devorarnos, siempre habrá una princesa valiente para salvarnos, una princesa… una princesa Celeste!!
Mucha suerte con vuestra historia y feliz final.



















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