Parte 1
Capítulo 1:
No puedo, y Dios
sabe que lo he intentado una y otra vez, que he intentado borrar cada palmo de
mi pasado, dejar atrás todos esos recuerdos que se clavan en mi piel como
clavos de acero oxidados… duele mirar hacia atrás y ver que en realidad, no has
avanzado nada, duele mirar hacia delante y ver que aún queda mucho que
recorrer, y que todo el esfuerzo que he realizado durante estos cinco años,
apenas han servido para sacarme una sonrisa de vez en cuando.
Tan efímera la
felicidad como ardua, llena de momentos que apenas recuerdo, pisados por muchos
otros que realmente quisiera que ocuparan su lugar…
Miro hacía el
espejo con rabia e intento definir mi gesto, mis manos apoyadas en el lavabo
agarrando con fuerza los extremos como si quisiera romperlos de un apretón,
lleno de rabia, de dolor, de ahogo… veo tristeza reflejada en cada lágrima que
resbala por mi mejilla, en cada lágrima que se avienta desde el filo de mi cara
para fundirse con el agua estancada de aquel sucio lavamanos.
Nadie me
entiende, nadie me comprende, nadie me quiere.
Solo soy un
mueble más en una casa que parece abandonada… donde nadie me conoce, nadie sabe
nada de mí, y todos tienden a juzgarme por lo que debería ser, por lo que
aparentemente aparento, pero por lo que en realidad no soy.
Pelo sucio,
mirada asustada, ojos rojos como la sangre que se pierden en un reflejo de
alguien que desconozco ¿Soy yo? No consigo ver nada de mí en la imagen que me
muestra el espejo. Soy como un perro indefenso, vagabundo por las calles, sin
saber, cual es verdaderamente mi sitio.
Tengo calor,
mucha calor, me arden las manos como si las tuviera metida en las brasas, me
quito la camisa de cuadros roja y la tiro al suelo, y me vuelvo a mirar al
espejo.
Mi torso desnudo
se muestra ante mí, lleno de cicatrices de una vida que no he vivido, de
castigos injustos… no es tanto el dolor del cuerpo, como la aflicción que sufro
en silencio. Las heridas que no se ven, son las que verdaderamente más duelen.
Miro hacia abajo y repaso mi muñeca
izquierda con mis dedos. Aún no estoy segura de querer hacer esto, tengo miedo…
Escucho la puerta
de entrada cerrarse con un portazo y subir las escaleras…
_ ¿Nana? ¿Eres tú?
Otro portazo fue
la única respuesta que recibieron mis palabras, de ahí, de nuevo la guerra.
Gritos e
insultos, palabras vacías que creían decir tanto, y que realmente hacían más
daño del que pensaba… otro portazo, esta vez más cerca. Él había llegado.
Quise evadirme
como años atrás, como cuando mamá me metía en la cama, me ponía los
auriculares, música, y dándome un suave beso en la frente salía de mi cuarto…
cada noche me dormía pensando que iba a ser la última en que la vería con vida…
Maldito cobarde, asesino.
_lala..lalalala…lalalalala…
Intentaba
tararear una nana que mi mamá me cantaba de pequeña, de la cual la letra se
había desvanecido total mente con el paso del tiempo… como casi el recuerdo de su faz, de su olor,
de su voz, esa voz con la que tantas noches pasé en vela, escuchándola gritar,
suplicar, ante un déspota que no atendía a sus llantos. Cuantas noches he
pasado rogándole a Dios que todo terminara, un Dios que nunca pareció
escucharme. Hace tanto que dejé de creer en él que hasta pena me dan los pobres
incrédulos que van cada día a la iglesia en busca de su perdón, de su apoyo, y
se consuelan pensando que todo irá bien, porque él está con ellos.
Los gritos de mi
abuelita me trajeron de nuevo a la realidad, y casi de forma instintiva mis
manos cogieron el cuchillo, miraron al espejo de nuevo sin dejar de tatarear la
canción y acaricié mis muñecas una vez más con el afilado borde…
_ Por favor, acaba ya con esto.
Mi mirada se
perdía en los escollos de una imagen sin nombre, deleitándome con cada gota de
mi sangre sumergida en un rio de arduas palizas e insultos.
El dolor intenso
que conquistaba mis sentidos crecía cada vez más, como el flujo rojo que
emanaban mis brazos, me daba rabia, sentía rencor sobre él, sobre ella por
permitirle hacerlo y hacía mí, por no hacer nada al respecto, por no huir, por
no hablar, por no salir corriendo y enfrentarme a él, decirle basta o
simplemente por no cruzar con una bala su sien.
Volvía a sentir
dolor, e intentando tomar el control de
ese mal auto infringido, mis sentidos se debilitaban a la par que se
formaba una mezcla homogénea de sangre, agua y lágrimas… me sentía aliviada y
confusa… las voluptuosas curvas de mi sangre al caer al agua me envolvían cual
hipnotismo… Mi mirada se fijaba en ellas hasta que desaparecían hundidas en el líquido.
Unos golpes con
fuerza sobre la puerta me trajeron de golpe a mi tan absurda realidad.
_ ¡¿Qué haces tanto ahí?! ¡Abre! ¡El baño no es solo tuyo!
_ ¡¿Nada de esta casa lo es verdad?! ¡Todo es tuyo! ¡Hasta
yo y la nana! ¡Por eso te sientes en la libertad de hacer lo que quieras con
nosotras! ¿No es cierto?_ dije mientras me ponía la camisa torpemente con
prisa.
No sé por qué
dije todo aquello en realidad, puede que la falta de sangre ya estuviera
afectando a mi cerebro, me sentía un poco mareada… y me senté en el suelo, el
miedo a las consecuencias de tan repentino comportamiento me traería factura en
unas horas, cuando tuviera la fuerza suficiente para salir de aquel baño o
cuando él tirara la puerta, lo que sucediera antes.
_ ¡Deja de decir estupideces y abre la puerta!
_ ¡No quiero! ¡Ya estoy harta! ¡No dejaré que me vuelvas a
poner una mano encima! ¡Ni a mí, ni a ella!
Los gritos eran
fuertes, me sentía con ganas de desahogarme ahora verbalmente. Tenía la
esperanza de que algún vecino escuchara los gritos, y acudiera a mi auxilio
desesperado.
_ ¡Sal de ahí, y dime eso a la cara si te atreves!
_ ¡No me atrevo! ¿Y sabes por qué? Porque te tengo miedo
¿estás contento? Me duele cada golpe que me das, cada insulto que me lanzas, me
duele cuando le tiras el plato al suelo y le gritas que no te comerás esa
bazofia, ¿pero sabes qué? Ya estoy cansada de todo,… ¿qué puede ser peor que
esto? ¿Qué me mates? Hace mucho tiempo que estoy muerta gracias a ti “papá”, pero
si lo haces, que sepas que te estaré esperando en el infierno.
Tenía miedo a
salir, lo admito, pero parece que estaba funcionando, los aporreos a la puerta
cesaron de un momento a otro, y los gritos… Seguro me estaría esperando fuera
para volverme la cara de una bofetada como otras tantas veces lo había hecho.
Oí unos pasos
alejarse con prisa hacia la habitación y volver al cabo de unos 5 min
acompañado de ella, que no dejaba de llorar.
_ ¿Nana?_ Era ella, el muy cabrón había ido a por mi abuelita
y la tenía junto a la puerta del baño llorando_ ¿nana eres tú?
_ Sí cariño_ decía entre sollozos_ No salgas por favor.
_ No pienso dejar que te haga daño nana, ya estoy harta_ mis
lágrimas apenas me dejaban hablar, tenía un nudo en el estómago, no sé si era
miedo, tristeza o las palabras que tantas veces he deseado decirle que se
estaban atorando en mi garganta esperando el turno para salir.
Ya no estaba
sentada, estaba de pié, abrazando a la puerta, pegando el oído intentando
atravesarla sin abrirla, intentando estar más cerca de ella sin abrir aquella
maldita puerta.
_ Si no sales, tú abuela lo va a pasar muy mal.
_ ¿Qué te echo yo hijo mío? ¿Por qué me haces esto?
Las súplicas de
mi abuela me estaban rompiendo el corazón, ella que era tan buena, no sé cómo
ha podido salir un monstruo así de tanta dulzura.
_ Cállate puta, y dile que salga si valoras tu vida…
_ No salgas cariño, por favor, no salgas… es hora de que
todo esto termine, ya ha ido demasiado lej…
Una bofetada se
oyó al otro lado de la puerta interrumpiendo a mi abuelita. El llanto se
incrementó por su parte y por la mía.
Me sentía
impotente detrás de la puerta, la golpeaba desde atrás con rabia y miedo,
quería salir y matarlo, ¡realmente quería matarlo! Pero era mucho más grande y
más fuerte que yo…
Mis muñecas
ensangrentadas manchaban la puerta con cada sacudida de mis puños. Ya no me
sentía débil ni mareada, me sentía fuerte, tan fuerte, que podría salir y
matarlo. O al menos eso sentía.
_ ¿No quieres tanto a tu nana? ¿Qué estás haciendo ahora por
ella? Solo eres una maldita perra como lo era tu madre, una cobarde que no sabe
enfrentarse a la vida, seguramente terminarás como ella, con una bala en la
cabeza.
Ese hijo puta ya
estaba acabando con mi paciencia.
_ A mi madre no la nombres cabrón.
Cogí el cuchillo
con el que me había cortado minutos antes y me dispuse a abrir la puerta.
_ Suéltala hijo puta.
Lanzó a mi abuela
contra la pared como si de una pluma se tratara y me miró fijamente a los ojos
sonriendo.
_ ¿Qué piensas hacer? ¿Matarme?
Mi abuela solo
lloraba desde el suelo, mirando la escena. Supongo que ninguna madre espera
encontrarse en una situación parecida,… pero esto ya se estaba yendo de las
manos, y era algo que ni si quiera ella podía negar.
_ No eres capaz de hacerlo, eres una maldita cobarde, aquí,
clávalo aquí_ decía mostrándome su pecho_ justo en el corazón, pero no falles,
porque como me levante algún día, vas a arrepentirte de haberlo hecho.
_ Tú no tienes corazón…
_ ¡Y tú no tienes cojones!_ dijo gritándome.
De un momento a
otro pareció calmarse, respiró profundo y me miró, mientras yo tan solo
empuñaba el cuchillo en dirección a él con manos temblorosas.
_ No me entendéis, ¡nunca lo habéis hecho!_ me gritó.
¿Estaba
llorando?
_ Ni tú, ni tu abuela, ¡ni la puta de tu madre!
_ ¡Que no le hables así!_ cada vez que ensuciaba su nombre
pronunciándola, me daban más ganas de
hundir la hoja una y otra vez en su pecho…
No dijo más, y se
sentó a llorar como un niño pequeño, como si fuera él, el que durante años
había estado recibiendo palizas, como si fuera su cuerpo el que estuviera lleno
de heridas y su memoria de malos recuerdos e insultos. Estuvimos así unos
minutos hasta que al fin levantó la cabeza y me volvió a mirar.
Yo no había
dejado de apuntarlo con el cuchillo, mis manos estaban temblorosas y firmes,
estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario para que todo parase, para que
aquel infierno cerrara sus puertas y en ese momento no me importaba en absoluto
quedar dentro o fuera.
_ ¿Qué quieres de mí?
_ ¿Cómo dices?
_ ¡Qué qué quieres de mí joder!_ dijo volviendo a alzar la
voz y golpeando el suelo con los dos puños_ Yo siempre os he dado todo, ¡todo!,
me he pasado horas trabajando como un puto negro, y tan solo esperaba un poco
de paz cuando llegaba a casa… ¿y qué me encontraba? Un escuincle que no dejaba
de llorar, una mujer que ni siquiera sabía cocinar un buen plato de comida, ¿y
todo el esfuerzo para qué? Para enterarme que la puta de tu madre se había
estado acostando con el del quinto, y que tú, ni siquiera eres mi hija… ¿y
sabes qué? ¡Todos lo sabían menos yo!
Miraba a mi
abuela, atónita, no podía creer todo lo que estaba escuchando, el hombre que
había creído que era mi padre durante 15 años, no lo era…
_ Por eso la maté_ continuó_ por eso la maté ¡Por eso la
maté joder!_ golpeó el suelo de nuevo_ Esa puta… me la jugó_ sonrió_ pensaba
fugarse con él, dejarme, a mí… y llevarte a ti con ellos… pero a mí no me deja
nadie.
La mató… él la
mató… ese cabrón había acabado la vida de mi madre, con sus manos.
_ Creía que podía escapar, ¡ja!_ dijo soltando una sonora
carcajada sarcástica_ de mí no escapa nadie, por eso_ dijo levantándose_ aquí,
clávalo aquí_ me mostró el pecho de nuevo_ pero no falles.
Mis manos cogían
con fuerza el cabo del cuchillo, deseaba clavárselo, después de todo lo que me
había dicho, después de todos estos años creyendo que mi madre había muerto
siendo una cobarde… después de todas las veces que la odié en silencio por
dejarme sola, descubrir que había sido él, quien la había matado…
_ No voy a hacerlo.
Sus manos
aflojaron de la camisa. Y mi mano temblorosa bajó por primera vez desde que
salí del baño.
_ ¿Cómo dices?
_ No voy a matarte, no quiero hacerlo, ¡no quiero
convertirme en una puta asesina como tú!_ dije lanzando el cuchillo contra la
pared.
Me acerqué a mi
abuela y la intenté levantar, dándole la espalda a él.
Fui imbécil al
pensar que todo quedaría así, que nos dejaría marchar así sin más, pero antes
de que llegáramos a las escaleras del final del pasillo sus manos se posaron en
mis hombros y me arrojó a la pared.
_ ¿Por qué eres así? _ dije con más lástima que miedo_ ¡¿por
qué?! Tú ya la golpeabas antes de que supieras todo eso, ¿acaso esperabas que
ella te amara? ¿Crees que valoraba más tus golpes que sus caricias? ¿Tus
insultos que sus palabras bonitas? ¿Acaso crees que es así como se conquista a
una mujer?
_ Ella ya era mía.
_ ¡No era una posesión joder! Y por eso la perdiste…
_ ¡Basta!_ Dijo dándome la espalda y golpeando la pared con
la parte baja del puño, tenía entre sus manos el cuchillo._ No quiero oírte.
_ ¡Porque sabes que es la verdad!_ Miré a mi abuela que
estaba en los escalones, y le indiqué con la mirada que se fuera.
Al principio se
negó, pero terminé convenciéndola, una de las dos tenía que pedir ayuda.
_ Deberías haberme matado, cuando tuviste ocasión_ dijo
volviéndose ante mí.
_ Ya te lo he dicho, no soy una asesina.
Estaba realmente
confundida. Una parte de mí deseaba matarlo, pero otra aún mayor tenía miedo.
No de lo que me depararía el futuro, sino en lo que significaría que soy. Me
habría convertido en él. En alguien con tanto odio por dentro que sería capaz
de dañar a las personas que quiere.
¿Significaba eso
que lo quería? No estaba segura de eso, pero sí de lo que no quería ser en la
vida.
_ Eres tan hermosa como tu madre_ dijo acariciando mi
mejilla con el filo del cuchillo_ y seguramente tan puta_ lo bajó hasta el
escote de mi camisa, rozando con la punta el camino hasta llegar a él.
_ No la llames así_ dije empujándole.
_ Y tienes su genio_ se sonrió_ seguro que si no te mato
ahora, en unos años acabarás abandonándome por otro tío.
_ No esperaría tanto para hacerlo.
Él se dio la
vuelta, y me dio la espalda, y le escuché reír, su risa me provocó un miedo
terrible, mis rodillas me temblaban aunque yo me mantenía en pie, apoyada a la
pared haciendo un vano esfuerzo por ocultarlo.
_ ¿De qué te ríes?
_ ¿Tú te has visto? ¿Acaso te has visto?_ Volvió su vista a
mis ojos de nuevo con una mirada penetrante de loco que hizo que se me erizara
la piel_ Tienes sangre en tus brazos, en tus manos, ¿cuánto tiempo llevas
haciéndote daño por no enfrentarte a mí?
_ No te importa eso.
_No, la verdad es que no me importa, tan solo quería
reafirmar mi teoría de que eres una cobarde.
Su tono había
cambiado. Ya no me hablaba a gritos, ni con rabía, me hablaba con la seguridad
con la que un agente comercial llama a tu puerta para venderte un producto.
_ No soy una cobarde.
_ ¿Y por qué no me matas?_ Preguntó sin titubeos.
_ Ya te lo he dicho_ intentaba imitar su tranquilidad_ No
soy una asesina.
De nuevo rió y
dio una vuelta en sí mismo pensativo. Volvió a mí tan rápido y con un
movimiento tan brusco que cuando me di cuenta tenía su nariz de nuevo rozando
la mía.
_ Si no lo fueras me matarías, ¡Vamos mátame!_ dijo poniendo
el cuchillo entre mis manos y la punta en su pecho_ Tan solo tienes que empujar
y ya está, todos tus problemas se habrán evaporado… ¿o no soy yo tu único
problema? ¿Por qué no lo admites?
Tan solo podía mirarlo
sin decir nada, tenía ganas de hacerlo, de clavarle el cuchillo, de sentir como
emanaba el último suspiro de su boca y ser la última en ver su alma antes de
que entrara al infierno para siempre.
_ Eres una puta cobarde, yo soy el que da sentido a tu vida,
mis golpes te hacen ser lo que eres. Yo te he hecho así, vamos mátame, ¡Mátame
joder! ¡Y admite de una vez que eres como yo!
Mis manos
temblaban en el torso del cuchillo, sentía su aliento en mi rostro y su saliva
chocar contra mi cara cada vez que alzaba la voz. Su corazón acelerado a la
altura de mi cabeza, de mis manos, de la afilada hoja, era lo único que se
escuchaba los pocos instantes que permanecía en silencio… quería que todo esto
acabara ya, necesitaba que todo esto acabara ya, pero él tenía razón, era una
cobarde sin fuerzas suficientes para alcanzar mi ansiado desenlace.
Ambos nos
quedamos en silencio en esa posición, mi espalda contra la pared, y él
aprisionándome contra ella, con el cuchillo en su pecho y en mis manos.
_ Suelta a la niña_ dijo nana desde la puerta de la escalera
rompiendo el silencio, me había olvidado completamente de ella.
_ Nana…
_ ¿Qué coño haces mama?
Mi abuela
empuñaba una pistola y apuntaba a mi “padre”, su voz sonaba firme, mucho más
firme que cuando bajó las escaleras a hurtadillas.
_ Sabes que yo sí soy capaz de hacerlo.
_ Naa, basta ya, ni siquiera es tu nieta_ dijo alejándose de
mí y haciendo un gesto de incredibilidad con las manos.
_ Ella es mucho mejor nieta, que lo que tú has sido nunca de
hijo.
Sentía que podía
hacerlo, la veía capaz de disparar el gatillo contra su propio hijo.
_ Ven cariño, ven conmigo.
Yo aún tenía el
cuchillo entre mis manos, y me dirigí hacía donde estaba ella, dejándolo a él a
mitad de pasillo.
_ ¿Qué crees que estás haciendo mama?
_ No te acerques, no te acerques, porque sabes que lo voy a
hacer.
Él volvió a reír
y de un momento a otro, como si de un loco se tratase se puso serio e hizo
ademán de correr hacía nosotras, momento en el que mi abuela disparó.
Su cuerpo se
quedó en pié por unos segundos que parecieron eternos. Sus ojos nos miraban sin
mirarnos, con la mirada perdida al frente, como si la oscuridad hubiese
cubierto sus ojos y opacado nuestros cuerpos.
Me miró directo a
los ojos a la par que dirigía una mano a su pecho, intentando palpar que era
aquel dolor que había comenzado a sentir. Retiró su mano cubierta de sangre, la
miró y volvió a mis ojos segundos antes de caer de espaldas al suelo.
_ Dios mío…
Era la única
palabra que salió de los labios de mi abuela… lo hizo.
Después del
disparo, no tardó ni diez minutos en llegar la policía y la ambulancia. Yo me
senté junto a mi abuela, que había quedado derrotada en el suelo, llorando
entre mis brazos. Le quité el arma que aún tenía encasquillada entre sus manos.
No se podía creer aun lo que había hecho.
Aquella mujer,
chiquitita, de avanzada edad y manos temblorosas, había sido fuerte, muy
fuerte, y ahora estaba desahogando toda esa pena y miedo que había estado
reprimiendo con el arma entre las manos en mi pecho.
_ ¿Qué ha pasado aquí?_ preguntó uno de los policías.
Yo tan solo podía
abrazar a mi abuela, sin dejar de mirar ni un segundo el cadáver.
Dos policías se
acercaron a él, le tocaron el cuello y uno de ellos gritó a viva voz.
Capítulo 2
_ No puedo creerme que ese cabrón siga vivo.
_ ¿Cómo dices jovencita? ¿Isabel es tu nombre no es cierto?
La detective me
miraba asombrada ante mis palabras. Esa mujer tenía pinta de haber nacido en
una casa bien. Tenía un reloj de marca, un traje negro con corbata, camisa
blanca, y un gran roete sobre su cabeza que recogía gran parte de su melena
oscura, aunque medio flequillo había perdido consistencia y había escapado
dejándose caer sobre sus ojos. Tenía la nariz grande, y los ojos pequeños,
evidentemente desproporcionados. Su barbilla fina y sus labios carnosos serían
lo único que se salvaban dentro de su casi grotesca faz. Aunque a pesar de
todo, tenía un cuerpo bonito y estilizado, marcado seguramente por horas de
duro entrenamiento en el gimnasio. Nunca entendería el porqué de mis palabras.
_ Nada_ me crucé de brazos y mantuve mi mirada firme en el
suelo_ ¿me van a mandar a la cárcel?
_ No fuiste tú quién disparó el arma.
_ Por supuesto que fui yo quien disparó, ¿quién cree que lo
hizo si no?
_ Tu abuela dice que fue ella.
_ ¡ja!_ dije soltando una sonora y sarcástica carcajada_ ¿en
serio la ve capaz de hacer eso?
La detective se
apoyó en el respaldo de la silla y echo su cuerpo hacía atrás sin dejar de
mirarme.
_ Sinceramente_ hizo una breve pausa_ no creo que ninguna de
las dos sea capaz de hacer algo así sin motivo alguno_ se volvió a sentar bien_
En tus ojos veo miedo, y una paz reprimida, creo que muy mal lo tienes que
haber pasado para que la muerte de ese hombre te de tanta tranquilidad.
_ ¿Ahora eres psicóloga?_ Intentaba que mi voz se mostrara
lo más serena posible, pero por dentro estaba llena de rabia, había dado en el
clavo_ Te recuerdo que está vivo… Bicho malo nunca muere ¿no? Va a ser verdad
la frase_ dije apartando mi vista hacía el lado.
La detective se levantó
y me dio la espalda, mirando hacía el espejo que nos separaba del otro
habitáculo.
Estaba en una
sala de interrogatorio supongo, si es como en las películas, detrás de los tres
espejos que recorrían la pared de mi derecha habría otra habitación, llena de
policías amantes del morbo, que un criminal pudiera contarles..
_ Yo solo quiero ayudarte, y no puedo hacerlo si no sé la
verdad_ dijo sin moverse.
Respiré profundo
y miré hacía el viejo techo de la habitación, lleno de telarañas. Se veía a
leguas que hacía mucho tiempo que nadie había pasado un trapo por aquella zona.
_ Mira, voy a serte sincera_ dijo inclinándose hacia mí y
apoyando sus manos en la mesa_ Tienes 15 años, eres menor de edad, no vas a ir
a la cárcel, y lo sabes. Como mucho unos años de reformatorio y luego a la
calle, y eso si se demuestra que fuiste tú quien disparó el arma, cosa que
dudo. Pero con tu abuela es diferente, tiene ya una avanzada edad, y eso en
este país, no te absuelve de ir a la cárcel ¿eso quieres? ¿Qué tu abuela pase
los últimos años que le queda de vida entre rejas?..._Hizo una breve pausa de
resignación esperando una respuesta mía y enseguida continuó_ Encontramos sus
huellas en el arma. Fue ella quien disparó. Lo sabemos.
Levanté la mirada
y me encontré directamente con aquellos ojos pequeños que me miraban sin
emoción alguna.
_Mis huellas también estaban en el arma.
_ Sí, pero había resto de pólvora en sus manos
_ ¿Qué puedo hacer yo?
_ Decirnos la verdad_ dijo sentándose de nuevo frente a mí.
Volví a respirar
profundo, los nervios habían aparecido en el momento que me imaginé a mi
abuelita acusada y entre rejas, con su mono naranja sentada en una cama sucia,
dentro de un habitáculo aún más sucio... no, ella no se merecía eso.
_ Tú historial no es muy bueno que digamos_ dijo levantando
una carpeta marrón de la mesa, con mi nombre escrito en el cabezal de la hoja_
¿quieres verlo?
_ No gracias, conozco mi vida.
_ Faltas de asistencia a clase, expulsiones asociadas a
venta de estupefacientes_ dijo asintiendo con la cabeza_ ¿tenemos que poner
ahora encubrimiento de un intento de homicidio?
_ Un extenso currículo, me va a costar encontrar trabajo_
dije retirando mi mirada hacía el suelo de nuevo.
_ ¿Por qué lo encubres? ¿Acaso él se merece que lo protejas?
_ ¡No lo hago por eso!_ dije levantándome de la silla con
brusquedad_ ¡Ese cabrón se merece la muerte! Y voy a ser yo quien se la dé con
mis propias manos.
_ ¿Entonces por qué no quieres contarme?
En cierto modo
ella tenía razón, los nervios habían conseguido que me saliera del camino, que
me confundiera en mi papel, me había perdido en mi tarea de a quién debía
proteger, estaba varada en medio de una contienda entre el bien y el mal, y no
sabía hacía que lado estaba luchando. Todos estos años yendo por el mal camino,
luchando contra lo que todos llamaban justicia y ahora,… la justicia era la
única que podía ayudarme y no podía luchar contra ella. Me rendí ante la
desesperación que me abordaba y comencé a llorar sin más razón que la de todo
lo que había pasado. La detective tan solo me miraba, sus ojos inexpresivos
ahora mostraban pena e intentaba apartar la vista y no mirarme directo a los
ojos.
_ Me golpeaba_ dije finalmente_ Nos golpeaba. Usted no lo
entiende, ese cabrón ha hecho la vida imposible a todos aquellos que hemos
estado a su lado. Primero a mi mamá_ me costaba hablar entre las lágrimas y los
suspiros que me ahogaban_ Cada noche, no sabes lo que era cada noche, dormirme
con miedo de que al despertar ella no estuviera… De arrodillarme en suelo cada
vez que ella salía de mi habitación y se encontraba con sus gritos, para
pedirle a Dios de que esa noche fuera la última para él… no sabes lo que es ver
llorar a tu madre a escondidas cada día y sonreír ante el resto del mundo
pidiendo auxilio con la mirada… pero nadie la veía.
_ ¿Por qué no dijiste nada?
_ Porque soy una maldita cobarde ¿vale?_ llevé mis manos a
mi rostro, y quedé en silencio durante unos segundos en los que tomaba aire.
_ ¿Quieres agua?
_ Quiero acabar con esto cuanto antes.
_ Continua cuando puedas.
_ Tenía unos 5 o 6 años cuando comenzaron las palizas, no sé
bien por qué lo hacía_ suspiré pausada_ ni sé bien como empezó. Yo era muy
pequeña y apenas recuerdo nada de aquel entonces. A la par que fui creciendo, y
fui teniendo uso de razón, ella hacía todo lo posible por ocultar todo. Maquillaba los golpes visibles, me ponía
música para que no oyera nada… ella se creía que yo no sabía nada, pero en
realidad lo sabía todo, era consciente de todo lo que estaba pasando.
Me costaba
explicarle todo aquello a una desconocida, era mi vida, y recordar algunos
momentos pasados era realmente duro. Sentía como mi piel se estremecía cada vez
que la recordaba llorar.
_ ¿Te amenazó?
_ No hacía falta que lo hiciera directamente_ continué_ Yo
oía cuando le decía que iba a matarla si le contaba a alguien.
_ ¿Te golpeaba?
_ Por aquella época no, tan solo a mi madre, no recuerdo que
me pusiera una mano encima, ella siempre estaba ahí para protegerme.
_ ¿Qué pasó después de que ella… se fuera?
_ Ese cabrón y yo nos
vinimos a vivir con mi nana. Los primeros años estuvo tranquilo, no bien, pero
más tranquilo. Nunca me sentí a salvo cuando él estaba presente.
_ ¿También maltrató a tu abuelita?
_ Hace 3 años que empezó a hacerlo.
_ ¿Cambió así? ¿Bruscamente?
_ Sí, no sé la razón del por qué lo hizo.
La detective
apuntó algo en su libreta y me miró.
_ Continua por favor.
_ Te puedo resumir si lo deseas, ese cabrón ha hecho que mi
vida, nunca haya sido una vida, mató a mi madre, y casi me mata a mí, si no
hubiese sido por mi abuela, yo no estaría hablando con usted ahora mismo.
_ Cuando hablas de matar, hablas en sentido figurado
¿verdad?_ Los ojos de la detective anunciaban desconcierto.
_ Esta tarde nos confesó a mi nana y a mí todo.
_ ¿Qué os dijo?
_ Mi madre no se suicidó… la mató, porque le había estado
siendo infiel con un vecino e iba a abandonarlo.
_ ¿Se fue?
_ No, la mató antes.
_ No es posible_ dijo buscando entre los archivos_ No nos
consta que hayan asesinado a tu madre.
Mis ojos se
clavaron de nuevo en sus ojos.
_ Obviamente él no iba a venir a confesar su crimen_ obvié_
Dijo que se había suicidado.
La detective se
quedó por unos segundos en silencio, mirando su libreta extrañada, se levantó y
se fue dirección al espejo de nuevo, tras hacer unas señas se dirigió hacia la
puerta y se fue de la sala.
Yo me quedé en
silencio mirando hacia la puerta, ese cabrón era capaz de haber enterrado el
cadáver y no haberle dicho nada a nadie… por supuesto que era capaz, de eso y
de mucho más…
La detective
entró de nuevo y se sentó justo en frente de mí con unos papeles en las manos.
_ ¿Es esta tu madre?_ dijo soltando las fotografías justo
delante de mí
Era ella… pero estaba
cambiada, de cuando…
_ ¿De cuándo son?
_ De hace 3 años.
_ ¿Pero… cómo es posible?
La detective
cogió mis manos y me miró a los ojos.
_ Tu madre, está viva.
La detective
recibió una llamada ante mi total desconcierto... ¿viva?
_ Tenemos que irnos, pasó algo con tu abuela_ dijo agarrando
las cosas de encima de la mesa sin darme tiempo a decir nada más.
Capítulo 3
_ No por
favor, nana, no puedes abandonarme ahora_ mis lágrimas empapaban las sábanas
blancas que la cubrían.
Las manos cálidas de la detective se
posaban en mis hombros, intentando servirme de un falso consuelo, que no servía
realmente de nada.
Una
sombra gris maquillaba la piel blanca de
mi abuela bajo sus ojos adornado de profundas arrugas que no llegaban a mostrar
del toda la vida tan dura que había soportado cada centímetro de su débil
cuerpo. Mis manos acogían a las suyas frías, dándoles calor, dándoles la fuerza
suficiente para que no se fuera, intentando darle vida. No quería soltarla,
tenía miedo que se fuera en el instante que nuestras pieles dejaran de tener
contacto.
Una enfermera entró y apenas le hice el
menor caso.
_ ¿Sois familia?
_ Ella es la
nieta, yo soy la detective Kowalczuk_
dijo enseñándole la placa, y sacándola de la habitación.
Su conversación la oía en una profundidad
tan lejana que apenas llegaba a mis sentidos un leve murmullo.
_ No puedes
dejarme… te necesito, lo sabes, siempre te necesité. Eres lo único que tengo…
Me atragantaba con mis propios gemidos.
Sentía un dolor agudo en mi corazón, como si se rompiera en mil pedazos, y se
clavaran en mí cada uno de ellos con su filo más afilado.
Nunca podría haber imaginado que podía
llegar a sentir tanto dolor. Me dolía la garganta del llanto, me sentía
mareada, cansada, no podía evitar que mis lágrimas fluyeran, pero en realidad,
llorar no aliviaba nada.
Apoyé mi cabeza en su pecho, intentando
distinguir el sonido de su corazón, que latía despacio, y casi imperceptible.
La detective entró, rompiendo con la
tranquilidad de la sala.
_ Tienes que
saber que han dicho los médicos.
_ Se muere,
¿verdad?
La detective bajó la cabeza y sin mirarme
a los ojos dijo “lo siento”.
Ya lo sabía, a pesar de que el amor que
sentía por ella cegaba a la razón, mi corazón sabía que se marchaba e
inconscientemente con mis lágrimas me despedía de ella.
Enterré mi cabeza entre su pecho, quería
sentirlo, quería estar ahí cuando dejara de latir, cuando su alma se marchara,
cuando me quedara al fin sola.
Respiré profundo e intenté tragarme mis
lágrimas como tantos años atrás lo había hecho. Debía ser fuerte y no solo
aparentarlo.
_ ¿Puedo
quedarme sola con ella un momento? Por favor.
La detective se mostró reacia a aceptar mi
petición por unos segundos, pero la miré, y al parecer mi mirada triste la
convenció finalmente.
_ Estaré ahí
en la puerta por si necesitas algo.
_ Gracias_
dije cubriendo a mi abuela mejor con la manta del hospital.
Nada más salir de la habitación me
levanté, retiré la silla en la que había estado sentada y me arrodillé en el
suelo a sabiendas que no evitarían mis suplicas su muerte, a sabiendas que por
mucho que rezara y pidiera por ella se iría igual, pero necesitaba sentir que
lo había intentado, que había hecho todo lo que estaba en mis manos porque ella
viviera, necesitaba sentir que si había un ser superior ahí arriba, alguien que
jugaba con nuestras vidas como si fichas de ajedrez fuéramos, diera otra
oportunidad a mi reina.
_ Ya sé que
no hablamos desde hace mucho,… supongo que entenderás que después de todo lo
que pasó en mi vida y que no me hicieras
ni puto caso dejara de pedirte cosas, y que incluso dudara de tu existencia_
sonreí por unos instantes_ de hecho no sé ni qué coño hago hablando sola, pero
es mi abuelita_ rompí a llorar de nuevo_ es lo único que tengo, no te la
lleves,… por favor.
Un pitido agudo rompió el silencio, seguido
por un alboroto de médicos y enfermeras que me sacaron de la habitación ante mi
estupefacción… sinceramente no sé cómo acabé en los brazos de la detective pero
cuando salió el doctor yo estaba entre ellos.
No hacía falta que éste dijera nada,
detrás de él pude distinguir su cuerpo bajo las sábanas. Me giré y abracé a la
detective buscando el consuelo que necesitaba en aquellos momentos.
_ Lo siento
mucho_ dijo ella
_ No se
merecía morir, ahora no, ahora que él no está no se merecía morir.
Ella me abrazó con fuerza, y nos quedamos
así, sin decir nada, en el centro de un pasillo transitado, a las puertas de la
habitación donde mi abuela se había ido, donde su cuerpo aún yacía bajo las
sabanas que seguramente aún tenían su olor.
Capítulo 4
Es increíble como la vida juega con
nosotros, un día nos acercamos al pozo de los deseos para intentar mejorarla y
cuando nos damos cuenta nos hemos caído dentro. Hay que tener cuidado con
nuestros deseos, porque puede que si te enfrentas a la vida, esta termine
devolviéndote el golpe. Y así me encuentro, como en un agujero negro y
profundo, donde a pesar de los gritos que dé, estoy sola y no hay nadie que me
ayude a salir.
Apenas hay gente, con lo buena que es y es
que apenas tenía vida, apenas nadie la conocía, y ahora es cuando me pregunto
¿esto es lo que me pasará a mí? ¿Nadie vendrá a mi entierro cuando me muera?
Incluso ahí estaré sola...
_ ¿Alguien
quiere decir alguna palabra?_ dijo mirándome.
Yo miré a mi alrededor, y las cinco señoras
vestidas de negro que habían asistido al entierro me miraban, esperando a que
dijera algunas palabras.
_ No se
merecía esto_ dije al fin_ Nada de lo que le ha pasado se lo merecía...
joder...supongo que todas las personas que estamos aquí conocemos su historia y
nos negamos a juzgarla injustamente, espero que si alguien la espera allá
arriba, tenga la certeza de que no existió en la tierra un corazón más grande
que el que ella tenía_ tras decir eso no pude soportar el llanto_ Abuela, si
estás en el cielo, que estoy segura de que si_ dije mirando hacia arriba_
quería darte las gracias, las gracias por todas esas palizas que has soportado
por mí, por todos esos secretos que solo sabíamos tú y yo, gracias por
aceptarme siempre como soy y no juzgarme por lo que decían de mi. Creo que
nunca te dije esto_ sonreí bajando la mirada al suelo_ pero te quiero.
La voz no me dejaba decir nada más.
_ ¿Ya?_ dijo
un padre sentido por mis palabras y yo tan solo asentí.
_ Estoy
totalmente seguro que nuestro señor acogerá en su regazo a a nuestra hermana
Carmina, y que ahora y por siempre, permanecerá en su gloria.
Tras decir estas
últimas palabras, y con un solo gesto, la arena empezó a caer en el féretro...
Creo, sinceramente, que fue en ese
momento, en el momento en que el primer grano de arena calló sobre ella cuando
me di cuenta que no volvería a verla, que no despertaría ya nunca más, me sentí
vacía, como si una oscuridad desoladora se adueñara de mí...
La detective me puso una mano en el hombro
y juntas vimos como cubrían totalmente
la superficie de la tierra, como si no albergara debajo nada, como si nada
hubiese pasado.
_ Es hora de
irnos_ dijo la detective.
_ ¿Puedes
dejarme un minuto a solas por favor?
Supongo que era peligroso que me dejara
sola, podría huir, y el hecho es que lo pensé, pero ¿a dónde iría? No merecía
la pena, ninguna cárcel de menores podría ser peor que de donde venía.
_ Tranquila,
no me iré a ninguna parte, solo quiero estar un momento a solas con ella.
Finalmente aceptó y sentí como se alejaba
despacio mientras yo me quedaba allí, de pie, frente la tumba de la única
persona en este mundo que sé con certeza que me ha amado.
Había estado aguantando durante todo el
entierro las ganas de derrumbarme, lloré, pero me mantuve en pie, me mantuve
con las fuerzas suficientes para no demostrar a nadie más mi debilidad. Ella
siempre me lo decía, “No muestres nunca a nadie tus lágrimas porque éstas dejan una puerta abierta hacía
tu corazón”.
Cuando mi madre “murió” lloré, deseaba con
todas mis fuerzas que mi padre me llevara hasta su tumba, me dijera dónde
estaba enterrada para ir a contarle mis penas a aquel trozo de piedra que
llevara su nombre, mas nunca me lo dijo. Después de aquel día, mi padre quemó
todas sus fotos en una enorme hoguera en el jardín, dijo que todo lo que nos
recordara a ella solo nos haría más daño, a mi me hacía más daño ver como
pasaban los días y sentir como se iba
desvaneciendo su recuerdo.
_ Tú me la
devolviste abuela_ dije sacando de mi bolsillo una foto vieja y gastada_ Tú me
trajiste su recuerdo_ caí de rodillas a la tierra seca.
Aquella foto lo había sido todo para mí
durante años, la única imagen que había sobrevivido de mi madre. En ella
aparecía mi abuelita, mi madre y yo en medio, en brazos de ellas, ambas estaban
sonriendo y se veían felices. No sé cuando fue tomada exactamente, pero apenas
tenía ya color y había varias zonas borrosas por el desgaste y el paso del
tiempo.
_ Quiero que
sepas_ A estas alturas ya me hubiera rendido en mi intento de controlar mis
lágrimas_ que no importa que estés lejos, que no te pueda ver, tocar o sentir, sé
que estás conmigo, que siempre estarás conmigo.
Subí
una mano a mi pecho y sentía como latía acelerado mi corazón, cerré los ojos y
suspiré intentando que mis lágrimas cesaran.
No la sentí llegar, solo su mano posarse
en mis hombros.
_ Ahora sí
debemos irnos.
Yo solo asentí y la seguí hasta el coche
sin apartar la mirada del suelo.
_ ¿No
quieres saber dónde te llevo?
_ Realmente
me da igual.
_ Debes
seguir con tu vida.
_ Es lo que
hago.
_ Sé que es
duro.
_ No
entiendes nada, solo soy otro caso más que debes solucionar, un nombre en una
hoja de papel que tienes que clasificar.
_ ¿Eso
crees?
_ Contésteme
con sinceridad, ¿alguna vez ha pasado hambre? ¿Ha pasado frío? ¿La han golpeado
tanto que ha deseado estar muerta? ¿Alguna vez ha llorado bajo la ducha
sintiéndose una cobarde?
_ No.
_ Entonces
no sabes nada.
No dijo nada, se mantuvo en silencio gran
parte del camino, hasta que llegamos a nuestro destino.
_ Ya hemos
llegado.
Fui a quitarme el cinturón y ella me
detuvo agarrando mi mano.
_ ¿Qué
hace?_ dije levantando mi vista y encontrándome directo con sus penetrantes
ojos negros.
_ Mi padre y
mi madre murieron cuando yo tenía 10 años, casi tu edad, en un accidente de
tráfico. A partir de aquel día mis tíos se encargaron de mí. Me hundí por un
tiempo, no podía salir de mi habitación porque todo me recordaba a ellos, y me
culpé durante mucho tiempo y me odié por no ir en aquel coche y morir con
ellos.
_ ¿Por qué
me cuenta esto?
_ Tal vez no
sé que es pasar hambre, frío o que me golpeen, pero sí sé que es perder a un
ser querido y la soledad que eso conlleva. Quiero decirte que aunque ahora todo
lo veas negro, no todo está perdido.
Tras decir esto me soltó, abrió su puerta
y se dirigió hacía la casa que estaba al fondo.
La seguí finalmente después de digerir
todo aquello que me había contado.
_ ¿Qué es?_
dije mientras esperábamos a que nos abrieran.
_ Una
residencia.
_ ¿Es un
orfanato?
_ No, es una
residencia.
_ ¿Y qué
diferencia hay?
_ Puedes
salir de aquí cuando te plazca, es como un hotel en el que se te da alojamiento
y comida.
_ ¿Gratis?
_ El estado
carga con los gastos mientras cumplas las normas.
_ Ya sabía
yo que era demasiado bonito para ser real.
_ Son unas
normas sencilla y fáciles de cumplir. Solo estudia o trabaja pero no te metas
en líos, nada de drogas, ni alcohol, ni sexo_ dijo mirándome directamente.
_ No hago
nada de eso, solo las vendía pero no consumo.
_ Pues nada
de vender tampoco.
_ ¿Y es para
siempre?
_ Por
supuesto que no. Nada es gratis en esta vida. El estado te brindará comida y
alojamiento mientras estudies, cuando acabes tus estudios se te darán un plazo
para que busques trabajo y seas independiente.
Terminando la frase nos abrió la puerta
una mujer de unos 50 de edad. Tenía la piel arrugada, sobre todo la parte de
los ojos y la sien. Tenía los ojos claros, y el cabello corto como el de un
chico. Bajita, regordeta y de mirada tierna y a la vez curiosa.
Amablemente nos invitó a pasar a la casa y
posteriormente a su despacho.
_ Así que tú
eres Isabel ¿no?
_ Sí señora.
_ ¿Por qué
te han traído aquí?
_ Es una
larga historia.
_ Me
gustaría conocerla.
Yo miré a la detective y la detective
asintió con la cabeza.
Le hice un breve resumen de toda mi vida y
del cómo y el porqué había llegado hasta allí.
_ ¿Cómo te
describes?
_ ¿Perdona?
_ ¿Te
consideras una chica conflictiva? ¿Agresiva?
_ ¿Se lo
parezco?_ dije sonriendo con un punto de chulería.
_ Solo
quiero conocerte mejor, no pretendo ofenderte.
_ Mira
señora_ dije inclinándome hacía delante_ puede que no haya asistido a clase,
que mi educación no haya sido la mejor, ni mi currículo tampoco lo sea_ miré a
la detective unos segundos y volví a la señora_ Pero yo no me meto con nadie,
si nadie se mete conmigo, es así de simple.
_ Bueno_
dijo la señora reclinándose hacia atrás_ Aquí nadie se meterá contigo, y si
alguien lo hace, rogaría a que me lo dijeras antes de llegar a mayores.
Tras decir esto señaló con la mano hacía
la puerta.
_ La cena es
a las 10, el desayuno a las 8 y el almuerzo a las 2. Si no estás a esa hora en
el comedor no comerás, así que procura ser puntual.
Yo agarré la pequeña maleta que llevaba y
me dirigí hacía la puerta.
_ Tu habitación
está en la primera planta a la derecha.
_ Gracias,
dije saliendo por la puerta sin mirar atrás.
Miré hacía un lado y hacía otro para
intentar hacerme una ligera idea de donde me acababan de meter y la verdad es
que era un sitio aparentemente placentero. Era como una especie de hogar de
acogida y la verdad es que me daba esa sensación de calidez que suelen dar los
hogares.
Las paredes tenían un tono amarillento,
pero no de vejez, era el color que habían elegido ponerle, supongo que para que
hiciera algo de juego con los muebles rústicos que tenían.
_ ¿Crees que
estarás cómoda en este lugar?_ dijo la detective sacándome de mis pensamientos.
_ ¿Qué
pasará si no estoy cómoda? ¿Me cambiarán de lugar?
_
Desgraciadamente no puedo hacer eso, me ha costado trabajo que te ofrecieran
esta oportunidad, no se la dan a cualquiera, espero no la malgastes.
_ ¿Por qué
hace todo esto por mí? ¿Le doy lástima?
_ No es
lástima… es más bien… rabia.
_ ¿Rabia?
_ Sí.
_ Pues no
entiendo por qué.
_ Porque sé
que eres una chica inteligente y sé que puedes llegar a conseguir lo que te
propongas, solo necesitas que te den la oportunidad. Espero no me decepciones
he apostado mucho por ti_ dijo acariciando mi cabeza con dulzura.
¿Dónde se fue esa detective fría que me
encontré ese primer día en la sala de interrogatorio? Supongo que hemos pasado demasiadas
cosas juntas para que pase desapercibido mi dolor, incluso para un témpano de
hielo como al principio me parecía.
Supongo que las primeras apariencias
engañan,… espero que no me decepcione detective, yo también estoy apostando
mucho por usted.
Capítulo 5
Es mucho lo que ha cambiado mi vida en dos
días… el que creía que era mi padre, no lo es, y está al borde de la muerte, mi
madre ha pasado de estar suicidada, asesinada a viva, y mi abuelita… ya no está
conmigo. Y yo, sola de nuevo, encerrada en este especie de correccional para
menores. No estoy encerrada, puedo salir cuando quiera pero ¿a dónde ir? Al
menos aquí tengo donde dormir y qué comer.
_ ¿Y qué
debo de hacer ahora? ¿Qué debo de hacer ahora joder?_ Digo abrazando a la
almohada con fuerza y con rabia.
_ ¿Buscar a
tu madre?_ dijo una voz que provenía de la puerta.
Asomaba la cabeza por detrás de ella.
_ ¿Quién
eres? ¿Y cómo sabes lo de mi madre?
Una chica de más o menos mi edad se dejó
ver al fin. Tenía el cabello castaño y lacio por la altura de los hombros y
unos ojos grandes verdes hermosos. Su nariz era fina y pequeña y con la punta
un poco alzada, y se alzaba un poco más cuando sonreía.
Se acercó hacía donde yo estaba, tomando,
sin preguntar, asiento a mi lado.
_ Es una
casa pequeña y las paredes son muy finas.
_ No
entiendo nada_ dije soltando la almohada que aún estaba entre mis brazos.
_ Oí por la
pared que está en el despacho de la señora como le contabas tu historia_
continuó_ perdón por invadir tu intimidad.
_ Yo no
tengo de eso.
Me subí por completo a la cama y apoyé mi
espalda en la pared, abrazándome a mis rodillas como una niña pequeña
desamparada.
_ Soy Emma_
dijo ofreciéndome su mano.
_ Yo Isa_ le
correspondí con la mía_ ¿Qué haces aquí?
_ Aquí
¿Dónde? ¿En tu habitación o con la señora?
_ En ambos
lados, supongo.
Sinceramente no me interesaba nada lo que
me tenía que decir, no estaba para escuchar historias de niñas lindas con un
pasado triste.
_ Pues mi
madre era adicta a las drogas y a los hombres, y al parecer también a que la
golpearan. La detuvieron y aquí estoy yo.
Me quedé en silencio, no quería hablar,
esta desconocida ya sabía mucho más de mí de lo que le contaría a cualquiera…
Necesitaba estar sola, pero en el fondo no quería que se fuera… no quería estar
sola, tenía la necesidad de escuchar a alguien hablar, como cuando tienes la
televisión de fondo pero no la estás viendo, solo por el simple placer de
sentir la compañía o el calor de alguien más, que no estás solo, aunque sea
todo mentira.
_ Tengo que
pensar que hacer.
_ Busca a tu
madre, ¿esa detective no te dio su dirección?
_ ¿Y si ella
no quiere que la encuentre?
_ ¿Cómo así?
_ Pues se
fue, y me dejó sola… no, no sola_ la voz se me entrecortaba al intentar hablar.
_ Tranquila_
dijo acariciándome la rodilla con sus manos, yo respiré profundo y continué.
_ Me dejó
con un tío que la golpeaba, a mí, a una niña… ¿qué se suponía que tenía que
hacer para defenderme?
_ ¿Te
golpeaba?
_ No, a mi
por aquel entonces no, solo a ella.
_ Tal vez
pensó que no te haría daño a ti, y ella tan solo huyó, no significa que no te
quiera.
Ella se quedó en silencio, no dijo nada
más. Tan solo se subió a la cama e hizo un amago para abrazarme, pero tan solo
se quedó en intento. Finalmente abrazó sus rodillas tal y cómo estaba yo.
_ Es difícil
tu caso.
_ Es una
mierda mi caso_ dije lanzando la almohada contra la pared de enfrente.
_ ¿Y qué
quieres tú?
_ No sé lo que
quiero, verla, supongo, abrazarla… lleva muchos años muerta para mí, y ahora
aparece, bueno, ni siquiera apareció aún.
_ Y ve ¿cuál
es el problema entonces?
_ Que yo
para ella siempre he estado viva… ¿Sabes las veces que he llorado por ella? Y
ahora creo que no merecía mis lágrimas, ella estaba bien, estaba ahí y la que
soportaba los gritos y los golpes era yo, ¿y quién lloraba por mí?
_ Igual
tenía miedo a tu padre.
_ Ese cabrón
ni siquiera era mi padre… ¿Y sabes? Ahora que mi vida debería ir a mejor, que
he descubierto que mi madre está viva, y que ese hijo puta está muriéndose en
la cama de un hospital, mi abuelita me deja y no tengo ni puta idea de hacía
donde dirigir mi vida. Y aquí estoy, llorándole mis penas a una desconocida en
la habitación de un… ¿cómo se llama esto? ¿Protectora para niños maltratados?
Valla mierda de vida.
_ Al menos
tú puedes elegir que camino escoger, vamos que tienes opciones.
_ Pues valla
mierda de opciones.
_ Pero
tienes. Mi madre, estaría drogada o muerta en algún puticlub de carretera si no
estuviera en la cárcel, y mi padre… bueno ni siquiera lo conocí, tal vez estará
casado, con hijos y esposa en algún lugar, disfrutando de mucho dinero, pero
entre los cientos de hombres que se follaron a mi madre no puedo investigar… una
lista demasiado larga, si tuviera lista, que ni siquiera eso tengo.
_ ¿Y qué se
supone que debo hacer? ¿Buscar a la mujer que me abandonó?
_ También
puedes esperar a que mi padre rico aparezca.
_ ¿Y eso qué
tiene que ver conmigo?_ dije sonriendo.
_ Pues si te
portas bien conmigo te mantengo_ respondió devolviéndome la sonrisa.
Yo tenía clara mi condición sexual desde
hacía años, y la verdad es que con todas las dificultades de mi vida, eso en
concreto, nunca había resultado un problema. Tampoco había tenido nunca pareja
en serio, ni había querido, mi vida era demasiado complicada como para añadir
otro factor en ella, rollos de una noche y fin, cero complicaciones.
_ ¿A qué
llamas portar bien?_ era mi lado seductor el que hablaba por mí, por un momento
había salido de la oscuridad en la que me hallaba sin darme cuenta.
Ella tan solo sonrió y me acarició la
mejilla.
_ Tengo que
irme.
_ ¿Cómo?
_ ¿Tú estás
mejor?
_ Creo… que
sí.
_ Pues
misión cumplida. Tengo examen mañana_ dijo levantándose de la cama_ alegra esa
cara cariño, que estás más guapa cuando sonríes_ Y tras guiñarme un ojo cerró
la puerta tras de sí.
_ ¿Qué acaba
de suceder?
Podía hacer tantas cosas ahora, ni
siquiera tenía claro nada. Destapé la cama, me quité los pantalones y me acosté.
Mañana sería otro día.
Capítulo 6
Estaba ensimismada en la cama, sola, de
nuevo, pero gracias a aquella inesperada visita sorpresa de ayer, me sentía un
poco más feliz, un poco más entusiasmada, con un poco más de energía positiva.
Tal vez ella tenía razón, estaba en un pozo sí, pero podía intentar salir en
lugar de quedarme agazapada llorando esperando una cuerda que me saque.
Miré mis bolsillos y encontré un par de
monedas, espero que fueran suficientes para pagar un billete de autobús, debía
de ir a la comisaría y encontrar como fuera a la detective Kowalczuk.
No me detuve a desayunar, tampoco había
cenado nada, pero estaba llena de energía, llena de adrenalina, mi nuevo sueño
por encontrar a mi madre estaba alimentando mi cuerpo.
Iba prácticamente corriendo cuando escuché
una voz detrás de mí.
_ ¿A dónde
vas?
Era Emma.
_ Tenías
razón_ dije deteniéndome en seco al verla.
_ Por
supuesto_ me miró divertida_ Recuérdame en qué tengo razón esta vez.
Sonreí ante su comentario, miré el reloj
sobre la pared y vi que era demasiado tarde, no podía entretenerme, así que me
di la vuelta y me dispuse a salir.
_ ¡Se me
hace tarde!_ le dije.
_ Pero… ¿a
dónde vas?_ me gritó.
_ A reunir
piedras para salir del pozo_ dije sonriéndole justo antes de salir por la
puerta_ ¡Suerte en tu examen!
No dejo de temblar, tengo miedo, nervios
en el estómago, ganas de vomitar… voy a volver a verla, después de… ¿Cuánto? ¿5
años? Creo… Se me hace un mundo todo, parece que por primera vez soy feliz,
ojalá mi abuelita estuviera viva para verla también…
El bus se detiene, y me bajo a prisa, poco
es lo que me ha quedado, así que tendré que volver andando, pero la verdad no
me importa si vuelvo con su dirección en mi bolsillo. De hecho es todo más positivo desde que tomé
las riendas de mi vida de nuevo, desde que decidí arañar los muros del pozo
para conseguir una montaña de piedras a la que poder trepar… desde que me di
cuenta, que si no lucho yo por mi vida, sino intento superar yo mis problemas,
nadie lo hará por mí.
No recuerdo haber sentido tanta alegría,
puede que la haya percibido, hace mucho, hace demasiado… y es que no tuve una
infancia feliz, de hecho la mayor parte de mi infancia se las llevó mi madre
cuando se marchó, o mi mente lo borró todo, quién sabe.
Me dirijo al mostrador y pregunto por la
detective bajo la escrutadora mirada del que detrás de éste se hallaba.
_ ¿Puedo
saber el por qué?
_ No_ le
respondo… ¿por qué tienes que saber el por qué?_ Es algo privado.
_ ¿No tienes
cita verdad?
_ ¿Hay que
pedir cita para hablar con una persona?
_ Si es la
detective sí, puede que no esté o se encuentre ocupada en algún caso.
_ ¿Y es el
caso?
_ No_ dijo
con tono seco y desafiante después de mirar una lista de turnos en la pared.
_ Pues
dígale que estoy aquí.
_ Ya le he
dicho que necesita cita previa.
_ Joder…_
digo entre regañadientes dándome la vuelta…
Piensa, piensa, piensa… no te puedes ir
así como así.
_ Una última
cosa_ dije volviéndome de nuevo hacía él.
_ Dime
Por un momento pensé en insultarle a falta
de ideas para entrar, pero la escasa aparición de la detective durante segundos
por la pequeña ventana de cristal que daba paso a las oficinas me detuvo y me
colocó de vuelta al plan inicial.
_ ¿Tiene un
vaso de agua?_ dije finalmente
_ ¿Disculpa?
_ Vengo
caminando desde lejos para ver a la detective, y ya que no me vas a dejar verla
me preguntaba si podrías al menos darme un vaso de agua.
Yo creo que resultaba bastante evidente
que mi plan era colarme, o al menos eso me lo parecía a mí. Tenía la sensación
en todo momento que se iba a dar cuenta y que me iba a mandar a la mierda, en
cambio, su respuesta fue otra muy diferente.
_ Espera un
momento_ dijo mientras se alejaba hacía la máquina de agua que estaba situada
en la esquina opuesta a la puerta de entrada al pasillo de las oficinas.
Sentí como una extraña satisfacción
inundaba mis sentidos, mi cara se tornó de un color rojizo y sin pensarlo dos
veces, con cada paso con el que aquel cancerbero se alejaba de mí, mi dirección
iba tomando otro rumbo… sentía como crecía la adrenalina dentro de mí.
A pesar de que mis planes se iban
cumpliendo, el miedo de que me pillaran se iba acrecentando. Mi cuerpo se
relajó en el preciso instante en que las dos puertas que se balanceaban tras de
mí se pararon y aquel policía no apareció tras ellas.
Lo difícil estaba hecho, ahora tan solo
quedaba encontrar su despacho. Ya había estado allí antes, así que creía que
sería capaz de encontrarlo, o al menos eso pensaba, sería fácil. Y más a mi
favor cuando apareció por detrás de una puerta con unas carpetas en las manos.
_ ¿Qué haces
tú aquí? ¿Cómo te han dejado pasar?
_ El policía
tan amable de la puerta me dejó pasar, le expliqué mi situación y lo que quería
y me dijo que estaba usted aquí.
Por unos segundos se quedó en silencio,
dudaba de mis palabras, quien no… a pesar de que yo intentaba ser lo más
persuasiva posible esta mujer estaba entrenada para identificar a los mentirosos, y a mí se me notaba a lo lejos.
Al final parece que quedó convencida con mis palabras o eso me hizo creer,
total, no tenía nada de malo o prohibido atender a una chica sin cita ¿o sí? El
caso es que me hizo pasar al despacho del que acababa de salir indicándome con
una mano.
_ ¿Y bien? _
dijo antes de que me sentara.
_ Tengo que
pedirle un favor_ dije intentando poner la voz dulce y delicada acompañada de
unos ojos rogadores de gatito.
De nuevo ese silencio de su parte… ¿a qué
espera? ¿Continuo?
_ Necesito
la dirección de mi madre.
_ ¿La
dirección de qué?
_ Pues donde
vive ahora.
De nuevo ese silencio, sus ojos me miraron
con curiosidad, incluso ladeó un poco su cabeza hacía la derecha, sin
pronunciar palabra alguna, retiró su silla y se sentó frente de mí, y yo me
senté también quedando a su altura.
_ Creo que
no tengo lo que buscas.
_ Pero ¿lo
puedes conseguir verdad?
Ella se echó hacia atrás, dejando la silla
a dos patas.
Su mirada acompañada de la ausencia de
palabras me desesperaba, intentaba mantenerme en calma, porque la vida si algo
me ha enseñado es que la desesperación no lleva a ningún lado… aunque de hecho,
eso en el baño fue lo que me ha llevado a esta situación.
Al fin se decidió a contestarme.
_ No tenemos
la dirección de tu madre.
_ ¿Por qué?
¿Cómo es posible que tengas fotos de ella y no tengas su dirección?
_ Tu madre
participó en un programa de protección de mujeres maltratadas, le dieron una
nueva identidad y una nueva dirección.
_ ¿Y la
puedes conseguir?
_ Me temo
que no. Este tipo de programas hacen desaparecer a las víctimas sin dejar la
más mínima huella de su nuevo paradero. Es por la seguridad de ellas.
_ ¿Y mi
seguridad?_ Es lo único que se me ocurría decir ante tal declaración.
_ Lo siento
mucho… No manejo ese programa, no sé la razón por la cual te dejaron a ti,
generalmente, si hay menores al cargo de la víctima, se protegen a todos.
_ ¿Me está
diciendo que soy la puta excepción?_ intentaba mantenerme en calma.
_ Como te he
dicho no sé las razones...
_ Gracias
por nada_ dije levantándome de la silla.
Me sentía por una parte molesta, muy
molesta en realidad, me sentía más abandonada que nunca, más invisible, veía
más absurda mi existencia... ¿acaso alguien de verdad se ha preocupado por mi?
Salí del despacho
justo cuando estaba llamando a la puerta el policía que estaba en el mostrador
de la entrada, aunque no le presté la más mínima atención a sus regaños, y
finalmente se quedó hablando y pidiéndole perdón a la detective.
Sentí como la
puerta de la comisaria cerró tras de mí, y de repente me encontré en medio de
un bullicio de gente que caminaba de un lado a otro, que hablaban, que se
reían, que daba igual lo mal que les fuera en el trabajo, o en la escuela
tenían suerte porque tenían a donde ir, tenían una madre, un padre, unos
hermanos, una esposa o unos hijos que siempre estarían ahí cuando lo
necesitara... y yo ¿qué tenía? Nada... Me gustaría saber si toda esta gente que
me rodea se sienten afortunados, si cuando sus mamás les ponen el plato de
comida en la mesa les dan las gracias, si cuando su padre los arropa antes de
dormir se sienten protegidos, si cuando su abuelita sonríe se dan cuenta de la
suerte que tienen por cada día que ella está con ellos. Me encantaría vivir
cualquiera de las vidas que ellos están viviendo ahora.
Me puse a caminar
hacía ningún lado, buscando llegar a ningún sitio, solamente por el placer de
caminar, por el placer de sentir que podía hacerlo.
¿Qué sucederá
ahora? ¿Ella sabrá que mi abuelita ha muerto? ¿Qué él está prácticamente
muerto? ¿Sabrá que sigo viva? ¿Le importará a caso?
Sin saber cómo, estuve
horas caminando, tantas horas, que el sol ya se había marchado. Las luces
tenues de las farolas del parque alumbraban los mosquitos que revoloteaban
hacía la luz y el frío de la noche empezaba a calar entre mis vestiduras y a
empapar la fría madera de los bancos.
Me preguntaba si
alguien se había dado cuenta de mi ausencia.
A veces, cuando
era más pequeña y me escapaba de la escuela, me gustaba venirme acá, a este
parque, y sentada bajo algún árbol miraba a las mamás que jugaban con sus
pequeños y fantaseaba con la idea de que mi madre me estaría esperando en el
cielo y cuando llegara mi turno de partir, me empujaría en los columpios, da
igual la edad que tuviera, quería aprovechar cada segundo de mi infancia con
ella... La echaba tanto de menos...
_ ¿Qué sería de mi si no te hubieses ido?
_ ¿Quién sabe? Tal vez lo hizo por ti
Esa voz... ¿la
detective?
_ ¿Qué hace usted aquí? ¿Ahora me sigue?
_ No_ Sonrió_ Me quedé preocupada cuando te marchaste y llamé a la residencia, y me dijeron que no
habías llegado aún.
_ ¿Y cómo supo que estoy aquí?
_ Pues por tu currículum.
_ ¿Cómo así?
_ Decía que te habían encontrado aquí varias veces, cuando
de pequeña te escapas de la escuela, parece increíble como sin darnos cuenta
nuestra mente nos delata devolviéndonos a lugares del pasado ¿verdad?
_ De verdad recoge toda mi vida esos papeles.
_ No toda tu vida_ dijo apoyando su espalda en el banco_
solo lo más banal de ella.
_ No entendí.
Ella sonrió.
_ Seguro que hay más profundidad en tu vida de lo que
recogen esos papeles.
Yo cerré los ojos
dirigiendo mi cabeza al cielo, y respiré profundo por unos segundos.
_ La profundidad del un pozo.
El silencio se
abrió camino entre nosotras mientras que veíamos al fondo, hacía donde estaban
las atracciones viejas de aquel parque. No había nadie ya a aquella hora. Hacía
frío y estaba húmedo el aire. El viento removía las hojas de los árboles y
levantaba la arena donde jugaban los niños a la luz del día. Aun había pequeñas
dunas, supongo como resultado de fabulosos castillos que habían construido
horas antes.
_ Vamos, te llevo a casa_ dijo al fin rompiendo el silencio.
_ A la residencia querrás decir.
_ A la residencia, había una muchachita preocupada por ti,
hiciste amistades rápida por lo que veo_ dijo sonriendo de nuevo mientras me
abría la puerta de su coche.
_ Oye_ La frené antes de que entrara_ ¿Qué quisiste decir
que tal vez se marcho por mi? ¿Qué fue mi culpa que me abandonara?
_ Por supuesto que no_ dijo apoyando los brazos sobre el
techo del coche_ No sé que circunstancias rodeaban la marcha de tu madre, pero
ninguna madre abandona a un hijo, no después de todo lo que habéis luchado
juntas.
Y montándonos
juntas en el coche, puso rumbo a mi nuevo “hogar”.
_ Aunque preguntaste por mi ¿no?_ dije apoyándome con los
brazos cruzados en el marco de su puerta.
_ No sé de lo que me hablas_ sentenció con una sonrisa.
_ La detective es una chivata ¿sabes?_ me acerqué a su cama
sentándome en el filo.
Ella estaba
acostada leyendo un libro y no apartó la vista en ningún momento para verme.
_ No sé nada, lo que te haya dicho es mentira.
_ Ah... claro_ dije levantándome_ Me ha quedado claro.
Me acerqué a la
puerta e hice un amago de marcharme, me frené bajo el marcos, esperando que
ella respondiera a mi partida y justo cuando estaba a punto de darme por
vencida y salir definitivamente su voz me detuvo.
_ Eres una sentida de mierda.
_ Y tú una mentirosa de mierda_ sonreí.
_ ¿Piensas marcharte de verdad?
_ ¿Piensas seguir negándote que te preocupas por mí?
Estaba roja como
un tomate, esta chica me ponía muy nerviosa, y no quería darme la vuelta para
no mostrarme débil ante ella.
_ ¿Te siento nerviosa?
Es muy sensitiva.
_ No, ¿por qué lo preguntas?
_ Se te pusieron las orejas rojas.
Instantáneamente
mis manos cubrieron mis orejas y unas carcajadas a mis espaldas resonaron por
toda la habitación.
_ Es broma_ continuó diciendo_ sabía que estabas nerviosa, y
que lo sepas, no eres tan importante para mí, sentía curiosidad de por qué no
estabas, eso es todo.
Me sentí
humillada... mis ojos se llenaron de lágrimas provocadas en parte por la
presión, los nervios, y el calor provocado por el rubor, así que salí
corriendo, no quería que me viera así. Pude oír a lo lejos mi nombre procedente
de sus labios y un leve desconcierto en su voz.
Me encerré en el
cuarto que me habían adjudicado y me senté tras la puerta para que no pudiera
entrar en el caso de querer intentarlo.
Tal vez, el pozo
sea el único lugar donde esté a salvo. Tal vez no sea feliz en él, pero me
hacen daño cada vez que intento salir...
Con mis manos
cubrí mis ojos para limpiarlos y vi las llagas recorrer mis antebrazos.
Sentí la
necesidad de volver a hacerlo, de volver a evadirme, de volver a tocar el final
de mi vida con mis dedos y regresar sintiendo que ya había pasado... podría
decirse que mi pequeño vicio era la debilidad que me hacia fuerte.
Limpié mis ojos
de nuevo, y miré a ver que podía encontrar por la habitación con lo que ayudar
a cumplir mis deseos.
Nada, ningún cuchillo, cúter, o tijeras a
la vista. Era una casa donde acogían a niñas con problemas… naturalmente no
habría nada allí con lo que poder hacerme daño, no sería tan sencillo.
Me levanté del
suelo para escrutar un poco más los cajones de aquella vieja mesita de noche.
Pero seguí sin encontrar nada... ya estaba a punto de rendirme cuando observé
un marco de fotos que estaba colgado en la pared con el dibujo de un pájaro.
Me saqué la
camisa, me la lié en el brazo, y de un golpe seco rompí los cristales... hizo
mucho más ruido del que esperaba.
Curioso que al
dar libertad a aquel ave enclaustrada en aquella jaula de cristal, me diera lo
necesario para volar yo también, y me hiciera sentir a mi también libre.
Sin más tardanza,
agarré el trozo con más punta y me encerré en el baño. Llené el lavabo con
agua, y sin pensarlo dos veces acaricié mis muñecas con aquel puñal improvisado
abriendo las llagas que ya estaban prácticamente cerradas.
Los mareos
llegaron con mayor rapidez que de costumbre, supongo que ayudaba no haber
comido nada en todo el día... necesitaba sentarme en el suelo. Sentía como si
todo se quedara en silencio. No un silencio tranquilizador, sino un silencio
abrumador, como aquel que se siente antes de un terremoto, cuando las aves, los
grillos incluso el silencio del viento enmudecen, y de repente todo comenzó a
difuminarse todo ante mis ojos.
A la par que los
segundos pasaban me sentía más y más débil, mi cabeza me pesaba, apenas veía
otra cosa que la oscuridad que me brindaban mis párpados, ya cansados. Intenté
levantarme y hacer algo para cortar aquello pero no podía... Estaba a punto de
desfallecer cuando alguien entro al cuarto, a pesar de que gritaba yo apenas
oía un susurro... era ella sin duda la que acariciaba mi oído con su dulce voz
de nuevo.
_ ¿Por qué has tardado tanto?_ dije con el último aliento
que me quedaba.
_ No es tu hora aún.
_ No me digas que hasta mi muerte la van a decidir por mí...
nana.
_ Mi niña fuerte...
Sabía que era ella,
esa voz dulce y cálida que me llamaba no podía ser de nadie más. Me sentía
tremendamente feliz de volver a oírla.
_ ¿Por qué me dejaste nana?
_ Me necesitaban en otro sitio cariño.
_ Nadie te necesita más que yo_ sentí como mis ojos llorosos
se rendían ante la gran verdad_ Quiero irme contigo.
Puede que no
volviera a verla, puede que todo esto que estaba pasando fuera una ilusión
porque la extraño, porque la necesito, porque es la única persona que ha estado
ahí cuando nadie más ha estado, porque nunca más estará, no sé las razones,
pero ahí estaba yo, entre la vida y muerte aferrándome a lo más cercano y a la
vez más lejano que tenía en mi vida.
_ No puedes venir aún, te queda mucho por hacer aquí_ Sentí
como sus labios se posaron en mi frente_ Lucha cariño.
_ ¿Qué luche por qué?
_ Lucha por sentirte viva, lucha por vivir_ dijo mientras su
voz se hacía más débil.
Sentí que se
alejaba, el calor que vino con su presencia se estaba marchando, y su voz, su
aliento... y finalmente su regreso se desvaneció sin dejar rastro alguno.
Un silencio
sepulcral por unos segundos dieron paso al sonido agudo de las sirenas de una
ambulancia, unas manos que acariciaban mis mejillas y un fuerte dolor en las
muñecas.
_ ¿Qué ha pasado? ¿Dónde estoy?
_ Vamos camino hacía el hospital.
_ ¿Por qué?
_ ¿No recuerdas nada?
_ No..._ dije volviendo a la cara y mirando hacia otro lado
con vergüenza.
Era obvio que sí
recordaba, recordaba todo, incluso más de lo que quisiera recordar.
_ No tenía que haber vuelto_ dije volviendo atrás y
reviviendo lo que acababa de pasar con mi abuelita.
_ ¿Cómo dices?
_ Nada
_ ¿Por qué lo has hecho muchacha?
_ No quería suicidarme ¿vale?, solo se me fue de las manos,
así que relájate.
_ ¿Cómo se te va de las manos unos cortes en las muñecas?
_ ¿Ahora eres una puta psicóloga?_ Aquel interrogatorio me
estaba sacando de mis casillas.
_ Veo que la educación no es tu fuerte.
_ ¿Y quién se supone que tenía que darme la educación que
tanto pides? ¿La madre que me abandonó siendo pequeña? ¿El padre maltratador?
¿O la escuela de la que me expulsaron cuando necesitaba ayuda?... mira,
psicóloga de pacotilla, déjalo estar, no tengo ganas de hablar.
Quería estar
tranquila, me sentía cansada, no quería que me recriminaran nada, aunque a
decir verdad, sentía bien que alguien mostrara un atisbo de preocupación por
mí... aunque fuera una desconocida.
_ Lo siento_ sentenció_ no sabía.
_ Si no sabes nada de mí deja de juzgarme.
La gente tiendo a
eso precisamente. A juzgar. Ven a alguien sucio y polvoriento en la calle y se
alejan de él instintivamente, como si fuera maldad pura y dura, lo culpan a él,
en lugar de culpar al mundo que seguramente lo llevó hasta ahí. Yo he sentido
durante muchos años que es sentirse excluida por no ser como las demás chicas.
Y no solo durante las clases, o el recreo, incluso cuando salía y caminaba por
la calle, sentía como las miradas de la gente se clavaban en mi espalda, y todo
por no vestir bien, por llevar ropa sucia, mallas agujereadas y camisas con
coderas... A veces la gente se cambiaba de acera solo para no pasar al lado
mío. No soy una apestada... solo era una niña sin los recursos suficientes para
comprarme ropa... aunque simplemente yo, no me preocupaba en exceso de vestir
bien, ir peinada, maquillada o demás problemas de los adolescentes de hoy en
día, me angustiaba más el hecho de que no me estuvieran esperando para
golpearme al llegar a casa. Nunca fui materialista ni presumida, porque dentro
de mí sabía que llegaría el día en el que todo lo que tenía no me serviría de
nada al lugar donde iba, lo que no tenía tan seguro y me quedaba por
determinar, era donde, hacía el cielo, o hacía el infierno.
_ Solo pretendía ayudarte.
_ No necesito ayuda.
El resto del
camino lo pasamos en silencio, un silencio incómodo. Tal vez aquella chica no
merecía mis contestaciones, pero no estaba para reprimendas aquel día y la
pagué con ella...
_ Ya hemos llegado
Solo dijo eso,
cogiendo de un extremo de la camilla me dispuso en otra.
_ Oye_ dije agarrándola del brazo y evitando que se fuera_
lo siento_ y la solté.
Sus ojos me
miraban desconcertados mientras me alejaba en aquella camilla hacía el interior
del hospital.
Si tenía que
morir hoy, quería ir en paz conmigo misma.
_ ¿Qué harán conmigo?
_ Has perdido mucha sangre, tienes suerte de que te
encontraran, seguramente solo te pondrán unos goteros para que recuperes
fuerzas.
_ Tengo sueño
_ Es normal
Sentía como me
ponían agujas en los brazos, no era nada extraño para mí sentir como se abrían
camino entre mi piel. Pero aún me encontraba débil, tanto que finalmente acabé
rindiéndome al sueño...
Capitulo 9
_Antes de juzgarme escucha, no lo hice para huir, no era mi
intención suicidarme ni mucho menos, solo quería evadirme.
_ No te juzgo_ dijo sentándose en la silla a mi lado y
sentenciando con un tono más seco que el de costumbre_ Ni siquiera incluso si
hubieses querido suicidarte te juzgaría.
En su mirada veía
un atisbo de lástima y decepción. Había confiado en mí y de alguna manera
sentía que la había decepcionado con esto.
_ Tampoco quiero que sientas pena de mi_ dije resignada
_ ¿Y qué quieres? ¿Por qué lo haces? ¿Es tu modo de llamar la
atención?
¿Me estaba
regañando o reclamando?
_ Usted no lo entiende
_ Según tú, yo nunca entiendo nada.
La detective hizo
un amago de levantarse y la agarré para que no se fuera.
_ No se valla por favor_ mis ojos se llenaron de lágrimas._
¿Sabe? La vi_ dije rompiendo a llorar.
No sé porque lo
hice, tenía miedo de quedar como una loca, pero sentía la necesidad de contárselo
a alguien, que no quedara como un secreto más que tarde o temprano estallaría
en mi interior.
_ ¿A quién? _ dijo abriendo los ojos.
_ A mi abuela
_ ¿A tu abuela?
_ Sí, estaba allí, a mi lado cuando me desmallé.
_ Tu abuela está...
_ Muerta, lo sé_ dije limpiándome las lágrimas_ me dijo que
no me fuera, que aún tenía mucho que hacer aquí.
_ ¿La extrañas, verdad?
_ Era mi abuelita... la única persona en el mundo que ha
estado conmigo después de que ella se fuera_ tragué saliva para dar espacio a
las lágrimas_ me arrepiento de no haberle dado el lugar que ella se merecía,
tal vez si hubiese reaccionado antes, todo
esto sería muy diferente, y ella seguiría viva.
_ No te culpes, nunca pienses que fue tu culpa, porque no es
así. Sabes, una vez leí que lo único que nuestros abuelos no nos enseñan es a
no echarles de menos cuando se van.
La detective
limpió mis lágrimas con el torso de su mano, se le notaba que estaba intentando
ocultar la aflicción que mis palabras estaban causándole.
_ No paro de darle vueltas a sus palabras, me dijo que tenía
que hacer más cosas acá, y creo que ya sé a lo que se refiere.
_ ¿A qué?
_ Quiere que la busque.
_ ¿A tu madre?
_ Aja, no quiero estar sola. No sé como lo haré, pero lo
conseguiré. Aunque no me quiera, aunque solo sea por verla, necesito
encontrarla.
_ La encontrarás, estoy segura de ello_ dijo besándome en la
frente.
_ ¿Interrumpo?_ Se oyó una voz desde la puerta.
_ No, pasa_ dijo la detective_ yo ya tengo que marcharme,
seguiremos en contacto ¿vale? Si necesitas algo avísame.
_ Descuida_ dije sonriéndole y limpiándome las lágrimas.
Emma entró y se
sentó a mi lado cabizbaja, con la mirada en el suelo, y las manos agarrando los
extremos laterales de la silla. Parecía una niña pequeña a punto de ser
regañada.
_ Perdona..._ Dijo al final_ me importas, de verdad me
importas, no sé porque dije aquello.
Una lágrima bajó
por su mejilla y rompió en sus labios. Su mentón temblaba, y respiraba fuerte,
intentando contener el llanto todo el tiempo que le fuera posible.
_ No fue tu culpa.
_ Claro que lo fue, tu venías contenta a verme, y yo... no
era verdad, solo quería... no sé, bromear un poco, burlarme... no debí hacerlo.
Sonreí, no por la
idea de verla allí, hundida, llorando, sino porque su aflicción demostraba que
le importaba. Verla de aquella forma, me estaba partiendo el corazón.
_ Ven_ dije reincorporándome y ofreciéndole mis agujereados
brazos en la medida que los goteros me lo permitían_ ¿me dejas darte un abrazo?
Ella se abalanzó
hacía mí y sus brazos rodearon mi cuello.
_ No fuiste tú la causante de que me cortara, tal vez tus
palabras fueran las precursoras, pero no fuiste el motivo, tenlo muy claro.
_ No entendí nada_ descifré entre sus sollozos.
_ Mi vida es una mierda, es algo que hace mucho que tengo
claro, pero no iba a suicidarme.
Ella me soltó de
su abrazo y se sentó en la silla mirándome fijamente a los ojos.
_ ¿Qué pretendías hacer entonces con esas cuchillas? ¿Depilarte
las muñecas?
_ No mujer, me cortaba desde hacía mucho. Era mi forma de escapar, de evadirme de mis
problemas. ¿Sabes? Cuando las cuchillas rozaban mi piel sentía la adrenalina
llegar a mi cuerpo, me daba fuerzas, me sentía con el poder de poder controlar
mi vida. Poder pasearme entre las lindes de la muerte y saber que volvería a
encontrarme con la realidad, una realidad de mierda, pero es la que me había
tocado.
_ ¿Te cortabas por placer?
_ Más que por placer, por huir de la tristeza.
_ ¿Y funcionaba?
_ No... ahora me doy cuenta que no, lo mejor para superar los
problemas es enfrentarlos, no encerrarte en un cuarto de baño con unas
cuchillas en las muñecas...
_ ¿No te da miedo cortarte?
_ Mucho, siempre me da miedo. Cuando estoy rasgando mi piel
con la cuchilla se me pasa por la mente que me puedo pasar y por unos milímetros morir.
_ ¿Y por qué lo haces?
_ Porque también pienso que no tengo nada que perder si
pasara.
_ Pero si perderías…
_ Sí, supongo que siempre se pierde algo, pero no es algo en
lo que piensas en aquel momento.
_ ¿No me guardas rencor entonces?
_ Claro que no, sé que eres una buena chica, y bueno, ahora
me has demostrado lo que claramente ya sabía.
_ No entiendo.
_ ¡Te importo!_ dije lanzándole una almohada_ Ahora no
puedes negarlo.
_ Que va, era mi conciencia_ dijo cruzándose de brazos y dándome
la espalda.
_ Ya sé de donde sacaste lo de las orejas rojas..._ dije poniéndome
seria e intentando clavar mis miradas hacía las suyas.
Ella se tapó las
orejas y volviéndose bruscamente me lanzó de vuelta la almohada.
_ Eres tonta ¿lo sabías?
_ ¿Una tonta adorable? Y dolorida... _ dije mientras
mostraba mi brazo.
Su almohadazo me
había sacado una de las agujas del gotero.
_ Lo siento, yo..._ dijo levantándose rápido.
_ ¡Oye!, ¡ven!_ dije agarrando su mano antes de que se
fuera_ No sé qué me pasa contigo, pero siento que puedo confiar en ti_ dije
sonriendo.
Ella se acercó a
mí despacio y agarrando con sus suaves manos mis mejillas me beso en la frente.
_ Déjame que vaya a avisar a alguien para que te arreglen
esto o voy a pensar que al final va a ser peligroso que estés a mi lado.
Emma salió del
cuarto con una actitud muy diferente con la que había entrado... espero que mi
sinceridad no me hiciera parecer débil. Intenté mostrarme fuerte a la par que
le contaba de una forma sutil mis penas. No lloré, la verdad no me quedaban ya
lágrimas que soltar, no titubeé e intenté mostrarme lo más madura posible.
¿Puede ser que
esta experiencia me haya hecho más responsable? No lo sé, lo que sí aprendí es
que al menos hay alguien que se preocupa por mí, aunque sea un poco. No estoy
sola.
Emma entró a los
pocos minutos con una enfermera que me volvió a colocar los goteros y nos
regañó, dijo que ya éramos muy grande para estar jugando a las guerras de
almohadas. Emma y yo, solo sonreímos y asentimos con la cabeza cuando nos dijo
que no volviera a pasar.
_ ¿Cuánto tiempo debo estar con ellos puesto?
_ Pues un par de horas más
_ ¿Y podré irme?
_ Pues depende de los análisis, pero creo que sí, al fin y
al cabo eres una chica con suerte.
_ No sabes cuanta_ dije sarcástica y sutilmente.
La enfermera se
fue tan pronto como me compuso aquellas agujas.
_ ¿Y bien?_ dijo Emma_ ¿Qué harás cuando salgas?
_ No sé, quiero encontrar a mi madre.
_ Sigues con esa idea, ¿te ayudó la detective?
_ Que va, no conseguí nada de aquel viaje... mentira,
conseguí más hueco en mi cartera.
Ella sonrió y yo
me embobé con su sonrisa.
_ ¿Y cómo piensas hacerlo entonces?
_ Pues no sé, la detective me dijo que mi madre no se fue
con el vecino, sino que participaba en no sé que de protección a las mujeres
maltratadas o algo así.
_ ¿Y cómo es que no te llevaron?
_ Pues esa es una de tantas preguntas que me gustaría
hacerle.
_ Yo te ayudaré si me dejas.
_ Te doy las gracias, pero en medida de lo posible, me
gustaría no meter a nadie en esto, aunque sería un alivio saber que hay alguien
en la casa apoyándome_ dije agarrando su mano.
_ ¿Me estás pidiendo
matrimonio?
_ Obvio que no_ dije soltando rápidamente su mano_ solo
necesito una amiga.
Ella me miró
divertida y me abrazó.
_ Quiero saber más de ti, cuéntame_ dijo poniendo sus manos
en la barbilla y mirándome fijamente.
_ Pues no hay mucho más de lo que ya sabes, mi madre me....
_ No, tonta_ dijo cortándome sonriendo_ No es eso lo que
quiero saber de ti.
_ Me pediste que te contara...
_ Que me contaras de ti, no tu vida_ me interrumpió._
Empieza.
_ No sé que contarte.
_ Mira, por ejemplo, soy del tipo de persona que cuando está
enamorada deshoja flores.
La miré
divertida.
_ ¿Enserio?
_ Sí, ¿qué pasa?
_ No sé, te veía más... adulta.
_ Mira, he pasado por muchas cosas en mi vida, tal vez no
tantas como tú, pero tengo mi carrera ya dada, pero nunca en la vida quiero
abandonar ese trocito de mí que me hace ser niña. Tal vez sea porque no he
llegado a disfrutar nunca de mi niñez.
_ Sonó muy profundo eso.
_ Soy profunda… también me gusta ver dos veces las películas
que me gustaron.
_ ¿Repites las películas que ya has visto?
_ No, solo las que me han gustado, me gusta verlas con
detalle y fijarme en todo aquello que la primera vez no lo hice.
_ Eres una chica muy especial Emma y observadora_ dije
mirándola fijamente a los ojos.
_ ¿Por qué veo películas dos veces?_ dijo aguantándome la
mirada.
_ No... Porque eres capaz de fijarte en los pequeños
detalles con la mirada inocente de un niño, y no todo el mundo puede hacerlo.
_ Soy feliz con los pequeños detalles y con mi madurez
tardía_ dijo guiñándome un ojo.
Sentía como
nuestros rostros se iban acercando, y por primera vez sentí miedo a las
consecuencias que podría acarrear un beso aquel momento. Y sin pensármelo dos
veces retiré mi cara justo cuando nuestros labios estaban a punto de rozarse.
_ ¿Y qué tal el examen de ayer?_ dije rompiendo la tensión
del momento.
_ Bien, creo_ sonrió forzosamente_ creo que debo irme_ Sentenció
tres segundos después del fallido intento.
_ Sí, creo que sí_ dije confortándome en la cama_ Se te está
haciendo tarde y no vas a llegar al almuerzo de la señora.
Emma se acercó a mí
por última vez y se despidió dándome un suave beso en la comisura de mis labios
y se marchó cerrando detrás de sí la
puerta.
_ ¿Cómo has podido ser tan estúpida?_ dije en soliloquio
lanzando una pregunta retórica al aire.
La tenía ahí, a
punto de besarme y voy y le aparto el rostro... como he podido a estar tan
cerca y a la vez tan lejos. No puedo permitir que se vuelva a producir una
circunstancia parecida. No con ella, no con Emma.
Es tan inocente,
tan hermosa, se ve tan indefensa y a la vez tiene ese carácter y esa madurez a
la hora de hablar es... tan perfecta...
Sin duda debo
alejar de mí esas ganas de besarla... no es para mí, se merece a alguien que
tenga las ideas claras y que no la haga sufrir, y sin duda alguna, no soy yo.
_ ¿Por qué eres estúpida?_ dijo alguien entrando por la
puerta.
_ ¿Quién eres?_ dije mientras la escrutaba con la mirada de
arriba abajo.
Era una muchacha
de unos 25 años, no muy alta, delgada y con el pelo rizado y alborotado, como
el que se tiene al despertar de una siesta o después de un duro día de trabajo…
venía con el uniforme del hospital así que seguramente sería por la segunda
opción.
_ ¿No te acuerdas de mí?
_ Disculpa… yo… _ ¿Debía sentirme culpable por no acordarme
de ella?
_ No te preocupes, estabas mareada y confusa, creo que he
venido para nada, disculpa haberte molestado.
_ ¡Eres la de la ambulancia!_ Exclamé cuando enlacé todos
los eslabones de la cadena.
_ Sí_ sonrió_ ¿Te importa que me siente?
_ En absoluto_ dije ofreciéndole la silla.
_ Veo que eres alguien muy querido, no has parado de recibir
visitas, intenté entrar varias veces y siempre había alguien.
_ Pues no te creas… una de ellas es la oficial que está al
cargo de mi caso o… algo así… y la otra es…_ no sabía cómo describirla ¿una amiga?
¿Mi compañera de casa de acogida? ¿Mi puede que amor platónico? _ una chica que
acabo de conocer_ dije al final_ Parece que causo atracción a las desconocidas.
_ ¿Por qué lo dices?
_ En menos de tres días se han preocupado por mi estado más
personas que las que se han preocupado por mí en toda mi vida.
_ Exageras…
_ En absoluto, créeme.
_ Ya te encuentras mucho mejor por lo que veo, y de mejor
humor.
_ Perdona por lo de anoche… no fue mi intención insultarla
ni faltarla el respeto.
_ No debí juzgarte, no me pagan para ello, el error fue mío.
No puedo negar
que sentía bien que alguien viniera a visitarme, que preguntara por mi estado y
de más pero no podía quitarme de la cabeza que hacer con Emma. Intentaba
prestarle toda mi atención a esta chica, pero… mi cabeza se iba a los recuerdos
vividos hacía apenas unos minutos.
_ ¿Puedo hacerte una pregunta?_ Dije al final_ No tiene nada
que ver con el tema, pero a veces viene bien saber la opinión de alguien ajena
a tus problemas, un punto de vista neutro, no sé si me explico.
_ Tú solo dispara.
_ ¿Qué harías si alguien a quien aprecias como persona
intentara besarte pero no quieres hacerle daño?
_ ¿Por qué deberías hacerle daño? ¿No sientes lo mismo por
esa persona?
_ Creo que sí, o sea yo también quería besarla pero no sé,
todo lo que me rodea acaba mal.
_ Pero… no tiene nada que ver, tal vez has tenido mala
suerte, no significa que toda tu vida deba ser así.
Su respuesta no
era para nada precisa, aunque teniendo en cuenta de que no sabía nada de mi pasado
o mi presente supongo que me estaría aconsejando todo lo bien que puedes
aconsejar a una completa desconocida.
_ ¿Te ayudé en algo?
_ No… sigo igual.
_ Valla… lo siento, ¿no crees que ese chico te merezca o
crees que no mereces a ese chico?
Dudé por un
momento en concretar el género del supuesto, pero en realidad prefería no
difundir mucho mi vida personal a personas que apenas conozco y que seguramente
a partir de que salga de este hospital no volveré a ver.
_ No creo que lo merezca… no tengo nada que ofrecerle.
_ Sabes, cuando te das cuenta que quieres estar con una
persona lo único que debe importarte es ser feliz, y más a tu edad.
_ ¿Y cómo le demuestro que me hace feliz estar con… él?
_ Es muy fácil, la mejor manera de demostrarle que te hace
feliz es hacerle feliz.
Me parecieron muy
sabias palabras, realmente no sabía nada de la felicidad dentro de una pareja o
de una relación. Nunca vi a mi madre feliz con mi padre, ni vi que él hiciera
nada para hacerla feliz. Entonces… si ninguno de los dos estaban felices ¿por
qué ese afán de él por obligarla a quedarse a su lado? ¿Tendría miedo? Miedo de
quedarse solo, miedo de que si ella se fuera, si la dejaba ir, nadie vendría a
ocupar su lugar. No podría ejercer autoridad con nadie… con ella se sentía
fuerte, o aparentaba sentirse fuerte, pero en realidad creo que aquella fuerza
que demostraba no era más que el reflejo del miedo que intentaba ocultar.
Capitulo 10
_ ¿Podremos confiar en ti esta vez?
_ Supongo que sí señora, después de esto, creo que me pasaré
a los marcos digitales.
La señora me miró
refunfuñando y no me rió el chiste. Alzando su mano en dirección a la puerta me
dio la señal de que ya podía salir.
No me sentía
fuerte del todo, pero ya estaba prácticamente recuperada. Había pasado veinticuatro
horas en la cama del hospital y me sentía con ganas de andar, de pasear, de
respirar un aire puro... o al menos no tan cargado de desinfectante. Estaba
harta de tanto blanco y quería poner una chispa de color en mi vida.
Subí al cuarto y
me duché, daba gusto sentir el agua tibia rozar mi cuerpo. Las gotas resbalaban
por mis brazos y al llegar a las vendas perdían la armonía con la que bajaban.
Me sentía como un
libro en blanco, pero no un libro en blanco nuevo, no, sentía como si hubiesen
borrado todas mis páginas, toda mi vida, todos mis recuerdos, estaban allí, lo
sé, dentro de mi cabeza, marcados en mi cuerpo y en mi memoria, pero sentía que
ya no me controlaban. Era como si algo dentro de mí me dijera que dejara de
lado al pasado y me centrara en mi presente.
Terminé de
ducharme, me lié con una toalla y me miré al espejo.
_ Se te fue de las manos_ me dije.
Veía como la
chica del reflejo me miraba, era yo, obviamente no me estaba volviendo loca,
pero sentía algo en mi mirada que no había visto nunca en esos ojos, y eso que
los había mirado en profundidad muchas veces.
_ ¿Que ves?_ Sentí que dijo una voz tras de mí.
_ ¿No te enseñaron a llamar a la puerta?_ dije agarrando mi
toalla para que no se fuera a caer.
_ Mis educadores no es que fueran un ejemplo a seguir_ dijo
acompañada de una hermosa sonrisa._ ¿Qué veías? ¿Tus heridas?
_ No, mis ojos.
_ ¿Tus ojos?_ Dijo sentándose en mi cama.
Desde el espejo
podía verla allí sentada tras de mí.
_ Tú no lo entenderías.
_ Prueba a explicarme.
_ Veo algo diferente en ellos.
_ Capaz te hicieron algo en la retina, ya lo decía mi madre,
“no te fíes de los médicos, que vas con un dolor de espalda y sales con un
riñón menos”_ dijo cambiando la voz.
_ Sabía que no lo entenderías.
_ Solo bromeaba mujer, que susceptible estás_ dijo
levantándose y acercándose a mí.
Desde lo sucedido
esta tarde yo me encontraba un poco reacia a dar muestras de cariño, un beso
fallido, le rechacé sus intenciones de besarme… pero ahí estaba ella, como si
nada hubiese pasado… ¿y si me estaba equivocando totalmente? ¿Y si sus intenciones
no eran las de besarme? Solo amigas… eso es lo que somos… y eso es lo que ella
cree. Dejaré de montarme historias de una vez por todas. No me puedo enamorar
de ella, será mi fruto prohibido.
Ella apoyó su
cabeza en mi hombro y me miró a los ojos a través del reflejo, rodeando mi
cintura cubierta solo por la toalla con sus manos.
Esa acción hizo
que me ruborizara y se me erizara los vellos, espero que no se diera cuenta de
ello, aunque, realmente, ella aún seguía mirando directamente a mis ojos a
través del espejo.
_ Tienes razón.
_ ¿A qué te refieres?_ dije confusa.
_ Tienes un brillo diferente en tus ojos...
_ No te burles_ dije intentando zafarme de su abrazo para al
final quedar abrazada de frente a ella.
_ No me burlo_ sonrió ahora mirando fijamente a mis ojos_ y
creo que sé lo que es.
_ ¿Qué?_ dije sin apartar la mirada.
Se tomó unos
segundos de silencio en los que yo cambiaba mí mirada constantemente de sus
labios a sus ojos con unas inmensas ganas de besarla, hasta que al fin habló.
_ Esperanza_ dijo sin dejar de sonreír.
_ ¿Esperanza?_ pregunté divertida, tal vez esperaba oír de
su boca una palabra más “romántica”, que dijera amor o algo así y que
posteriormente me besara... supongo que mi imaginación voló demasiado lejos.
Solo amigas,
intentaba repetir en mi cabeza una y otra vez.
Ella me liberó de
su abrazo y se sentó en mi cama, y yo, me quedé con unas ganas tremendas de
probar sus labios, otra vez.
_ Sí, esperanza.
_ ¿Por qué tendría esperanza?
_ Porque todo está cambiando.
_ Sí, para mal.
_ ¿Segura?
_ No sé..._ me hizo dudar.
_ Tu madre está viva, tu padre maltratador, no es tu padre y
está prácticamente muerto.
_ Pero mi abuelita no está.
_ ¿Y crees que estaría mejor viva? ha matado a una persona
_ En defensa propia
_ Sí, pero a su hijo.
_ Era un hijo de...
_ Sí, pero era su hijo_ reiteró_ la conciencia es un
monstruo fuerte para las personas de buen corazón.
Puede que ella
tuviera razón, mi vida estaba cambiando sí, pero ¿para mal? Posiblemente no.
_ Te has quedado muy callada.
_ Me has hecho pensar. Serías buena psicóloga.
_ ¿Tú crees?_ dijo poniéndose sobre la cama de rodillas
emocionada.
_ Sí_ le sonreí_ eres buena solucionando problemas.
Ella soltó una
carcajada.
_ No soy buena solucionando problemas, pero sé ver las cosas
buenas, la vida me enseño a ser positiva.
_ Eres una buena chica, ¿lo sabías? Tanto que no sé qué
haces aquí.
_ Pues buscar mi camino lejos de los que me frenan.
_ ¿En una casa de acogida para niñas problemáticas?
_ ¡Te equivocas! No es para niñas problemáticas, esta casa
nos da una segunda oportunidad cuando la primera nos fue robada.
_ Me gustaría ver todo desde tu punto de vista.
_ Ven_ dijo agarrando mis hombros y poniéndome frente a
ella.
_ Qué... ¿qué pasa?_ titubeé al verla tan cerca mío.
_ Mira mis ojos, ¿qué ves?
_ Nada... tus ojos.
_ ¡No!, esfuérzate y fíjate bien, ¿qué ves?
No sabía a qué se
refería pero intenté concentrarme y centrar más mi mirada en ellos.
_ Me... me veo a mí.
_ ¡Respuesta correcta!
_ No te entiendo.
_ Dijiste que te gustaría ver lo que yo veo desde mi punto
de vista y viste tu reflejo, te viste a ti.
_ Sigo sin entender nada...
Ella volvió a
soltar otra carcajada.
_ ¿Te burlas de mí?
_ ¡No!_ dijo riéndose_ no es eso mujer, a ver, yo cuando te
miro veo a una chica inteligente, atractiva_ me sonrojé_ valiente y con un
futuro brillante por delante, a la misma vez, tú te veías a ti misma.
_ Llámame tonta...
_ La persona que yo veo, y que ves tú en mis ojos, ¡son la
misma persona!_ Dijo ya con un tono desesperado.
Me quedé
pensativa... ya entendía lo que quería decir.
_ ¿Entiendes ya?
_ Sí_ sonreí_ es que filosofeas mucho y mi inteligencia no
da para tanto.
_ Tu inteligencia da para eso y para más_ dijo lanzándose a
mi cuello abrazándolo y yo correspondí al abrazo_ Empieza a creértelo.
_ ¿Qué es esto?_ Pregunté esperando la respuesta del porqué
del abrazo.
_ Un abrazo_ me susurró en el oído haciendo que los bellos
de mi nuca se pusieran de punta.
_ Ya sé, me refiero al ¿por qué?
_ No sé, me apetece abrazarte, te ves... abrazable.
_ ¿Abrazable? ¿Y lo soy?
_ Eres mucho más de lo que imaginas.
Me soltó del
abrazo, por desgracia, y se quedó mirándome.
_ ¿Qué harás ahora?
_ Ya me has preguntado eso muchas veces_ Opiné.
_ Sí, pero también cambias mucho de pensamientos.
_ Sigo opinando igual.
_ Irás en busca de tu madre.
_ Sí, seré la “Marcas Española”_ Sonaba mejor en mi cabeza.
_ ¡Yo seré tu mona!
_ Mona eres, desde luego_ dije coqueteando involuntariamente
un poco.
Ella sonrió y me
miró a los ojos sin decir nada.
_ ¿Qué miras?
_ A ti.
_ ¿A mí? ¿Por qué?
_ No sé, me pareces curiosa.
_ ¿En el buen sentido?
Ella sonrió de
nuevo.
_ No sé en qué sentido.
Me moría de ganas
de saber si le gustaban las chicas, los chicos, o era de esas heteros cariñosas
con todo el mundo y yo la estaba mal interpretando. Pero no es algo que se
pueda preguntar, claro está. Hasta que me diera alguna señal clara debía
mantener en mi cabeza lo decidido anteriormente y no verla con otros ojos más
cariñosos de lo debido.
Su mirada
profunda me ponía nerviosa, y mucho. Me sentía débil. Me miraba como si ella
fuera la cazadora y yo su presa. Pero a la vez, con una ternura increíble. Sus
ojos sonreían a la par de sus labios. No sé si quería disparar pero lo estaba
haciendo. Voluntaria o involuntariamente estaba llenando de balas mi
corazoncito.
_ Me estás poniendo nerviosa_ dije, y su sonrisa aumentó
notablemente.
Con un dedo en
mis labios me calló.
_ ¿Oyes eso?
_ ¿El qué?_ dije intentando afinar mis sentidos pero su
respiración levemente agitada me distraía.
_ Es el ruido de los platos.
_ ¿Y eso significa...?
_ Que es hora de
comer_ dijo mirándose el reloj.
_ Muero de hambre_ dije levantándome tan aprisa que casi se
me cae la toalla.
Mis manos se
abalanzaron rápidamente a la toalla que estaba a punto de abrirse y dejar mis
vergüenzas al aire y a lo que es peor, a la vista de Emma.
Ella se sonrojó y
me miró divertida.
_ Casi me muestras tus virtudes eh.
_ Que sepas_ dije terminando de acomodarme la toalla_ soy
mucho más que una cara bonita._ Y justo antes de cerrar la puerta del baño le
saqué la lengua.
Con las prisas y
los nervios de la bendita toalla se me olvidó coger ropa...
_ Mierda_ dije inconscientemente.
_ ¿Qué paso?
_ ¿Me haces un favor?
_ Uy así desnudita y en toalla el que quieras_ dijo con un
tono entre gracioso y picante que me desarmó._ ¿Qué hago?_ volvió a preguntar
ante la ausencia de respuesta.
_ Me acabo de dar cuenta que no cogí ropa, pero no te preocupes,
salgo de nuevo, total...
_ No te preocupes yo te la doy_ dijo poniéndose en pie y
dirigiéndose al armario.
Al salir del
baño, Emma estaba con las puertas del armario de par en par.
_ ¿Qué haces ahí?
_ Pues es donde la gente normal guarda su ropa
_ Pues no eres tú la que dices que soy especial_ dije
mientras abría una maleta de ropa que tenía guardada junto la cama.
_ No imaginé que tanto... ¿qué temes a que alguien te robe
tu ropa interior?_ dijo cogiendo una de mis bragas y poniéndoselas en la
cabeza.
_ Esa son las sucias_ mentí divertida.
Su reacción fue
instantánea, se las quitó y las lanzó hacía la ventana del dormitorio con tan
mala suerte que salió a la calle.
_ Era broma mujer_ dije asomándome rápidamente a la ventana.
Un hombre las
tenía en sus manos, agarradas con dos dedos como si estuvieran apestadas y
miraba hacía la ventana, rápidamente me agaché y tiré de ella que no paraba de
reírse.
_ No es divertido, casi le estampas mi ropa interior a un
hombre en la cara.
Cuanto más le
recriminaba, más divertida parecía la situación y más se reía Emma. Su risa se
volvió tan contagiosa que acabamos las dos sentadas en el suelo sin parar de
reírnos.
Ella me miró y yo
la miré, y ambas dejamos de reírnos de apoco.
_ Me debes unas bragas nuevas, que lo sepas.
Ella solo sonreía
y me miraba.
_ Me lo paso muy bien contigo_ dijo al fin.
_ Y yo contigo_ sonreí.
El ambiente daba
pie a que en cualquier momento nos besáramos. Era lo que quería, aunque no
fuera lo que debía. Esa chica en dos días había conseguido mucho más que nadie.
Tenía plena confianza en ella, sentía que no me iba a fallar nunca, era
divertida, cariñosa, tenía esa chispa y me hacía sentir bien, tan bien, que
cuando estaba con ella, se me olvidaba todo, de donde venía y hacía donde iría.
Era como si en sus ojos se detuviera el tiempo... ¿a esto llamarán amor?
La puerta sonó de
repente rompiendo el momento.
_ Adelante.
_ Es hora de cenar_ dijo la señora asomándose por la puerta.
_ Ya vamos_ dijo Emma levantándose de un salto.
_ Por cierto_ dijo mostrando unas bragas_ Un hombre las ha traído,
dice que salieron de esta ventana y acabaron como peluca... no quiero saber ni el
cómo, ni el por qué_ dijo divertida_ solo dime donde las compraste para no ir a
esa tienda, es lo más anti-sexys que he visto en mi vida...
Al contrarío de
sentirme ofendida, ese comentario me fue divertido, e hizo que las tres nos
riéramos por unos segundos.
Emma salió con la
señora y yo me quedé vistiéndome. Al fin comería algo más que la insípida
comida del hospital. Estaba muerta de hambre.
_ Estoy llena, no no, super llena, tremendamente llena,
llama a una grúa para que me dé la vuelta por favor..._ dije tumbada en mi cama
mirando al techo de la habitación.
_ ¿Perdón? No te he oído, creo que tengo arroz tapándome los
oídos.
Por un momento
nos miramos y reímos a la vez de tanta exageración junta.
_ Tengo ganas de dar un paseo._ dije al fin cuando acabaron
las risas.
_ ¿A dónde quieres ir?
_ No sé, a ningún sitio en concreto, solo quiero salir y
caminar.
_ Y eso que solo has estado un día en el hospital.
_ Soy un alma libre como el viento.
Cuando miré hacía
al lado, al no obtener respuesta, me la encontré mirándome sonriendo.
_ ¿De qué te ríes?
_ No me rio_ dijo fijando sus hermosos ojos en los míos_
sonrío.
_ Y... ¿por qué sonríes?
_ No sé.
_ ¿No sabes? ¿Qué respuesta es esa para alguien que siempre
tiene respuesta para todo?
_ Me descuadras.
_ ¿Yo? ¿Qué hago?
_ Me miras...
Me estaba
volviendo loca por rosar esos labios, por perderme en su boca, por sentir el
sabor de sus besos... Pero me sentía petrificada, y no hacía nada, solo
mirarla... Me sentía como un niño pequeño al que le han dado un regalo, el cual
no sabe si abrir para descubrir que hay dentro o dejarlo ahí, así, lleno de
sorpresas, y teme abrirlo... en mi caso no por descubrir que sus besos no me
gustaran, mi miedo era muy distinto.
Tenía miedo de
ser rechazada, de acabar con todo lo que teníamos, todo eso era más grande que
el deseo de besarla.
Ella permanecía
inmóvil, mirándome, con mirada fija en mis ojos. Su sonrisa se borraba a la par
que el tiempo pasaba y no veía reacción en mí... ¿a qué está esperando? ¿La
beso?
Llevé
inconscientemente mi mano izquierda hacía su mejilla, cerré los ojos y la
acaricié, esperando a que esa caricia diera comienzo a todo.
El suave tacto de
su piel bajo mis dedos hizo que me estremeciera y que a las ganas de besarla y
el deseo contenido, se le sumaran unas ansias locas por saber que estaba
pensando en aquel momento. La frase que tantas veces durante el día había
repetido en mi cabeza se estaba desvaneciendo a la par que este deseo crecía.
_ ¿No lo piensas hacer nunca?_ dijo al fin.
_ ¿El qué?_ pregunté, aunque realmente, ya sabía la
respuesta.
Quería que ella
diera el paso para saber que no me estaba equivocando, que no la perdería
después por una tonta confusión...
_ Besarme.
Abrí los ojos y
los suyos me estaban mirando. Ya había parado de acariciar su mejilla y la
dirigí inconscientemente hacía su cuello, quería palpar aquella realidad que
parecía incierta, que parecía un sueño. Acerqué mis labios a los suyos y la
besé.
¿Cómo pasó? Aún
estoy asumiéndolo... la besé sí, y aun siento en mi estómago el aleteo de las
mariposas aunque ya hace rato que ella se marchó. Tenía que irse a la escuela,
pero no se fue sin mi beso, no dejaría que se hubiese ido sin él.
Aún estoy
ensimismada en aquella sonrisa después del beso, en como acariciaba mis manos,
en como jugaba con mis dedos cuando la abracé después, en ese abrazo fugaz que
duró toda la noche… Era la primera vez que dormía con otra chica, y era Emma…
Solo nos besamos, nos abrazamos, hablamos y dormimos, pero fue perfecto.
Esto debe ser a
lo que llaman amor sin ninguna duda, haber estado con ella todo el día y querer
más, a extrañarla aunque haga segundos que se haya marchado... yo la echo de
menos desde que salió por la puerta de mi habitación y aún siento ese nudo en
la garganta... y todo en tres días… en tres efímeros días que pasaron sin que
me diera apenas cuenta.
Esa niña me ha hecho
sentir tanto en tan poco tiempo, lo que nunca nadie me había hecho sentir. No
podría decir que la amo... ¿o sí?... no, definitivamente no puedo amarla aún,
pero si quiero que esté conmigo, que no se valla... y sobre todo, por nada del
mundo lastimarla.
Un repique en la
puerta hace que salga de mis cavilaciones.
_ Adelante.
_ ¿Puedo pasar?
_ Por supuesto señora, es su casa_ dije sonriendo.
_ Gracias_ dijo devolviéndome una sonrisa apagada_ Tengo
algo para ti.
_ ¿Para mí?_ dijo ofreciéndome un sobre.
¿Quién me va a
mandar un sobre? Nadie sabe que estoy aquí, bueno, nadie que conozca o a la que
le importe tanto como para enviarme una carta...
_ ¿De quién es?_ dije agarrándolo y viendo que no tenía
remitente.
Fuera de quien
fuera debió haberlo entregado en mano.
_ De la detective Kowalczuk.
Yo miré a la señora extrañada... un sobre
de la detective. ¿Tendría información de mi madre aquel sobre?
_ Usted
sabe... ¿qué contiene?
La señora me miró con mirada triste, por
supuesto que sabía que decía el sobre...
_ Tú solo
léelo, no hay mucho tiempo.
¿Mucho tiempo para qué?
Bajé la mirada hacía carta y la abrí
desconfiada... ¿qué podía ser?
“Ha sido seleccionada por el programa de
protección oficial de menores. Por su seguridad y la que les rodea se le
prohíbe hablar de esta información con nadie. Debe estar listo antes de las
20:00 de este mismo día, donde se procederá a su recogida en su domicilio o
lugar de residencia actual.”
_ No
necesito huir, ya no_ dije mirando a la señora_ No hay nadie que me persiga, ni
que me maltrate, este es mi nuevo hogar, con Emma y con usted...
Tenía un nudo en la garganta que apenas me
dejaba hablar... me iban a apartar de ella ahora que todo iba bien... ahora...
_ No hay de
otra_ dijo abriendo el armario y comprobando que no había ropa en él_ ¿Y tu
ropa?_ dijo justo antes de ver la mochila.
Se acercó a ella dispuesta a cogerla.
_ No puedo
marcharme, ¿es que no lo entiende?_ dije poniéndome entre la señora y mi
maleta.
_ Es por tu
seguridad.
_ ¿Por mi
seguridad?, me portaré bien, no volveré a cortarme, lo prometo, empezaré la
escuela en unos días y estudiaré mucho, pero por favor no me eche.
Mis lágrimas estaban deseando salir, al
contrario de mi voz, que cada vez me era más y más complicado articular palabra.
_ Ha
despertado.
_ ¿Y qué? Enciérrenlo...
tienen pruebas de que me maltrataba.
_ No es tan
fácil.
_ ¿Por qué?
Ya me vio un doctor y vio los golpes en mi cuerpo.
No dejaba de seguir por toda la habitación
a la señora haciéndole preguntas que dieran una respuesta conclusa al por qué
debía de dejar el paraíso cuando recién estaba disfrutando de él.
Acongojada, dolida, y con un dolor en el
corazón que apenas me mantenía en pie.
Cansada de mi persecución la señora se
sentó en la cama, con las manos en la cara y con gesto de una afligida
resignación... estaba a punto de contarme algo que no quería decirme.
_ Porque te
haces cortes.
_ ¿Cómo?
¿Qué tiene que ver eso?
_ Te haces daño
a ti misma... mira_ dijo mirándome por primera vez desde que entró en la
habitación directo a los ojos_ cabe la posibilidad de que el juez le devuelva
la custodia a tu padre, ya que puede alegar que tienes problemas y que esos
golpes son auto infringidos o que fueron frutos de intentar controlarte en un
arranque de locura o algo así.
_ ¡No estoy
loca joder! ¡Que me lleven a un psicólogo si hace falta!
_ Sí, pero
cabe la posibilidad que mientras tanto sea él el que tenga la custoria, ¿estás
segura de que quieres arriesgarte a volver?
_ ¿Y una
mierda auto infringidos!..._ dije intentando respirar profundo tragándome mis
lágrimas.
_ Lo sé,
pero es tu la palabra contra la de él, la detective no ha podido encontrar a
nadie que testifique contra él, y tu sin embargo...
_ ¿Mi currículo
no?
Ella asintió sin decir nada más...
Para estas alturas yo ya no podía dejar de
llorar, me iba, de nuevo sola, y ahora para colmo, también lejos de ella.
_ Prométame
que le dirá a Emma el por qué me fui.
_ No puedo hacer
eso.
_
Prométamelo, por favor_ dije agarrando sus manos y buscando que sus ojos se
enfocaran en los míos_ necesito que sepa que no
la he abandonado, y que volveré a por ella en cuanto esto se calme, en
cuanto pueda volver.
_ Te lo prometo.
_ ¿No vas a decir nada?
Ni siquiera podía
mirarla a la cara sin volver a llorar, así que me resigné a ir todo el camino
tragándome mis llantos y volcando mi mirada hacía el paisaje que se prestaba
por mi ventana.
_ Llevas todo el camino muy callada_ insistía la detective_
Sé que no es lo que querías... pero no hubo de otra.
_ Huir siempre es la única opción...
_ No pienses eso.
_ ¿Y qué debo pensar?
Hablaba sin ganas
ya de nada, sin fuerzas. Todo lo llorado anteriormente me había dejado así...
_ Que se hará justicia.
_ ¿Cuándo se hará justicia?_ No respondió_ Nunca hay
justicia para mí.
_ Piensa que así podrás empezar una nueva vida, lejos de todos.
_ ¿Y qué pasa con lo que yo quiero? ¿Qué pasa si yo ya había
iniciado una nueva vida? ¿Cuántas nuevas vidas voy a tener que iniciar para que
se me conceda el gusto de quedarme en una?
_ Tu seguridad es más importante que lo que tú quieres.
_ Siempre todo es más importante que lo que yo quiero... a
nadie le importa, de hecho, lo que yo quiero.
_ A mí me importa...
Sin decir nada
más, alargó su mano bajo su asiento y sacó un sobre grande de debajo de él.
_ ¿Qué es esto? ¿Mi nueva identidad?
_ Ábrelo_ fue lo único que dijo.
Al abrirlo se
calló al suelo una foto, me apresuré en cogerla cuando vi quien estaba
reflejada en ella...
_ Esta... esta... es mi madre.
No podía creérmelo,
era ella. Mucho más cambiada que la última vez que la vi. Llevaba el pelo corto
y despeinado. Estaba más delgada y aunque no se viera con claridad se
distinguía una sonrisa.
_ Cómo... cuando... ¿De dónde la has sacado?_ Conseguí decir
al final.
Tenía tantas
preguntas ahora mismo en mi cabeza que se apelotonaban y no me dejaban hablar
con claridad.
_ Sabía que te gustarían.
_ ¿Son actuales? ¿Allí es a dónde voy? ¿Con ella?
_ No... Realmente no.
_ ¿A dónde me llevas entonces?
_ No sabemos exactamente dónde está tu madre. El FBI tiene
un acuerdo con algunas redes sociales y nos permite comparar fotos con los
perfiles de los usuarios.
_ ¿Estás diciendo que esta foto es de la red social de mi
madre?
_ No exactamente. Esta foto está sacada del perfil de otra
persona aparentemente ajena a tu madre. En esta foto, ella aparecía en el fondo
de la escena, obviamente ha sido recortada para proteger al usuario.
_ ¿Entonces? ¿Qué hago con esto?_ Dije levantando el sobre_
Si ustedes no la habéis podido encontrar.
_ No la hemos buscado.
_ ¿Y esto?
_ Mira óyeme bien lo que te voy a decir_ dijo deteniendo el
coche en el arcén para mirarme directamente a los ojos_ Yo hice esto totalmente
fuera de las bases legales. Tengo totalmente prohibido buscar a personas que
hayan estado bajo protección y hayan sido trasladadas a un lugar más seguro. No
puedes decirle a nadie que yo te he dado eso ¿entendido?_ Yo asentí_ Solo puedo
decirte que tu madre está o ha estado en la ciudad a donde te voy a llevar, es
donde ha sido sacada esa foto.
_ ¿Y si estaba de vacaciones? ¿Y si no vive allí?
_ Es lo único que he podido hacer para ayudarte_ volvió a
dirigirse hacia la carretera saliendo del arcén._ Ahora solo depende de ti
encontrarla.
Tenía un montón
de papeles en la mano, con direcciones, fechas, fotos y nombres... No sabía por
donde debería empezar.
_ ¿Dónde viviré?
_ Vivirás en un pequeño apartamento para ti sola. Como
podrás comprobar en el fondo del sobre encontrarás dinero.
Metí la mano en el fondo del sobre y saqué
unos 1000 euros en billetes de 50.
_ ¿Qué se supone que debo hacer con esto?
_ Sobrevivir hasta que encierren a tu padre.
_ ¿Vendrás a buscarme luego?
_ Si no has encontrado a tu madre sí, siempre que quieras claro.
Sonreí ante ese
último comentario.
_ Gracias_ dije abrazándola.
Mi gesto nos
causó un volantuzo.
_ No me des las gracias y encuéntrala ¿vale?
_ ¿Y qué pasará si no quiere verme? ¿Si ha rehecho su vida y
quiere dejar todo atrás?
_ No se puede dejar en el pasado algo que forma parte de ti_
sonrió_ Abre la guantera del coche y coge un plano que hay, no me dio tiempo de
metértelo en el sobre.
_ ¿Por qué haces todo esto?
_ Porque te mereces ser feliz.
Nueva identidad
Capítulo 1
_ Y bien... ya sé fue la detective... ¿Y ahora qué hago?
Miro todo a mí
alrededor, todo desconocido, todo prácticamente vacío, sin alma, sin vida... y
de nuevo sola.
Me dejo caer
sobre el sofá de la pequeña sala y observo con más detenimiento el pequeño
apartamento. No tiene dormitorio, son solo dos estancias. El baño, que a pesar
de ser pequeño está bastante cuidado y limpio, y la cocina-salón-comedor.
_ Supongo que eres un sofá cama_ digo palpándolo por abajo
por si encuentro alguna forma de abrirlo
Parece que solo es un sofá grande y mullido.
_No se puede convertir en cama, pero al menos quepo
estirada_ digo estirando los brazos midiéndolo.
Me recuesto en el
sofá y miro al techo...
_ Así que a esto es a lo que llaman vida nueva...
Miró hacia el
lado y vuelvo a ver el sobre que me dio la detective. Le eche un vistazo en el
coche y vi fotos, fechas y direcciones, era ya el momento de ver todo con claridad.
Me reincorporo, agarro
el sobre y lo vacío en la mesa. Lo primero que llama mi atención es otro sobre más
pequeño. Lo abro y encuentro dentro del un carnet de identidad nuevo, con mi
foto y otros datos que no son los míos.
_ No me jodas… ¿ahora me llamó Celeste?_ dije sonriendo
sarcásticamente.
Dentro del sobre
había también una carta de la detective kowalzuck.
“ Si estás leyendo esto es porque conseguí que salieras a
tiempo, y me alegro. Supongo que ahora mismo no sabes muy bien el por qué de
todo esto, algo sabrás seguro aunque le dije a la señora que no te dijera nada,
la conozco, y a tu insistencia también. El motivo de esta carta no es más que
el de explicarte. Tu padre ya salió del coma y reclama tu custodia. A pesar de
que tenemos pruebas más que suficiente de que te golpeaba, el juez puede que las
desestime, ya que el último informe médico que se tiene de ti es posterior al
disparo y desgraciadamente, tu padre puede alegar que no te golpeaba y que los
golpes te los hacías tu misma.
Esta es la razón oficial
por la que te sacamos, la extraoficial esta en el sobre grande que contenía
este. Supongo ya abras echado un vistazo a todo. Hay fotos de tu madre,
direcciones y fechas, son las únicas que he podido encontrar en el poco tiempo
que he tenido. Y si te lo preguntas no, no he encontrado a tu madre. Estas
fotos son sacadas de perfiles de usuarios. Tenemos un acuerdo con las redes
sociales y nos permiten comparar rostros a partir de un programa de puntos. Tu madre
no tiene ninguna red social, por lo que sólo he podido encontrar fotos en los
que ella estuviera en un segundo plano. A pesar de que esto no nos asegura de
que viva en los sitios donde se hicieron las fotos, es la prueba que más nos
acerca a su paradero.
Espero haberte
ayudado, he echó todo lo que estaba en mi mano, se que la encontrarás, confió
en ti.
Estaremos en
contacto, te deje un teléfono móvil, no llames a nadie más que no sea a mí y no
des este número a nadie, el mío está guardado en el aparato.
Por último, por
tu seguridad tendrás una nueva identidad, y deberás asistir al instituto cada día,
has amigos y no te metas en líos.
Suerte con tu búsqueda,
nos mantendremos en contacto.”
Respire profundo
después de leer la extensa carta, muchas de las cosas que ponía ya las conocía,
pero supongo que cuando la escribió no sabía qué era lo que le daría tiempo a
explicarme.
Solté la carta y mire
el batiburrillo de papeles que tenía sobre la mesa. La volví a coger y la extendí
sobre el mueble, y sobre ella puse el fajo de billetes que me había dejado, el
teléfono móvil y el dni. Detrás de la mayoría de las fotos estaba escrita la
fecha y la dirección. Había como veinte fotos de las cuales siete estaban con
el reverso blanco.
Le dedique un
tiempo considerable a verla en cada una de las fotos… había pasado mucho tiempo
y había detalles de ella que había olvidado completamente. Como el sonido de su
risa, el olor de su pelo, el timbre de su voz, en si sólo había tenido una
vieja foto para ponerle rostro y unos vagos recuerdos se dedicaban a darle
alma.
Solté todo lo que
tenía en las manos, respire profundo intentando que la aflicción que sentía por
verla de nuevo no liberara mis lágrimas y dude por un momento en que hacer con
todo esos datos desordenados que tenía ahora.
Agarre el plano,
lo extendí en el suelo y empecé a buscar la primera dirección que hallé en una
de las fotos, y así hice hasta que todas las fotos con dirección estaban sobre él.
No me dejaban ver nada, se pisaban entre ellas y ocultaban demasiado. Debía
señalarlas con algo. Mire a mi alrededor y no encontré nada. Rebusque entre los
cajones de la cocina y ni atisbo de cómo marcarlas… debía salir a comprar lápices,
gomas, y demás. Ahora tendría que ir a la escuela y fingir que era una niña
normal y corriente.
Dirigí mi mirada
hacia la mochila.
_ Una persona normal y corriente_ los ojos se me llenaron de
lágrimas de repente.
Había olvidado
por un momento todo lo que acababa de dejar atrás, incluida la persona que en
dos días había revolucionado mi vida y me había echó sentir especial…
No dejaba de
llorar a la par que sacaba la poca ropa que tenía de mi maleta.
_ Si me vieras ahora_ dije limpiando mis lágrimas_ llenando
los cajones de ropa… como una persona normal.
Intentaba
redirigir mi vida, pero a qué precio… cuantas personas debía de perder en el camino
para llegar a ser feliz alguna vez…
Cerré el cajón y
mire hacia la mesa, y mentalmente hice una lista con las cosas que debería
comprar, desde lápices, maletas y comida, hasta champú, gel y otras cosas para
limpiar la casa.
Mi estómago
estaba rugiendo ya. Era hora de cenar y en los armarios y la nevera no había
absolutamente nada que poder llevar a la boca. Faltaba poco para que las
tiendas cerraran, así que debía darme prisa en salir. Sobre todo, porque no sabía
que tan lejos podría estar la tienda más cercana.
Cogí unos pares de
billetes del fajo y me dispuse a salir, pero antes de que diera un paso fuera
de la casa el teléfono móvil que estaba sobre la mesa sonó.
_ Buenas noches Celeste.
_ Se equivocó usted de número, lo siento.
_Soy la detective_ oí justo cuando iba a colgar.
Había olvidado mi
nuevo nombre. Su voz se oía tan distorsionada por aquel teléfono que al
principio no había sido capaz de reconocerla.
_ Casi le cuelgo.
_ Debes acostumbrarte a responder a ese nombre.
_ No va para nada conmigo…
_ Mi madre se llamaba Celeste, era fuerte y luchadora, ¿Qué
es lo que no te concuerda?
No supe que
contestar… y opte por no hacerlo.
_ ¿Ya te has instalado?
_No es que tuviera mucho que desempaquetar.
_ ¿Viste lo del sobre?
_ Si, ya vi todo y tengo una ligera idea de por dónde voy a
comenzar.
_ Sabía que encontrarías el modo.
Mi estómago rugió
de nuevo.
_ Detective, debo dejarla, tengo que encontrar un lugar para
comprar algo de comer.
_ Hay una pequeña tienda de alimentación en la esquina de la
manzana. Espero que pronto te adecues a esa ciudad.
_ Yo espero, en cambio, encontrar a mi madre y volver.
_ Sé que lo harás, te dejó para que salgas. No te olvides de
como volver a casa.
_ Sabré arreglármelas. Gracias por todo.
_ Agradécemelo cuando encuentres a tu madre.
La detective
colgó el teléfono y sonreí ante la idea de encontrarla. Puede que sea la primera
vez desde que entre en el coche de la detective que tengo las ideas claras, que
se que hacer y que soy capaz de creer que puedo llegar a hacerlo.
Mire el reloj del
móvil, lo guarde y salí en busca de la compra.
Son casi las doce de la noche, y a pesar de
que estoy cansada no logró conciliar el sueño… y es que fue tan largo el día de
hoy que parecía que nunca iba a llegar a su fin. El viaje, las sorpresas, las
emociones,… todo lo que parecía ir bien, siempre acaba por terminar mal para
mí.
Me siento a veces como si
estuviera en la orilla de una playa, descalza, con los pies en el agua por la
altura de las rodillas, sintiendo las olas que chocan con mi cuerpo, sintiendo
los granos de arena moverse bajo mis pies con cada estampida, enterrándome y
alejándome a la vez de la orilla, atrayéndome
hacía el fondo, hacía la inmensidad del océano. En ocasiones me siento
bien, me siento segura, cierro los ojos y me siento anclada, mecida por el
arrullo de la corriente, pero cuando los abro, me veo con el agua al cuello… Y
solo me queda escapar, soltar mis pies del suelo y volver a la playa.
Tal vez sea porque no consigo
quitarme de la cabeza la idea de que no le hayan dado mi mensaje a Emma, de que
esté pensando lo peor de mí, que la haya abandonado o no sé, mil cosas que se
le podrían estar pasando por la mente en esa fantasiosa cabecita.
Desgraciadamente no tengo ninguna forma
de comunicarme con ella. Ni teléfono, ni redes sociales, ni siquiera puedo
escribirle una carta porque no sé a qué dirección mandársela. Eres mi sirena,
Emma, dentro de este océano en el que estoy atrapada.
_ Dame oxígeno de nuevo, que siento que me ahogo._ dije cerrando los ojos
por un momento e intentando recrear su imagen para volver a verla de nuevo.
Fueron cinco días muy
intensos, demasiado intensos, creo que no tengo mala suerte, es ella la que me
tiene a mí.
_ Decías que todo empezaría a ir bien para mí_ sonreí_ y te creí, quise
creerte.
Mi vida es de película, de
esas que no crees que pueda irle tan mal a nadie, de esas que esperas un final
feliz para la protagonista, un final feliz que se hace esperar y desear, de
esos que cuando va viento en popa, aparece un iceberg y el barco se hunde. Tal
vez debería plantearme la idea de convertirla en libro algún día y que al menos
este maldito gafe que me persigue me sirva para algo.
Miro mi reloj y solo son las
tres de la madrugada, aún queda mucha noche… ¿Qué hago? ¿Me levanto y me pongo
a ordenar mis ideas en papel? ¿O intento dormir? Creo que la respuesta era
obvia después de horas acurrucada a una manta con los ojos como platos.
Me levanté, encendí la luz y
miré los papeles que había sobre la mesa. No había movido nada desde la llamada
de la detective justo antes de ir a hacer la compra.
Agarro el mapa que me dio, lo
sujeto con cuatro chinchetas a la pared y comienzo a rodear cada dirección de
cada foto mientras que éstas, las pongo también en la pared, esta vez pegadas
con cinta aislante. Son las únicas fotos que tengo de ella por ahora, no quiero
agujerearlas.
Me quedan siete fotos, en
siete lugares desconocidos, la pregunta es ¿estarían estos lugares en esta
ciudad? Si no era así, podría significar que mi madre no estaba allí. Debía
recorrer la ciudad, cada avenida, plaza, calle o incluso el más recóndito
callejón, porque allí podría haber estado ella, y era la única pista que tenía
para encontrarla.
Miré de nuevo el reloj y en
dos horas tenía que estar alistándome para ir a la escuela. No tenía sueño,
pero mi cuerpo estaba cansado, me dolían músculos que no sabía que tenía,
sentía una presión en la cabeza que parecía que en cualquier momento estallaría
y mi cerebro, en cachitos, sería la próxima decoración abstracta que
contuvieran las paredes de la habitación.
Me dirigí al baño, abrí el
grifo y agarré agua para lanzarla directamente en mi sien.
El reflejo del espejo se quedó
por un momento anclado en mi retina, pelo despeinado, torso descubierto y ojos
cansado. Misma imagen en distintos escenarios.
Ya no veo la fe, veo ojeras,
ya no hay luz tras mis ojos, solo cansancio, dolor y ganas de mandarlo todo a
tomar por culo.
Me recreo con la mirada en las
vendas que recorren mis brazos, que cubren gran parte de mis extremidades…
La soledad es un monstruo muy
fuerte, incluso para aquellos que estamos acostumbrados a estar solo. Nos
susurra al oído, nos persigue y nos miente. Nos dice que siempre será así, lo
repite una y otra vez, hasta que al final nos lo creemos. No somos raros, somos
incomprendidos, no odiamos la vida, la amamos de forma diferente a los demás, y
aunque pretendamos aparentar ser fuertes ante los insultos, el monstruo
invisible los guarda y nos lo recuerda cuando más daño nos hace recordarlos…
No voy a caer en la tentación
de nuevo, aunque extraño la adrenalina que me hacía sentir, aunque me duele
este silencio que desde hace horas volvió, prefiero esto a los gritos, a los
llantos, sé que no estoy sola, que alguien que me quiere siempre está conmigo.
Hay tantas lágrimas escondidas
tras aquellos que callamos, que sonreímos, que nos evadimos de la vida tras el
silencio… ¿Tanta diferencia hay entre el que llora a solas y sonríe en compañía?
La gente piensa que son
fuertes, que las lágrimas les muestra débiles, indefensos, y la tortuosa verdad
es que lo que verdaderamente te da fuerzas es saber que puedes contar tus
problemas, superarlos y no sufrir a solas aquello que también a solas pretenden
superar. Las palabras nos dan la libertad que el silencio calla.
No nos hace fuertes el superar
los problemas solos, porque lo que nos da fuerzas para superarlos es saber que
siempre puedes contar con alguien.
Cada herida que veo en el
reflejo, cada herida que dibuja mi cuerpo, cuenta una historia, un problema que
logró superarme a tal extremo que dejó su marca. Son como tinta imborrable que
recorren mi cuerpo… No me definen, no dicen quien soy, pero sí como llegué a
serlo.
Me vuelvo al sofá, miro la
hora y son casi las cinco. A dos horas de levantarme para mi primer día de
clase mi cuerpo al fin se siente con la suficiente escasez de fuerza como para
quedarme dormida. Cierro los ojos, me aferro a las mantas, y rezo por que estas
horas duren más de lo estimado.
Capitulo 3
Aún no sé qué hago aquí, me
siento desubicada totalmente. Todo está lleno de gente feliz que habla, ríen, y
corretean de un lado para el otro. Cuanto hubiese dado por tener la infancia de
cualquiera de ellos, por poder reír sin más preocupaciones que la de las tareas
extraescolares. Pero no busco compasión ni mucho menos, y menos la compasión de
unos desconocidos.
Es hora de volver a sacar del
baúl de los recuerdos aquellas sonrisas que solo pudo encontrar Emma, y
volcarlas entre la multitud. No puedo fallar, debo pero no debo ser yo a la
vez. Va a ser difícil, pero no puede ser imposible ser alguien normal e
intentar encajar sin ocultar quien soy.
No es que mi experiencia en
la escuela haya sido mala… de echo creo que aprendí mucho de mi antigua
profesora. Tal vez no cultura, matemáticas o ciencias, pero me hizo ser mejor
persona. Supongo que aunque no se dediquen a eso, los profesores de verdad lo
llevan en la sangre. Son aquellos de vocación de los que más aprendemos.
No sabría cómo explicarlo,
pero recuerdo una vez que no fue sólo lo que dijo sino la pasión con la que lo
dijo, se me retorcieron las entrañas cuando contó que de aquel que se burlaban
cada halloween porque se disfrazaba de princesa era en honor de su hija, que
murió de cáncer cuando tenía nueve años, que aquel de la entrada del colegio
que se tumbaba en el suelo cada vez que decían cuerpo a tierra lo hacía porque
fueron las últimas palabras de su madre antes de que una bomba estallara en su
casa y acabará con ella y con dos de sus hermanas. Que a diferencia de los que
muchos creían, los que luchan en las guerras por su país no son héroes, que más
héroes eran todos aquellos inocentes cuyas vidas habían sido avasalladas por
las balas, todos aquellos que habían perdido sus casas y hogares por huir con
sus familias y todos aquellos que habían caído sin merecerlo eran más héroes
que los que habían ido a luchar, empuñando un arma, o lanzando bombas, que si
no existieran estos, habría muchos más héroes en pie de los que hay bajo
tierra. Nos dijo que crecer no conlleva cumplir años, tener responsabilidades,
hijos o un trabajo, que creceríamos en el momento que fuéramos capaces de empatizar,
de saber reconocer a las personas no por su apariencia, su físico o su dinero,
sino en lo que nos aportan como persona y aportarle siempre más de lo que ellos
nos ofrecen. La clase se enmudeció y creó que todos crecimos un poco aquella mañana.
Nadie volvió a burlarse en halloween y hubo quien le daba flores junto a las
golosinas, y aquel que se tumbaba en el suelo fue llamado héroe y nadie más
volvió a decir aquella frase en su presencia.
_ ¿Eres nueva?_ Oigo a mis espaldas devolviéndome a la realidad de donde
me encontraba.
_ Si_ dije volviéndome.
_ Ya decía yo que no te había visto por aquí.
Un chaval de más o menos mi
edad se acercaba a mí con una sonrisa enorme y blanca. Tenía el cabello rubio
como un campo de trigo y los ojos más azules que jamás había visto. Pero a
pesar de que tenía todas las papeletas de ser extranjero, su perfecto acento
español me despistaba un poco.
_ ¿De dónde eres?
_ Ahora soy de aquí_ dije devolviéndole la sonrisa.
_ Me llamo Lucas_ dijo estampándome dos besos en las mejillas que sinceramente
me cogió de improvisto.
_ Yo me llamo Celi.
_ ¿De Celia?
_ No… de Celeste.
_ Es mucho más bonito_ dijo coqueteando.
Ay chaval, si supieras que no
tienes nada que hacer conmigo… Me pregunto si se acercaría tan amablemente si
supiera que tenemos más en común de lo que imagina.
_ Ya…_ Sonreí intentando ser lo menos cortante posible_ ¿Sabes dónde está
la clase de tercero?
_ Pues a esa misma voy yo_ su sonrisa se incrementó visiblemente._ Ven te
indico el camino antes de que se nos haga más tarde.
Yo le seguí por los pasillos
del colegio, intentaba visualizar todo para no llevarme ninguna sorpresa de lo
que podría llegar a encontrarme allí. Sobre todo tendría que tener especial
cuidado con las personas… los niños son muy crueles cuando quieren, y los que
más lo sufrimos son los que somos diferentes… Llámalo miedo, desconocimiento, o
falta de empatía, pero son incapaces de darse cuenta por sí mismos en el daño
que son capaces de hacer.
Los pasillos eran largos y
anchos, a pesar de que había mucha gente aún había espacio para que algunos de
los primeros años pasaran corriendo sin atropellar a nadie.
_ Ya hemos llegado, esta es nuestra clase.
Un cartel en la puerta con el
título de 3º, disipaba todas las dudas latentes de que aquel chaval me
estuviese gastando una novatada. Soy desconfiada por naturaleza.
_ ¡Lucas!_ Una voz femenina lo llamaba desde el fondo de la clase.
_ Es mi novia, ven, que te presento.
¿Novia? No sé si estaba
ligando conmigo o se comportaba así con todas, pero de seguro tendría más de
una discusión con su novia si era tan cariñoso con todas las desconocidas que
se cruzaban en su camino.
_ Ella es Celi_ le dijo refiriéndose a mí_ Es nueva, la acompañé hasta
acá.
_ Hola Celi_ dijo una cara curiosa que se asomaba por la derecha de
Lucas, aún de espalda.
Lucas se apartó y apareció una
joven risueña. Tenía el pelo castaño, rizado y recogido en una coleta alta.
Estaba a mi gusto excesivamente maquillada para venir al colegio. Pero así son
las adolescentes de hoy en día supongo, gracias a dios no soy la típica
adolescente.
_ Hola_ respondí a secas, pues aún no sabía su nombre_ ¿Tu nombre es?
_ ¡Ay! Perdón_ respondió efusivamente dándome dos fuertes besos en la
mejilla_ mi nombre es Camila.
_ Encantada de conocerte Camila_ dije sonriendo.
_ ¿De dónde eres?
_ Pues ahora de aquí_ Contestó él divertido, y ella lo miró con cara de
“obvio”.
_ Pues no tengo un sitio verdaderamente, soy de acá y de allá, mis padres
siempre están viajando.
_ ¿Por alguna razón concreta?
_ Trabajo_ fue lo primero que se me ocurrió.
No estaba preparada para
tantas preguntas.
_ ¿En qué trabajan tus padres?
_ Mi padre es…
Justo antes de que me quedara
sin palabras dos chicas llegaron y me interrumpieron.
_ ¿A qué no sabes a quién he visto en la puerta?_ dijo una de ellas.
Al verme se quedaron calladas
y me escrutaron con la mirada de arriba abajo.
_ Es Celi_ Contestó Camila finalmente_ es nueva.
Una de las chicas era alta y
morena, con rasgos africanos. Tenía el pelo rizado y peinada a lo afro. Y la
otra era todo lo contrario, bajita, pelo rubio y ojos celestes, y se parecía
ciertamente a Lucas.
_ Ella es Tania_ dijo señalando a la morena_ Y ella es Mara, la hermana
de Lucas, hermana gemela_ Me susurró esto último al oído.
Después de intercambiar besos
con ambas, me ofrecieron un asiento junto a ellas y Lucas se fue a sentarse con
unos cuantos chicos a un extremo de la clase.
Hablaron de trivialidades a
las que yo me mantenía al margen, la verdad no me interesaba los amores
veraniegos de ellas y menos de gente a la que no conocía, aunque intentaban
explicármelo, nunca he sido niña de cotilleos. Yo no me meto en la vida de nadie
y no me gusta que nadie se meta en la mía. A pesar de esto, intentaba prestar
interés, si quería encajar tenía que hacerlo.
_ ¿Y tú tienes novio?_ Dijo Tania devolviéndome a la Tierra.
_ ¿Yo?_ En ese momento sentí como toda la sangre se acumuló en mis
mejillas.
_ No la molestes con tus preguntas_ Respondió Camila.
_ No le molesta ¿o sí?_ dijo refiriéndose a mí.
_ No_ contesté casi sin voz.
_ ¿Entonces?
Sentía la mirada escrutadora
de las tres. Nunca he ocultado mi sexualidad a nadie, tampoco nunca me había
resultado un problema para nada, ¿entonces? ¿Por qué tenía esta necesidad ahora
de callarla?
_ No tengo novio_ dije al fin.
_ ¿Pero si has estado alguna vez con un chico no?
_ Tampoco_ respondí al fin.
Las tres se sonrieron.
_ Tenemos una virgen en el grupo chicas_ dijo Camila sonriente.
En cierto modo no era virgen.
Han pasado muchas chicas por mis brazos, para bien o para mal… Desde los trece
años, cuando perdí mi virginidad en el garaje de Aurora, habrían pasado unas
cinco chicas por mi cama, y otras tantas con las que no había pasado de besos.
A pesar de todo, solo una había conseguido pasearse por las lindes de mis
sentimientos… Emma.
_ No soy virgen_ respondí.
_ Masturbaciones no valen_ dijo Tania.
_ Me gustan las chicas_ dije al fin.
Las tres se quedaron en
silencio mirándose las unas a las otras y Mara sonrió.
_ Bienvenida al club_ dijo estrechándome su mano.
_ ¿A ti también?_ Pregunté.
Ella solo señaló con la cabeza
hacía la puerta del aula, desde donde la profesora, que acababa de entrar, nos
miraba a todos mandándonos a callar con su sola presencia.
Yo miré a Mara por un momento,
ella me miró, sonrió y comenzó a escribir en su libreta.
Fue la última vez que me miró
durante toda la clase.
Capitulo 4
Hoy fue un día muy raro,
después de aquella primera conversación de bienvenida, no volví a hablar
prácticamente con las chicas, ni con Lucas. Una vez que la profesora dio por
finalizada la clase, se despidieron amablemente de mí y se fueron.
Supongo que así son los
primeros días de clases, llenos de sorpresas, de buenas intenciones y de
primeros momentos. Creo que nos llevaremos bien, aunque claro, tan solo es el
primer día.
No estoy segura de lo que pasó
exactamente en esa conversación. Si alguien, a parte de mí, salió del armario o
si tan solo malinterprete una muestra de apoyo por su parte… creo que estoy
empezando a darme cuenta, que nunca me doy cuenta de nada. Puede que sea un
poco asperger, y que por eso no sepa identificar lo que la gente quiere decirme
verdaderamente, o que las mujeres son muy complicadas, sería otra opción… creo
que es la segunda la más acertada, siempre es la más acertada.
De todos modos no estaba allí
para ligar, ni para hacer amigas a expensas de lo que la detective opine, mi
misión en esta ciudad es encontrar a mi madre.
Me dirigí a la casa, el camino
no era muy largo, estaba como a 30 min andando prácticamente en línea recta
todo.
_ ¡Celi!_ Escuché que alguien me llamó por detrás.
Cuando me volteé vi a Camila
que se acercaba a mí a paso ligero.
_ Hola Camila_ Dije sonriendo_ ¿Vives por aquí?
La verdad es que no quería
entretenerme mucho, la profesora había mandado actividades de clase, y si
quería hacer en mi tarde una busca
productiva debía hacerlas rápido y no perder el tiempo.
_ No_ dijo devolviéndome la sonrisa_ me desvié un poco para hablar
contigo.
Creo que mi cara reflejo lo
curioso que me parecían sus palabras y sus actos para conmigo, porque rió
fuertemente.
_ No te asustes_ dijo al fin_ Necesito hablar contigo sobre Mara.
_ ¿Sobre Mara?
La verdad es que por unos
momentos mi ego me llevó a pensar de que había conquistado a Mara con mi sola
presencia… habría sido un amor a primera vista seguro, porque apenas habíamos
intercambiado dos palabras y le habría pedido a su amiga que me pidiera una
cita por ella.
_ Sí, le estamos preparando una fiesta de cumpleaños sorpresa.
_ ¿A ella y a Lucas?
_ No, solo a ella.
_ Pero son gemelos ¿verdad?
_ Sí, pero no viven juntos.
_ No entiendo nada.
_ Los papás de ellos se separaron hace como siete años más o menos, Lucas
se fue con la mamá y Mara se fue con el papá.
_ ¿Y no celebran sus cumpleaños juntos?
_ Este año no, la mamá de Lucas le preparó un viaje a Londres de una
semana.
_ ¿Sólo se lo regaló a Lucas?
_ Mara tiene claustrofobia, no me la imagino subida a un avión_ dijo
sonriendo.
_ Pero hay pastillas que te duermen todo el camino.
_ No sé cuál es el plan de la madre_ dijo sonriendo_ pero te aseguro que
a Mara no le hará ilusión ir a Londres.
_ ¿Y por qué no adelantáis la fiesta para celebrárselo a ambos?
_ Esa era la idea en un principio… pero Lucas se va esta tarde y nos dio
la noticia al salir de clase, así que nos va a tocar hacérsela solo a Mara.
_ ¿Y qué puedo hacer yo?
_ Nada_ sonrió de nuevo_ Solo ven y pásatelo bien.
_ No sé si pueda asistir_ No puedo perder en tiempo en cumpleaños.
_ Anda ven, te lo pasarás bien, solo estaremos unos cuantos amigos en un
bar escuchando música y bebiendo tranquilamente.
_ Mi mente había relacionado las palabras “fiesta sorpresa” con desfase
total.
Ella rió de nuevo.
_ ¿Vendrás entonces?
_ No creo, pero prometo pensarlo.
_ Yo ya he cumplido invitándote, sé que a Mara le encantará verte en la
fiesta_ dijo mientras se alejaba hacía atrás lentamente_ Chao Celi.
_ Chao Camila.
Me quedé mirándola hasta que
desapareció por la esquina de la calle.
¿Qué habría querido decir
con “le encantará verte en la fiesta”?
Era una chica muy linda, indudablemente esa Mara, y con esa sonrisa y esos ojos
azules podría tener a la persona que quisiera a su lado…
_Tal vez valla a esa fiesta y me distraigo un poco.
Capitulo 5
No me acostumbro a vivir sola.
En momentos así hasta este pequeño
apartamento me parece enorme. No tengo con quien hablar pero sí a mucha gente a
la que extrañar.
No me gusta estar
incomunicada, no saber cómo va todo con mi padre, cómo estará Emma.
_ ¿Qué estarás haciendo ahora?... Tengo muchas ganas de volver a verte.
Me levanto del sofá, miro los
cuadernos desordenados sobre la mesa, con la tarea ya acabada y dirijo
finalmente mi mirada hacía la pared, hacía el mapa de mi tesoro. Intento hacer
memoria para tachar el camino de la ciudad que ya hice. Aún no fui a ninguna de
las calles por las que pasó mi madre, aún me quedan unas cuantas por encontrar.
_ ¿Dónde estarás mamá?
Agarro el móvil, las llaves y
me dispongo a salir, es hora de empezar la búsqueda. Agarro las fotos de los
lugares que aún no encontrado y un bolígrafo y justo cuando estoy a punto de
salir de nuevo mi teléfono suena. Tan inoportuna como siempre.
_ ¿Es usted detective?
_ Sí Celeste, buenos días, ¿cómo te encuentras hoy?
_ Pues podría estar mejor.
_ ¿Qué tal tu primer día de clase? ¿Duro? ¿Hiciste amigos?
_ Conocí a unos chicos muy amables, la verdad es que se me hizo ameno
saber que no estaba totalmente sola_ Se hizo un breve silencio entre las dos y
continué_ ¿Y qué tal van las cosas por allá?
_ Pues por el momento tu padre no ha conseguido nada, tengo miedo de que
le puedan dar la custodia.
_ ¿No puedes alegar que no es mi padre?
_ Me temo que si no estás aquí no puedo utilizarlo en su contra.
Necesitaríamos unas muestras de sangre de ambos.
_ ¿Y si voy? ¿O me viene a recoger? Solo por unas horas, y de camino me
lleva a ver a Emma_ tras decir esto me senté en el sofá de nuevo esperando una
afirmación por su parte con los dedos cruzados.
_ No puedo hacer eso, nadie puede saber que sé donde estas, para el resto
del mundo y de la comisaría, estás fugada.
_ ¿Y con un pelo bastaría? ¿Y si recoge un pelo y dice que es mío?
_ Esto no es una película Celeste, esto es mucho más serio de lo que
imaginas. No puedo hacer nada para traerte, solo busca a tu madre, y
encuéntrala.
_ ¿Y si ella no quiere que me quede con ella?_ Mi voz se apagó de tan
solo pronunciar en esa idea.
_ No hagamos conclusiones precipitadas. Eres su hija.
_ Lo seguía siendo cuando me abandonó a mi suerte.
La detective no dijo nada respecto a mi última frase, supongo que no hay
gran cosa que decir a eso…
_ Debo irme Celeste, tengo que trabajar ahora.
_ No se preocupe detective, estaré bien, sé cuidarme sola, llevo toda la
vida haciéndolo.
_ No estás sola.
_ Eso quiero creer_ dije sonriendo con resignación.
_ Mucho ánimo y suerte.
_ Gracia detective.
Sin decir nada más colgó.
Me quedé apagada sentada en
aquel sofá… tenía miedo. No podía ni quería negarlo, pero la pequeña esperanza
me empujaba a salir a la calle a buscar a mi madre y averiguar la verdad.
Me levanté de nuevo y
dirigiéndome al plano di un último vistazo a la ciudad antes de salir a
perderme por sus calles.
Capítulo 6
Ya he pasado por varias calles que me
resultan familiares, por varias calles por las que ha pasado mi madre, aunque
seguramente ha pasado por otras muchas, no la veo cada vez que cierro los ojos
en todas, como en ésta.
A veces siento que soy capaz
de sentirla, capaz de ver su rostro entre el bullicio, que sería capaz de
distinguir su risa de entre toda las personas, pero no está, en ninguna de
ellas. Supongo que sería mucha casualidad que la encontrara el primer día de mi
búsqueda. De todos modos este pueblo no es muy grande, si está aquí no estará
muy lejos.
He caminado por seis de las
siete calles que no conocía y todo sigue igual, no ha cambiado nada desde que
ella pasó. No sé si es bueno o es malo, de todos modos no la encontré entre la
muchedumbre que paseaba, ni sentada en ninguna terraza de ningún bar tomando
una copa.
Estoy agotada, no solo por la
caminata, sino por la tensión a la que someto mi cuerpo constantemente. Cada
vez que cruzo una calle o tuerzo una esquina, cada vez que entro a un bar o
choco con alguien, mi corazón palpita como si la fuese a encontrar en cualquier
momento.
Me siento a los pies de una
fuente vieja y vacía. No hay agua, no sé el por qué. En la foto que tengo de
ella, brota un caño claro donde se refleja el sol formando un pequeño arcoíris.
_ ¿Qué haces aquí tan sola?_ Oigo la voz de Mara que se sienta a mi lado.
_ Podría preguntarte lo mismo_ Digo sonriendo.
_ No estoy sola_ dijo señalando a su familia sentada en la terraza de un
bar torciendo el gesto.
_ ¿Y qué haces aquí si estás en tan buena compañía?
_ No sé… vi a una chica linda con semblante triste sentada a los pies de
una fuente apagada.
_ Parece hasta poético.
_ ¿Sí verdad? Eso pensaba mientras lo decía_ Amplió aún más su hermosa
sonrisa_ ¿Por qué no te vienes?
_ ¿A sentarme en la mesa con tus padres y Lucas?_ No gracias.
_ No son mis padres_ su gesto se entristeció de repente.
_ Disculpa… yo pensé…
_ No te preocupes_ Sonrió forzado_ Son las parejas de mis padres, ellos
están dentro discutiendo el por qué Lucas se va mañana a Londres a comienzos
del semestre.
_ ¿A Londres?_ Intentaba disimular cuanto podía, pues supuestamente no
sabía nada.
_ Ajá, se lo regala mi madre y su pareja por nuestro cumpleaños.
_ ¿Y tú no vas? ¿Sois gemelos verdad?
Ella me miró divertida.
_ Nunca, en la vida, ni atada, conseguirían que yo me subiera a un bicho
de semejante envergadura.
_ ¿Bicho?
_ Tú ya me entiendes.
_ ¿Tienes miedo a volar?_ Seguimos con el teatro.
_ A los lugares cerrados.
_ ¿Enserio? ¿Al punto de perderte un viaje a Londres?
_ Al punto de perderme un viaje a la Luna de ida y vuelta con todos los
gastos pagados.
Me pareció muy original su
respuesta, no graciosa, pero la verdad es que me hizo reír. Puede que sea los
nervios, su sonrisa, o no sé… pero me costaba no acompañar su sonrisa cuando
ella estaba presente.
De buenas a primeras me
descubrí mirando a sus labios sin darme cuenta y dirigí mi mirada a sus ojos lo
más rápido que pude. Ella no dejó de sonreír en ningún momento. Tal vez no se
dio cuenta.
_ Debo marcharme ya_ dijo mirando a la terraza.
Lucas se había levantado y
estaba hablando por el teléfono móvil, y las respectivas parejas estaban ya
con, ahora sí, los padres de Mara y Lucas.
Me dio un poco de miedo que su
repentina marcha se debiera a que me había descubierto mirando a sus labios. Si
no era lesbiana o si lo era pero yo no le atraía debió sentirse atacada o
incómoda, no era para nada mi intención y no sabía si aclarar o no.
_ Me encantó encontrarme contigo Celi_ dijo sacándome de mis
pensamientos.
_ Igualmente_ dije recibiendo dos besos en las mejillas.
_ ¿Tienes algo que hacer mañana?_ dijo volviéndose cuando ya se marchaba.
¿Ir a tu cumpleaños?
_ No, nada. ¿Por qué?
_ Tengo la sensación de que cierto grupo de amigos me están preparando
una fiesta sorpresa, no les digas_ me guiñó_ me gustaría que vinieras.
_ ¿Y cómo se supone que iré?
_ Pues conociéndolos será en el bar que está frente a la escuela y la
hora será sobre las cinco de la tarde.
_ ¿Cómo conoces tantos datos detallados de tu supuesta fiesta sorpresa?
_ Mañana por la tarde Camila y Tania están muy, pero que muy ocupadas
para quedar conmigo _ sonrió_ ¿Curioso verdad? Las dos y a principios del
semestre.
_ ¿Pero tu cumpleaños es mañana?
_ No… es que…
Lucas gritó interrumpiendo a
Mara, tenían que irse.
_ Es una larga historia_ contestó Mara_ ven mañana y te la cuento.
Yo no dije nada, y solo
sonreí. Es el vivo ejemplo de que eso de que las rubias son tontas tan solo es
un mito. Esta niña era despierta e inteligente, muy inteligente.
_ ¿Nos vemos mañana entonces?_ Me gritó desde la terraza.
_ No me lo perdería por nada_ Contesté con el mismo volumen.
Fue en el momento en el que se
marcho, cuando me di cuenta que esa niña me ponía muy nerviosa. Tal vez tenga
algún tipo de trastorno que me haga enamorarme o sentir algo de la primera
persona que demuestra algún tipo de cariño hacía mi... el caso es que no puede
ser… está Emma, y para mí es la única en este momento, aunque esté lejos de mí…
aunque no sepa si volveré a verla algún día.
Tengo muchas cosas en que pensar, muchos
problemas que resolver y alguien muy importante a quien encontrar. Parece la
trama de algún libro o la sinopsis de alguna película, pero es así. No debía
entretenerme y aquí me encuentro, aceptando la invitación a una fiesta de
cumpleaños que me hará perder toda la tarde de mañana… Pero ya visité
prácticamente todos los lugares que aparecen en mis fotos. ¿Qué haré ahora?
¿Pasear cada tarde por la ciudad con los dedos cruzados y orando por que la vea
doblar alguna esquina?
No sé por qué pero me sentía
abatida. Derrotada por no haberla encontrado y eso que mi esperanza me decía
que recién era el primer día.
Me levanté, me palpé los bolsillos calculando
el dinero que me quedaba y decidí hacer uso de ellos y comprar un regalo para
Mara… ¿pero qué?
Pasé por delante de tiendas de
ropa y nada llamaba mi atención. De tiendas de música pero… ¿qué música le gusta?
¿Acaso lee? ¿O escribe? ¿O usa demasiado su móvil? Me di cuenta que mis
conocimientos sobre ella no iban más lejos de que le daba miedo los lugares
cerrados… y ahí no podía hacer nada, como no le comprara una ventana o una
taladradora para agujerear las paredes o techos…
Entré a un gran bazar e
intenté mirar todo, a ver si había algo que llamara mi atención y pudiera
gustarle. No llevaba mucho dinero encima, pero supongo que el detalle es lo que
cuenta, y mucho más cuando ni siquiera sabes si el detalle que le darás le
gustará.
Supongo que debería irme a lo
típico que se regala en estos casos. Un ramo de flores, una caja de bombones,
un oso de peluche o algo así que no me traiga muchos dolores de cabeza.
Salí de la tienda tal y como
entré, con los bolsillos llenos de monedas y el cajón de las ideas vacío.
Me senté en un escalón de la
puerta de un edificio que estaba casi en ruinas, aún así, parecía que
aguantaría muchos más años de los que aparentaba.
Dirigí mis manos a mis ojos intentando
relajar mis pensamientos. No podría ser tan difícil, solo debía abrir mi mente
y dejar entrar a las ideas. Tampoco tendría por qué importarme tanto, solo era
un regalo de cumpleaños para una chica que acababa de conocer. Nadie me pediría
nada original.
Una nariz fría en mi brazo
derecho me trajo de golpe de mis pensamientos. Tan de golpe que casi me da un
paro cardíaco.
Cuando retiré mis manos de
mis ojos lo vi, un animalito peludo, con los pelos de la cabeza alborotados y
unos ojitos tiernos que me miraban con tristeza. Apenas levantaba dos palmos
del suelo y parecía que no llevaba mucho vagando por ahí.
_ A ver amiguito… ¿dónde está tu dueño?
Apenas levanté mi mano para
buscar un collar entre la extensa mata de pelo marrón, dirigió la cola bajo el
rabo y agachó las orejas como si fuera a golpearlo. A la par que acariciaba su
cabeza despacio, cerraba sus ojitos y sus tembleques iban disminuyendo.
_ Ves… no voy a hacerte daño… aunque ya veo que hay alguien que sí.
No podía tener un perro
ahora, pero me lo hubiese quedado sin pensarlo dos veces. Estaba lleno de
pulgas, y tenía partes del cuerpo en el que el pelo se había caído de rascarse.
_ ¿Tienes hambre pequeño?
Me levanté y me dirigí a un
puestecito de comida rápida que había al final de la calle. No sé el por qué,
el perro me siguió. Supongo que ya se imaginaba mis intenciones. Compré un par
de perritos calientes y me senté a su lado en la cera.
_ Este es para ti, y este para mí_ dije acercándole el suyo y mostrándole
el mío._ Creo que no es muy higiénico comerme esto después de haberte tocado_
le decía a la par que comía_ espero que las bacterias no traspasen la
servilleta, pero también estoy muerta de hambre.
Lo miraba y estaba devorando
la salchicha como si fuera el último gran festín que se daría, supongo que sus
razones tendría. Acabó con la suya mucho antes de que yo fuera, incluso, por la
mitad del mío. Partí el trozo que me quedaba por la mitad y se lo di. A él le
hacía más falta que a mí.
_ Parece que no soy la única que está falta de cariño ¿verdad amigo? Pero
ya tengo que irme. Me encantaría poder quedarme contigo pero sé que no podría
cuidar bien de ti… ni siquiera sé hasta dónde me alcanzará el dinero que tengo,
porque no sé cuánto tiempo voy a estar aquí.
Odiaría darle la promesa de
una vida nueva mucho mejor a la anterior y abandonarlo de repente. Sé que es
eso, y no se lo recomiendo a nadie.
Cada vez que intentaba
alejarme de mi nuevo e inesperado amigo, se acercaba a mí, me seguía por donde
quiera que fuere.
_ Hagamos un trato_ dije deteniéndome en seco_ Te ducho, te compro algo
para las pulgas y te marchas. ¿Sí? Es lo único que puedo hacer por ti.
Capítulo 7
Parece otro distinto ahora que
esta limpito y sin pulgas. Recorté su cabello para disimular la falta de pelo
de algunas zonas y la verdad es que me
quedó bastante bien, si no se me dan bien los estudios me lo pensaré a la hora
de montar una peluquería canina. Descubrí una mancha blanca en una de sus patas
y debajo del cuello que antes no se distinguía. Parece como si el perro que me
encontré ayer, o tal vez él me encontró él a mí, y el que tengo en mis manos
ahora fueran dos muy distintos.
_ Oye amigo, estás mucho más guapo. Pero un trato es un trato, verás como
así habrá alguien que se quede contigo_ dije mientras le acariciaba entre las
orejitas.
Su mirada decía mucho más que
cualquier palabra. Estaba asustado por el baño, temblando de frio y no entendía
nada por qué le faltaba ese mechón de pelo que antes tapaba parcialmente sus
ojos. Aún así no dejaba de fijar su mirada en la mía.
_ Eres muy especial, seguro que alguien sabrá verlo.
Me daba muchísima rabia no
poder quedarme con él, pero apenas estaba aprendiendo a cuidar de mí misma, no
me veía con la fuerza suficiente como para que alguien dependiera de mí.
Agarré una toalla del toallero
y lo saqué de aquella agua tibia y llena de pelos.
Sentía que ya había llegado
la hora de despedirme. Me sentía culpable. Sentía que le había dado algo de lo
que carecía, algo que seguramente antes no echaba de menos, porque no se puede
echar de menos algo que nunca se ha tenido, supongo y ahora lo dejo ir… Espero,
de verdad espero, que alguien se enamore de ti, así como yo lo he hecho.
Abrí la puerta de mi casa y
esperé a que saliera corriendo. Pero no lo hizo. Se sentó sobre la alfombra de
la puerta y me miró directamente a los ojos. Así como solo mira aquel que no
tiene nada que ocultar, con una nobleza infinita apenas igualable con la ternura
que aquel gesto desprendía.
_ Vamos amigo_ insistí_ No me hagas esto más difícil.
Pero aquel perro no solo no se
marchó, sino que se tumbó delante de mi puerta, rogando por que le dejara
quedarse, le diera un hogar, y le prestara todo el cariño del mundo, todo el
cariño que sin duda alguna merecía.
No pude decirle que no a
aquellos ojos brillosos que me miraban desde la distancia. Cerré la puerta,
arrimé la alfombra al sofá y me quedé dormida acariciando su ahora suave
pelaje.
Capítulo 8
_ ¿Qué hora es?_ digo abriendo como puedo los ojos.
De apoco siento algo pringoso
y húmedo en mis manos, acompañado de pequeñas mordiditas.
_ Me había olvidado de ti_ dije mirando a mi pequeño amigo que agitaba la
cola.
Cojo el móvil que estaba sobre
la mesa y me levanto del sofá de un salto cuando descubro que es tarde. Muy
tarde. Por mucha prisa que me diera la primera hora de clase ya podía darla por
perdida.
Me visto a toda prisa, agarro
una manzana de la nevera y me salgo a la
calle con la velocidad de quien llega tarde su segundo día de clase.
Ya había cruzado la esquina
cuando me doy cuenta de que no le había dejado agua… cinco horas… con este
calor…
_ ¡Oh mierda!_ dijo volviéndome a casa.
Ya había perdido la primera hora,
mi buen amigo y su pringoso y húmedo hocico bien se merecía que me perdiera la
segunda.
Cuando abrí la puerta, estaba
sentado frente ella, agitando la colita.
_ Sabías que no te iba a dejar sin agua ¿verdad?_ dije acariciándole
entre las dos orejas mientras batía vigorosamente su rabito.
Agarré una botella vacía de
refresco de la cocina, la corté por la mitad y la llené con la suficiente agua
para que aguantara dos días sin mí. Obviamente volveré a las tres, pero quería
que no pasara sed.
_ Volveré a la hora de comer_ dije despidiéndome de él_ No me extrañes
amigo.
Corrí a toda velocidad hacía
la escuela, para no perder una tercera hora de clase… espero que me dejen
entrar sin problema. En mi antiguo colegio no me dejaban entrar tarde sin la
autorización de mis padres, cabe señalar, que falté más de una vez por llegar
tarde. Algo que a esas alturas de la vida no me preocupaba en absoluto… ir a la
escuela se había convertido en algo monótono y aburrido y sin sentido. Puede
que no pensara en el mañana porque no entraba en mis pensamientos que hubiese
ningún futuro que mereciera la pena para mí.
_ Buenos días_ dije sin aliento al llamar al telefonillo de la escuela.
_ Buenos días_ dijo el profesor de guardia al abrirme la puerta_ ¿me
muestra su justificante por favor?
Bueno… ya había pensado que
esto podría pasar, por suerte tenía la excusa perfecta.
_ Lo siento profesor, es que me quedé dormida… no tengo autorización
porque mis padres se fueron a trabajar antes de que yo me despertara.
El profesor se quedó en
silencio y me miraba con aspecto interrogante. Supongo que en mi otra escuela,
conociéndome como me conocían no hubiese colado esta historia, pero mi nuevo
yo, mínimo se merecía una duda razonable.
_ Anda entra, y procura que no vuelva a pasar.
_ Gracias profesor_ dije adentrándome en el instituto por segundo día
consecutivo.
Me acerqué a la puerta de la
clase y miré por la ventanilla, estaba la profesora explicando unos ejercicios
en la pizarra, miré para el lado contrario y vi a Mara concentrándose en la
explicación. Era una chica aplicada, lista y muy linda… ni siquiera se me pasa
por la cabeza que se haya podido fijar en mí,… no es porque yo me crea menos,
ni mucho menos tengo problemas de autoestima, es porque somos muy diferentes…
La sirena que daba por finalizada
la clase me sacó de una forma casi mortal de mis pensamientos, y en un abrir y
cerrar de ojos la tranquilidad y silencio del pasillo se transformó en un
bullicio de gente que entraba y salía de las diferentes aulas.
La profesora al salir se me
quedó mirando casi interrogándome con la mirada.
_ Disculpe que no asistiera a su clase profesora, no sonó mi alarma y me
quedé dormida, prometo que no volverá a pasar_ dije de forma instintiva
agachando la cabeza.
La profesora sonrió, asintió
con la cabeza y siguió hacía delante hacía su próximo destino, mientras que yo
entré a la clase y me senté en mi silla, respirando con la tranquilidad que no
había tenido desde que me desperté esa mañana.
_ ¡Hola! Pensé que no vendrías hoy_ dijo Mara apareciendo por detrás como
si nada sobresaltándome.
Cerré los ojos y respiré
profundo, oyendo la risa de ella por detrás.
_ ¿Te asusté?
_ Ando un poco alterada hoy, llevo un día ajetreado.
_ ¿Por eso faltaste esta mañana? Por favor, dime que no es nada que no te
deje venir esta tarde a_ se detuvo miró hacia los lados y se aproximó más a mí_
mi fiesta de cumpleaños_ dijo casi susurrándome.
_ No_ sonreí_ tan solo me quedé dormida y ya todo se me torció un
poquito.
_ Gracias a dios_ dijo sonriendo_ sería muy aburrida sin ti.
_ ¿Y qué hiciste todos estos años anteriores a mi llegada si seré yo el
alma de tu fiesta?
_ Te esperaba_ dijo sonriendo_ tú solo ven, sé que tu sola presencia hará
que me lo pase bien.
_ Confías mucho en mí, y a penas me conoces, tal vez soy una asesina y
vengo huyendo después de haber asesinado a alguien.
Casi era la verdad…
_ Tus palabras dirán lo que quieran, pero tus ojos no me mienten y tú
eres buena persona.
_ ¿Cómo puedes estar tan segura de ello?
Me sorprendía a veces lo fácil
que las demás personas confían en otras personas. Sin apenas conocerse son
capaces de darse el número de teléfono, la dirección, contarse cosas privadas y
de más, y es algo que yo nunca he podido… ¿Cómo pueden ser tan abiertos y no
temer en que esa persona pueda hacerles daño? Tal vez me cueste confiar por el
hecho de que durante toda mi vida, la persona en las que debería haberme
apoyado son las que más daño me han hecho. Puedo entender que una persona te dé
tranquilidad, Emma me daba tranquilidad y sentía que con ella podía hablarlo
todo, pero ¿con todo el mundo? No… sin duda era algo que yo no podía hacer.
El profesor llegó y Mara se
sentó en su silla dedicándome una última sonrisa antes de que la clase
empezara.
Ojalá yo pudiera ser así, una
adolescente normal, que atendiera en clase y tuviera tiempo para estudiar en
casa sin necesidad de hacerme de comer, de limpiar o de buscar a mi madre en
cada rato libre.
Capitulo 9
Por fin en casa, ya son casi
las tres y a las cinco tengo el cumpleaños de Mara, no tengo su regalo y no hay
nada abierto…
_ ¿Qué podría regalarle?_ dije mirando a mi alrededor y escrutando todo
con la mirada.
Tres golpes secos en la puerta
me hacen evadirme de mis pensamientos… ¿quién puede ser? Nadie sabe que vivo
aquí… y no creo que… no, no puede ser que me hayan descubierto.
_ Sé que estás ahí, he visto como entrabas
Era el tono de una mujer, y al
parecer por cómo le temblaba la voz seguramente sería una señora mayor. Estaba
algo enfadada.
_ Disculpe, estaba en el baño_ mentí abriendo la puerta.
La señora miró todo lo que
había detrás de mí sin disimulo ninguno, yo creo que a ciertas edades ya te
importa poco lo que la gente pueda pensar de ti, y si es una niña y además
desconocida con más razón.
_ ¿No están tus padres en casa jovencita?
_ Lo siento… vivo sola.
La señora bajó la mirada
directamente hacía mis ojos como si mi contestación la hubiese sorprendido.
_ ¿Tú? ¿Qué edad tienes?
_ ¿Qué es lo que usted quería?_ dije intentando escapar de un
interrogatorio que se anunciaba inminente.
Mi nuevo y peludo amigo salió
corriendo y empezó a saltar a la mujer encima, yo intenté detenerlo para que no
se molestara, pero al contrario de lo que yo pensaba la mujer no se enfadó, en
cambio, y en contra de todo pronóstico, su gesto malumorado cambió a una
sonrisa, y su mirada dura y castigadora desapareció, rasgando sus ojos al
compás de sus labios. Por un momento me recordó demasiado a mi abuelita y sentí
como por un instante mi corazón se encogía como si una mano invisible
atravesara mi cuerpo y lo oprimiese.
La señora me miró ahora
sonriendo y prestándole más atención al perrito que a mí.
_ Solo quería hablar con los nuevos vecinos para comentarle las cuotas de
mantenimiento de la comunidad.
_ Yo las pagaré todas, ¿cuánto es?
_ Supongo que tratándose de una jovencita como tú podremos pasar por alto
las cuotas retrasadas de la comunidad_ dijo sonriendo_ pero a partir de ahora
tendrás que pagar los 30€ mensuales, ¿entendido?
_ No se preocupe_ dije sonriendo
_ Adiós pequeño_ dijo refiriéndose a mi amigo peludo_ Hasta luego
jovencita y si alguna vez necesitas algo vivo en la casa de enfrente, llama
fuerte y varias veces si ves que no contesto, vivo sola y a veces me quito el
aparato del oído.
_ Está bien_ dije sonriendo.
Puede que no fuera una buena
idea, puede incluso que pudiera rechazarla, pero creo que era lo mejor que
podía hacer, o al menos intentarlo.
_ Señora_ dije llamándola de nuevo
_ Llamame Margaret.
_ Margaret_ sonreí_ ¿Lo quiere?_ señalé a mi amigo perruno.
_ ¿Ya te cansaste de él?_ endureció el gesto de repente.
_ No es eso, lo encontré ayer en la calle, lo lavé y lo alimenté, pero no
puedo quedármelo, yo estoy sola, como ya le dije, y apenas puedo cuidar de mí,
no quiero que este pobre tenga que depender de mi y menos que vuelva a la
calle.
La señora me miraba en
silencio sin decir nada.
_ Por favor_ insistí_ a usted le gusta, y usted le cae bien, estoy segura
de que será más feliz que conmigo. Ya que estará solo mucho tiempo porque yo
estoy en clase por la mañana y por la tarde…_ pensé rápido, no podía decirle lo
de mi madre_ quiero encontrar un trabajo para poder mantenerme.
Creo que esa última frase hizo
mella en ella porque al fin se decidió a hablar.
_ Sé lo que es estar sola_ dijo asintiendo con la cabeza.
_ ¿Entonces? ¿Se lo queda?
La señora me dio paso para que
entrara en su casa, yo no sabía qué hacer… pero después de esa frase y el
compararla con mi abuelita, no quería rechazar su invitación.
_ ¿Cómo te llamas jovencita?_ dijo cerrando la puerta tras de mí.
_ Celi.
_ ¿Qué nombre es ese?
_ En realidad es Celeste, pero todos me llaman Celi.
Mientras hablaba conmigo no
paraba de dar vueltas por el salón. Puso un cojín en el suelo, al lado del
viejo sofá de cuero.
Era un salón demasiado cargado
de muebles y flores, había mucha luz y estaba todo bastante limpio para la poca
movilidad que Margaret parecía tener.
Entró en la cocina con un
cacharro lleno de agua que colocó en el suelo al lado de la puerta de entrada.
Después de esto se sentó en el sofá y me indicó con la mano que me sentara. Yo
retiré una silla de la mesa del comedor y me senté.
_ Bonita casa_ dije rompiendo el silencio.
_ Gracias_ sonrió_ ¿Cómo se llama?_ preguntó mientras le acariciaba las
orejas.
El perro se había acostado en
el cojín junto a ella, supongo que tenía razón e iba a estar mucho mejor en su
compañía.
_ No tiene, aún.
_ ¿No tiene?
_ No, no quería encariñarme, porque no sabía por cuánto tiempo podría
tenerlo.
_ ¿Y lo conseguiste?
_ ¿El qué?
_ No encariñarte_ sonrió
_ No_ dije resignada_ es tan bonito y tierno que es imposible no caer
rendida a sus encantos.
_ Suele pasar_ sonrió como si ya supiera la respuesta._ La gente piensa
que es necesario ponerle nombre a un rostro para recordarlo, y no es así, al
igual que ellos no necesitan ponernos nombres a nosotros. En el momento que
haces algo por ellos, ellos te brindan su amor incondicional.
_ Siento que lo estoy abandonando.
_ No es así jovencita, porque no te dejaré hacerlo.
_ Pero no puedo quedármelo, no puedo cuidar de él.
_ Tal vez no sola, pero yo te ayudaré, hagamos una cosa, yo lo cuido pero
tú de vez en cuando vienes a visitarlo y a sacarlo de paseo, obviamente con
estas piernas que los años me han dado no puedo apenas bajar las escaleras.
_ Por mí no hay problema señora, me encantará venir a visitaros a los
dos.
Yo no dejaba de mirar la hora,
no había comido y casi eran y media, tenía apenas una hora para alistarme y
comer, y aún no tenía nada para Mara.
_ ¿Acabas de llegar del colegio? ¿Por qué vas al colegio verdad? Una
jovencita a tu edad debe ir a la escuela.
_ Sí señora, acabo de salir.
_ ¿Y has almorzado ya?
_ No_ sonreí tímidamente_ ahora iré a hacerlo.
_ ¿Tienes algo preparado? Tengo sopa de pescado que hice para mí, y la
verdad es que hice demasiado. Ya sé que a los niños de hoy en día no os gusta
la comida casera y preferís pizzas, pasta y esas porquerías que os lleváis a la
boca, pero esto te va a gustar.
Tras decir eso se levantó con
dificultad del sofá y se dirigió de nuevo a la cocina sin esperar a que yo contestara
a su pregunta. Por un momento me quedé sola en la habitación, pero a los pocos
segundos su cabeza apareció tras la puerta y me mandó a lavarme las manos.
Se veía una señora con
carácter, pero a la vez era tierna. Miraba con mucha dulzura al perrito, se
notaba a leguas que estaba cansada de estar sola y necesitaba alguien con quien
hablar. Y a veces es más fácil desahogarse con un desconocido.
Mi abuelita estaba mucho
tiempo a solas, supongo que no por la misma razón que Margaret. Ella tenía
miedo al qué dirán… sentía como la miraban en la calle y eso la incomodaba. Lo
sé porque yo sentía lo mismo. Todos sabían lo que pasaba dentro de la casa y
nadie dijo nunca nada a la policía, eso sí, el cotilleo volaba por el barrio
como los aviones de papel de los niños a las tres de la tarde.
Desgraciadamente yo también sé
que es estar sola, tener ganas de hablar, y encontrarte en más de una ocasión
escribiendo en un diario para no desahogarte frente el espejo…
_ Vamos jovencita_ dijo llamando a la puerta del baño_ se te va a enfriar
la sopa y está mucho más rica caliente.
La seguí y me senté en la
misma silla que estaba antes, ahora con un plato de sopa de pescado delante.
Sinceramente olía delicioso. A pesar de que en cierto modo ella tenía razón,
prefería la pasta, hamburguesas y demás comida rápida, extrañaba comer
caliente. Una buena sopa, un caldo o unas croquetas caseras de pollo o atún…
_ ¿Está rica?_ me preguntó después de que introdujera la primera
cucharada en la boca.
_ Demasiado rica señora, me va a tener aquí todos los días_ dije a la par
que soplaba la cuchara.
_ Eso me gusta_ dijo acomodándose en su silla para verme comer_ antes
cocinaba esto para mis hijas.
_ ¿Tiene usted hijas?
_ Sí, dos hermosas mujercitas ya.
_ ¿Y no vienen a verla?
_ Por supuesto que sí, cada vez que pueden. La pequeña viene casi todos
los días, la mayor se fue a vivir a Los Ángeles, cuestión de trabajo. Quiere
que me vaya a vivir allí con ella pero_ sonrió_ esta es mi casa, y hay demasiada gente de la que me cuesta desprenderme_ añadió nostálgicamente.
Por un momento admito que
pensé que sería una pobre anciana solitaria abandonada por sus hijas, como
tantos otros, pero se la veía feliz viviendo allí.
_ ¿Y tú pequeña? ¿Qué haces viviendo sola?
No sabía que decirle. Es
cierto que apenas la conocía, pero me daba confianza, sentía que podría
contarle todo y ella no diría nada. Aún así no podía arriesgarme y decidí
ocultar la verdad.
_ Mis padres viajan mucho por trabajo. Yo antes iba con ellos de acá para
allá pero me cansé de no tener infancia. Así que me emancipé.
_ ¿Y ellos están de acuerdo?
_ Sí_ Sonreí metiéndome la última cucharada en la boca_ me entienden.
La señora se quedó pensativa
por unos segundos, supongo que estaba dudando, eso de la emancipación por
excesos de viajes es algo raro, pero es la excusa que mejor se me ocurrió dado
que el tiempo que tenía para contestar es lo que durara la sopa en bajar por mi
garganta.
Por un momento se me había
olvidado la hora, y que tenía que marcharme al cumpleaños. Dirigí mi mirada al
reloj de nuevo y esta vez Margaret se dio cuenta.
_ ¿Tienes prisa?_ dijo la señora al ver que me había quedado fijamente viendo
el reloj.
_ Un poco, me invitaron a un cumpleaños y aun no tengo regalo.
_ ¿Alguna compañera de clase?
_ Sí señora.
Margaret se levantó y abrió un
cajón.
_ ¿Crees que le guste esto?
Al darse la vuelta tenía una
hermosa pulsera en sus manos.
_ Seguro que sí, pero no puedo aceptarlo.
_ ¿Por qué no? Está nueva, es demasiado pequeña para mi muñeca y no
cierra_ dijo poniéndomela entre mis manos.
_ No creo que tenga suficiente dinero para pagársela.
_ ¿Y quién dijo que te la voy a vender? Te la estoy ofreciendo como
regalo.
_ No puedo señora, lo siento_ dije soltándola en la mesa_ ¿Y por qué la
compró?_ Continué_ si no le está bien, ¿no se la probó?
_ Iba a ser para mi nieta.
_ ¿Y por qué no se la dio?
_ Porque comprendí que una pulsera de plata no es regalo para una niña de
tres años. Vi una muñeca después y decidí que le gustaría más.
_ Seguro que esto le hubiese encantado_ dije sosteniéndola entre mis
manos.
_ Ya me contarás si le gusta a tu amiga.
_ No puedo señora, de verdad, y mucho menos gratis, si pudiera darle
algo.
_ Nada muchachita, considéralo un préstamo.
_ ¿Un préstamo?
_ Ya necesitaré un favor en el futuro y me deberás una_ dijo abriéndome
las puertas de su casa.
_ Debo fregar el plato antes de irme_ dije señalando a la mesa.
_ Déjalo y vete, tengo lavaplatos, no soy tan antigua para algunas cosas.
Yo solo sonreí y salí de su
casa, no sin antes despedirme de mi amigo.
_ ¿Qué nombre le pondrá al final?
_ ¿Qué te parece Fofo?
_ ¿Cómo el payaso?
_ Sí_ sonrió_ mi nieta no sabe pronunciar la “f” y será divertido oirla,
además así practica para que le salga.
Yo solo reí y me despedí, era
hora de bañarme, vestirme y salir para el cumpleaños de Mara, ya tenía regalo,
y seguro que le iba a encantar.
Capítulo 10
Había mucha gente, demasiada
para mi gusto. Pensé que simplemente sería una reunión de amigos y por lo que veo Mara tiene muchos amigos, cosa
que no dudo. Pensé por unos segundos en irme, en decir en que no pude asistir y
volver a casa, mañana le daría su regalo y listo.
Me senté en la acera justo en
frente del bar, quería hacerlo, pero necesitaba reunir las fuerzas suficientes.
No es que sea tímida, no es que me asuste la gente, de hecho sé por experiencia
que si alguien te quiere hacer daño da igual si está sola o acompañada te lo va
a hacer… pero no sé… sentía miedo igual.
_ ¡Ey! ¿Qué haces ahí sentada?_ me gritó Mara desde la puerta del bar.
Ella se acercó sin que me
diera tiempo a decir nada. Podía decir adiós a mi idea de escapar.
_ Hola_ sonrió sentándose al lado_ ¿Qué haces aquí tan solita?
_ No me gustan mucho las grandes concentraciones, pensé que habría mucha
menos gente.
_ Yo también pensé que habría menos para que voy a engañarte… pero por lo
visto la fiesta sería para mí y para Lucas, y también habían invitado a sus
amigos.
_ ¿Qué tal te lo estás pasando?
_ Ahora que has llegado mucho mejor.
Me sonrojé seguro al oír sus
palabras e intenté captar su atención en otra parte que no fueran mis mofletes
rojos.
_ No te he podido envolver tu regalo_ dije sacando una bolsita con la
pulsera del bolsillo.
Ella cogió la bolsa, la abrió,
y dibujó al instante una enorme sonrisa que desmereció al completo la bonita
pulsera de plata.
_ ¿Te gusta?
_ Por supuesto_ dijo ofreciéndomela_ ¿Me la pones? Es hermosa.
_ Ahora se ve más bonita en tu muñeca_ dije abrochándosela.
Era una situación tensa, pero
a la vez cómoda. Sentía que el corazón me latía a mil por horas, y a la vez
estaba tranquila… era una sensación muy rara.
_ ¿Te puedo hacer una pregunta?
_ Claro_ dije sonriendo.
_ ¿Tienes novia?
Esa pregunta me devolvió a una
realidad que había olvidado. A la realidad del por qué estaba aquí, a la
realidad de todo lo que había dejado. Y la nostalgia invadió mi cuerpo.
_ Supongo que sí_ dije mirando al horizonte, aunque en realidad no miraba
especialmente nada.
_ ¿Supones?
_ No sé si somos novias, de hecho.
_ ¿Cómo se llega a la situación de estar con alguien y no saber si estás
con ese alguien? ¿Habéis discutido?_ Se notaba que estaba incómoda preguntado,
aún así no dejaba de hacerlo.
_ No… pero me fui, y no pude despedirme de ella.
_ ¿Llevabais mucho juntas?
_ No_ sonreí_ apenas unos días.
Ahora era ella la que había
clavado su mirada al fondo.
_ ¿Cómo es posible que alguien pueda llegar a girar tu mundo sin que te
des apenas cuenta?_ era más una pregunta retórica.
_ Parece que te refieras a ti, en lugar de a mí_ ¿Se estaría refiriendo a
mi? ¿Habré provocado tanto en ella?
_ A ambas supongo.
_ ¿Lo dices por alguien en especial?_ dije agarrando su mano.
_ Es una larga historia_ dijo sonriendo.
_ Yo tengo mucho tiempo libre. Sabes que puedes contarme lo que sea, no
nos conocemos desde hace mucho… pero… supongo que ya lo sabes._ Estaba nerviosa
y expectante ante su respuesta.
_ Se llamaba Sara.
_ ¿Sara?_ supongo que no se fue por el camino que yo esperaba.
_ Se fue.
_ Lo siento.
_ Tranquila_ sonrió tristemente_ ya hace dos años de aquello, casi lo
tengo superado.
_ ¿Cómo era? Si puedo preguntar_ Ahora era yo la que preguntaba.
_ Sí_ volvió a sonreir con el mismo semblante que hacía unos segundos_
Ella era tan… tan especial. Lo que más me gustaba de ella era eso, que era
especial.
_ ¿En qué sentido?
_ Ella era… libre. Era como una hoja que se deja llevar por el viento. Me
encantaba verla correr por el pasto, con el viento de cara y los ojos cerrados,
como si quisiera sentir todo, como si los momentos se le estuviesen escapando
de las manos y quisiera atraparlos entre sus dedos.
_ Se nota que la querías mucho.
_ Demasiado. Me rompió el corazón
y pensé que nunca podría llegar a recuperarme.
_ ¿Tu primer beso?
_ No sé si podría llamarse así.
_ ¿Por qué? ¿Qué paso? ¿No la
llegaste a besar?
_ Sí, y se quedó tan asombrada como yo de que me decidiera a hacerlo.
Pero supongo que no sentía lo que yo.
_ Con trece años es difícil saber lo que quieres.
_ Yo tenía claro lo quería hacía mucho. Es solo que no sentía lo mismo,
ahora puedo entenderlo mejor que antes.
_ Hemos madurado.
_ Eso parece.
_ ¿Qué paso después de aquel beso?
_ Ya nada fue lo mismo, ella se alejó de mí y yo tuve que aprender a
vivir sin su compañía.
_ ¿Cómo conseguiste hacerlo?_ pregunté pensativa.
_ Tuve que ordenar mis pensamientos, y darle importancia a aquello que la
merecía.
_ No te entendiendo.
_ Ese año pasaron muchas cosas… no tanto con Sara, sino con mi familia.
Mi padre le fue infiel a mi madre y ella lo pasó fatal, ahí empezaron los temas
de divorcio, custodias y de más, así que todo lo que estaba fuera de mi familia
pasó a un segundo plano. Fueron días duros.
No sabía que contestar a ello,
por lo que opté en mantenerme en silencio. Una lágrima se resbaló por aquellos
ojos azules y ahora vidriosos.
Ella dejó de mirar al frente
para mirar ahora justo a mis ojos, yo limpié sus lágrimas con mis dedos.
_ Son hermosos_ no quería decir eso, pero mis pensamientos le dieron voz.
_ ¿El qué?
_ Tus ojos.
Sonrió tímidamente, apartando
su mirada y volviéndola al frente.
_ Perdona… sé que no fue el momento, pero se me escap…
_ ¿Crees que volverás a verla?_ dijo apartando su mano e
interrumpiéndome.
Un profundo suspiro escapó de
mis labios.
_ La vida da muchas vueltas… pero mi
intención es volver_ miré al frente y me arrepentí de dar rienda suelta a mis
impulsos.
Me sentí tonta por piropearla,
y culpable al mismo tiempo. Sentía que estaba engañando a Emma, a mi Emma,
además no creo que ella soportara que tuviese que marcharme de nuevo. No quería
erirla.
Por un momento temí que me
sucediera lo mismo. De que no pudiese regresar y de que Emma se quedara en mi
mente como un recuerdo y que ella me olvidara… Tal vez debo hacer como Mara y
dar prioridad a la búsqueda de mi madre.
_ ¿Crees que ella te estará esperando?
_ No sé…
Mi mente se quedó en blanco…
tal vez no, pero tan solo es un tal vez.
_ No dejes escapar la oportunidad de volver si de verdad la quieres.
Y volvió el silencio.
_ ¡Ey chica del cumpleaños! ¿Qué hacéis ahí? Parecéis unas marginadas
sentadas en la acera_ Gritó Camila desde la puerta del bar_ ¡Vamos! ¡Entrad!
¡Que recién empieza la fiesta!
Tras decir esto se metió para
dentro y Mara se levantó.
_ ¿Vendrás a dentro conmigo?_ dijo ofreciéndome su mano para ayudarme a
levantar.
_ No estoy segura si debo hacerlo.
_ Solo es una fiesta ¿no? Y nosotras solo amigas ¿verdad? Espero que esto
que te conté no te haga mirarme de otra forma.
_ Verdad_ dije sonrojándome_ Tranquila no lo hará.
_ Entonces no tienes nada que temer_ dijo sonriendo lastimosamente_ me
gustaría de verdad que vinieras, aunque sea un ratito.
_ Está bien_ dije agarrando su mano y acompañándola adentro.
Capítulo 11
Hace una semana exacta que
estoy aquí, en este pueblo y aún no tengo noticias de mi madre…
La detective me llama cada
noche, me pregunta cómo me fue el día y me informa de la situación con mi
padre. El juicio será dentro de cinco días y mi prioridad se ha vuelto
encontrar a mi madre. Si mi padre gana el juicio y yo aún no la he encontrado
corro el riesgo de estar en busca y captura y que me devuelvan a su lado…
Ya no quedé con Mara después
del día del cumpleaños. Ella me habla, yo le hablo, me sonríe, me hace sentir
cosas y la culpabilidad vuelve… Tengo un lío tremendo en mi cabeza, es una
batalla que no para y que me está confundiendo…. ¿Se puede llegar a sentir un
mismo amor por dos mujeres diferentes? Nunca pensé que llegaría a preguntarme
esto… Pero es que si miro al pasado, si pienso en Emma, una sonrisa tonta y sin
sentido se dibuja en mi rostro. Si
pienso en las cosas que nos han pasado, solo son buenos recuerdos, a pesar de
todo. Pero si pienso en Mara… Estoy realmente confundida. Por suerte o por
desgracia, nuestra amistad no cambió… y sé que puedo contar con ella aunque a
veces me descubre mirándola y sonríe, hay una gran distancia entre nosotras, más
que la que me separa de Emma.
Unos golpes a la puerta me
trae de mis cavilaciones. ¿Quién será a estas horas?
_ ¿Sí?
_ ¿Celi? ¿Estás?
_ ¿Mara? ¿Qué haces aquí?_ digo abriéndole la puerta_ Ya iba saliendo
para clase.
_ Mi hermano llega hoy e iré a recogerlo ¿puedes entregar el trabajo de
historia por mí?_ dijo dándome los folios.
_ Claro.
_ Debo irme, me están esperando en el coche_ dijo sonriendo_ Gracias.
Tras decir esto me dio un par
de besos en la comisura de mis labios y se fue.
Fue tan rápido que yo ni tan
siquiera pude decir nada, me quedé plantada en la puerta, con los folios en las
manos y una sonrisa tonta en la cara.
_ ¿Qué estás haciendo Isabel? Piensa en Emma.
Tras decir esto cogí mi
mochila, y salí de mi casa a toda velocidad,
tanta que casi vuelco a Margaret. A causa de este despiste sus papeles y los
míos volaron, mezclándose entre ellos.
_ Buenos días, perdone que casi la atropello_ Dije cogiendo mis papeles
rápido y dándole los suyos.
_ No te preocupes hija_ dijo sonriendo_ ¡Aprisa! Qué se te hace tarde.
Capítulo 12
Un gran barullo de gente se
concentraba en una esquina del patio, se oían risas y mi curiosidad me hizo
acercarme.
_ ¿Qué está pasando?
Pregunté a una chica que de
puntillas intentaba mirar por encima.
_ Parece que se están burlando de Emanuel.
_ ¿Cómo así?
Escarbé entre la multitud
hasta situarme casi a primera línea. Es entonces cuando pude ver de lo que todo
el mundo se reía.
En el centro de la pared, como
de un metro de largo, había escrito en letras grandes algunos insultos que al
parecer le parecían ingeniosos tanto a aquel que lo había escrito como a todas
las personas que se reían del pobre chaval que los estaba limpiando.
_ ¿Qué hace?
_ Lo han descrito en la pared y está borrándolo como puede.
_ ¿Quién lo ha escrito?
_” Descrito”_ enfatizó.
_ ¿Quién es ese chico?
_ ¿De verdad no lo conoces?
_ No, soy nueva.
_ Ha sido matrícula de honor los 4 años. No tiene vida, los libros lo
consumen. Es un cerebrito de mierda que se cree superior a todo el mundo.
_ ¿Y esa es razón por la que reírse de él? Sois gilipollas todos.
El chico paró de reírse de
inmediato y me miró como si yo fuera el bicho raro.
_ ¿Pero a ti que te pasa tía? Si no te hace gracia no te rías, pero no te
metas.
_ No dije nada_ dije traspasando la linde de la multitud.
Cogí uno de los trapos que
había junto al cubo de agua y me puse al lado del chico a borrar lo escrito.
_ ¿Qué haces?
_ Te ayudo.
_ ¿Por qué?
_ Porque nadie debería reírse de nadie.
_ Es el precio que hay que pagar por ser diferente, ya estoy
acostumbrado.
_ Prefiero mil veces ser diferente que formar parte de la panda de
borregos que se ríen de nosotros.
_ ¿Celi? ¿Qué haces ahí?_ Oí una voz justo detrás de mí.
Camila y Tania me miraban
desde el gentío apenadas. Miraban hacia todos lados como si les preocupase lo
que la gente pudiera decir de ellas por conocer a la chica que limpiaba la
pared de insultos.
_ No me parecía correcto que todos se rieran de él por querer labrarse un
futuro, de hecho, no creo que nadie se tenga que burlar de nadie por nada_ dije
mirando a la multitud.
Tras decir esto me volví antes
de que me juzgaran y seguí borrando. A los pocos segundos Camila y Tania me
acompañaban en el trabajo de limpieza. Y poco después éramos más de 10 personas
frotando la pared.
_ Nunca pensé que alguien más se pondría a borrar la pintura de la pared_
dijo Tania mirando a su alrededor.
_ A veces solo hace falta que alguien del paso, para que los demás lo
sigan.
Capítulo 13
Mi buena obra del día, al
parecer dio de que hablar, y durante el recreo oía a gente que cuchicheaba a mi
alrededor y que de lejos me señalaban. Supongo que esto no es pasar
desapercibido, pero ya he vivido demasiados años entre insultos, sé lo que
duelen, y a pesar de que todos hemos sido insultado, menospreciado o incluso
golpeado alguna que otra vez por alguien que se cree superior, es fácil
recurrir a la burla sin atender a cuánto daño nos hace.
_ ¿Eres un ángel?_ dijo Mara
sentándose a mi lado.
Tania, Lucas y Camila se
sentaron a mí alrededor debajo de aquel árbol en el recreo.
_ ¿Por qué lo dices?
_ Las chicas me han contado lo que hiciste hoy por Emanuel.
Yo no contesté, solo me quedé
mirando al frente a la gente que seguía hablando de mí… mientras yo pretendía
hacer parecer que no me importaba ser el centro de sus conversaciones, pero la
verdad, es que no me gustaba que hablaran de mí.
_ Yo sé que le pasa_ dijo Lucas_ Seguro que has tenido un pasado turbio ¿verdad?
Seguí sin contestar, esperando
a que cambiaran de tema… ¿un pasado turbio? Que va… para turbia la sangre que
cada tarde emanaban de mis brazos directas al lavabo. Soy demasiado oscura en
mis pensamientos a veces.
_ Ese silencio me dice que es algo doloroso y que tal vez no deberíamos
hablar de ello ¿verdad?
Yo miré a Camila tras decir
eso, y asentí. Mi mirada transmitía en ese momento todo el dolor que había
estado intentando ocultar… si mirabas profundo, podía leerse parte de mi
secreto en mis pupilas dilatadas.
Mara agarró mi mano y la
apreté fuerte.
_ No sé qué te pasó, pero nadie volverá a burlarse de ti mientras estemos
nosotros. ¿Verdad chicos?
Todos asintieron de a una y se
tiraron en avalancha a mis brazos al grito de “abrazo grupal”.
Les agradecía a todos que
estuvieran allí, que me dieran su apoyo a pesar de que no sabían nada. Me
sentía una burda mentirosa ocultándoles mi pasado, mis historias… Todo lo que
las mangas largas de mi camisa ocultaban.
_ Gracias por lo de esta mañana_ nos interrumpió Emanuel_ y perdón por
interrumpir este momento.
_ No te preocupes_ dijo Lucas_ Soy Lucas_ le estrechó la mano.
Seguido de eso nos presentó a
todos formalmente. Parece que le gustaba ser el hombre del grupo… en cierto
modo lo era.
_ ¿Por qué se meten conmigo?_ Repitió Emanuel a la pregunta de Camila._La
pregunta sería ¿Por qué no?
_ No te entiendo_ dijo Tania.
Lucas le ofreció sentarse con
la mano.
_ No necesitan nada para burlarse de nadie… Si eres demasiado listo,
demasiado tonto, demasiado alto, demasiado bajo, gordo, flaco,…. Siempre hay un
motivo para burlarse de alguien, si otro alguien se lo propone y hay gente que
les sigue.
_ ¿Y por qué tú? ¿Les hiciste algo?_ curioseó Tania.
_ No les hace falta que haga nada, supongo que aparecí en sus vidas
cuando no tenían nada mejor que hacer.
_ No les hagas caso a nada de lo que te digan_ dijo Lucas dándole un par
de palmadas en la espalda_ a mi me parece muy bueno que estudies y que saques
las mejores calificaciones.
_ No es nada de lo que sentirse avergonzado_ continuó Camila.
_ Ya… yo no me siento avergonzado de lo que me dicen… ¿no me afecta en
gran medida que una panda de tarados escriba gilipolleces con faltas de
ortografía en las paredes… pero que el resto de la escuela se rían de ti… eso
si duele_ tras decir eso bajó la mirada y se le escaparon un par de
lagrimillas.
_ Se fuerte hombre, pronto acabarás tus estudios y dejarás atrás a toda
esta gente que ahora se ríen de ti.
_ Tal vez sí…
_ Solo son unas burlas tontas, que no te afecten_ dijo Mara.
_ No son solo eso_ dije yo_ hay que hacer algo… el bullying no es algo a
tomar a la ligera… Seguro que habrá en más clases más niños objetos de burlas,
y puede que algún día alguno se canse y busque la salida que no debe.
_ No creo que sea para tanto_ dijo Tania_ Conozco a alguno de esos
chicos, y no son malos chicos, ellos solo piensan que se divierten.
_ Tal vez se divierten ellos, pero no veas como duele a los que estamos
en la línea de tiro_ dijo Emanuel_ Yo he pasado noches enteras llorando,
sintiéndome una mierda.
_ ¿Por qué se metían contigo por estudioso?
_ Porque me sentía solo_ continuó_ tú tienes a tus amigos, pero cuando
nadie se quiere acercar a ti… la cosa es muy diferente.
_ ¿Nadie se acerca a ti porque sacas buenas notas?
_ Nadie se acerca a mí porque no quieren arriesgarse a ser el blanco de
las burlas o simplemente yo no les dejo. Tengo miedo, estas burlas me llenan de
desconfianza… y pienso que todos pueden hacerme daño.
_ Sé fuerte_ dijo Mara levantándose y agarrando sus manos.
_ Yo soy fuerte_ continuó_ pienso que solo son dos años más, que dejaré
esta escuela, encontraré trabajo y dejaré de ser el empollón…_ dijo respirando
profundo_ no dejaré de luchar por lo que quiero porque esos chicos se “divierten”
conmigo.
_ Así se habla, eres muy valiente_ dijo Mara sonriéndole, mirándome y
sonriéndome a mí también._ Ahora no estás solo, que sepas que nos tienes para
lo que necesites y si hay que limpiar más paredes, avísanos y ahí estaremos.
_ Si son las de tu cuarto no cuenta_ dijo Lucas y tras decir esto todos
se echaron a reír.
No quería volver al tema… pero
en parte tenía razón, en unos años por suerte, se acabarían todas las burlas
para él… pero ¿y los que no tenían tanta suerte como él? ¿Y si, como yo, hay
gente que tendrá que estar cargando con sus burlas para siempre?
_ ¿En qué piensas?_ me bajó de las nubes Mara.
Los demás hablaban tranquilamente
del futuro de Emanuel y sus respectivos sin prestarnos la más mínima atención.
_ No sé… hay muchas cosas que no están bien.
_ Bienvenida a la vida real, ¿apenas te das cuenta?
_ No, desgraciadamente no me doy apenas cuenta. Mara_ dije agarrando sus
manos y mirándola a los ojos casi sin pestañear_ Hay mucho de mí que no sabes…
tal vez lo mejor es que me aleje de ti.
Este tema había hecho en mí
más mella de lo que pensaba… ¿y si mi historia como la de Emanuel no acababa en
dos años? ¿Y si no encontraba a mi madre y tenía que volver?
Se me encogía el alma cada vez
que pensaba en que cabía la posibilidad de tener que volver a verlo… sonriente…
delante de mí, con su cara de “yo tenía razón, sabía que volverías”… No sé si
aguantaría más noches en velas, más golpes, más insultos… No sé si esta vez
tendría la oportunidad y la fuerza de voluntad para clavar de una vez por
todas, el filo del cuchillo en su diminuto corazón…
_ No te entiendo_ dijo Mara con la cara desencajada_ Y soltando una vez más
sus manos de las mías.
Me levanté, cogí mi mochila y
me alejé del instituto saliendo por la puerta y sin mirar atrás.
Capítulo 14
Tres golpes secos… una vez
más… Parecía que esos golpes los estuviera dando directamente en mi pecho, pues
me dolían.
_ Celi por favor, abre la puerta, sé que estás ahí_ Repetía esto una y
otra vez._ No me voy a ir sin que me expliques_ dijo sentándose en la puerta_
¿me has oído?
Yo también estaba sentada al
otro extremo de la puerta. Con mi espalda sobre ella, casi podía oírla respirar
a través de la vieja madera.
_ ¿Qué pasa aquí?_ Oí que salió Margaret.
_ Disculpa señora, necesito hablar con Celi ¿Sabes si está en casa?
Su espalda se separó de golpe
y casi sentí como la puerta se balanceaba hacía su lado.
_ La he oído llegar, pero no la he oído salir… así que supongo que si
estará, aunque si no te ha abierto ya, es sin duda porque no quiere hablar
contigo.
_ Pues no me iré_ dijo sentándose de nuevo en la puerta.
_ ¿Habéis discutido?
_ No… o no sé… sinceramente no sé muy bien que ha pasado. Estábamos
hablando tan normal y luego me dijo que tal vez era mejor alejarse de mí.
_ ¿Así fue? ¿No dirías nada que la hiciese sentir mal?
_ Tal y como se lo cuento_ Su voz se sentía angustiada… ¿Tanto le dolía
que me alejase?
Puede que una parte de mí no
entendiera muy bien lo que estaba haciendo, pero la otra sentía que era lo
mejor que podía hacer. No quería hacerle más daño, no quería desaparecer un día
y que todo quedara ahí… ¿Qué tal si no podía despedirme?
_ Se ve que la quieres mucho… esa niñita se hace querer_ dijo Margaret
cerrando su puerta y entrando en casa_ No te rindas, acabará abriendo_ le
susurró antes de cerrar por completo.
_ Supongo que tienes razón… la quiero_ esto lo dijo a modo de soliloquio,
pensaba que no la oía… pero la oí.
Mi corazón empezó a latir muy
fuerte… Me quería…
Un dolor punzante en mi cabeza
estaba haciendo que me volviera loca. No sabía qué hacer, estaba estresada,
angustiada, con unas ganas tremendas de salir corriendo y dejar todo atrás. Soy
una cobarde en cuanto sentimientos se trata. Nunca he sabido enfrentarme a
ellos.
Al fin, decidí agarrar al toro
por los cuernos y abrir la puerta.
Mara se levantó de golpe y se
quedó mirándome a los ojos sin decir nada… pero rogándome a la vez que le diera
la explicación que tanto pedía. La invité a pasar, era hora de contarle todo.
Capítulo 15
_ No puedo creer todo lo que me estás contando_ Sus ojos abiertos como
platos me miraban sin dar explicación a todo lo que acababa de oír.
_ Esta es la prueba de que todo lo que te estoy contando es cierto_ dije
sacando de un cajón el plano de la ciudad y las fotos de mi madre.
_ ¿Entonces? Tus brazos…
Con cuidado remangué mis
mangas y le enseñé las cicatrices.
_ Seguro pensarás que estoy loca…
_ En parte, no voy a mentirte, pero creo que has sido muy valiente
enfrentándote a todo lo que te has enfrentado… Sé que encontrarás a tu madre y
no tendrás que volver con tu padre.
_Tengo cinco días… cinco días para hacer lo que no he podido en semanas.
_ Sola.
_ ¿Cómo dices?
_ Que antes estabas sola, ahora me tienes a mí, llevo toda mi vida en
esta ciudad. Tal vez la he visto alguna vez, o puedo ayudarte con las calles o
no sé… seguro que en algo puedo ayudarte_ dijo cogiendo algunas fotos de lo
alto de la mesa.
_ No sé… ¿Te suena?
_ La verdad es que creo que no la he visto nunca, lo siento, pero seguro
podemos encontrar más formas de encontrarla.
_ No sé como… ya lo he intentado todo_ dije soltando las fotos sobre la
mesa.
_ ¿Has probado con pegar carteles?
_ Debo mantener mi búsqueda en secreto, si mi padre se llega a enterar
que estoy aquí… no quiero imaginar lo que me pasaría.
_ Me imagino… Pero sería difícil que se enterara ¿no?
_ Díficil, pero no imposible. No sé ni tan siquiera si me está buscando.
Prefiero no arriesgarme.
Mara se acercó a la mesa y
agarró las fotos de nuevo.
_ Puede que algo se te haya pasado… ¿has analizado bien las fotos?
_ He recorrido cada palmo de esta ciudad y visitado todas y cada una de
las calles que aparecen en las fotos una y otra vez, y nunca está ella. Tal vez
haya cambiado de ciudad o estuviera de visita y nunca haya vivido aquí… es una
posibilidad entre tantas. Ya hace casi un año desde la última foto que tengo de
ella.
_ ¿Y a ella? ¿Has mirado a ella?
_ No entiendo.
_ ¿A qué se dedica tu madre?
_ Pues… que yo recuerde solo era ama de casa ¿Por qué lo dices?
_ ¿Has visto esta foto? Parece que tiene una bata blanca en el brazo.
Agarré la foto y la miré con
detenimiento. Tenía razón, tan evidente y no me había dado cuenta. Supongo que
el recuerdo y la imagen de mi madre me había envuelto de tal manera que todo lo
que estuviera a su alrededor en aquel instante fotografiado había pasado
desapercibido ante mis ojos. Todo era invisible menos ella.
_ ¿Esto amplía nuestras posibilidades no?
_ Mucho_ dije abrazándola efusivamente_ Me había quedado estancada y no
sabía cómo continuar.
_ Tranquila_ dijo acariciando mi espalda dulcemente_ a ver, pensemos en
trabajos que utilicen bata blanca.
_ Enfermera, peluquera, carnicera, …
_ Hay muchísimas… cualquier centro puede tener bata blanca.
_ Pero al menos hemos reducido posibilidades. ¿Sabes si hay algún centro
médico, hospital, carnicería… etc cerca de los lugares donde se la ha visto?
_ Pues sé que hay un hospital cerca de la plaza de la fuente, justo por
detrás del restaurante.
_ ¿Crees que pueda trabajar allí?
_ Solo hay un modo de descubrirlo_ dijo levantándose y ofreciéndome su
mano para levantar.
Me sentía positiva y nerviosa,
sentía que podía encontrarla…
Capítulo 16
Mi gozo en un pozo. Sabía que
existía la posibilidad de no encontrarla, pero mi esperanza me había dicho que
allí estaría… que ilusa soy a veces.
_ La encontraremos, ten paciencia_ dijo sentándose a mi lado en la
fuente.
_ Ya tuve mucha paciencia.
_ No quiero ser agorera pero… ¿has pensado que harás si no la
encuentras?_ dijo agarrando mi mano con fuerza.
Ojalá pudiera decirle que no,
pero en estos últimos días escaseaban los pensamientos positivos, y solo podía
pensar en que pasaría después.
_ No sé. Tal vez me escape. No sé donde me iré pero lo que estoy segura
es que no volveré con mi padre.
La plaza se estaba llenando de
gente de un momento a otro y la tranquilidad con la que hablaba con Mara se
estaba alejando a poquita poco, cada vez tenía que hablar más fuerte y el
bullicio me distraía de mis pensamientos.
_ Es hora punta… se acabó la tranquilidad ¿Volvemos a casa?_ Propuse
_ Claro, como gustes.
Mara me ayudó a levantarme y
nos fuimos hacía la casa cabizbajas y sin ganas de nada. Ella quería animarme a
toda costa, y lo intentaba, pero nada podía sacarme de la cabeza el hecho de
que otro día más había pasado y solo me quedaban cuatro días para encontrar a
mi madre, o tendría que desaparecer de nuevo.
Capítulo 17
_Vamos, anímate_ dijo cerrando la puerta.
_ ¿Cómo puedo animarme? ¿Es que no lo entiendes? ¡Si no encuentro a mi
madre tendré que volver con mi padre o marcharme de nuevo!_ alcé la voz y tiré
mi mochila al suelo sin querer derramando todo lo que había en ella.
Tal vez no tendría que haberlo
hecho, ella solo intentaba consolarme… pero tenía mucha presión encima y no
podía evitarlo, necesitaba soltarlo… No quería pagarlo con ella, así que
recurrí al que había sido mi asilo durante tantos años.
_ Lo siento mucho_ dije acariciando su hombro sin levantar la mirada… por
vergüenza_ tengo que ir al baño un momento, ahora vuelvo.
Siempre había sido mi lugar de
escape, un lugar donde evadirme, olvidar todo y centrar mi vida, arrinconarla
entre cuatro paredes y un espejo. Sentía que podía concentrar todo lo vivido
ahí, todo lo que tenía, todo lo que era, y cerrando el pestillo quedaba
atrapado dentro, conmigo, tanto lo bueno como lo malo, pocas cosas buenas… de
echo.
Odiaba esa parte de mí, esa
parte en la que no podía controlar mis nervios y mi rabia, sentía que era como
él, que en cualquier momento podía descontrolarme y herir a alguien. Y sé que
por mucho que se intente no se olvida algo así. Y no es fácil controlar la
situación en un momento en que no eres capaz de controlarte ni siquiera a ti
misma. Y es muy cómodo soltar cuatro insultos y pensar que no ha ocurrido nada,
pero ocurre, porque cuando se está así no sabes lo que dices, lo sueltas sin
pensar, y esas cosas duelen… No es que crea que hay que ser unos mentirosos o
unos falsos, y sonreírle a todo el mundo ocultando tu rabia dentro, hay que
decir las verdades a la cara pero siempre manteniendo el respeto por todo lo
alto.
Por eso, cada vez que me
pasaba algo, me iba al baño, me sentaba frente al espejo y me miraba,
comparando cada gesto con los de él, esos que repudio y me repetía una y otra
vez “No seas como él, tranquilízate, tú puedes”. Las veces que no funcionaba,
agarraba una cuchilla y rasgaba mi piel… han sido tantas las veces que no
funcionaba que casi se me había olvidado esta primera opción.
_ ¿Estás bien?_ Oí que dijeron tras la puerta.
Supongo que con mi ya conocido
historial no estaba cien por cien segura en aquel baño, al menos según los
pensamientos de Mara.
_Si… supongo_ dije abriendo la puerta.
_ Mira que encontré en tu mochila_ dijo enseñándome una carta_ ¿Es de
Emma?
_ ¿De Emma?_ dije abriendo los ojos con cara de asombro.
_ No sé… en el reverso pone para el amor de mi vida.
Observé la carta por fuera,
sin abrirla, pero no hallé ni nombres ni dirección ni nada, solo era un sobre
blanco.
_ No es de Emma, ella no sabe que me iba a ir, ¿Por qué razón iba a
escribirme una carta? Además “el amor de mi vida”… ni siquiera sé si fui la
mitad de importante para ella de lo que ella lo ha sido para mí.
_ Estás hablando en pasado, ¿ya no es importante?
Supongo que estaba hablando
demasiado, suele ocurrirme cuando estoy nerviosa.
_ No sé ya ni lo que digo…
_ ¿Estás segura de que no es de
Emma?
_ Ayer vacié la mochila y esta carta no estaba, no puede ser de Emma.
_ Ábrela entonces.
“He
decidido dejar atrás todo lo que creo saber, todo lo que mi mente castigada me
dice que crea, y olvidar todos los celos que solo me hacen daño. Quiero confiar
en ti, en lo que sentimos, en lo que creemos, en esto por lo que luchamos,
porque es lo único que me hace feliz.
Y si algún día
encuentras a otro que te de todo aquello que no has encontrado en mí, espero
que me ames lo suficiente para contármelo sin necesidad de que yo te lo pida.
Perdóname por todos
esos ataques, perdóname por todas las veces que te hice sentir mal y ojalá que
así como yo prometo dejar atrás el pasado, tú hagas lo mismo y me des otra
oportunidad.
Te espero debajo del
puente que tantas veces nos cubrió en tantas noches de pasión.
Tu Josep que te ama.”
Mara me
miró y yo la miré.
_ ¿Tu Josep que te ama?
_ Ahora estoy segura de que esta carta no es para mí.
_ ¿Para quién será? No pone nombres_ dijo releyéndola y mirándola por
detrás a contra luz.
_ ¿Crees que encontrarás un mensaje secreto mirándola a contra luz?
_ No sé_ me miró divertida.
Solté el sobre en la mesa y me
senté en el sofá.
_ ¿Cómo ha podido llegar esta carta a tu mochila?
_ La verdad no tengo ni idea.
_ ¿Segura que no tienes alguien por ahí con el que hayas pasado hartas
noches de pasión bajo un puente?
Me hice la pensativa unos
segundos y respondí.
_ Creo que no se llamaba Josep… aunque no recuerdo su nombre en realidad.
Mara me miró con cara de
incredulidad y una media sonrisa en el rostro.
_ La verdad no sé de quien pueda ser.
Ésta ante mi negativa se sentó
a mi lado en el sofá, dejándose caer como si no tuviera fuerzas para más.
_ Es una lástima_ soltó resoplando.
_ ¿El qué?
_ Hay alguien por ahí que espera encontrar a su amada esta noche… y ella
no va a aparecer porque no tiene la carta.
_ La vida es tan injusta a veces…
_ Esto no es injusto_ sonrió_ injusto es no poder haberte despedido de
quien quieres, o tenerla al lado y no poder besarla, el ser correspondido no es
injusto.
_ ¿Y qué tal si buscamos a la dueña de la carta para que no tengas estos
aires tristes de cuento de Disney?
_ ¿Aires tristes? ¿Yo?_ dijo exagerando y poniéndose enfrente de mí,
enfrentándome en forma de broma.
_ Sí, tú_ dije poniéndome frente a frente de ella, muy cerquita de su
cara, continuando con su provocación de juego.
Cuando nos dimos cuenta de lo
cerca que estábamos la una de la otra, nos miramos durante unos segundos que se
hicieron eternos, justo a los ojos… hasta que Mara sonrió forzada y se alejó de
mí.
_ ¿Qué tienes pensado?_ me preguntó terminando con la incómoda situación.
_ Analizar la carta y volver atrás en mis pasos.
_ No te entiendo.
_ A ver_ dije cogiendo de nuevo la carta entre mis manos_ Al parecer por
como escribe no es ningún inculto. Tiene la letra bonita y redondeada, sin
faltas de ortografía, incluso pone todos los acentos… además, pone tantas
noches de pasión bajo un puente… no creo que ningún adolescente haya escrito
esta carta para ser sinceras.
_ ¿Estás diciendo que fue un profesor quien te metió esa carta ahí? ¿Por
qué haría eso?
_ ¿Un profesor? ¿Por qué me iba a meter esta carta de amor en mi mochila?
_ ¡Tal vez se confundió e iba para otra alumna! ¡Eso es! Hemos
descubierto un amor secreto y apasionado entre un profesor y una alumna.
Yo sonreí divertida…
_ Estás un poco loca.
_ Me ofendes… Estoy muy loca… además he leído muchas historias de amor.
_ No lo dudo…
_ A ver señorita “realista”_ enfatizó esta última palabra_ Entonces,
según tú, ¿Quiénes son nuestros romeo y Julieta?
_ No se…_ dije soltando la carta en la mesa, si te soy sincera, no tengo
cabeza para nada…
_ Tienes que abrirte a descubrir nuevos horizontes, tal vez resolviendo
este caso encontramos a tu madre.
Yo solo la miraba, sin decir
nada, y creo que apenas la oía. Un ruido se centraba en taladrar mi cerebro y
parecía que sólo lo oía yo. Me estaba doliendo demasiado la cabeza. Mucho
estrés supongo.
_ ¿Estás de acuerdo entonces?
Asentí, así sin más, no tenía
la menor idea de lo que había dicho.
_ ¿Que te acabo de decir?_ me preguntó cómo si me leyera el pensamiento.
_ Lo siento… yo…
_ No has oído nada de lo que te dije ¿verdad?
Ella agacho la cabeza durante
unos segundos y me miro luego directamente a los ojos, como asegurándose que
está vez si le prestaba atención.
_ ¿Crees en el karma?
_ ¿Como has dicho? ¿En el karma?
_ Si, en el karma.
_ ¿A que viene eso ahora?
_ Viene a que tal vez realizando una buena obra, el universo te devuelve
esa energía positiva y te ayuda a encontrar a tu madre.
Supongo que esa inocencia que
desprende es en parte, parte de su encanto.
_ Me da miedo ¿sabes?_ Me temblaba la voz
_ ¿Qué te da miedo?_ dijo agarrando mis manos
_ A que todo lo que está pasando sea por mi culpa
_ ¿Cómo puedes pensar eso?
_ No se… tal vez esto se podía haber solucionado de otra forma… y ahora
todo sería muy diferente.
Sentía un nudo en la garganta
que no me dejaba hablar, y desahogarse.
_ No te culpes, tu hiciste todo lo que pudiste, no sabias que todo esto
llegaría tan lejos.
_ Pero… y si ahora el karma me está castigando por todo lo que hice mal…
tal vez nunca debería haber salido de ese baño.
_ ¡No digas eso! ¡Nunca! El mundo se te echó encima y lo agarraste como
pudiste, no eres culpable de nada, ¿me entendiste?
Yo asentí, sin más, y ella me
abrazo con fuerza.
_ Todo va a cambiar ya lo verás _ me susurró al oído_ Sólo necesitas un
poco de positivismo, buenas vibraciones.
Mara me limpió las lágrimas y
se quedó mirándome durante unos segundos.
_ No dejes que todo esté caos acabe contigo, explota la situación y crea
tu propio mundo.
_ ¿Qué hago?
_ Por lo pronto vamos a averiguar de quién es la carta y para quien es,
se nos acaba el tiempo_ dijo tirando de mi y levantándome del sofá.
_ Esta bien_ dije, era mejor que no hacer nada.
_ A ver, dijiste que ayer no tenías la carta, por lo tanto llegó a ti hoy_
dijo acariciándose la barbilla con aires de investigadora privada.
_ Aja.
_ De ahí llegué yo, te di mis apuntes y te fuiste a la escuela.
_ Aja.
_ Y de la escuela te viniste para acá del tirón, lo sé porque me hiciste
correr detrás de ti todo el camino.
_ Lo siento por eso.
_ Lo que quiere decir que sea quien sea el dueño de la carta es de la
escuela.
_ Eso parece.
_ Deberías aportar alguna información… A ver, ¿pudo meterla alguien en la
mochila mientras limpiabas las pintadas?
_ La llevaba puesta en todo momento.
_ Descartado, sólo queda que la dejaran mientras estábamos en el recreo,
por lo que debe ser alguien de clase o algún profesor, pero… en clase no hay
ningún Josep y tampoco hay ningún profesor con ese nombre, que yo sepa.
_ Pero de la clase será la chica a la que va dirigida la carta, no Josep,
el será de otra clase.
_ Tienes razón, pero de cual…
_ No quiero ser agorera, pero no creo que encontremos a la chica antes de
la hora, no tenemos nada.
Mara me miro con aires de
resignación, seguro ya se estaba cansando de mi negatividad, pero era parte de
mi. Cuando de la vida solo das tragos amargos es difícil creer que puedan caer
caramelos del cielo.
_Lo siento_ dijo al fin_ supongo que tienes razón y tienes cosas más
importantes en las que pensar. Tu debatiendo tu futuro y yo con chiquilladas de
historias de amor.
_ No te disculpes por intentar salvar mi día_ dije agarrando sus manos_
es algo que me encanta de ti_ le sonreí_ complementas mi negatividad innata.
En ese momento llamaron a la
puerta y ambas miramos hacia ella.
_ ¿Esperas visita?
_No… realmente no
_ ¿Quien podrá ser?
Por mi mente recorrieron en
unos pocos segundos varios nombres, pero no podía estar segura de quien sería
realmente.
Me acerqué a ella, mire por la
mirilla y ahí estaba él, el peor de mis temores se había cumplido… mi padre, ¿Cómo
me había encontrado?
Mi cara se tornó blanca como
el sobre que traía la carta y Mara me pregunto en voz baja al ver la expresión
en mi rostro.
_ ¿Quien es? _ me susurró
Di unos pasos hacia atrás y me
senté en el sofá, aún ida por quien esperaba tras la puerta.
_ Mi padre_ susurré
Mara se acercó a mí
rápidamente y se arrodilló delante de mí.
Él volvió a llamar a la puerta insistentemente.
_ No voy a dejar que te haga daño_ me susurró.
_ No… no… no puede ser él _ mi mente negaba toda posibilidad de que fuera
él.
Sabía que estaba vivo y que reclamaba mi custodia pero nunca me hubiese
imaginado que llegaría a encontrarme… ¿que voy a hacer ahora?
_ Llama a la detective_ me susurró de nuevo Mara, la primera vez que lo
dijo no la oí.
_ ¿Y si me oye? Sabrá que estamos aquí.
_ En el baño, corre, yo me quedare vigilando.
Corrí hacia el baño lo más
silenciosamente que pude y marque a la detective hasta tres veces hasta que al
fin respondió al teléfono.
_ Mi padre está aquí _ le dije en cuanto el teléfono dio la señal de que
habían contestado.
_ ¿Cómo? Sí aún no dieron
favorable la sentencia, ¿como pudo encontrarte?
_ No sé, pero esta en la puerta llamando.
Mis lágrimas apenas me dejaban
hablar, me estaba ahogando.
_ ¿Puedes salir de ahí? ¿Estas en casa?
_Estoy en la casa y no encuentro
el modo de salir está en mi puerta.
La detective guardo silencio
unos desesperantes segundos.
_ ¿Qué hago? Ayúdeme por favor.
En ese momento Mara abrió la
puerta y entró.
_ Se ha marchado, dijo que fue al colegio a recogerte y que no estabas.
_No se ha marchado, seguro está abajo esperando a que yo salga.
_ ¿Estas acompañada?_ dijo la detective
_ Si, es Mara, sabe toda la historia, podemos confiar en ella.
_ Tu padre es peligroso, debo ir inmediatamente.
_ No llegarás a tiempo.
_ ¿Y si manda a alguien? ¿Es policía no? ¿Puede llamar a los de aquí y
que manden una patrulla?
_ Nadie sabe que ella me ayudó a escapar y podría perder su trabajo o
mucho Dios sabe que le haría mi padre.
_ ¿Tanto poder tiene tu padre?
_ Mi padre fue durante muchos años General, cuando yo nací mi madre casi
muere y el lo dejo todo por estar a nuestro lado.
_ No parecía tan malo en aquel entonces
_No se en que momento se transformó en el monstruo que es ahora, yo era
muy pequeña. Solo sé que tiene muchos contactos. Cuando volvió estuvo ayudando
a la policía a resolver unos asuntos de drogas.
_ ¿Sigues ahí?
_ Si, aquí sigo.
_ No os mováis de ahí, voy para allá.
Tras decir eso colgó. Tres
repentinos golpes en la puerta avivaron de nuevo nuestros temores.
_ No llegará a tiempo.
Capitulo 18
_ Celi, ¿estás bien? Soy Margaret_ oí que dijeron tras la puerta
Observé por la mirilla y solo
estaba ella, corría peligro ahí afuera, sabía por experiencia que mi padre no
se amedrentaba por una diferencia de edad… ni por nada en realidad.
_ Debes irte Margaret, métete en tu casa y no salgas.
_ No voy a marcharme hasta que me digas que esta pasando. Ese hombre esta
en un coche fuera.
_ ¿Cómo lo sabes?
_ Lo puedo ver desde la ventana de mi salón.
_ Voy a contarte todo, pero necesito que sea en tu casa, aquí corremos
peligro.
Mire una vez más por la
mirilla cerciorándome que solo estaba Margaret.
_ ¿Estás segura?
_ No, pero sabe que estoy aquí, la detective no llegará a tiempo y es nuestra
única salida.
Estaba nerviosa, temerosa y
desesperada… y ahora no estaba en riesgo solo yo, sino Margaret y Mara. No
sabía que hacer, me moriría si les pasará algo por mi culpa, pero ahora ellas
tampoco estaban a salvo.
Abrí rápidamente la puerta,
cerrándola lo más sigilosa posible, y entramos en la casa de Margaret.
Me dirigí a la ventana de su
salón y mire con cuidado. Seguía ahí. Cuando volví la vista hacia ellas vi el
miedo en los ojos de Mara y el desconcierto en los de Margaret.
_ ¿En qué líos te has metido muchacha?
Era una larga historia, pero
se merecía respuestas. Le envié un sms a la detective contándole donde estaba,
no recibí respuestas. Solo estaba yo en ese momento, yo y mí pasado oscuro a
punto de salir a la luz.
Capitulo 19
_ ¿Todo eso es cierto?
Supongo que es una historia
difícil para quien la oye por primera vez, pero mis ojos vidriosos dieron
respuesta y disiparon sus dudas.
_ Dios mío, eso es horrible… ¿Cómo has podido cargar con todo eso? Yo me
volvería loca.
No dije nada.
_ Debemos ayudarla_ dijo Mara _ La detective estaba a más de 5h, no
llegará a tiempo.
_ No sabe que estás aquí, conmigo estás a salvo, no dejaré que te haga
daño.
_ No quiero que os metáis más en esto, es cosa mía, no puedo poneros más
en peligro.
_ Ay muchacha, ya estamos metidas hasta el fondo_ Dijo agarrando mis
manos temblorosas entre las suyas_ ¿Sabes por que en las películas los malos
nunca ganan?
_ ¿Por qué es ficción?
_ No jovencita, la razón es porque hay muchos buenos en el mundo, y
cuando nos unimos somos imparables_ dijo levantándose y agarrando su teléfono.
_ Habla usted como una heroína señora Margaret _ dijo Mara
_ La que habla es la voz de la experiencia jovencita.
_ ¿Que pretende hacer? _ dije viendo como marcaba el teléfono.
_ Voy a llamar a un amigo, él te sacará de aquí, no podrá hacerte nada si
somos muchos.
_ No es que me lo haga él _ dije poniéndome en pie_ Estoy fugada, debería
estar en manos del estado, pero me ayudaron a escapar para que encontrará a mi
madre.
_ Tranquila, Josep encontrará la solución.
Mara y yo nos miramos de
repente.
_ ¿Josep? _ dijimos las dos al unísono.
Yo me dirigí a Mara que seguía
teniendo entre sus pertenencias la carta, mientras la señora hablaba por
teléfono.
_ ¿Sera el mismo Josep? ¿Cómo llegó la carta a tu mochila?
Yo me quedé pensando unos
segundos.
_ ¡Nos tropezamos! Esta mañana al salir, seguramente se traspapeló la
carta.
_ ¿La habrá visto?
Margaret nos interrumpió de
golpe.
_ Viene para acá, vamos, llegará en unos segundos_ dijo empujándolos
hacia su dormitorio.
_ ¿A dónde nos lleva?_ Pregunto Mara
_ Esta ventana da a la parte de atrás, podéis bajar por el balcón de doña
Petra, hace años que me quejo para que lo quite porque da un acceso fácil a
maleantes y ladrones, pero ahora mismo me alegro que no me hiciera caso. Abajo
os estará esperando Josep con su coche. Agachaos para que no os vean cuando
paséis por al lado.
_ ¿Cree que funcionara?
_ No os queda de otra_ dijo empujándolos hacia la ventana_ Salid rápido
ya está abajo y agarraos bien a las rejas.
Ya estábamos a punto de salir
cuando Mara se detuvo.
_ Margaret, esto creo que es suyo_ dijo dándole la carta_ la teníamos por
error… y no lo sabíamos hasta ahora, lo siento. No deje escapar al amor, nunca
es tarde para disfrutarlo.
Tras decir esto bajamos y nos
introdujimos en el coche. Lo último que pude ver de Margaret fue la ilusión
reflejada en sus ojos al leer la carta.
_ Agachaos_ dijo Josep_ os pueden ver.
Era un hombre mayor, parecía
incluso de más edad que Margaret, era muy raro tenerlo delante y asociarlo con
la carta que le acabamos de dar a ella.
Fue un momento tenso. Las
manos sudorosas y frías de Mara se afianzaban a las mías con fuerza.
_ No tengas miedo_ le dije_ no
dejaré que te pase nada.
Josep se detuvo unas calles
más adelante.
_ ¿Estáis bien chicas?
_ Si, gracias
_ Yo creo que ya os podéis reincorporar, no hace falta que me contéis
nada, solo decidme donde os dejo.
Donde nos deja, buena
pregunta. Mara tomó la iniciativa y le dijo una dirección.
_ ¿A dónde vamos?
_ A mi casa.
Capítulo 20
No me sorprendía nada que
viviera en una casa así, se veía que era de una familia adinerada. Pero su
comportamiento en cambio no era para nada derrochador ni prepotente, era muy
normal.
_ ¿Entramos?
No pude más que asentir con la
cabeza. Porque aunque una parte de mi me decía que no lo hiciera, había otra
que me recordaba que no tenía ningún otro sitio a donde ir.
_ ¿Qué le dirás a tu madre? Ya sabes que no podemos contarle nada de
esto.
_ Tranquila, le diré que eres una compañera de clase, que tus padres se
fueron de viaje y que te quedaras unos días.
_ ¿Y no tendrás problema por ello?
_ No creo, apenas nos vemos nunca, ella siempre está trabajando.
_ Debe ser duro para ti, verla poco.
_ No sé, a veces si, a veces siento que necesito un poco de ella, algún
consejo o tan solo pasar un poco de tiempo con ella, pero supongo que me
acostumbré a estar siempre en un segundo plano.
_ Yo intentaría estar el máximo de tiempo con ella.
_ A veces son los padres los que nos alejan, por motivos distintos.
_ Lo hacen por nosotras.
_ Eso dicen…
_ ¿Has pensado que harás ahora?
_ No se, sinceramente. Me da miedo que mi padre acabe encontrándola antes
que yo.
_ ¿El sabe que viniste a buscarla?
_ Supongo que no, pero las casualidades existen.
_ Sería mucha casualidad que se la encontrará cruzando la calle, y más
teniendo en cuenta que llevas semanas buscándola.
_ Yo creo en mi mala suerte, mi vida ha sido un cúmulo de ella.
Mientras hablábamos me senté
en el diván junto a la ventana de s cuarto y miraba hacia fuera, hacia el
jardín. Se veía tan grande, tan verde y tan hermoso.
_ No creo que pueda volver a la escuela. Él sabe que estudio allí, me
encontraría.
_ ¿Qué harás? Si te quedas aquí estos cinco días sin salir tampoco creo
que se den cuenta, así que por esa parte tranquila.
_ No sé. Por lo pronto avisaré a la detective, por si llega y no estoy.
No sé si mi padre seguirá en la puerta._ Mientras decía esto le escribía a la
detective_ Y a solo nos queda esperar.
Mara agarró mis manos y me
miro a los ojos.
_ No te rindas.
Yo sonreí.
Tenía un algo muy especial esa
niña. Posiblemente, mi yo de hace poco más de un mes la hubiese prejuzgado mal,
y no me hubiese acercado a ella, solo por tener ropa de marca, tener un móvil
de última generación, o subirse a un coche de alta gama. Pero en este tiempo he
aprendido a no hacerlo. He conocido a mucha gente, y me han enseñado que las
primeras impresiones no siempre son las que valen. Y es verdad eso de que el
dinero no te da la felicidad, solo te hace la vida mas cómoda… eso hasta hace
pocos segundos no lo entendía.
_ ¿En que piensas?_ Irrumpió Mara en mis pensamientos.
_ En lo mucho que ha cambiado mi
forma de pensar en tan poco tiempo.
_ Has tenido una vida dura.
_ Si, sin embargo no la he comprendido hasta ahora.
_ ¿Ya has comprendido el significado de la vida?
_ No_ sonreí _ la vida tiene muchos significados
_ Tan profunda
_ La situación lo merece ¿no lo crees?
_ Creo que tienes 15 años, y no hablas como una niña de 15 años_ dijo
agarrando mis manos y tirando de mí para levantarme del diván.
_ ¿Qué haces?_ dije mirándola divertida.
_ Lo que hacen las niñas de nuestra edad.
_ Sentarnos a pintarnos las uñas mientras hablamos de chicos?
_ De chicas en nuestro caso_ me guiñó _ y no, vamos a…
Soltó mis manos sin terminar
la frase, se dirigió casi corriendo a la esquina donde estaba su equipo de
música y la encendió. Segundos después corrió hacia mi y agarró mis manos
mirándome de nuevo a los ojos.
_ No suena nada_ la mire divertida.
_ Dale tiempo_ dijo mirando sus pies y colocándose de cierta forma con
las piernas un poco abierta y mirando hacia mi_ ¿Conoces a Pink?
_ Creo que si…
Segundos después comenzó la
canción a un volumen bastante alto y comenzamos a bailar como locas.
_ ¡Es lo mejor para olvidarte de todo!_ gritó _ ¡Tan solo siente las
vibraciones y disfruta!
Capitulo 21
Estábamos agotadas, no sé
durante cuánto tiempo habíamos estado saltando de un lugar a otro de la
habitación, pero ya no podíamos más, y la cama nos recibió extasiadas.
_ Sabes moverte bien
_ ¿Qué esperabas?
_ Que necesitarás bastón o taca-taca _ me dijo con una sonrisa de oreja a
oreja.
_ Gracias
_ De nada
Ambas callamos y nos quedamos
mirando al techo, disfrutando del silencio, hasta que el sonido de mi móvil
llamó nuestra atención.
_ Es la detective _ dije cogiéndolo con rapidez _dígame._ El momento de
diversión había acabado, era hora de volver a la realidad.
_ ¿Dónde te encuentras?
_ ¿estás en la casa? ¿Alguien te ha visto? ¿Sigue en la puerta?
_ Sí, estoy en la casa, pero no estoy en la puerta. Me detuve a una distancia
prudente para ver que sigue ahí, no puede verme aquí donde estoy. Ahora dime
dónde estás.
Era un tono más autoritario
que de costumbre. Estaba nerviosa y se le notaba, tenía que estarlo, ella
también se estaba jugando mucho al ayudarme.
Le dije la dirección y
quedamos en vernos en la puerta pasado unos quince minutos aproximadamente. Me
colgó el teléfono poco después de saber la dirección.
_ ¿Qué ha pasado? ¿Qué te ha dicho?
_ Viene para acá, nos espera abajo en la puerta en quince minutos.
_ ¿No la seguirán verdad?
_ Espero que no.
Mara me abrazó por detrás y
dejó caer su cabeza sobre mi hombro.
_ No quiero que te vayas.
_ No quiero irme_ dije poniendo mis manos sobre las suyas.
Capítulo 22
Llevábamos como 10 min esperando cuando llegó
la detective.
_ ¿Estás bien?_ dijo mirándome de arriba abajo, a mí y a mi acompañante.
_ Sí, estamos bien_ su mirada estaba fija en Mara_ Ella es Mara, una
amiga.
_ Encantada de conocerte Mara_ dijo ofreciéndole la mano_ debemos irnos.
_ ¿Irnos? ¿A dónde?
_ Aún no lo tengo pensado, pero no puedes volver a esa casa y necesitas
algún sitio para quedarte estos 5 días que te quedan, y desgraciadamente
tampoco podrás ir al colegio.
_ Que se quede aquí_ dijo Mara.
_ Es muy peligroso.
_ Es más peligroso que ande por ahí sola, él la está buscando, sabe que
está aquí en la ciudad. ¿Qué pretende hacer? ¿Alejarla del lugar donde
posiblemente esté su madre?
_ No podrá salir a buscarla de todos modos, al menos la mantendré a
salvo.
_ ¿Por cinco días?
Todo se mantuvo en silencio y
Mara continuó.
_ Porque usted sabe bien que sí él gana, no tendrá más remedio que
devolvérsela.
_ Tiene razón detective_ en ese momento Mara agarró mi mano.
_ No puede llevársela y quitarle la oportunidad de encontrar a su madre.
La detective se acercó, se
reclinó hacía mí y me miró fijamente a los ojos.
_ Me has demostrado ser una chica muy madura, sabes el riesgo que corres,
sabes que no vas a poder salir a buscar a tu madre, que vas a tener que buscar
otra alternativa, ¿verdad?
_ Si detective.
Ella puso su mano en mi hombro
y miró a Mara unos segundos.
_Sé que podrás hacerlo y no te robaré la oportunidad.
La detective se fue hacía su
coche y abrió la ventanilla para decirme algo antes de marcharse.
_ Tienes cinco días. No los desperdicies.
_ No lo hará_ contestó Mara apretando mi mano antes de que yo pudiera
hacerlo.
La detective desapareció al doblar
la esquina del final de la calle.
_ ¿Qué haremos ahora?_ dije mirando a Mara.
_ Buscar a tu madre.
Entramos y me senté de nuevo
en el diván de su habitación.
_ No puedo salir, ¿cómo se supone que voy a encontrarla?
_ Con ayuda.
_ ¿Con ayuda?
_ ¿Confías en mi?_ dijo agarrando su móvil.
_ Por supuesto.
_ Pues yo confío en ellos.
_ ¿qué haces?_ dije intentando frenarla_ No puedes contárselo a nadie_ le
quité el móvil de las manos.
_ Tienes cinco días, ¡Cinco días! ¿Sabes lo que es eso? Es nada, y más si
no puedes salir, necesitamos más ojos.
_ Pero los pondremos en peligro.
_ ¿Cómo? No saben dónde estás, no vas a salir de aquí, no hay ningún modo
en que puedan relacionarlos contigo.
No sé si era la desesperación
la que estaba acabando con mi cordura pero en cierto modo me parecía lógico
todo aquello.
_ ¿De verdad confías en ellos?
_ Sé que nos van a ayudar_ dijo extendiendo su mano para que le
devolviera su móvil.
_ ¿Tendré que contarles todo?
_ Cuéntales lo que creas que debes contarles.
Esto había dejado hacía mucho
de ser un juego, ahora sabía que era algo importante, que era algo real, que
era algo que no podía hacer yo sola.
_ Está bien, llama.
Capítulo 23
Los tres me miraban en
silencio. Su expresión era una mezcla intensa de incredibilidad y nerviosismo.
_ ¿Es una broma?_ dijo al fin Lucas.
_ No Lucas, no es una broma_ dijo Mara agarrando mi mano_ Yo estaba ahí,
cuando llegó su padre, cuando apareció la detective…
_ Me cuesta creerlo_ dijo levantándose.
Camila y Tania no decían nada,
solo miraban, alternando su mirada entre Lucas, que no paraba de caminar por la
habitación, Mara y yo.
_ Suponiendo que sea verdad_ dijo al fin Camila_ ¿Qué pretendéis que
hagamos? ¿Por qué nos lo contáis ahora?
_ Se me acaba el tiempo, debo encontrar a mi madre en 5 días, o tendré
que volver a aquel infierno.
_ ¿Pero no es seguro que tu padre gane no?
_ No.
_ ¿Y si pierde el juicio?
_ El estado se encargará de mí.
_ No sé muy bien si esto es cierto o no_ dijo Camila_ pero puedes contar
conmigo para lo que necesites.
_ Muchas gracias Camila.
_ Supongo que conmigo también_ dijo Tania.
_ ¿Lucas?_ preguntó Mara.
Se detuvo en seco y me miró
directamente a los ojos.
_ ¿Puedes asegurarme que mi vida y la de mi hermana no correrán peligro?
_ No puedo asegurar ni que yo salga viva de esta.
_ Conmigo no contéis_ dijo saliendo de la habitación.
_ ¡Lucas!_ dijo Mara saliendo tras él.
_ No es un juego Mara, no es un puto juego.
Nunca había visto a Lucas
comportarse así, parecía un niño muy dócil cuando lo conocí.
_ Para nadie lo es Lucas, por eso te estamos pidiendo ayuda.
_ ¿Y qué pasa si te pasa algo? ¿O a Camila o a Tania? No pondré mi vida,
ni la vuestra en juego por una chica que hasta hace un mes no sabía ni que
existía_ dijo intentando zafarse del agarrón de Mara.
_ ¡Lucas!_ dijo Mara.
_ Déjalo, lo entiendo, ya sabes que tampoco quería esto. Me iré.
_ ¡No puedes irte!
_ Tu hermano tiene razón Mara, no puedo poneros en peligro… no puedo ser
tan egoísta de arriesgar vuestras vidas por mí.
_ No estás arriesgando nada, somos nosotras las que decidimos ayudarte,
¿Verdad chicas?
Camila y Tania se miraron y
agacharon la mirada. Muy dentro de mí quería que saltaran y dijeran “¡Por
supuesto! Cuenta con nosotras” pero no era un cuento, no era una película de
ficción donde los protagonistas nunca mueren, era la vida real, y en la vida
real hay riesgos que es mejor no correr.
Yo agarré las manos de Mara y
la puse a la altura de nuestros pechos.
_ Escúchame, agradezco todo lo que has hecho por mí y todo lo que estás
dispuesta a hacer, pero no te dejaré hacerlo. Tu hermano tiene razón, esto es
muy peligroso, y es algo que debo hacer yo.
_ Pero… es tu última oportunidad.
Sonreí.
_ Oportunidades hay muchas, solo no hay que darse por vencidos.
Solo me miraba con los ojos
vidriosos sin decir nada.
_ Soy el vivo ejemplo de ello.
_ ¿Qué harás entonces?
_ Me iré.
_ No tienes donde ir.
_ Pero sí tengo por lo que no quedarme.
Mara me abrazó fuerte.
_ Siento no haber podido ayudarte.
_ Has hecho mucho, créeme.
Lucas apareció de nuevo con mi
mochila en la mano.
_ Deberías irte.
_ Lo sé_ Sonreí._ Gracias por abrirme los ojos.
No dijo nada, solo me miró.
_ No desaparezcas de mi vida, por favor_ Rogó Mara antes de marcharme.
_ Nunca, tengo tú teléfono_ sonreí.
Capítulo 24
No sabía hacía donde ir, no estaba
preparada para alejarme del todo, así que aquí estoy sentada de nuevo en el
banco de un parque. Creo que estoy
intentando despedirme, pero me cuesta encontrar el modo.
Nunca podría haber llegado a
imaginar que me iba a encontrar en esta situación. Supongo que podría
considerar este parque su tumba. Aquí mueren del todo mis esperanzas por
encontrarla. Debería arrancar de mi pecho sus recuerdos y alejarme para
siempre.
Lo siento detective porque la
he fallado, espero no meterla en problemas si no aparezco…
Miro mis muñecas y veo asomar bajo las
mangas de mis manos las vendas… ¿Será que el destino quiere que me despida del
todo? En cierto modo tiene razón. ¿Qué vida me espera después de esto? No puedo
pretender creer que no me buscarán, que no me encontrarán finalmente o que
podré sobrevivir con unos míseros euros. ¿Qué es lo que me queda entonces?
¿Rendirme? ¿Volver?
_ ¿Está ocupado?_ Oí una voz junto a mí.
Es curioso como el destino a
veces nos juega malas pasadas, y otras nos guía a ciegas hacía donde debemos
ir. Nos roba y nos regala momentos únicos llenos de emoción y de lágrimas,
lleno de instantes mágicos y fugaces, y cuando nos damos cuenta hemos llegado a
nuestro propio destino sin darnos cuenta.
_ ¿Mamá?
Ella me miró con desconcierto,
hacía años que no me veía, hacía años que no la veía, ambas habíamos cambiado,
pero estaba segura de que era ella.
Metí mi mano instintivamente
en mi bolsillo, saquí mi cartera y le enseñé la única foto que tenía de nosotras dos juntas, y mi abuelita.
Ella la miró unos instantes,
abrió los ojos como platos y me abrazó.
Parte 3
Desde cero
Capítulo 1
Han sido los diez
años más felices de mi vida. Mi madre logró superar el cáncer a los pocos meses
de que yo llegara. Los médicos le dijeron que las ganas de vivir y la explosión
de felicidad fueron puntos muy fuertes a tener en cuenta para la recuperación.
Desgraciadamente
volvió hace un año con más intensidad que nunca y a pesar de que hicimos todo
cuanto estuvo en nuestras manos, la metástasis era rápida, mucho más que
nosotras y finalmente ganó la carrera. El cáncer sopló y sopló y por mucho que
pusimos piedras tras las paredes terminó por apagar su llama… es un lobo muy
fuerte.
Y volví a
perderla… y esta vez para siempre. Aún así había algo diferente esta vez, en el
buen sentido. En todo el tiempo que habíamos pasado juntas y felices habíamos coleccionado
un montón de maravillosos recuerdos. Creo que ella en el fondo lo sabía y se
esforzó por recuperar todos estos años pasados en que estuvimos separadas.
Recuerdo una
tarde de otoño que sin más se levantó del sofá, se puso su abrigo y me llevó a
un parque, “yo ya soy muy grande para columpios” le dije, y ella me contestó
que nunca se es demasiado grande para disfrutar de las cosas sencillas de la
vida. Lo pasamos genial aquel día y me encantó sentir el aire fresco en mi
cara. A pesar de que sentía miedo al saber que volaba alto me sentía segura
sabiendo que ella estaba ahí, a mi lado, por muy alto que volara. Supongo que
era una forma de devolverme a esa infancia que creía perdida y me sorprendió lo
fácil que es volver a sentirse una niña.
En el fondo siempre sentiré que ella está
ahí conmigo. Aunque no pueda verla, ella estará viva mientras mantenga vivo sus
recuerdos, en cada palabra, con cada enseñanza. Porque ella me enseñó que lo
más importante de la vida es vivirla, me enseñó que hay que luchar, que hay que
saber que caeremos, porque siempre caemos, pero que el logro está en saber
levantarse, que la felicidad es efímera y que hay que disfrutar de cada segundo
que nos brindan, porque un día puede que ya no esté esa persona a tu lado. Es
fácil leerlo, y un tópico supongo, pero ella me lo enseñó con hechos, y así es
como hay que aprender las lecciones.
Cuando el médico
nos dio la noticia de que el cáncer había vuelto ella sonrió y me miró, pero
sus ojos no acompañaban a sus labios. “Hay que ser fuertes” me dijo “Y nunca
dejar de luchar por vivir”.
Ahora ella no
está, y mi mente recupera una y otra vez todos los momentos en los que ella
estuvo a mi lado.
El día en que al
fin le crecieron las alas sonreía, nunca borró su sonrisa, “quiero que me
recuerdes así, ¿sabes por qué sonrió?” Obviamente no lo sabía y mientras que yo
lloraba desconsolada, ella, con toda la calma del mundo, recogió mis lágrimas y
me dijo algo que nunca en la vida olvidaré, “Puede que no decidamos cuándo,
cómo, o el por qué morimos, pero sí como vivimos nuestras vidas, y todos los
momentos que he vivido a tu lado, son los que ahora me hacen sonreír”.
Ella tenía razón,
una vez más, pero el dolor de su partida no desapareció y nunca desaparecerá.
Por mucho tiempo que pase, por muchos años que lluevan, siempre sentiré que
algo dentro de mí se volvió invisible aquel día, pero no se fue, de eso estoy
segura.
Por eso vuelvo a
mis raíces, a la ciudad que me vio crecer y caer y me enseñó a madurar, de la
que huí por ir a buscarla y es por ella por la que hoy estoy aquí,
paradójicamente.
Su último deseo
está en mis manos ahora, y mi misión es cumplirla.
Debo enterrar una
foto al lado de la tumba de mi abuela. Una foto vieja y ya casi borrada por el paso del tiempo con
una dedicatoria en el reverso. No la leí aún, ni siquiera vi la foto todavía,
pero debo hacerlo, debo abrirlo cuando ya esté frente a su tumba.
Ya parece que he llegado al cementerio.
Está muy cambiado. La tumba de mi abuela está vieja y devastada por la lluvia,
abandonada.
Me arrodillo frente a ella y arranco con
mis manos la maleza que estaba cubriendo ya gran parte del nombre.
_ Siento no haber venido todos
estos años abuela, pero sabes que siempre te he llevado conmigo_ digo aún de
rodillas_ desde aquella noche que te vi, supe que da igual donde estuviera tu
cuerpo, porque tu alma me protegería y siempre serías mi apoyo.
Me sacudo las manos de tierra y saco el sobre del bolsillo trasero de mi
pantalón.
_ Tengo algo para ti. Me lo dio
mama, supongo que ya está contigo. Yo sé que me la vas a cuidar bien, tan bien
como lo hiciste conmigo.
Abro el sobre con cuidado y saco la foto.
La miro por última vez y sonrío. Éramos las tres, mucho más jóvenes, y mucho
más cambiada… ahora solo sigo yo en pie, la única que en la foto está en
brazos. Esos brazos aún me abrazan y me protegen, aunque estén lejos. Era la
misma foto que me dio mi abuelita cuando mi madre no estaba, esa misma foto que
le di a mi madre después de cinco años sin vernos, la había guardado todo este
tiempo.
Era ya hora de despedirme al completo. De
ambas. Doy la vuelta a la fotografía y empiezo a leer. Por suerte no es muy
larga, porque siento que la situación se me está yendo de las manos y solo
tengo ganas de arrancar a llorar.
_ “Gracias por cuidarme, gracias
por cuidarla. Siento no haber estado, haberme ido, haberos abandonado. Pero
quiero que sepáis, que sois lo mejor que me ha pasado en mi vida. Aunque no
haya estado con ustedes, siempre os he llevado muy cerca de mi corazón. En esta
vieja fotografía de las tres. Os amo”_ dije acabando la frase casi sin aire de
los sollozos que escapaban de mis labios.
Junto a la tumba de mi abuela abrí un
agujero con las manos de unos veinte centímetros de profundidad. Cogí un
mechero y quemé la foto. Así como mi madre me lo pidió, yo solo era su fiel
cumplidora.
Necesitaba unos minutos a solas con mis
pensamientos en aquel lugar. Mi vida estaba en otra ciudad ahora y aunque me
prometí a mi misma y a ellas volver cada año el mismo día, necesitaba
despedirme.
Capítulo 2
Iba pasando con mi coche cuando lo vi, y
no pude resistirme a detenerme y balancearme un poco en sus columpios.
Era el mismo parque que visitaba cuando
era pequeña, cada vez que me sentía sola y abatida, cada vez que sentía que no
podía más o no tenía razones para seguir. Hoy vuelvo a él sintiéndome otra
persona. Una mujer fuerte capaz de conseguir todo lo que se propone en la vida.
Una mujer que ha conseguido superar un maltrato, que ha aprendido de los golpes
y a convivir con los obstáculos hasta que llega el día en que los salta, porque
siempre se pueden saltar si no dejas de correr.
Y aunque pueda parecer a veces que detener la carrera es un camino mucho
más fácil y rápido nada se compara a llegar a la meta.
Y hoy por hoy soy psicóloga, no predico
con las enseñanzas que reflejan los libros,
sino con los consejos que me ha brindado la vida. Trabajo ayudando a
niños maltratados, niños diferentes, niños como yo lo fui, especiales, y les
enseño a ser fuertes, a sacar esa fuerza interior que todos tenemos.
Supongo que esa niña que llevo dentro me
trajo a este parque de nuevo. Han cambiado prácticamente todos los juguetes y
han cambiado el suelo de arena por un pavimento de caucho de un color rojo
intenso. Le dieron vida a ese vetusto y desastroso parque que dejé a mis
espaldas.
La paz y el silencio que antes reinaban en
el parque se estaban disolviendo, y un murmullo agudo y chillón, lleno de risas
estaba conquistando el ambiente. Era hora de marcharme.
_ Vamos todos en fila y que nadie
se salga.
Esa voz…
_ ¿Emma?
Una muchacha delgada y linda apareció
doblando la esquina del parque rodeada de niños de cinco y seis años.
Había cambiado mucho, ahora era incluso
más hermosa que antes, pero su esencia seguía ahí, en su mirada, y lo noté en
el momento que nuestras miradas se cruzaron y su cuerpo se quedó petrificado a
pocos pasos de mí.
_ Soy yo_ fue lo único que atiné a
decir.
Sin decir nada se abalanzó a mis brazos,
corriendo la poca distancia que nos separaba y rodeando mi cuerpo me abrazó con
fuerza.
_ Yo también me alegro de volver a
verte_ le dije.
La verdad es que nunca la llegué a olvidar
del todo, y cómo podría… aunque su imagen se difuminó y su voz desapareciera
completamente de mis sueños con el paso del tiempo, ella ocupaba un importante
y breve capítulo en mi vida. Siempre había estado ahí, en un rincón de mi
corazoncito, oculta y esperando el momento indicado para volver a salir.
Supongo había llegado ese momento.
_ Te trató bien la vida_ continué,
a la espera de que ella dijera algo.
_ No tanto como a ti_ contestó al
final_ Mírate, estás… hermosa_ su mirada recorría mi cuerpo una y otra vez de
arriba abajo y viceversa_ ¿Conseguiste encontrarla?
_ Lo hice_ Sonreí.
_ ¿Y cómo está? ¿Contestó a todas
tus dudas?
_ Pues ahora mejor que nunca,
supongo, y sí, todo tenía sentido en aquel momento, ahora las cosas se hubiesen
hecho de forma muy diferente.
_ Ahora te tiene a ti para
cuidarla.
_ Podría decirse que yo la tengo
ahora a ella para cuidarme_ hice una pequeña pausa para respirar y que la
tristeza no dominara la situación_ murió hace un par de días.
_ Lo siento_ dijo entristeciendo
el gesto.
Tan solo sonreí y asentí.
_ ¿Ahora eres maestra?_ pregunté
intentando romper el tenso momento.
Miré hacia los lados y todo estaba lleno
de niños. Un hombre se acercó y la abrazó por detrás.
_
Y una de las mejores_ sonrió dirigiéndose a mí.
Ella tan solo sonrió. La situación se
había vuelto más incomoda aún con la llegada del muchacho.
_ ¿No nos presentas?_ Insistió él
al notar nuestro silencio.
_ Claro_ dijo Emma_ Él es Jorge,
mi esposo y ella es Isa, una…_ hubo una pequeña pausa_ amiga de la infancia.
Y supongo que ahí se quedó todo lo que
fuimos, todo lo que pasó en esos breves días… en una amistad de la infancia. Admito
que era mucho más fácil eso que decir que yo había sido su novia por un día…
eso llevaría a muchas preguntas. Tal vez yo había sido incluso, la única
persona de sexo femenino que besara sus labios o tal vez nunca llegué a ser lo
suficiente importante en su vida como para considerarme ni tan siquiera dueña
de un trocito de su gran corazón. Pisé tan rápido que no sé si mi huella se
quedó gravada.
_ ¿Puedes dejarnos un momento a
solas por favor? Vigila a los niños, no tardo.
No tenía que darme explicaciones, ella lo
sabía, yo lo sabía, pero por alguna extraña razón supongo que sentía la
necesidad de hacerlo, de cerrar nuestra historia.
Nos retiramos justo al banco donde me
encontró la detective años atrás… hace más de una década ya. Qué curioso y
pequeño es el mundo. Él sin embargo se quedó clavado en el suelo, mirándonos
hasta que unos niños pequeños llamaron su atención para que fuera a jugar con
ellos.
_ Te esperé_ dijo después de un
breve silencio_ Y nunca volviste.
_ Ahora estoy aquí.
_ Ya es demasiado tarde
Tenía un gesto de resignación mezclado con
una subida parcial de hombros… no vi tristeza en ninguna parte.
_ ¿Qué sientes por él? ¿Lo
quieres?
_ Lo amo.
Ya no necesitaba saber nada más después de
aquella tajante respuesta.
Supongo que una parte de mí esperaba a
escuchar un “no” de su parte, un “aún sigo perdidamente enamorada de ti” o
alguna respuesta similar… aunque para ser realistas, en aquel momento yo
tampoco me sentía enamorada de ella. Un inmenso cariño, un enorme
agradecimiento, y puede que un poco de celos infundados por mi ego… tuvimos
algo grande un muy pocos días, pero de jóvenes, todos los sentimientos se
magnifican, y aún más cuando necesitas afecto y ese alguien te lo da.
_ Ya sé que no merezco explicación
alguna_ a pesar de que era consciente de que no la merecía, quería saber_ pero
contéstame a algo, ¿alguna vez sentiste por mí lo que sientes por él? _ Una
parte de mí quería saber si en algún momento había sido importante para ella…
supongo que un “te esperé” no era suficiente respuesta.
Emma me miró por unos segundos directo a
los ojos, y vi reflejado en ellos a la niña apenada que me vino a visitar al
hospital.
_ Nunca sentiré por nadie lo mismo
que sentí por ti. Fueron pocos días los que pasamos juntas, unos días muy
intensos en los que pasaron muchas cosas, tal vez demasiadas_ dijo acariciando
las marcas de mis brazos que a pesar del tiempo aún se vislumbraban tenuemente_
pero se hicieron muy largos los años posteriores esperando tu regreso. Te
fuiste, y nunca más supe de ti… ¿qué esperabas? ¿Qué te estaría esperando?_
cada palabra que decía se acercaba más al reproche de lo que ella pretendía_
Tuve que seguir mi camino sin ti.
Yo agarré sus manos y la miré directo a sus
ojos.
_ ¿Te hace feliz?
Ella dirigió su mirada hacía él y sonrió
al verlo jugar con los niños. No hacía falta que me respondiera, esos ojos
expresivos decían todo lo que callaba su boca.
_ Lo siento_ dije al final_ Siento
haber tardado tanto, siento haber seguido con mi vida, y haberte hecho daño,
pero no me arrepiento de nada.
Sus manos se aferraron fuertes a las mías
y proseguí.
_ Quiero que sepas, que nunca te
olvidé del todo, que siempre has sido y serás alguien muy importante en mi
vida. Me alegró que seas feliz_ sonreí_ se nota que estás enamorada.
_ ¿Y tú?_ prosiguió ella_ ¿eres
feliz?
_ ¿Ahora?_ dije mirando al
horizonte_ sencillamente no lo sé… ¿he sido feliz en mi vida? Mucho_ dije
mirándola a los ojos de nuevo.
Ella sonrió y se levantó, dándome por un
momento la espalda.
_ Debo marcharme ya, el recreo
termina y debo volver_ Se agachó y me dio un suave beso en la mejilla_ me
alegro que hayas vuelto, ¿será larga tu estancia?
_ No creo, sonreí, mi libro en
esta ciudad está a punto de ser cerrado ya, y mi vida continúa en otro sitio.
_ ¿Volverás a marcharte así sin
más? ¿O esta vez me dejarás una dirección o un número para saber dónde
encontrarte?
Saqué de mi cartera una tarjeta que ponía
mi dirección, correo electrónico y mi número de teléfono. Siempre llevaba un
par encima, por mi trabajo. Nunca nadie sabe en qué momento se puede necesitar
un psicólogo.
_
¿Ahora te llamas Celeste? ¿Y eres Psicóloga? Creo que me he perdido
mucho…_ dijo mirándome con cara de incredulidad_ ¿Seguro que era tu cartera?
_ Supongo que tenemos que quedar
algún día a ponernos al día, tenemos mucho de lo que hablar.
Jorge llamó a lo lejos a Emma,
interrumpiendo nuestra charla. Tenían que marcharse ya. Emma afirmó con la
cabeza, se levantó y volvió su penetrante mirada hacía mí.
_ Tienes algo diferente en tus
ojos.
_ ¿Y qué es esta vez?
_ No lo sé_ sonrió_ creo que
tendré que volver a verte para estar más segura… ¡Sé feliz!_ gritó mientras se
alejaba y la rodeaban de nuevo los niños.
No podía recriminarle nada, al fin y al
cabo fui yo quien se marchó.
Me reconcomía las entrañas saber que ahora
era otra persona quien compartía su cama y su vida. Me sentía como una ex
celosa que siente que ha perdido a la persona a la que ama, cuando en realidad
nunca fuimos nada… y tal vez nunca llegara a amarla del todo y las mariposas
que sentí en el estómago en el momento en que la vi no eran más que un reflejo
de la ilusión que me hacía volver a estar con ella.
De todos modos me alegraba que fuera
feliz, aunque no fuera yo el origen de su felicidad, supongo que siendo parte
de su pasado, algún granito de arena habré puesto en la mujer que se ha
convertido ahora.
Era hora de marcharme yo también, y dar el
paso para pasar la última página del libro.
Solo me quedaba un último paso por dar y
tal vez fuera uno de los más difíciles… nunca pensé, de hecho, que sería capaz
de hacer algo así. Pero la adrenalina inundaba mis sentidos y sentía que era
ahora o nunca… Si quería cerrar totalmente el libro que me vincula con este
lugar debía acabar todos los capítulos. Y para ello debo llamar a la única
persona que me puede ayudar a hacerlo.
_ ¿Sí? ¿Quién es?
_ ¿Detective Kowalzuck?
_ ¿Nunca me llamarás por mi nombre
de pila?
_ Me gusta más tu peculiar
apellido.
_ ¿Ya estás aquí?
_ Si, llevo un par de horas dando
vueltas por la ciudad.
_ En dos horas acabo mi turno, si
quieres vamos a cenar
_ No puedo, tengo algo muy
importante que hacer, además estarás muy ocupada con tu boda. ¿Cómo lo llevas?
_ De los nervios_ dijo soltando
una estruendosa carcajada_ ¿vendrás?
_ La verdad con esto que ha pasado
no me apetece mucho asistir pero las penas con buenos amigos son menos penas.
_ Di que sí, tu madre era una
mujer extraordinaria y tú heredaste su carácter.
_ Hablando de familia, necesito un
favor.
_ Dime, ¿en qué puedo ayudarte?
_ Necesito la dirección de mi
padre
_ No
_ Por favor, necesito hablar con
él
_ No creo que sea una buena idea
que vuelvas a ver a ese hombre
_ Ya soy una mujer adulta, y puedo
tomar mis propias decisiones. No se ofenda detective, pero no le estoy pidiendo
opinión.
Tras decir esto, un silencio nos avasalló
durante unos segundos y finalmente accedió.
_ Me recordaste a la niña que me
encontré hace años en una sala de interrogatorios, prepotente, decidida,
valiente, pero con mucho miedo…
_ Supongo que sigue habiendo una
parte de esa niña en mí.
_ No… sigues siendo aquella niña,
mucho más madura, mucho más valiente, pero sentí el mismo miedo en tus palabras. ¿Por qué
quieres hablar con él?
_Tengo muchas cosas que
explicarle, cosas privadas, cosas de familia supongo.
_ Ok ok, prométeme que te
cuidarás, y que llevarás el móvil en la mano en todo momento.
_ Tranquila, sabré manejar la
situación.
En cuestión de minutos, la detective buscó
entre sus archivos su dirección. Había cambiado de casa y ahora vivía solo. Desde
que nos fuimos. Casi me daba pena… casi.
_ ¿Segura que quieres ir sola?
Recuerda que te hizo mucho daño… no es un buen hombre, ni tiene integridad. Es
cruel.
_ Una de las cosas que me enseñó
mi madre es que el rencor no sirve de nada.
_ Te maltrataba.
_Créame, conozco mi pasado mejor
que nadie. Necesito hablar con él y explicarle.
_ ¿Crees que se pueda dialogar con
él?
_ Para dar un paso hacia delante,
lo primero que hace nuestro cuerpo es convencerse que podemos hacerlo, que
puede dar el paso. A veces sufrimos algún que otro traspié, es algo normal, y
no por ello el cerebro deja de creer que puede andar. Seguimos caminando.
_ ¿En conclusión?
_ Voy a intentarlo, y si no, será
tan solo un traspié y seguiré mi camino.
_ ¿Y si te deja sin piernas?
_ Sabré cuidarme, y de nuevo gracias
detective.
Capítulo 4
Llevo aparcada en el coche desde hace más de
treinta minutos. Estaba tan convencida de hablar con él, que ahora me
avergüenza admitir que tengo miedo… Tenía razón la detective, para que
engañarme, mi prepotencia me hizo creer ser mujer y ahora la realidad me devolvió a ser
niña.
Un hombre desaliñado con pintas de
vagabundo sale a la calle y cierra la puerta tras de sí… sin duda alguna es él,
aunque ha cambiado mucho. Ya no queda nada de aquel hombre corpulento que
partió en dos mi infancia.
Salgo del coche, me apoyo en la puerta y
dejo que me vea. Que sea él el que dé el primer paso. Pero tan solo me mira. A
lo lejos. Tal vez no me reconozca, o tal vez no quiera reconocerme. Agacha la
cabeza y da un paso tras otro pasando por mi lado sin decir nada.
_ ¿No piensas saludarme?
_ No tengo nada que decirte.
_ Hace unos años tenías muchas
cosas para decirme. ¿Qué ha cambiado?
Se detiene en seco, dándome la espalda y
respira profundo. Observo como su espalda sube y baja por un momento, llenando
de aire sus pulmones, para finalmente soltarlo despacito.
_ No vengas ahora a buscarme,
porque me vas a encontrar.
_ Yo no vengo buscando nada… ¿Qué
te pasa? ¿Ahora me tienes miedo? ¿Por qué? ¿Por qué no soy una niña a la que
puedes golpear y que se calle?
Se voltea hacía mi, y me mira. No veo
rencor, no veo odio, no veo tristeza… solo es una mirada vacía en un cuerpo
viejo y sucio… Como si no tuviera alma. Tal vez ella también lo abandonó.
_ ¿Qué pretendes viniéndome a ver?
¿Acabar lo que empezaste? ¿Vienes a matarme? O a rematarme mejor dicho_ dijo
abriéndose la camisa y enseñándome la marca del disparo.
Ahora era yo la que respiraba profundo
para no exaltarme. El hablaba tranquilo y pausado, como si no tuviera ganas de
pelear por una batalla que hace años que perdió. Estaba intentando provocarme.
Como cuando el torero agita el capote desde la barrera, esperando a que el toro
corra y se estampe.
_ Yo no disparé, y lo sabes.
_ Nada de esto hubiese pasado si
te hubieses quedado callada, si hubieses salido del baño cuando te lo pedí.
Supongo que tenía razón. Nunca lo había
visto de ese modo. Toda mi vida sería completamente diferente si la sangre ese
día hubiese circulado sin derramarse por las venas que recorren mi cuerpo. Si
no me hubiese ganado el rencor, la valentía… mi abuela no hubiese disparado, no
hubiese conocido a Emma que me animó a buscar a mi madre, no la hubiese
encontrado y tal vez, ni siquiera estaría viva.
_ Tienes razón… todo sería muy
diferente, pero los golpes cansan más que matan.
_ Tendrías que haberme clavado ese
cuchillo cuando te dije que lo hicieras_ dijo acercándose a mí.
_ No era una asesina, ni lo soy.
Solo quería ser feliz en la vida.
_
Espero que lo hayas logrado, la mía_ dijo señalando todo a su alrededor
con las manos en cruz_ la destrozaste.
_ No_ dije rotunda_ Tú la
destrozaste, no me culpes a mí ahora por los errores que tú cometiste.
_ El error lo cometí al casarme
con esa puta… ¿Y qué? ¿La encontraste? Me dijeron que la estabas buscando.
_ Sí, la encontré.
_ ¿Y por qué no está aquí? ¿Es que
me tiene miedo?
_ ¿Tendría razones para tenerlo?
Él tan solo sonrió con malicia, como si
estuviese orgulloso de todos y cada uno de los golpes y las palizas que nos
propició.
_ ¿Sabes qué? Nunca llegué a
conocerla. Era una falsa, y una manipuladora y una perra… sí_ dijo recorriendo
los pocos pasos que nos separaban ya y
apuntándome con el dedo_ eso es lo que era.
_ Te equivocas, te equivocas
demasiado. Ella era una mujer de los pies a la cabeza.
_ ¿Era? ¿Qué pasa que ya no lo
es?_ dijo sonriendo.
_ Murió. De cáncer.
_ Murió_ seguido de esto empezó a
reírse como un loco_ murió_ repitió sin parar de reírse_ ¿se dice que siempre
se van los mejores no? Ya era hora.
_ Mira_ le interrumpí_ no tengo
por qué estar aquí, hablando con usted.
Estaba intentando mantener la calma, no
ponerme a su nivel. Sé que era algo que le gustaba, necesitaba alguna excusa
para gritarme, para exaltarse y no sería yo quien se la diera.
_ Lo sé_ me interrumpió ahora él_
ni siquiera soy tu padre… por eso no sé qué haces aquí, ¿acaso quieres
información de él? Porque no sé nada de ese hijo de puta.
_ Ojalá no lo fueras, ¿pero sabes
qué? Desgraciadamente lo eres.
_ ¿Qué estás diciendo?_ dijo mirándome profundamente a los ojos
esperando una aclaración.
_ No sabes la de veces que recé
porque no lo fueras, pero ya ves, la vida no nos lo da todo como lo queremos.
_ Pero yo los vi, yo la vi, bajar
en varias ocasiones del piso de arriba. Además me lo confirmó antes de
marcharse.
_ Era el agente que la estaba
ayudando a tramitar los papeles para irse. Pero tú los descubriste… y lo
fastidiaste todo con tus locas locuras de infidelidades… Si te dijo que yo era
hija de él era para que no lucharas por quedarte conmigo, porque pensaba
llevarme con ella.
_ ¿Y por qué no volvió a por ti?
¿Eh? Una madre modelo no deja abandonada a su hija.
_ Le diagnosticaron cáncer a las
pocas semanas antes de que se la
llevasen… y le dijeron que no podían llevarme con ella, porque si todo iba mal,
yo me quedaría sola. Y la justicia de aquel entonces pensó que era mejor
dejarme con un padre maltratador.
Él se quedó en silencio unos segundos.
_ ¿Entonces? ¿No me era infiel?
Yo me alejé de él, y me monté en el coche.
_ Te estoy hablando_ Me gritó.
_ No era excusa_ Le devolví el
grito_ No hay excusas.
Tras decir esto, arranqué el coche, respiré
profundo y me fui.
Había limpiado el nombre de mi madre. Ella
nunca le había sido infiel, ella no me había abandonado… solo fui el resultado
de una serie descubrimientos indebidos, de esos que nadie quiere descubrir nunca
y que estropean todo.
Verlo triste, y abatido, no me satisfizo…
ya no sentía rencor por él, sentía lástima. La vida le había devuelto lo que se
merecía. Ahora estaba solo y arruinado. Y su único consuelo, la única excusa de
sus actos había caído a sus pies. El karma le había devuelto todos los palos
que nos había dado la vida…
De pronto se oye
un estampido… otro… me está… ¿disparando? Siento un dolor agudo en el hombro
derecho y pierdo el control de mi auto…
Capítulo 5
De apoco abro los
ojos con un dolor intenso en el hombro…
_ ¿Qué me ha pasado?
Veo borroso en un
principio y de apoco empieza a aclararse y cobrar sentido los diferentes
rostros que veo a mi alrededor.
_ Detective… ¿Cómo he llegado hasta aquí?
_ Tenía un arma y disparó varias veces a tu coche, en uno de
ellos, la bala atravesó la luna y se te incrustó en el hombro derecho. Han
conseguido sacarla y estás estable.
Miro a mí
alrededor y está Emma, Jorge, y Lucas.
_ ¿Qué haces aquí? ¿Cómo te has enterado de esto?
_ La avisé yo_ dijo la detective.
_ ¿Y cómo? ¿Seguíais en contacto?
_ No, llamé al número de tu tarjeta y contestó ella, me dijo
que estabas aquí. No sabes cómo llamar mi atención eh, siempre en los
hospitales.
_ Mientras esta vez no me saques los goteros de un
almohadazo.
Ambas nos reímos
de aquella situación, a pesar de que hacía mucho tiempo y nadie más rió nuestro
chiste, nosotras sabíamos el por qué.
La puerta se
abrió de repente.
_ ¿Y tú qué haces aquí?_ dije mirándola y sonriendo como
boba con su mirada dulce.
_ Pues Lucas me llamó y me dijo que te habían disparado,
¿estás bien?_ dijo acercándose a mí y agarrando mi mano.
Después de
encontrar a mi madre y de asentarme con ella en aquel lugar, todo fue
diferente. Volví a la escuela y pude entablar una amistad con Lucas y con Mara.
Nunca encontré el valor suficiente para declararme a ella. Al terminar el
instituto ella consiguió una beca para Inglaterra, y allí se quedó.
Yo siempre
mantuve el contacto con ella, y con todas las personas que me ayudaron. Incluso
con la buena de Margaret, que se volvió a casar de nuevo, es la viva imagen de
que el amor no tiene edad…
_ Llegas tarde para el boca a boca.
Mara se acercó y
pegó su nariz a la mía. Y me puso nerviosa. De pronto me dio igual todo, que
hubiese gente mirando en la habitación, que estuviera postrada en la cama de un
hospital y decidí romper el pacto que hice con mi misma años atrás y la besé.
Era hora de romper las normas, de volver a ser valiente. Hay que arriesgar a
veces ¿no?
Cuando abrí los
ojos, ella aún los tenía cerrados.
_ Creo que estamos
sobrando un poco aquí ¿no?_ dijo la detective al resto de visitantes que
afirmaron, sonrieron y salieron de la habitación dejándonos a Mara y a mí
solas.
_ ¿A qué vino esto?
_ ¿Recuerdas que te dije que tu amistad era muy importante?
_ Ajá
_ ¿Y que no quería romper todo lo que teníamos por si algo
fallaba?
_ Ajá
_ Pues he estado a punto a morir, he visto la vida pasar
ante mis ojos, no lo recuerdo, pero seguro que pasó, todo el mundo la ve pasar,
y no quiero ser la excepción_ hablaba tan deprisa que algunas palabras se
pisaban con otras_ Así que dime por favor que sigues sintiendo lo mismo por mí
y que no estás con otra persona porque romperías en mil pedazos a este pobre superviviente_
dije señalando mi corazón.
Ella tan solo
sonrió divertida por la situación y me miró a los ojos, directo, como ella
siempre hacía, con ese gesto y esa seguridad que me ponía tan nerviosa.
_ ¿Dónde está la Celeste que conozco?
_ Desesperada por tu respuesta, ¿vas a seguir haciendo
sufrir a esta pobre enferma?
Sabía de buena
tinta que ella seguía sintiendo cosas por mí, y que estaba soltera. A pesar de
que ella se fue lejos, nunca perdimos el contacto del todo y su hermano me iba
informando de sus movimientos.
_ Hazme la pregunta bien, y te daré una buena respuesta.
Me reincorporé
como pude, para estar a la altura de aquellos lindos ojos y miré directo a
ellos.
_ Hace mucho que tenía que haber hecho esto pero supongo que
necesitaba un empujoncito.
_ O una bala en este caso.
_ Sí_ sonreí_ Mara_ dije agarrando sus manos_ ¿quieres ser
mi novia?
Ella se acercó
despacio y atrapando uno de mis labios con los suyos me besó dulce y
apasionadamente a la vez, despertando todos y a cada uno de los bellos de mi
piel que andaban dormidos y dándole vida a un corazón que se aceleró en el
momento que sus manos acariciaron mis mejillas.
Capítulo 6
Mentiría si
dijera que la vida no es extraña, porque lo es, y diferente… hay algunos que
viven demasiado poco, y otros que viven demasiado. No sé quien maneja los hilos
de la vida, no sé si el destino existe, si el karma es bueno o malo, o si hay
alguien, un ser superior, que va cambiando nuestros rumbos según le convenga,
lo que sí sé es que la mía al fin tiene un buen curso.
Cerré un libro
para comenzar otro muy diferente. Con la misma protagonista, cambiada, si, pero
con las mismas ganas de vivir con las que llegó a este mundo.
Puede que me haya
perdido muchas cosas en la vida, y seguro se me pasó escribir otras tantas, no
todo está cerrado, no todo siempre acaba como debería o como queremos que
acaben, pero siempre tendremos una posición importante a la hora de vivirlo… échenle imaginación para cerrar algunos cabos
sueltos, a veces es mucho más divertido
imaginar, promover y creer que por muy mal que nos valla la vida, por muy
oscuro que sea el camino del bosque, o muchos lobos feroces que intenten
devorarnos, siempre habrá una princesa valiente para salvarnos, una princesa…
una princesa Celeste!!
Mucha suerte con vuestra historia y feliz final.
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