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Mi auténtico yo

    Ya sé que no es lo que suelo escribir normalmente, no es un relato, ni una historia ficticia, esta historia es muy real, fue como le conté a mis padres mi secreto. Porque si alguien llega a sentirse mal alguna vez por ello, quiero que sepa que no ha sido el único, que se pasa mal a veces, pero que una madre siempre es una madre.



     La verdad es que siempre había pensado que no tendría que decírselo, a ver, es mi madre, siempre hemos estado muy unidas, una familia muy feliz, con las típicas riñas por las que se pasaba cuando llegas a la edad en la que crees que no necesitas a nadie y curiosamente es la edad en la que más necesitamos que estén ahí.
     El caso es que yo pensaba que mi madre ya lo sabía, o lo intuía. Dieciocho años, relativamente masculina (para que os hagáis una idea, levaba sin ponerme un vestido desde los 5 añitos, por decisión propia, claro), un poco solitaria, siempre me había sentido diferente al resto de mis compañeras y por eso preferí alejarme yo a que ellas pensaran que era una depravada o algo así, sinceramente no sabía exactamente como reaccionarían y me daba mucho miedo el rechazo.
     Nadie me había enseñado nada de como debía comportarme si me gustaba una chica, y tenía miedo de lo que pensaran de mí si se enteraban de mi secreto.
     A pesar de, desde mi punto de vista, todas esas claras señales, mi madre se había negado a verlo, o estaba cegada por lo que debía ser para ser "normal", la verdad no lo sé, pero tuve que ser yo la que diera el paso. Me sentí obligada a hacerlo a decir verdad, porque esas compañeras de las que yo me mantenía... no al margen completo, pero podría decirse que estaba lo suficientemente alejada para apreciarlas como compañeras, pero no lo suficientemente cerca para quererlas como amigas, era una especie de barrera que yo misma había creado para evitar que si algún día me rechazaban me doliera, pero no fue así, lo descubrieron.
     Y contra todo pronóstico y con el temor de que se lo contaran a alguien y mis padres se enteraran por un tercero ajeno a mí, supuse que tenía que ser yo la que se lo contara. Aunque, me siento feliz al saber, que mis compañeras nunca se lo dijeron a nadie, y es que es difícil conocer del todo a las personas cuando la desconfianza y el miedo te ciegan, ahora sé, que podía haber cruzado la fina línea de la confianza con ellas.
     Volvamos a mi madre, y es que en cierto modo no se lo dije yo directamente, y ahora sé que ese fue un enorme error.
     El primero en saberlo fue mi padre, sabía que él no montaría una escena, él es así, tranquilo, comprensivo, y siempre se mantuvo un poco al margen de nuestra educación, la mía y la de mi hermano, lo que no quiere decir que no nos quiera o que no pasáramos tiempo con él. Nos solía llevar al campo, o veíamos películas o jugábamos con el balón en la puerta. A pesar de que trabajaba mucho y lo veíamos bastante poco, siempre sacaba tiempo para pasarlo con su familia.
     Aún así, fue demasiado pasiva la conversación. Lo recuerdo como si fuera ayer, y ya han pasado más de cinco años.
     El estaba sentado frente mi pc y yo detrás, nerviosa, tanto que no me salían las palabras, es ahora o nunca me dije, "papá", "dime" me contestó, "soy lesbiana" así sin más, se lo solté, para que andarnos con rodeos, "vale" me contestó sin siquiera volverse a mirarme, "¿estás segura?" prosiguió la mayor tranquilidad del mundo, "si papá, segurísima, ¿no es malo verdad?" y con un "no, no es malo" selló la conversación.
     Ya se lo había dicho, mi padre lo sabía, pero tenía ahora esa extraña sensación, no sabía si había llegado a entender del todo la importancia de lo que le había dicho, estaba feliz, por supuesto, pero había sido muy diferente a lo que me había imaginado. Cuando ya se iba de mi habitación (que es donde estaba el pc de la casa) se volvió y me dijo, "¿Quieres que sea yo el que se lo diga a tu madre?", y este fue mi gran error, afirmé. Y finalmente mi madre se enteró por un tercero.
     La tarde pasó, y cuando volvió mi madre, mi padre la llamó a la habitación y se lo dijo. No sé nada más de esa noche, solo que mi madre lloró, y mucho. Lo sé porque mi padre me lo dijo la mañana antes de irse a trabajar, yo apenas había dormido aquella noche.
   Los posteriores días yo evité a toda costa cruzarme con mi madre, y cuando lo hacía evitaba mirarla a la cara. Pero era mutuo, ella también se comportaba como si no existiera.
     Fueron unos días duros, y tensos, no había hablado con ella y el nudo en el estómago era latente en cada comida que nos sentábamos a la mesa y yo quedaba frente a ella.
     Una mañana, ella entró a mi cuarto sin más y me dijo "¿No tienes algo que contarme?". No recuerdo muy bien que contesté, pero fue algo así como que mi padre ya había hablado con ella y yo no tenía nada más que añadir, aunque creo que intenté evadir la respuesta aludiendo a que no sabía a que se estaba refiriendo, pero si sabía, por supuesto que sí. Estaba a la defensiva en lugar de ponerme en su situación, pedía a gritos que ella se pusiese en la mía y me entendiera. Ahora entiendo que es muy difícil de entender. Yo no había cambiado, seguía siendo su niña, y se lo dije, pero ella no lo entendía en ese momento, para ella todo era muy diferente ahora. "Cuando venga hablaremos tú y yo" sentenció antes de salir por la puerta de mi cuarto.
     ¿Miedo? ¿Terror? Creo que no  hay palabra descrita en la RAE que describa lo que estaba sintiendo en ese momento. Temblores, palpitaciones, necesidad de huir... era como un corderito que estaba a punto de ir al matadero, no sabía que me iba a encontrar, pero sabía que no sería nada bueno.
     Y finalmente al cabo de unas horas interminables volvió, y solo estábamos ella y yo en ese momento.
     "¿Cómo es eso de que eres lesbiana?" tal vez aquí escrito no se vea dura la pregunta, pero el tono fue frío y despectivo, con más aires de insulto que de pregunta.
     Sinceramente no recuerdo toda la conversación, y es raro, porque me duró muchos años clavada en la mente, pero fue larga y dura, muy dura, tanto para ella como para mí.
     En resumen me dijo que no sabía lo que quería, que aún era muy joven y me faltaba mucho mundo que recorrer, mucho que madurar, y muchos hombres que probar, que nunca había estado con ninguno y que por lo tanto no sabía si me gustaban o no.
     Casualmente, a mi me gustan las chicas desde que tengo uso de razón, no sabría explicar el por qué, pero siempre lo supe. Y me sentía rara, diferente, como que había una parte de mi que no podía descifrar, que no podía contarla, no sabía en ese momento que estaba mal, ni siquiera sabía que me pasaba, ni que hay mucha gente que pasa por la misma situación, no sabía en general que era ser "lesbiana", yo solo sabía que lo que sentía por las chicas, en una en especial, no lo había sentido nunca, ese afecto iba mucho más allá de lo que sentía por las demás, y ni siquiera era mi mejor amiga, ni hablaba mucho con ella, ni nada, pero me afanaba en demostrarle que estaba allí, en llamar su atención.
     Algo si me dolió más de lo normal en esa conversación, algo que aún hoy en día cuando lo pienso, y lo analizo, me pregunto como pudo decirme aquello, y me conforta la idea de pensar que lo hizo por impulso y que realmente no lo pensaba. "Preferiría que fueras Drogadicta o Puta"... Me hundió esa frase... ¿Tan malo era ser lesbiana? ¿Tanto que me prefería adicta a una sustancia que a la larga me mataría o vendiendo mi cuerpo por dinero? ¿Tan malo es enamorarme de alguien que  pertenece al mismo género que yo? No podía entenderlo.
     "Me iré, lejos, allí donde no te avergüences de mí" dije acercándome al armario a coger ropa para marcharme. "Esa ropa te la compré yo", "pues me iré sin nada", pero cuando intenté salir de mi cuarto ella me abrazó inesperadamente y comenzó a llorar. "Vallas lo lejos que te vallas seguirás siendo mi hija". No entendí muy bien la frase, y mi lado defensivo salió de nuevo a la luz a pesar de que la tenía abrazada... no sabía si me estaba recriminando o no, pero lo sentía injusto, sentía injusto todo aquello porque yo no decido de quien me enamoro, y es algo que no sabía como explicárselo para que lo entendiera. Creo que le contesté algo así como que me matara entonces o me diera por muerta, así no se avergonzaría más de mí.
     Ella no dijo nada.
     Recuerdo que me sentí liberada en ese momento. Y llegué a odiarme a mí misma durante mucho tiempo por no sentirme mal aquel día, tenía a mi madre en mis brazos, apretándome contra ella y sin dejar de llorar, y yo tan solo me sentía libre. Pero llevaba mucho tiempo cargando con ese secreto, y ya pesaba demasiado.
     Los días y meses posteriores no volvimos a hablar más del asunto. Era como si aquella conversación nunca hubiese pasado, salvo algún que otro comentario de mi madre. Una vez recuerdo que le dijo a una tía mía que nadie tenía hijos perfectos, pero que tenían que quererlos y apoyarlos ante todo. En aquel momento me sentí mal porque sentí que el echo de que me gustaran las chicas para ella era un defecto, ahora me doy cuenta, que el trasfondo es otro.
     Ahora después de seis años todo es muy diferente. Aún estoy en el "armario" para algunos miembros de mi familia, aunque solo son apariencias y sé que ellos lo saben, pero si así está más tranquila mi madre, pues no me importa hacer creer a la gente que vivo con mi amiga, no todo hay que hacerlo deprisa, y hay personas que necesitan más tiempo que otras para sentirse cómoda con algunos aspectos de mi vida. Y si mi madre ha sido capaz de tal vez no entenderme, pero si aceptarme y apoyarme en todo, yo puedo darle todo el tiempo que necesite. Los asuntos de palacio van despacio.
     Todo lo que necesitó mi madre para entender que soy así, ha sido tiempo. Y verme más feliz ahora de lo que lo fui nunca. Con la mujer que amo y que me hace feliz.
     Agradezco todo el esfuerzo que hizo, que está haciendo y que sé que hará por mí, y si algún día llega a leer esto, quiero que sepa que tal vez no sea la mejor hija del mundo, o la hija perfecta, pero la quiero, y mucho, y daría mi vida por ella. Que nunca piense que algo hizo mal, porque siempre ha sido la mejor madre del mundo.


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